2055 Unlimited #43 – 2055 Wakanda #6

2055 Unlimited #43El mundo ha cambiado, y no precisamente a mejor. Bajo el mando del dictador Tótem, Wakanda es la potencia mundial más importante. Su poder económico y militar supera con creces al de cualquier otro estado y su territorio se ha expandido por gran parte de África. No obstante, ¿mejoraría Wakanda si recuperara la dinastía de las Panteras Negras?

#43 – 2055 Wakanda #6
Por Ibaita


Fecha de publicación: Mes 169 – 5/12


La gran mayoría de los guardias que custodiaban el palacio habían sido eliminados de un solo golpe. Algunos guardias de élite, ayudados por sus poderes sobrehumanos, se acercaron a combatir. Klaw lanzó otras ondas expansivas más pequeñas y menos poderosas, pero de todos modos terribles, y fueron cayendo a gran velocidad.

Los otros cinco rebeldes estaban inquietos. Ni siquiera estaban necesitando hacer nada. Los guardias seguían saliendo del palacio y Klaw, con sus poderes aumentados gracias al hechizo de Tyca, los eliminaba con ridícula facilidad.

Finalmente, el flujo cesó.

-Voy a entrar-dijo Pantera Negra-. Me enfrentaré a Tótem solo. Vosotros ocupaos de los refuerzos si vienen.

-¿Tú solo?-protestó Fénix-¡Ni hablar! ¡Deja que te acompañe al menos Tyca!

-No. Yo solo.

Y sin añadir nada más, T’Channa se dirigió hacia el palacio corriendo.

-Fantasma-murmuró Rino.

Los otros cinco guerreros miraron a su alrededor. El terreno estaba totalmente devastado por el inmenso poder de Klaw.

-¡Me aburro, urro, urro!

-Ya hemos derrotado a todos los enemigos, Klaw-dijo Tyca en tono conciliador-. Sólo queda Tótem, y quizá vengan algunos refuerzos. Entonces podrás combatir.

-¡No! ¡Me aburro! ¡Yo quiero luchar, ar, ar! ¡Tengo mucho poder, un poder inmenso, enso, enso!

Tyca sonrió de nuevo en tono conciliador. Klaw era como un niño. Sin embargo, su sonrisa se heló cuando el rebelde levantó el muñón y lanzó una terrible onda expansiva contra Rino que lo arrojó por los aires sin que éste tuviera oportunidad siquiera de enterarse.

-¡Diversión, sión, sión!


T’Channa corrió por los pasillos del palacio. Sus pies apenas producían sonido alguno sobre las inmaculadas baldosas. Al llegar a una intersección, dos pequeñas torretas situadas en el techo le reconocieron como un intruso y comenzaron a disparar. No obstante, no era una tecnología muy avanzada; Tótem parecía confiar mucho en su propio poder y en sus guardias. Las torretas tardaron más de un segundo en girarse, suficiente para que el rebelde saltara a un lado y esquivara la línea de tiro. Después extrajo una pequeña bomba de su cinturón y saltó de nuevo hacia las torretas, lanzando la bomba contra ellas e inutilizándolas.


Tyca tuvo que actuar realmente rápido. El hechizo era complicado, pero deshacerlo sería más fácil: debía conseguir que Klaw perdiese sus nuevos poderes, o no tenían ninguna posibilidad contra él. Apenas tuvo unos segundos mientras el peligroso ser de sonido sólido miraba el fruto de su terrible golpe. Rino no estaba despedazado, sorprendentemente, pero no parecía dar muestras de vida.

Tyca lo consiguió. Sin embargo, eso no frenó a Klaw.

-¡Bruja, uja, uja! ¡Con mis poderes normales aún puedo con vosotras, otras, otras!

Dicho esto, hubo un breve fogonazo de sonido sólido y Tyca salió disparada hacia atrás, volando durante varios metros y cayendo sobre las ruinas de un tanque. Un afilado trozo de chatarra sobresalía a través de su abdomen; la hechicera, empalada, escupió sangre a borbotones. Después, murió.


La Pantera Negra se detuvo unos segundos a recuperar el aliento. Tal vez debería haberse llevado consigo a Tyca; al fin y al cabo, Tótem era un hechicero. Aún estando debilitado, tal vez fuera demasiado poderoso. Echó un breve vistazo a su arsenal, compuesto por vibranium y hierro, para luchar contra la magia. Podría. Era algo que tenía que hacer solo.

Dos guardias imperiales le sacaron de sus pensamientos, saliendo de detrás del pasillo con unas pistolas desenfundadas. Eran pistolas con munición de energía, capaces de atravesar cualquier protección antibalas convencional. T’Channa actuó como si no existieran mientras se lanzaba a por los guardias. Los disparos alcanzaron su pecho, sin producirle el menor daño; las pistolas de energía de poco servían contra el revestimiento de vibranium de su traje. Los científicos wakandianos habían tardado años en poder reducir el vibranium a cantidades lo bastante manejables como para hilar con él; lo consiguieron hacia principios de los años 30. Si los antepasados de T’Channa hubieran tenido ropa así, tal vez seguirían vivos.

La Pantera sujetó el brazo de uno, que continuaba disparando inútilmente, y lo desvió de tal modo que terminó apuntando al otro, y después convirtiendo su cabeza en un agujero humeante. A continuación golpeó fuertemente en el estómago al que quedaba, y después en la cara, derribándole.

Una vez el guardia estaba aturdido, de rodillas, T’Channa le volvió a golpear, una fuerte patada en la cara que le dejó semiinconsciente. Sin embargo, no era suficiente; no en vano, todo guardia imperial tenía superpoderes. El guardia se levantó y embistió hacia delante, pero se encontró con una pequeña cuchilla retráctil clavándose en su cuello; después murió él también.


Un gigante de sonido sólido se alzó sobre el devastado lugar; la luz translucía a través de su interior. Con un rápido movimiento, bajó ambos brazos en un tremendo golpe, pero chocó contra el escudo telekinético de Fénix y se deshizo.

Las lágrimas resbalaban por la cara de Nataly, que gritó furiosa. Alzó unos escombros y los tiró contra Klaw, pero éste los desvió antes de que le alcanzaran.

-¡Aún tengo poder para derrotarte, arte, arte! ¡Ja, ja, ja, ja!

Fénix sabía que tenía razón. Su telekinesia y el poder de Klaw fueron chocando, asalto tras asalto, y él cobraba ventaja. Fénix buscó con la mirada a Rino, pero más que inconsciente parecía muerto. No podía haber sobrevivido a eso. Buscó también a Gopal, y no sin cierta sorpresa comprobó que había desaparecido. Nataly gritó de dolor y rabia mientras seguía atacando. Gopal era demasiado frío e insensible; un soldado, un estratega. Probablemente había huido nada más ver que Klaw se volvía contra ellos, a sabiendas de que no tenía ninguna posibilidad. Al fin y al cabo, ¿qué podía hacer él? Todas sus balas y cuchillos no podían dañar a Klaw.

El rebelde loco atacó una vez más, debilitando aún más las defensas de Fénix. Era cuestión de minutos que pudiese acabar con ella.


T’Channa llegó al tramo final del palacio: la zona de los lásers. Una hilera de ellos se movía de un lado a otro. El rebelde hizo un diminuto amago de sonrisa bajo la máscara: era algo tan absurdo, tan fílmico… generalmente, nadie se molestaría en poner filas de lásers visibles pudiendo poner otro sistema de seguridad, como microondas, que cubriesen todo el espacio libre, siendo mucho más efectivos. No obstante, aquel sistema era parte de la antigua seguridad del palacio: diseñado para que, en caso de algún tipo de urgencia, un Pantera Negra pudiese atravesarlo.

Bien, era su turno.

Con calma, se deslizó entre los cuatro primeros; se agachó y dejó que otro pasara sobre su cabeza. Hacía falta una inteligencia bastante superior a la media para calcular la trayectoria de todos, y una agilidad definitivamente muy superior para poder llevar la teoría a la práctica. Aquí T’Channa demostraba su herencia.

En pocos minutos, atravesaría los lásers. Tótem estaba esperando. Fénix, Tyca, Rino, Gopal y Klaw estaban fuera. ¿Qué podía pasar en esos minutos?


Gopal terminó de escalar y se sentó por fin en un saliente del Monte Pantera, recuperando el aliento. Desde allí, a apenas veinte metros de altura, se divisaba toda la zona del combate. El palacio estaba bajo él, y después se extendían restos de tanques, escombros y montañas de cadáveres. A lo lejos podía ver a Fénix y Klaw enzarzados en la batalla; Nataly estaba ya en el suelo, desviando a duras penas los golpes con escudos telekinéticos que no podía mantener por más de unos segundos.

Gopal extrajo un puñal de una funda en la pierna y todo lo rápido que pudo comenzó a rascar la pared del monte, extrayendo algunas esquirlas de vibranium. Era un soldado demasiado profesional como para dejar escapar sus pensamientos en voz alta, pero si lo hubiera hecho se habría oído claramente «Joder, más vale que esto funcione…».

Se soltó de la espalda el rifle del francotirador y, con una extraordinaria velocidad adquirida a lo largo de los años, abrió el cargador, extrajo una bala de punta hueca y clavó una diminuta esquirla de vibranium en ella. Después, apuntó. Sólo tenía una oportunidad, desde luego, y el blanco no estaba precisamente cerca. Por no hablar de que estaba en movimiento; pocos francotiradores podrían acertar un blanco tan difícil.

Sin embargo, Gopal era muy buen tirador. Y quizá también tuvo algo de suerte. La bala salió disparada, superando al velocidad del sonido. Esto inició una curiosa reacción en cadena sobre el vibranium. La intuición de Gopal, considerando la velocidad a la que fue hecha, era correcta; si bien la piel de Klaw puede detener toda vibración corriente, no puede detener las del vibranium; y menos aún habiendo superado Mach-1, lo que le convertía en un material mucho más peligroso.

La bala reventó por completo la cabeza de Klaw, que cayó al suelo sobre Fénix, ante el estupor de ésta, que suspiró relajada.


T’Channa llegó ante la puerta de la cámara real y la abrió de un fuerte golpe. Rápidamente extrajo unas cuchillas y se preparó para lanzarlas; si lo hacía lo bastante rápido tal vez podría evitar que Tótem hiciera algún conjuro. No obstante, algo le detuvo; una especie de instinto de piedad, de honor.

Tótem yacía en la silla de su despacho, con la cabeza sobre los brazos cruzados. Su melena negra parecía frágil y quebradiza y se extendía sobre la mesa, tapando su rostro. El dictador parecía dormido, su respiración costosa subiendo y bajando. T’Channa se debatía entre matarle mientras dormía o esperar. Se estaba decantando por lo primero, pensando que su honor le haría perder la batalla, cuando Tótem se incorporó ligeramente.

De nuevo, T’Channa no atacó. La imagen que Tótem ofrecía distaba muchísimo de la que se veía en sus proyecciones y apariciones públicas, y comprendió que esta última debía de ser un hechizo, una ilusión. El auténtico Tótem mostraba un aspecto muy envejecido, casi moribundo. Sus ojos se hundían en la cara como dos enormes cuencas plagadas de ojeras. Apenas habría brillo en ellos.

-T’Channa, el último Pantera Negra-murmuró con un hilo de voz, y después contrajo la cara en una mueca de dolor-. Te estaba esperando.

Éste aún continuaba en posición de combate, esperando al momento en el que Tótem decidiera atacar. Sin embargo, el dictador no parecía dispuesto a hacerlo.

-Preguntas. Tienes muchas preguntas, y a mí no me queda fuerza para responderte, mucho menos para combatir… lo siento si te he decepcionado. Estos meses han sido duros…

Tótem hablaba trabajosamente, con mucho cansancio en su voz. Pero T’Channa detectó algo más que cansancio, mucho más. Había dolor. Estaba luchando contra el dolor.

-Yo sólo quería dar felicidad a todos, y eso me daría felicidad a mí… pero para dar felicidad antes tenía que dar dolor. Supe que esto me traería dolor a mí, pero no supe cuánto… yo… no podía imaginar… el dolor me come, ya no puedo hacer un sólo conjuro… lo único que puedo hacer es quedarme aquí sentado esperando, porque sé que mi plan aún sigue en marcha… si consigo que mi imperiose extienda por todo África, la felicidad podrá extenderse, y entonces yo… ya no sentiré más dolor…

-Eso ya no va a pasar-respondió T’Channa, y no pudo evitar notar una punzada de compasión, que reprimió recordando que Tótem seguía siendo un genocida-. Estados Unidos ha bombardeado las principales ciudades, y al ver que la resistencia era débil ha empezado a mandar tropas. Hace años que SHIELD sólo les sirve casi exclusivamente a ellos, lo tienen fácil…

-Aún… aún puedo esperar…

-No. Nunca lo conseguirás.

Toda la voluntad de Tótem pareció quebrarse durante un momento, y luego recuperarse. Con un esfuerzo prodigioso, se puso en pie. T’Channa volvió a preparar las cuchillas.

-No, tienes razón… nunca… nunca lo conseguiré. Mátame…

-Ahora, yo tengo el poder. Serás juzgado según las leyes de Wakanda cuando restablezca el gobierno.

-¡Mátame! ¡Mátame! ¡Corta mi jodida garganta!

Tótem se lanzó sobre T’Channa gritando con un hilo de voz aguda. Estaba completamente debilitado y apenas quedaba carne sobre sus huesos. Era como un muerto viviente; su imagen resultaba realmente aterradora.

-Tótem…

-¡Mátame! ¡Mata! ¡Mátame!

Cuando el dictador se lanzó sobre él, rodeándole con sus brazos, en un acto casi reflejo, T’Channa hundió una cuchilla en su cuello. El hechicero escupió unos borbotones de sangre sobre la máscara de Pantera Negra. Y así, el emperador de Wakanda murió en brazos del nuevo rey. Una nueva era comenzaba.


T’Channa I, el Pantera Negra, pronto reinstauró el poder ejecutivo y se comprometió a devolver las fronteras de Wakanda a su estado original. Esto apaciguó el ataque de Estados Unidos, que sólo mantuvo algunas tropas para asegurarse de que los cambios territoriales y políticos que se produjeran no perjudicarían sus intereses.

Efectivamente, todo volvió a la situación anterior al imperio de Tótem; con la excepción de que importantes sectores de la población estaban muy descontentos con el hecho de que la mayoría de las riquezas de sus países fueran usadas por empresas extranjeras, ahora que sabían el nivel de calidad de vida que podían alcanzar. Así pues, hubo muchos nostálgicos con el régimen de Tótem que iniciaron una serie de ataques a multinacionales extranjeras, consiguiendo expulsarlas en varios países. Irónicamente, algunos rumores hablaban de la participación en estos ataques violentos, a menudo contra soldados estadounidenses, de una superheroína llamada Fénix.

Tyca fue enterrada en Wakanda con honores de estado. Su capa de levitación, heredada del célebre Dr. Extraño, permanece en el despacho de T’Channa a la espera de que acuda allí alguien digno de usarla.

El cadáver de Klaw, por el contrario, fue donado a la ciencia. Los científicos wakandianos pudieron extrapolar de su cuerpo datos muy interesantes que se utilizarían para ingenios relacionados con el vibranium.

El mismo equipo de científicos que descubrió la manera de hacer que el vibranium creara hologramas sólidos fue el que trató a Rino. Rino, contra toda probabilidad, había sobrevivido al ataque de Klaw. Aunque su vida estuvo pendiendo de un hilo durante varios días, pudieron salvarle, y semanas después le quitaron la piel artificial, despojándole de sus poderes y de su maldición.

A Gopal le fue ofrecido un puesto de honor en la guardia wakandiana, pero lo rechazó. Wakanda era un país demasiado pacífico, y él llevaba la guerra en las venas. Fue mercenario durante muchos años, combatiendo por las causas que consideraba justas -si bien hay que admitir que, en alguna ocasión que le faltó pan para llevarse a la boca, también tuvo que cumplir algún contrato que podríamos considerar inmoral-.

En cuanto a Wakanda, a los historiadores les gusta considerar que el hecho de que sus fronteras fueran expandidas no hacía que esos territorios formaran parte del país y que, por tanto, sigue siendo la única nación que no ha podido ser invadida por un ejército extranjero en toda su larga historia.

Fin.


CORREO: MONTE PANTERA

Bueno, Correia pedía sangre, así que espero que haya tenido la suficiente. Con este número cierro ya la serie… jo, qué nostalgia, hace ya unos cuantos años (3 mínimo, seguramente 4) que la empecé, con Metallicas. Creo que fui yo el que le propuso hacer una serie ambientada en el universo 2055: Atlantis 2055, tratando sobre una revolución en el reino. Y él aceptó con la condición de cambiar Atlantis por Wakanda. Teníamos pensado que durara bastante más, eso sí, con una trama en Egipto con un crossover con la Momia Viviente (y que, ahora que lo pienso, tal vez podría contar en un 2055 Unlimited, ya que está la serie ahí…). Pero bueno, estoy satisfecho con cómo ha quedado la trama.

Y ya que estamos, me gustaría añadir un pequeño extra, los diseños hechos con Heromachine de los personajes principales. Creo que están bien claros, pero por si acaso, de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Tyca, Rino, Klaw, Pantera Negra, Tótem, Gopal y Fénix. Echando la vista atrás, creo que el Klaw original molaba más, ¿para qué cambiarlo? Y le hubiera dejado la cabeza rapada a Gopal, mucho más militar. Ah, y los pantalones de Tótem son muy indios, tendría que haber buscado algo más africano. El aspecto de Pantera Negra y de Rino, más salvajes que los actuales, me encanta; y creo que Fénix también quedó muy bien.

Pues eso, un saludo a todos y recordad que si en este número os habéis quedado con más ganas de traiciones, muertes de personajes importantes y giros bruscos en la trama tenéis todo eso en Superhumanos (¿spam? ¿dónde?).

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