El cielo en llamas #8

El cielo en llamas #08En un mundo que es como el nuestro… pero que no es el nuestro. En un mundo sin héroes. Sin poderes. En un mundo completamente real… que está a punto de dejar de serlo.

#8 – Los valientes y los audaces
Por Tomás Sendarrubias


Fecha de publicación: Mes 169 – 5/12


Puerto Príncipe, Haití.

Ralph siente un vértigo repentino y no puede evitar morderse la lengua cuando la bala le atraviesa la rodilla, haciendo estallar hueso y cartílago, haciéndole caer mientras la boca se le llena del sabor metálico de la sangre. Por el rabillo del ojo puede ver como varios tiradores se distribuyen por el piso superior, apoyándose en las barandillas que dan al viejo salón de la gran mansión, ruinosa y señorial, en la que se encuentran. Tiradores con armas de alto calibre, a pesar de su factor de curación, tardará en estar otra vez operativo.

-Mierda-gruñe, mirando a Danny, mientras el joven al que habían atrapado fuera miraba a su alrededor, nervioso. Danny comienza a resplandecer con una luz blanca y cegadora, y uno de los machetes de Ralph vuela, cruzando la sala para hundirse en la muñeca de uno de los hombres armados, de gatillo demasiado rápido, que parecía estar a punto de disparar, incluso a ciegas. Dos de los tiradores, a pesar de la luz consiguen disparar, pero los impactos resquebrajan las baldosas del suelo casi dos metros detrás de donde se encuentran ellos, y Ralph supone que Danny está creando hologramas de ellos para confundirles.

La luz se extingue cuando el cañón de un arma se apoya sobre la nuca de Danny. Un hombre negro, vestido con unos pantalones vaqueros rotos y el pecho descubierto, sostiene una pistola sobre el cráneo del chico rubio, y la luz se extingue de inmediato.

-Demonio…-sisea el hombre, y Danny alza las manos, en señal de rendición.

-Apártate de ellos, Christién- ordena uno de los hombres desde arriba, y el chico al que traían de fuera asiente, dando un par de pasos apartándose de Danny y de Ralph-. ¿Hay más?

Oui– asiente el chico-. Deux autres là-bas.

El hombre que amenaza a Danny hace un gesto con la cabeza, y dos de los hombres del piso superior, armados con rifles de fabricación soviética, comienzan a descender las escaleras.

-Muere, cabrón-sisea el hombre que apunta a Danny, y en ese momento, el niño se gira y desenfunda dos pistolas que llevaba escondidas en algún lado, realizando dos certeros disparos que impactan en los dos hombros del pistolero. Los ojos de este se abren de par en par cuando el lugar del joven es ocupado por una mujer, vestida con cuero y kevlar, armada con dos pistolas y con una leve sonrisa.

Cubierto por Nicole, Danny lanza dos rayos de luz sólida hacia los hombres que descendían por las escaleras, y Lewis aparece y desaparece repentinamente, cogiendo a Nicole y volviendo a aparecer junto a ella directamente en la segunda planta, junto a uno de los hombres, al que apunta a la cabeza con una de sus pistolas.

-Todo el mundo quieto o pinto la pared con sus sesos-gruñe Nicole-. ¿Me entendéis?

-Sí-dice un hombre situado frente a Nicole, que baja su arma, refunfuñado entre dientes-. Yo hablo inglés.

-Muy bien, un hombre cultivado-replica ella-. Diles a tus amigos que suelten las armas. Y cuidado con lo que dices, que tengo un traductor simultáneo-dice, a pesar de que hace rato que no tienen comunicación con Manny.

El hombre farfulla en francés, y el resto de los presentes tiran las armas al suelo, mirando a Nicole, Ralph y Danny con ojos furiosos. Lewis aparece de nuevo con el verdadero joven al que habían atrapado fuera, soltándolo para correr junto a uno de los hombres derribado por los rayos luminosos de Danny, que al parecer era su padre.

-¿Ralph?-pregunta Danny, y su compañero asiente. El dolor de la rodilla destrozada ha comenzado a mitigarse. El propio Danny se gira hacia el hombre que le había encañonado y que ahora yacía inconsciente tras él. Las heridas de las balas de Nicole eran limpias, así que se limitó a poner las manos sobre ellas y concentrar la luz hasta formar un láser cuya temperatura cauterizó las heridas. Al menos, no se desangraría.

-Monstruos…-sisea alguien, y Danny suspira.

-Vamos a calmarnos todos-dice, incorporándose y mirando fijamente al hombre que ejercía como interlocutor-. Hemos venido a ayudar.

-Os hemos visto en televisión-gruñe el hombre-. Estáis tocados por los loas, sois demonios…

-Podría discutir eso, pero me parece absurdo cuando los muertos caminan por la tierra-responde Daniel, mientras Ralph se incorpora apoyándose en Lewis-. Venimos buscando a un hombre. ¿Dónde está Armand Touelle?

-No está aquí.

-Que gracioso-sisea Nicole, y sus dos armas suenan cuando se prepara para disparar.

-Soy yo-dice un hombre saliendo de una habitación, un hombre delgado, de unos cuarenta años, con la piel de un negro casi brillante y un mechón canoso sobre la frente. Vestía unos vaqueros viejos y una camisa también de dénim, de aspecto gastado. Unas gafas de aspecto antiguo, con monturas de carey, reposaban sobre su nariz-. No sé qué quieren de mí, pero aquí me tienen, no hagan más daño a mi gente.

-No hemos venido a hacer daño a nadie, señor Touelle-dice Danny.

-Su amiga está apuntando a uno de mis hermanos con dos pistolas.

-Sus amigos nos han disparado-responde Danny, y hace un gesto con la mano para ordenar a Nicole que retire las armas. Esta frunce el ceño, pero asiente y devuelve sus pistolas a las fundas que lleva en la cintura-. Veníamos para ayudarle, señor Touelle.

-¿Qué?

-El alzamiento de los muertos en la zona caribeña ha generado una crisis sin precedentes en Haití-dice Daniel-. No hay gobierno, y si en el resto del mundo la situación es de peligro, en Haití se ha desatado ya una crisis humanitaria. Señor Touelle, sabe perfectamente que las bandas y las mafias se han hecho con el control del país, y forman un frente mucho más peligroso que los propios muertos que caminan.

-No sé como…

-Señor Touelle, hemos visto como se ha esforzado por llamar la atención del mundo sobre lo que pasa en Haití incluso antes de esta crisis. Ha desafiado al gobierno, a las mafias vudú, a los medios oficiales, y a través de las redes sociales, ha denunciado una y otra vez la situación de dejadez internacional y de corrupción interior que vivía su país. Le hemos investigado, sabemos lo que pasó con su padre durante el gobierno de Duvalier (1). Conocemos su vida, señor Touelle, y creemos que es usted la persona adecuada para guiar este país en esta crisis, y después de ella.

-Yo no soy un político, solo soy un profesor…-comienza a decir Armand Touelle, pero Danny niega con la cabeza.

-Como he dicho, es la persona que Haití necesita-dice-. Y nosotros hemos venido para asegurarnos de que sale con vida de este conflicto. Señor Touelle, los Once queremos verle al frente de Haití, y cuenta con todo nuestro apoyo para conseguirlo.

Armand Touelle trata de encontrar las palabras adecuadas para lo que quiere expresar, pero no las encuentra. Mira a su alrededor. Y se encuentra con los ojos oscuros de la mujer mirándole, como retándole a aceptar lo que le estaban ofreciendo. No sabía muy bien por qué, pero era obvio que no estaba de acuerdo para nada en todo aquello. Sin embargo, el chico que había hablado con él… parecía tan sincero…

-¿Qué tengo que hacer?-pregunta Touelle, y tiene la sensación de haber dado un gran salto y no hubiera nada debajo para recogerle.


Concordia.

La voz de Nicole solicitando algún tipo de traducción llega a la Cuna, pero Manny no pude hacer otra cosa más que ignorarla. Simplemente tenía que coger perspectiva, simplemente tenía que cambiar su enfoque para ver con claridad lo que estaba ocurriendo. Robert estaba utilizando el poder de David no sólo para alzar a los muertos, si no también para controlar a los vivos. Aquello lo cambiaba todo, era como la mariposa que mueve sus alas en Japón y provoca un tornado en Alabama, sólo que en esta ocasión la mariposa tenía unas alas de cuatro metros afiladas como cuchillas y el tornado era una fractura tal que podría partir el mundo por la mitad.

-Manny…-es Peter quien susurra por su comunicador-. No sé si me escuchas , pero esto es muy malo… Robert tiene a James…

Ahí estaba, el mundo partido por la mitad.

-Peter, ¿dónde está Anthony?-pregunta Manny.

-Cayó-replica el muchacho-. Y yo estoy escondido, pero no creo que tarden mucho en encontrarme…

-Escúchame, Peter. Escúchame atentamente. Hay que sacar a James de allí.

-Trae a Lewis…

-No-le interrumpió Manny-. La situación es ya bastante tensa, no puedo añadir más variables. Puedes hacerlo tú, porque tienes que hacerlo tú. James es la clave de todo, él puede hacer que el mundo avance o que se parta en trozos. No hay posibilidades, no tienes más opción. Hazlo.

-Vaya. Gracias por los ánimos-responde Peter, y Manny casi percibe el tono sarcástico en la voz de su compañero. Como era previsible-. Entones, perdona que no siga de charla, tengo que salvar el mundo.

Manny asiente, sin perder de vista las decenas de pantallas que le rodean, y en las que analiza constantemente grabaciones procedentes de Nueva York y paneles con columnas y columnas de datos, que se suman a un mapa tras otro. Necesita tiempo, y sólo Peter puede dárselo.

-Protocolo Mahapralaya-ordena Manny, y dos paneles holográficos aparecen ante él. Tragando saliva, Manny pone las manos sobre las placas, y se dispone a destruir el mundo si es necesario para salvarlo.


Nueva York.

-Vamos, Tony, no estés muerto…-masculla Peter, mirando hacia la pequeña capilla contra la que se había estrellado Anthony al caer la plataforma en la que se habían movido. Contaba con el factor curativo que todos tenían, pero no dejaban de aparecerle en la cabeza imágenes de Tony con el cuello partido contra un altar. Desde el escondrijo que se había buscado en medio de un grupo de tumbas viejas, Peter se gira para observar a Robert, Jamie y Naomi. La chica muerta (probablemente Rebecca, la novia de Robert). Y David, dentro de una cápsula de aspecto siniestro, flotando en un viscoso fluido iridiscente. Y Manny necesitaba tiempo, para hacer el tipo de cosas que Peter imaginaba que hacía Manny, alto secreto-. Mierda.

Lanzando un reniego, Peter salta desde el grupo de tumbas a lo alto de un árbol, y se alegra de que el control de David convierta a sus víctimas en poco más que zombis sin voluntad, ya que eso hace que Naomi y Jamie funcionen bajo mínimos. Casi se puede imaginar a James cortocircuitando los campos magnéticos de su cerebro y provocándole una epilepsia o algo así mientras el grito sónico de Naomi le arrancaba la carne de los huesos. Saltó de una rama a otra, y luego a otro árbol, más cerca de donde se encontraban ellos.

Olía a tumba.

-Sé que estás ahí, Peter.

La voz de Robert provoca un escalofrío al chico, que se detiene en seco sobre una rama gruesa. Si Robert sabe que está allí, el sigilo es absurdo, así que con un ágil salto, Peter baja del árbol y se planta ante los demás. Incluso la muchacha muerta parece girarse hacia él, clavándole la mirada de sus cuencas vacías.

-¿Qué estás haciendo, Bob?-pregunta Peter, notando en tensión cada uno de sus músculos. Robert le mira, y Peter se da cuenta de que está tan demacrado como algunos de los cuerpos que se han alzado desde sus tumbas. Pálido, con grandes ojera, los pómulos hundidos…-. No tienes buen aspecto. Y no creo que David se lo esté pasando muy bien ahí dentro.

-¿Vas a intentar distraerme con bromas, Pete?-sonríe Robert-. Los comics donde has aprendido a jugar así, te los dejamos Tony y yo.

-Que bien, estás lo suficientemente cuerdo para acordarte de eso. Porque todo lo demás parece indicar que te has vuelto rematadamente loco, tío. Así que saca a David de esa cosa y deja de hacer el gilipollas.

Robert sonríe y niega con la cabeza.

-David pudo hacer volver a Naomi… ha hecho volver a Becca…

-Bob, Rebecca murió, eso que tienes a tu lado no es ella…

La sonrisa de Robert se borra, y Peter siente un escalofrío.

-Ha vuelto-susurra Robert-. Y ahora veo el mundo a través de sus ojos. ¿Sabes Peter? Hay voces más allá de la frontera de la muerte, ahora las puedo oír.

-Estupendo…-gruñe Peter.

-Y con el poder de Dave, puedo hacer lo que me piden, Peter. Poner el mundo a sus pies… Para poder estar con ella…

-Robert, ¿te das cuenta de la locura que es lo que estás diciendo?

-Peter, la locura ha sido vivir todo este tiempo sin ella. ¿Y sabes? Entiendo que tengáis que intentar detenerme. No veis lo que yo veo.

-Dudo mucho de que nadie vea lo que tú, Robert, tío. Lo siento.

Sin previo aviso, Peter saltó hacia delante, dando a su impulso la fuerza suficiente como para pasar por encima de Naomi y Jamie y plantarse ante Robert, preparándose para un fuerte puñetazo, pero hay un destello delante de él, y sale despedido varios metros hacia atrás. Maldito Robert y sus inventos…

-Yo sí que lo siento, Pete-susurra Robert, y en ese momento, James hace un movimiento con la mano y una reja cercana se desprende de sus enganches, y vuela como un inmenso rastrillo afilado, un manojo de lanzas hacia Peter. Este salta, evitando las punzantes varas de hierro, y en ese momento, escucha como el aire estalla cuando Naomi grita y la onda sónica le alcanza de lleno.

-Mierda…-sisea, mientras nota que le sale sangre, espesa y negra, de los oídos.

-¿No notas algo en el aire?-masculla Robert-. Somos herramientas, Peter. David y James son los escalpelos del mundo. Mira…

Aún aturdido, Peter alza los ojos, y puede ver una extraña aurora boreal formándose en el cielo sobre el cementerio.

-¿Qué estás haciendo, Robert? ¿Me vas a convertir en un zombi como a ellos?

-Has sido mi amigo, Pete. Tu muerte será rápida. Y, ¿sabes? A ti no te necesito.

En ese momento, Pete se da cuenta de que una pala metálica se acerca a él a tal velocidad que es imposible que la esquive. Solo puede ver el borrón, acercándose a su cuello. Y entonces, se detiene. En seco. Peter deja escapar el aire, sorprendido, y ve el ceño de Robert fruncido.

-Déjate ya de gilipolleces, Robert-gruñe Anthony, apareciendo de entre los árboles, con un brazo colgando inerte a un lado de su cuerpo. Con la otra mano, hace un gesto, y la pala vuela hasta un rincón, clavándose en el suelo, con un chasquido sordo.

-Anthony-masculla Robert-. Pensaba que estabas muerto, pero al fin y al cabo, esto era inevitable, ¿no? Tú tienes tu plan, yo el mío. Y por lo que veo, debo pasar por encima de ti para alcanzarlo.

-Bueno, tío-replica Tony-. Puedes intentarlo.


Concordia.

Todos los indicadores de la Cuna se vuelven locos al mismo tiempo, y Manny maldice con un grito. Hay cortes de luz en todo Concordia, y las puertas de la sala de control se abren con un zumbido en el momento en el que Vincent, uno de los biólogos de la estación, que actúa muchas veces como enlace entre los Once y el resto de los habitantes de Concordia, entró en la Cuna.

-Manuel-le llama, y Manny se vuelve hacia él, con los ojos azules chispeando-. ¿Qué ocurre? Todos los instrumentos de la estación están fallando, ¿estamos otra vez bajo ataque?

-Estamos en mitad de una puta inversión de los polos magnéticos.

-¿Qué?

-El maldito apocalipsis, Vincent. Continentes hundidos, inundaciones y desastres naturales por toda la Tierra. Nuestros sistemas inutilizados y nosotros cayendo sobre sólo Dios sabe donde, ardiendo. Mucho dolor para todos. ¿Te vale como resumen?

-¿Podemos hacer algo?-masculla Vincent, asustado, y Manny asiente.

-Sí. Dejadme todos en paz-gruñe, señalando la puerta, invitando a Vincent a salir de la Cuna, mientras se concentra en los dos paneles rojos que tiene delante. Dos cortafuegos más han caído. Sigue necesitando al menos veinte minutos para hacerse con el control de todo el armamento nuclear del planeta.


Puerto Príncipe.

-Danny, ven a ver esto-dice Lewis, apareciendo de repente en la sala en la que este y Armand Touelle estaban inclinados sobre un plan de varios puntos a desarrollar para estabilizar la situación de Haití. Los hombres de Touelle y Nicole se encargaban de mantener limpia la zona, mientras Ralph descansaba junto al resto de los heridos, aunque realmente, lo que hacía era vigilarlos.

-¿Se te ha olvidado como se utilizan las puertas?-gruñe Danny, y Lewis se encoge de hombros.

-Esto es más práctico-responde, poniendo una mano en el hombro a Danny, que siente un vuelco en el estómago, y antes de poder parpadear, se encuentra en uno de los balcones de la mansión, donde tiene un punto de vista dominante sobre la zona-. Allí.

Lewis señala hacia un parque, situado a unas dos manzanas de la mansión en la que se encuentran, y Danny ve que hay al menos medio centenar de muertos andantes. No son una amenaza para el cinturón de seguridad de Nicole, pero hay algo en ellos que le pone los pelos de punta a Daniel. Su quietud, la sensación de que estaban mirando fijamente…

-¿Qué hacen?-pregunta, y entonces Lewis señala el cielo.

-Miran eso.

Danny frunce el ceño cuando ve en el cielo sobre ellos una cortina de colores que oscilan del violeta al verde, trasparentes, centelleantes.

-¿Cuánto tiempo llevan así?-pregunta Danny.

-Unos diez minutos-responde Lewis-. Y ahora, haz la pregunta.

-¿Qué pregunta?

-La pregunta.

-Lewis…

-¿La aurora boreal? ¿En esta latitud? ¿A esta hora? ¿En su cocina (2)?

-¿Qué ha dicho Manny?-pregunta Danny, sin poder evitar una sonrisa.

-Absolutamente nada. Lleva cerca de cuarenta minutos en silencio de radio.

-Esto no me gusta.

-A mi tampoco. Las auroras boreales se deben a los campos magnéticos, y los campos magnéticos son cosa de James.

-Recoge a Nicole, os vais a Concordia-ordena tras unos segundos Danny, y Lewis enarca las cejas.

-¿Seguro? Si le ha pasado algo a James, Nicole no será la compañera más estable.

-Ralph aún se está recuperando, y yo tengo que evitar que este país se deshaga por las costuras.

-Quizá fuera mejor que me marchara yo solo y viera qué está pasando-sugiere Lewis, y Danny asiente.

-Tienes razón. Ve y vuelve lo más rápido que puedas. Dios mío, si le ha pasado algo a James, Tony…

-¿Por qué hay una aurora boreal sobre el cielo de Haití y estáis hablando de mi novio?

Los dos se giran a tiempo de ver entrar a Nicole, con el ceño fruncido.

-No pasa nada, no…-comienza a decir Danny, pero se da cuenta de lo absurdo de lo que está diciendo, así que niega con la cabeza-. Hace cuarenta minutos que no tenemos contacto con Concordia, y sospechamos que algo le ha ocurrido a Jamie, es el único capaz de manipular el campo magnético de la Tierra lo suficiente como para crear estas auroras boreales.

-Bien-asiente Nicole, dura-. Lewis, nos vamos a Nueva York.

-¿Qué? No…-responde Danny-. Necesitamos información de Concordia, saber qué…

-No. Si le ha pasado algo a Jamie, quiero saberlo. Lewis…

-No sé si es lo más acertado…

-¿Vamos a seguir discutiendo? Me da igual si me dejáis en Nueva York y luego os vais todos a Concordia, o a tomar por culo, me es indiferente. Pero quiero saber qué le pasa a Jamie.

Lewis mira a Danny. Aún está a tiempo de teleportarse él solo, pero sabe que Danny tendría que lidiar con una Nicole más que ofendida. Finalmente, Danny hace un breve gesto de asentimiento.

-A Nueva York-dice-. Pero Lewis… no le quites un ojo de encima.

Lewis asiente, le pone una mano en el hombro a Nicole, y los dos desaparecen.

-Manny…-masculla sobre el comunicador-. Manny, espero que sepas lo que estás haciendo ahí arriba… Nicole y Lewis van a Nueva York…


Concordia.

Un nuevo cortafuegos.

Los datos bailan como centellas en la mente de Manny, que al tiempo que se apropia de la dirección de docenas de bases militares, proyecta programas de encubrimiento para que nadie se dé cuenta de lo que está haciendo. No le serviría de nada continuar así si alguien decidía volar Concordia con un bombardeo nuclear.

-…espero que sepas lo que estás haciendo… Nicole y Lewis van a Nuev…

La voz de Danny llega entrecortada desde os comunicadores, casi inutilizados por el pulso magnético que parece estar extendiéndose por el planeta, pero Manny se detiene como si le hubieran clavado un puñal en la espalda. Las estadísticas cambian. El progreso de evolución cambia.

-¡No!-grita, pero es inútil. El intercomunicador no funciona-. ¡No mandéis a Nicole a Nueva York! ¡Mierda!

Manny se detiene unos segundos, pero es consciente de que no tiene tiempo. De todos modos, si consigue iniciar el Proyecto Mahapralaya, nada tendrá importancia. Y si no lo consigue y el cambio de los polos se completa… realmente tampoco. Vuelve a los paneles, pero no puede dejar de pensar en que, en todos los escenarios que había calculado, la presencia de Nicole en Nueva York nunca indicaba nada bueno.


Nueva York

El suelo de Nueva York tiembla cuando James accede a sus poderes magnéticos para extraer bruscamente toneladas de materiales metálicos: tuberías de plomo, cable de cobre, bloques de acero… se alzan sobre el cementerio, girando lentamente, como orbitando bajo la aurora boreal que parecía haber incendiado el cielo. Y con un chasquido, aquella amalgama de elementos metálicos cae sobre Tony y Peter, tratando de hacerles jirones sangrientos o de aplastarles. Tony gruñe cuando el metal choca contra su barrera telequinética, pero nota como esta se descascarilla en el momento en que James presiona un poco. Peter no espera ver más, coge a Tony de la cintura y salta a toda velocidad, evitando la presión de las toneladas de metal que caen repentinamente en el lugar que hasta segundos antes habían ocupado los dos. De reojo, ve que Naomi se dispone a gritar, pero antes de que la chica consiga gritar, los ojos de Tony parecen centellear y ella recibe un fuerte empujón telequinético, que arroja a la muchacha a varios pasos de distancia. Peter cae a varios metros de Robert y Jamie.

-No has escuchado las voces, Tony. Si lo hubieras hecho, estarías conmigo… -masculla Robert-. Tú lo entenderás, la vida es un engaño, una mentira, la verdadera paz está más allá, en la Muerte…

-Que Dios me perdone…-susurra Anthony, y sin más, hace un gesto con la mano, como si apretara el aire. Un ruido sordo, como de succión, viene acompañado del crujido y los chasquidos de docenas de huesos cuando el cadáver de Rebecca comienza a romperse sobre sí mismo, aplastándose y girándose de formas imposibles.

-¡No!-grita Robert, y es él mismo quien apunta a Tony y Peter con las manos, mientras los brazaletes que lleva relucen, fulgurantes de energía-. ¡¡No!!

El rayo brota, y Peter vuelve a saltar, aunque esta vez no le da tiempo a coger a Tony, que se refugia tras un campo telequinético, que parece estallar en pedazos al recibir el impacto del ataque de Robert. Nota que la boca se le llena de sangre, mientras llevados por la ira que siente Bobby, James y Naomi parece que van a comenzar a dirigir sus ataques contra él. Pero Tony ya no está allí, sino a varios cientos de metros de distancia, y acompañado de Lewis y Nicole.

-¿Qué está pasando aquí?-pregunta el primero, mirando a su alrededor.

-¿Qué le habéis hecho a Jamie?-gruñe Nicole, obviamente furiosa. Apunta a Tony con una de sus pistolas, pero un centelleo telequinético se la arranca de las manos en un instante.

-El poder de David afecta a todo lo vivo y lo muerto. Robert lo está utilizando para alzar a los segundos y controlar a los primeros. Entre ellos, Naomi y James. Escucha voces, y ahora quiere destruir el mundo, para lo cual está utilizando el poder magnético de James. Una inversión de los polos.

-¿Cómo Magneto?-dice Lewis, y Anthony asiente-. Mierda.

-Libera a James con tu telepatía-ordena Nicole, y Tony pone los ojos en blanco.

-No se me había ocurrido-gruñe-. ¿Recuerdas lo que hablamos del campo inhibidor de telepatía que cubría Manhattan? Pues sigue aquí, no se ha ido. Robert se ha protegido bien para que no entre en su mente ni en la de nadie. Y tenemos que pararles ya, si no queremos que esto se ponga aún peor.

-¿Peor?-susurra Lewis.

-Si Manny ha descubierto todo esto, habrá puesto en marcha un plan de contingencia.

-¿Qué plan?-pregunta Nicole, pero Tony niega con la cabeza.

-Hay que liberar a Dave, todo recae en él.

-¿Qué plan?-insiste la chica, pero Anthony vuelve a negar.

-No necesitas saberlo, solo evitar que tenga que cumplirlo.

-Tony, vuestros secretos son los que nos llevan a este tipo de cosas…-interviene Lewis, y Tony le mira.

-Si Robert tiene éxito, moriremos todos. Si Manny tiene que intervenir, el mundo se salvará, pero nosotros moriremos igual. Prefiero seguir vivo. Lewis, llévame con Robert.

-¡No!-ordena Nicole.

-¡Ahora!-replica Anthony, y Lewis obedece, poniéndole una mano en el hombro. Los dos desaparecen.

Cuando vuelven a aparecer cerca de Robert, este se encuentra de rodillas, intentando recomponer de alguna manera el cuerpo roto de Rebecca, reducido a un amasijo de carne muerta por la telequinesis de Anthony. Para ambos es evidente la locura que se esconde tras los ojos de su amigo, una espiral de autodestrucción en la que parece que todos están atrapados. No les da tiempo a mucho más antes de que Peter caiga sobre ellos, como un martillo pilón, con los ojos chispeando del mismo verde que James y Naomi. Lewis es zarandeado por Peter, pero consigue teleportarse a varios pasos antes de que este le empale contra un árbol o le estrelle contra el suelo, volviéndose a teleportar para aparecer justo detrás de Naomi, golpeándola con una barra de hierro en la cabeza, lanzando a la chica hacia delante. La barra de hierro vuela de su mano sin que Jaime haga siquiera un gesto, clavándose en un árbol, prácticamente atravesándolo.

-Se acabó…-masculla Lewis, y desaparece, volviendo a aparecer junto a Jamie. En plenitud de facultades, probablemente James hubiera percibido la teleportación de Lewis, podría haber interferido con ella manipulando el campo magnético, pero el control impuesto por Robert  y el hecho de estar realizando  una brutal alteración de los polos magnéticos distraían ya lo suficiente al chico, que no pudo evitar que Lewis se le echara encima, desapareciendo los dos con un chasquido cuando el aire se apresuró a llenar el hueco que habían dejado.


Concordia.

Manny nota el sudor que le resbala por la frente.

Tres minutos.


Nueva York.

Peter intenta atacar de nuevo a Tony, pero este lanza un gruñido y concentra todo el poder telequinético que puede reunir. El aire vibra, mientras Peter es atrapado en el aire, como una mosca pegada en papel encolado.

-¡Robert!-llama Anthony, y Bobby se gira hacia él, sosteniendo en sus manos el cráneo casi pelado de Rebecca.

-Tú… después de lo que has hecho…-Robert apunta a Anthony con sus brazaletes, pero Anthony se limita a alzar las manos.

-¿Qué he hecho yo, Bobby? ¿Y qué has hecho tú?

-Voy a hacer algo por el mundo-dice Robert-. Voy a darles paz, Tony. Voy a evitar que nadie más tenga que pasar por lo que he pasado yo. Voy a poner fin al dolor de todos.

-Vas a hacer del mundo un sacrificio a tu propio dolor…

-Es nuestro destino, Anthony. ¿Por qué crees si no que somos quienes somos? Me lo han dicho, lo he escuchado. Becca y los demás me lo han susurrado desde más allá de nuestro mundo. Nos esperan, Tony, somos la última generación que conocerá este mundo.

-Bobby, tío… esa voces. ¿Estas seguro de que son reales? ¿Estás seguro de que no suenan sólo en tu cabeza?

-Crees que me he vuelto loco.

-Sé que te has vuelto loco.

-¿Por qué no entras aquí-dice Robert, señalándose la frente-y lo ves tú mismo? Claro, no puedes, ¿verdad? Lo primero que hice fue asegurarme de que ni Manny ni tú pudierais interferir en lo que estoy haciendo.

-Nos subestimas, Robert. Manny tiene un plan para casi todo. Y en un minuto y medio, probablemente estemos muertos y tu plan de cambio se quede en nada. Destruiremos Manhattan, el mundo se volverá contra los que sobrevivan, pero Manny habrá arreglado el mundo amputando el cáncer en que has convertido todo esto. Pero yo puedo evitarlo, Bobby.

-Tú, siempre tú…

-Déjame escuchar esas voces. Y entonces, impediré que Manny haga nada. Si de verdad lo que dices es real… si esto es lo que ha de ser…

-¿Bobby?

Los dos chicos se giran hacia el lugar del que procede la voz.

Rebecca les mira, sorprendida, y con los ojos medio llorosos. No el espantajo que había salido del suelo y que incluso ahora aparecía roto en jirones en un rincón. La Rebecca a la que Robert había conocido y amado, viva, palpitante. Los ojos del propio Tony se abren como platos al verla, él también la recuerda, como si su vida y su muerte pasasen de golpe ante sus ojos, todo lo que esa chica había significado para Robert, y por lo tanto, para él y todos los que le rodeaban.

-Rebecca…-masculla Robert, girándose hacia ella-. ¡Rebecca!

Es lo que Nicole había necesitado. Porque en ese momento, en las manos de Rebecca aparecieron dos pistolas de gran calibre, y disparó, alcanzando ambos tiros en pleno pecho a Robert. El sonido de los disparos retumbó en el cementerio, pero el sonido de las costillas estallando y de la carne licuándose fue aún más terrible. Balas explosivas, prácticamente habían cortado a Robert en dos.

-¡No!-grita Tony, pero es demasiado tarde. Robert cae al suelo, con los ojos vidriosos y los destrozados pulmones a la vista, mientras Nicole retoma su verdadera forma-. ¡Estaba a punto de conseguirlo! ¡Iba a dejarme entrar en su mente, lo hubiera podido arreglar!

-¿A qué precio? ¿Teníamos más tiempo?-responde Nicole, mientras Lewis reaparece, justo junto a la cápsula de David. Mira a su alrededor y ve el cuerpo de Robert.

-¡Mierda!-exclama, y de inmediato, pone las manos sobre la cápsula que encierra a David. Se concentra en las bisagras, en las separaciones entre la puerta y el resto de la cápsula, y teleporta la pieza a diez pasos de ellos. El gel verde se derrama, y David cae a sus pies, desnudo y aturdido.

Como un millar de gritos, las voces vuelven a la mente de Tony, y puede sentir como el mundo despierta. No poco a poco, sino bruscamente, como si todos hubieran soñado una pesadilla. Naomi y Peter abren los ojos, el brillo verde ha desaparecido, pero Tony sólo puede pensar en una cosa.

 

¡¡Manny, anula el Mahapralaya!!

Nota en Concordia la respuesta de su compañero, que estaba a punto de desencadenar un infierno atómico sobre Manhattan. El vínculo está ahí, puede ver a través de sus ojos como los campos magnéticos, despacio y con la pericia de un cirujano, vuelven a su lugar. Las extrañas luces del cielo desaparecen como si nunca hubieran estado allí.

-¡David!-grita Lewis, mientras Dave aún escupe y vomita gel verde, mirándoles con los ojos acuosos. El teleportador señala a Robert-. ¡Se está muriendo, tío! ¡Te necesita!

Por un momento, Lewis puede ver en los ojos de David parte de lo que ha sufrido. Robert le ha obligado a hacer cosas horribles, le ha obligado a llevar su poder a un punto hasta el cual él jamás hubiera avanzado. Lo ha utilizado como una herramienta para subvertir el equilibrio del mundo, ha estado a punto de acabar con todo. Por un momento, David piensa que si tiene que morir, que muera. Pero entonces, Dave sigue su instinto, y corre hacia Robert, arrodillándose a su lado.

-Vamos, vamos, vamos…-masculla, poniendo sus manos sobre los restos sanguinolentos del muchacho. La luz verde de David centellea, pero carente del fulgor insano que había tenido antes, manipulada por los inventos de Robert. Se escuchan las campanillas…

Pero no pasa nada. David se deja caer, agotado.

-No puedo hacer nada-dice-. Está muerto.


Dos días después, Concordia.

-Diría que tenemos un problema-dice Danny, dejándose caer sobre su butaca en la sala de reuniones de Concordia, donde el resto del grupo ya ocupaban sus lugares, salvo Dave, que aún estaba en observación, y Robert, que ya no ocuparía más sitio-. Pero tenemos tantos que realmente no sé por donde empezar.

-¿Qué tal si alguien nos explica de una puñetera vez por qué cojones vosotros dos-responde Nicole, señalando a Manny y Tony- nos explica de una vez porque teníais un plan de intervención que suponía tomar el control de los sistemas de defensa de dos docenas de países?

-Por si era necesario-responde Manny, encogiéndose de hombros y con los ojos verdes azules chispeando-. Es más, para vuestra información, el Mahapralaya sigue activo y funcional. Salimos de los sistemas igual que entramos, sin dejar rastro. Podremos volver a utilizarle cuando haga falta.

-Realmente es el menor de nuestros problemas-interviene Danny, antes de que Nicole y Manny se enzarcen en otro debate-. Nadie lo sabe, así que nadie nos lo puede echar en cara. Pero Estados Unidos, Canadá, Méjico y medio Caribe están dispuestos a declararnos la guerra, hemos perdido el apoyo de la Unión Europea y Sudamérica, por no hablar de que hay como un millón de demandas privadas contra nosotros. El mundo entero nos mira con el ceño fruncido.

-China y Haití mantienen su apoyo-afirma James, y Daniel asiente.

-Bueno, lo de Haití es más bien un gobierno títere, ¿no? Para servirnos a nosotros-protesta Nicole, y de nuevo Manny niega con la cabeza.

-Es lo mejor para ellos. Las proyecciones económicas de Haití bajo el gobierno de Touelle prevén un crecimiento del 350% para el país. Y nosotros simplemente vamos a ayudarles a conseguirlo.

-Bueno, hemos impedido una especie de apocalipsis siniestro y hemos enterrado a uno de los nuestros-interviene Peter, con los brazos cruzados-. Creo que nos merecemos que todo el mundo nos deje en paz un tiempo.

-No lo harán-responde Lewis-. Son como chacales, esperando vernos débiles para atacar. Nos morderán antes o después.

-Por eso no deben vernos débiles-afirma Manny, y Danny asiente.

-Tengo reuniones programadas con las Naciones Unidas, y los gobiernos de China, Rusia y Arabia Saudí. Además, tenemos planes y estudios a medias, continuaremos con ellos, como si nada hubiera pasado. Conseguimos poner a la opinión pública de nuestro lado una vez, volveremos a hacerlo.

-¿Tony?-pregunta Jamie, y sólo entonces Anthony levanta los ojos de la mesa, donde los había clavado desde el principio de la reunión-. ¿Estás bien?

-Sí-responde él de inmediato-. Pero quería comunicaros que no me reincorporo al servicio activo todavía. ¿Podréis apañaros sin mi?

-Supongo que sí-dice Daniel, frunciendo el ceño-. ¿Qué…?

-Que acabo de enterrar a uno de mis mejores amigos. Quiero un tiempo.

-Por supuesto, no…

-¿Me lo vas a echar en cara, Anthony?-pregunta Nicole, seca-. ¿Vas a seguir diciendo que había otra salida? ¿Qué no hicimos lo que debíamos?

Anthony se limita a mover la cabeza, negando, y sin decir más, se levanta y sale de la sala, dejando al resto en silencio tras de sí.

Cuando la puerta de su habitación se abre en silencio, Anthony supone que se tratará de Jamie, o de Danny. Ha notado sus pensamientos cuando se marchaba, preocupados. Pero quien entra es Manny.

-Siéntate-dice simplemente Tony, señalando hacia un sillón, junto al que él ocupaba. Sobre el brazo de la butaca había un libro, algo sobre la Roma clásica, pudo ver Manny. Sin embargo, apenas había luz en la habitación, así que Manny supuso que Anthony no había estado leyendo. Desde allí, podía disfrutar de unas privilegiadas vistas del vacío del espacio, de las estrellas.

-James y Daniel vendrán luego-dice Manny, sentándose-. Pero quería ser el primero en hablar contigo.

-Te escucho.

-No, vengo a que tú hables. ¿Qué pasa, tío? Sabíamos que algo así iba a pasar. Estaba previsto.

-Si, pero Robert… podría… en fin, eso no era parte del plan.

-No podemos predecir todo lo que va a ocurrir, el plan es falible.

-Entonces, quizá no deberíamos seguir adelante, Manny.

-Tony, tío-dice Manny, encendiendo un cigarrillo-. Esto ha estado a punto de escapársenos de las manos. Pero no lo ha hecho, hemos vuelto a encauzarlo todo correctamente. Preveíamos que uno de nosotros se volvería contra el resto, y ha ocurrido en el plazo determinado. También sabíamos que eso nos llevaría a una crisis mediática, y ha ocurrido. Pero los dos sabemos cómo terminará esto. Y es lo mejor para todos. Estábamos de acuerdo en eso.

-Sigo estando de acuerdo-afirma Tony-. Pero hay momentos en los que creo que…

-Que todo debería ser más fácil, ¿no? Al menos, sabemos que cuando todo esto llegue a donde tiene que llegar, todo será mejor.

-Manny, cuando hablé con Robert, decía que escuchaba voces. Voces que le decían que debía conducir el mundo a una especie de eutanasia global. Naomi tuvo visiones y sueños sobre lo que iba a ocurrir desde que Dave la… resucitó. ¿Y si hubiera algo de verdad en todo esto? ¿Y si lo que ha ocurrido es algo… sobrenatural? Por mucho que hemos analizado los datos, no encontramos un motivo para que ocurriera lo que ocurrió en Bahamas, para el Destello que nos cambió. ¿Y si de verdad algo está guiando todo esto? ¿Algo siniestro que susurra en la oscuridad?

-Esas voces sólo estaban en la cabeza de Robert, tío. David lo confirmó, se volvió loco. Todo ese siniestro juego de sombras… No hay nada siniestro ni misterioso, Tony, sólo los complejos mecanismos de nuestra propia mente. En algún momento, la de Robert se perdió.

-¿Y cómo explicas lo de Naomi?

-No lo hago. Mi… habilidad se limita a lo tangible, a lo que puedo predecir y analizar. La mente y el comportamiento humano son racionalizables, sus sueños no. Puede que Naomi tuviera algún atisbo de lo que está por venir, quizá simplemente hay fuerzas que mantienen el equilibrio entre lo vivo y lo muerto que querían avisarnos, quizá fue un contagio telepático, a través de tus pensamientos inconscientes pudo acceder a los de Robert. No lo sé. Pero no afecta al hecho de que lo que estamos haciendo es lo que el mundo necesita.

-Algo es algo-masculla Tony.

-Pero ahora, tenemos que trabajar. El mundo entero nos tiene miedo, como estaba previsto. Han visto lo que James y David son capaces de hacer. Tienen que volver a confiar en nosotros.

-Lo harán. Cuando deban hacerlo, lo harán-afirma Tony, y Manny asiente. Da una larga calada a su cigarrillo, y dejándolo en un cenicero dispuesto sobre una mesilla, saca de su bolsillo un pequeño monitor, no mayor que la palma de su mano. Se lo tiende a Tony, que lo coge, y hace el gesto de arrastrar la pantalla hacia el aire. Una proyección en alta definición aparece entre ellos, como una pantalla de metro y medio por un metro, con una definición tan perfecta que parece que pudieran coger cualquiera de los objetos de la imagen.

-¿Cómo está?-pregunta Tony, y Manny señala las gráficas y números que aparecen en un lateral de la pantalla.

-Estable. Gracias a Dave, por supuesto.

-Bien-asiente Tony-. Entonces, ha llegado el momento, ¿no?

-Sí-afirma Manny-. David quiere saber por qué le dijiste telepáticamente que informara de la muerte de Robert, y por qué hemos fingido que había muerto delante de todo el mundo. Siempre creímos que el tercero en el plan sería Peter, o Danny.

-Pues tendrá que ser Dave-asiente Tony.

-¿Seguimos adelante, entonces?-pregunta Manny, volviendo a coger el cigarrillo, y los ojos de Anthony se clavan en la imagen que tiene delante, la de Robert en una cama, completamente monitorizado, con el pecho ileso, como si nunca hubiera recibido ataque alguno, pero sedado.

Anthony asiente.

-Seguimos adelante.


1.- François “Papa Doc” Duvalier, fue un dictador haitiano que gobernó el pequeño país caribeño entre 1957 y 1971, utilizando para mantener el poder una política de terror basada en el vudú y su policía secreta, los TontonMacoute. Como si de una monarquía se tratara, a la muerte de DocDuvalier, la presidencia de Haití fue para Jean-Armand “BabyDoc” Duvalier, su hijo, digno heredero de su padre.

2.- Momento mítico de Los Simpson, como Lewis sabe… y vosotros seguro que también.


TRAS EL DESTELLO.

Número final de este arco, con un par de giros argumentales que espero que os hayan sorprendido. Para el próximo número, algo más tranquilito,  y después… el arco final. ¡¡Nos vemos!!

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2 Responses to El cielo en llamas #8

  1. Ibaita says:

    Cualquier comentario del número ha quedado eclipsado por el del final… muy buen giro, desde luego. Se pone muy interesante, a ver qué traman estos dos.

  2. Tomas Sendarrubias says:

    Muchas gracias por el comentario, Ibaita. Pues al final se ve que sí, que tenían un plan oculto… Je, je ,je…

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