Excalibur #103

El Rey Arturo tuvo un sueño… un grupo de caballeros que protegieran al mundo en vez de subyugarlo. Arturo se fue, pero su sueño sigue vivo, en un grupo de héroes que defienden la coexistencia pacifica de todos los seres, allí donde este. MarvelTopia presenta al grupo de héroes británicos, EXCALIBUR

#103 – Acceso directo
Por Correia y Doctor Comic


Fecha de publicación: Mes 27 – 7/00


Kitty se despereza, despertando de un profundo sueño, en el que ella y Wisdom paseaban felices y contentos por una playa paradisiaca. Estaba feliz, y parecía que iba a ser un día perfecto…

… hasta que abre los ojos.

«Hola, nena.»

«¡AAAAAAAHHHHHHH!»

Encima de ella tiene un Rondador en miniatura, un Bamf, un personaje salido de su imaginación1. Bueno, no era un producto de su imaginación. Rondador se había encontrado con ellos cuando se perdió en el Pozo de Todos los Tiempos, hace algunos años2.

Pero Kitty ahora no podía pensar en eso. Entrando en fase, atravesó el suelo, dejando al perplejo Bamf tras ella.

«¿Qué te pasa, muñeca? ¿No quieres bamfear conmigo?»

Una mano metálica atrapó al Bamf, levantándolo del suelo.

«¿Quién eres tú? ¿Qué has hecho con Katzchen?», preguntó Coloso, que acababa de llegar acompañado de Rahne.

«Tranquilo, Peter, estoy bien», contestó, saliendo del suelo.

«¡Oh, cielos! ¡Es el pirata Coloso! ¡Y tú eres Kitty la Pirata! ¡No os había reconocido! ¡Soy yo, Bamf!»

El duende se teleportó con un estallido de azufre y humo, dejando al pobre Coloso totalmente apestado, y reapareció en la rama de un árbol sobre ellos.

«¿Dónde está Lockheed? ¿Y el Demonio sin Nombre?»

«¿Sabes de qué habla?», le preguntó Coloso a Kitty.

«Aunque parezca mentira, sí.»

«¿Dónde estamos?», preguntó Rahne.

«Estamos en otra dimensión. En una dimensión basada en una historia que le conté a Illyana hace unos años. Kurt también acabó aquí hace algún tiempo.»

«¿Otra dimensión? ¿Y por qué Rondador es un enano?», preguntó Rahne.

«No es Rondador, es un Bamf. No preguntes, es demasiado complejo para explicarlo.»

«Me duele la cabeza», concluyó Peter.


Un hombre vestido en ceñido traje negro con microcircuitos, y un casco y unas muñequeras y guanteletes verdes, salía de una lujosa casa. Su dueño era Thomas Smith, un mafioso de poca monta al que acababa de matar por encargo de su jefa, la Arpía. De repente, sintió la presencia de alguien mas a su alrededor. Se dio la vuelta rápidamente y vio a un hombre enfundado en una gran capa, y con el rostro escondido dentro de una capucha.

«¿Quién eres?»

«Soy tu oportunidad de venganza.»

«¿Qué?»

«Te conozco. Tu eres James Stanford, y adoptaste el puesto de Maestro Asesino de la señora del crimen británico, la Arpía, después de que tu predecesor, tu hermano, fuera brutalmente asesinado por el Capitán Britania3. Si quieres vengarte del Capitán Britania, ven conmigo.»

«¿Te crees que te voy a seguir así por las buenas?»

«Claro que no. Pero si lo harás cuando sepas todo lo que puedes ganar…»


Meggan apareció a las afueras de una pequeña ciudad que reconoció a simple vista, pues ya la habían visitado en múltiples ocasiones.

«¡Estamos en OtroMundo!», exclamo. «Brian, mira…»

En ese momento se dio cuenta de algo…

«¿Brian? ¿Dónde estás?»

«Tu Capitán Britania no está aquí, joven hada», dijo una voz tras ella.

Meggan se giró rápidamente, y vio a Saturnina, la señora omniversal, flanqueada por un selecto grupo de Capitanes.

«¿Qué has hecho con Brian, Saturnina? Si le has hecho daño te juro que…»

«No digas nada que no puedas cumplir, Meggan. Roma desea hablar contigo. Síguenos.»

Sin darle tiempo a responder, Saturnina y sus hombres emprendieron su marcha hacia el palacio situado en el centro de la ciudad.


Rompepuertas lloraba desconsoladamente. Antaño fue la líder de la Tecno-Red, una importante banda de cazarrecompensas trans-galacticos. Pero ellos la abandonaron y volvieron a las estrellas, y ella estaba atrapada en la Tierra. Para colmo, desde que envió a su creación Huevo Duro Henry a destruir a Excalibur, y lo único que consiguió fue que muriera4, veía visiones. Visiones en las que Henry se le aparecía y le pedía que le vengase.

«¿Pod qué?», gritó Henry, que se le había vuelto a aparecer. «¿Pod qué llodad en lugad de id a vengadme?»

«¡Porque yo sola no puedo!»

«Zi que puedez, podque no eztadaz zola. Hay alguien que te ayudadá. Zal fueda y habla con él.»

Rompepuertas salió de la habitación, cogiendo del pescuezo a su mascota Zap, que dormía plácidamente a sus pies, y vio a un encapuchado entre las sombras del portal. Le hizo un gesto con la mano, indicándole que le acompañara, y ella se fue tras él, perdiéndose ambos en la oscuridad de la noche.

Mientras, dentro de la casa, Huevo Duro Henry era feliz. Por fin iba a vengarse de Excalibur. Y, con un poco de suerte, también de Rompepuertas.


Dejamos a nuestro Londoniense ex-miembro de organizaciones secretas de oscuro pasado y fumador y bebedor favorito desamparado en manos de una turba de chillonas sanas felices y asquerosamente sonrientes gentes, la situación no ha progresado mucho, el señor Wisdom (¿O de quién te pensábamos que hablabamos? ¿¿De Robbie Williams??) ha realizado un pequeño recorrido por las instalaciones de esta aparentemente autosuficiente y utópica ciudad, tras la cual ha llegado a las siguientes conclusiones:

«¿Donde @##%$ estoy? ¡¡¡¿Qué @#&%% droga me ha inyectado la &$$@@ bruja escocesa?!!!»

[Noooo, en MarvelTopia no hay censura, pero nos leen los niños, por lo que procuraremos limitar el número de tacos por el bien de la salud mental de todos nosotros.]

Esa ciudad significaría la pérdida de trabajo para todos los concejales de urbanismo y de orden público. Los habitantes eran cívicos, no había suciedad ni ningún atisbo de criminalidad, el paraíso de los escrupulosos y maniáticos de la limpieza y el orden. Los bloques de edificios no eran superiores a cuatro plantas rodeados de árboles, arbustos y césped. Ningún papel o suciedad en el suelo. Las buenas maneras y el civismo eran la única forma de trato entre las personas.

Sacó el paquete de cigarrillos del bolsillo interior de su chaqueta, sacó uno de ellos e intentó encenderlo. Pero no pudo, mejor dicho, no le dejaron. Un policía, algo quizás discordante con ese lugar paradisíaco, salió aparentemente de la nada.

«Se ha determinado que lo que estas haciendo es poco saludable, así que deberás de dejar de provocar ese daño a tu cuerpo.»

«Déjame en paz, Madre Teresa.»

«Espero que eso no sean palabras destinadas a herir los sentimientos de su interlocutor.»

El tono paternalista usado por el encargado del orden público exacerbó todavía más si ello era posible, los ánimos de nuestro valeroso y fumador héroe inglés.

«¿Dónde @#!% estoy?»

«Está usted en Qandor, la ciudad más feliz del universo conocido.»


Micromax llegó a la Mansión Braddock. Todas las luces de la casa estaban encendidas, y Neil Diamond sonaba a todo volumen. Llamó a la puerta. Nadie respondío. Volvió a llamar. Nada. Usando su poder de control de masa, redujo su tamaño, hasta caber por debajo de la puerta, y entró en la casa.

Recuperó su tamaño. Un poder muy útil, el suyo. Además de cambiar de tamaño, podía cambiar de aspecto físico, lo cual le era muy útil, porque en realidad era un tipo calvo y gordo, pero lo disimulaba transformándose en un tipo joven y atlético. El inconveniente era que cuando se quedaba inconsciente perdía esta forma, claro… lo que le había hecho perder varias citas…

Se dirigió hacia el salón. De allí provenía la música. La tele estaba encendida. Y viéndola estaba…

«¡¿¡Ferón!?!»

«Hola, Micromax. ¿Qué tal te va?»

«Pero, ¿qué haces aquí?»

«Estoy esperando a Excalibur. Hace varias lunas que se fueron, y, como no sabía dónde encontrarlos, me quedé aquí. Esta bola de cristal que llamáis televisor es increible. No sabía que habíamos sido invadidos por una raza de marcianos…»

«¿Marcianos?»

«Sí, pero por suerte cogieron una enfermedad y murieron todos. Y ahora he visto al Fénix en un sitio que llaman Nueva York, y he encendido todo los aparatos de la casa para atraerlo…»

DING-DONG.

«¡La puerta! ¡Que bien, más visitas!»

Levitando, Ferón se dirigió a abrir la puerta, seguido por un perplejo Scott, que no sabía de qué hablaba el joven mago.

«Muy buenas», dijo Ferón. «¿Quién eres?»

«Me llamo Clive Reston, muchacho. Trabajo para el eme-i-se…, digo, para el Primer Ministro. Tengo una misión para ustedes. Pero antes, apaguen ese maldito disco…»


«¡DESPIERTA, DEMONIO!»

Rondador Nocturno despertó. Tenía un horrible dolor de cabeza, y lo último que recordaba era que Cacharro había aparecido en medio de la batalla con los Acólitos.

«Vas…?»

Estaba en una celda, con una pequeña ventana enrejada y una fuerte puerta de madera, por la que acababa de entrar un grupo de personas ataviadas con armaduras medievales. Uno de ellos llevaba una cota de mallas negra, y de su cinto pendía una gran espada, que refulgía en la tenue luz de la celda. A su lado permanecía una bella mujer, de cabellos oscuros, vestida con un corsé verde y una falda a juego.

«¡El Caballero Negro!», gritó Rondador, al reconocer al hombre. «Y tú eres Sersi. Unglaubich!»

«En efecto, soy el Caballero Negro, señor de este castillo. Veo que mi reputación como guerrero me precede. Dime, ¿nos hemos visto antes? Me resultas vagamente familiar.»

«No recuerdo que nos hayamos visto antes», dice Sersi.

«¿No me recordáis? Soy Rondador Nocturno, de Excalibur.»

«¿Excalibur? ¿Qué tienes que ver con la espada del Rey Arturo?»

«¿No os suena? Vaya, que tonto, debe ser una realidad alternativa.»

«¿Realidad alternativa? ¿No te suena eso de algo, Dane?»

«Si, mi amor, pero por mi vida que no puedo acordarme.»

Rondador empieza a ver una pauta. «Caballero, ¿en qué año estamos?»

«En el Año de Nuestro Señor Mil Novecientos Noventa y– ¿un momento? ¿He dicho 1900? No puede ser, ¿en qué año estamos, Sersi?»

«No lo sé. Y lo que es peor, no recuerdo cuanto tiempo llevamos en este castillo, ni siquiera cuanto tiempo hace que nos conocemos. Solo sé que parece una eternidad… y como si fuera ayer mismo.»

«A mí también me lo parece. Aquí algo anda terriblemente mal. Pero no te preocupes, lo solucionaremos. Dinos, dem… Rondador. ¿Qué sabes de esto?»

«Sé que los Vengadores dijeron que habíais desaparecido juntos, pero no sabia a donde. Dime, ¿Recordáis algo de ellos, de los Vengadores?»

«Los Vengadores… los recuerdo, como en un sueño…»

«¡No!», dice Sersi. «No, Dane, esto es el sueño, ¿no lo ves? Nosotros vivíamos en el siglo XX, y éramos Vengadores, hasta que tuvimos que entrar en aquel portal por mi culpa5. ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas tu vida antes? Eras un científico y un superhéroe, no un caballero.»

«¡Dios mío! Ya lo recuerdo. Yo… nosotros, hemos estado viviendo engañados estos meses. Esta dimensión trató de hacernos felices, creando estas vidas perfectas para nosotros. Y probablemente habríamos seguido creyéndonoslas si no llega a ser por tu intervención, Rondador. A todo esto, ¿qué haces aquí?»

«Veras, un robot, compañero mío, puede cruzar las dimensiones, ya accidentalmente nos ha traído aquí. Si me ayudáis a encontrarlo, podremos salir de aquí.»

«Rondador, nosotros no podemos salir de aquí.»


Manuel Alfonso Rodrigo de la Rocha provenía de una de las más antiguas familias españolas, y estaba orgulloso de su estirpe… excepto de su hermano, Miguel Alejandro. Bueno, en realidad no era su hermano. Era hijo de su padre con una de las doncellas de la casa, al que adoptó para evitar el escándalo.

Y ahora ese niñato desagradecido había decidido sacar un disco… y eso era algo que Émpata no estaba dispuesto a consentir.

Llegó a su casa en Trafalgar Square, y llamó al timbre. Su hermano abrió la puerta, embozado en un albornoz fucsia.

«Lolo, ¿qué haces aquí?», preguntó sorprendido.

«No me llames Lolo, Alejandro. Vengo a pedirte que no sigas adelante con el disco. No me obligues a impedirtelo.»

«Pero si sha no puedes hacer nada, ¿sbash? Esta noche es la presentación mundial, y mañana comenzamos el recording, osea, total.»

Manuel no pudo resistirlo más. Ese error de la naturaleza no iba a arruinar su apellido. Haría cualquier cosa… y eso era fácil para alguien como él. Porque Émpata era un mutante, con el poder de manipular las emociones de los demás. Y alguien tan voluble como su hermano no era rival para él.

Sólo hizo falta un pequeño toque mental, un simple empujoncito, y Alejandro se sumió en la mayor de las desesperaciones… una de la que no saldría nunca.

«Creo que necesitarás pasar mucho tiempo en una residencia, hermanastro. Tendremos que olvidarnos del asunto del disco, ¿no crees?»

«Sí, claro, osea, como tu quieras, Lolo. Yo no tengo fuerzas para nada…»

Una llamada, y en pocos minutos los enfermeros de un prestigioso manicomio conducían al deprimido Alejandro a su nueva casa, una celda de 3×3 metros.

Cuando se fueron, Manuel se sirvió un brandy y se sentó frente a la chimenea de la casa de su hermano. El disco ya no sería un problema. El honor de su familia estaba a salvo, porque la prensa no se enteraría de nada. Ya podía descansar.

Y se rió.


«¿Entonces eres amiga de Papi?», preguntó emocionado el Bamf.

«Sí, así es», dijo Kitty, «y nos gustaría volver con él. ¿Sabes cómo podríamos hacerlo? Quizás con la ayuda de la Genio, o incluso obligando a Shagreen a que nos lleve…»

«Shagreen desapareció hace mucho tiempo, y la Genio no puede ayudaros, pero sé de alguien que si puede… ¡Seguidme!»

Tras decir esto, el Bamf se teleportó, dejando todo apestado a azufre. Kitty y Peter se miraron con cara de asombro. Al cabo de unos segundos, volvió a aparecer el Bamf.

«Ups, lo siento, se me olvidó. Venid por aquí.»

Los condujo a través del bosque, durante unas cuantas horas, hasta llegar a un pequeño claro, en el centro del cual había una gigantesca seta-casa, con su puerta, ventanas y chimenea.

«¡Eh, Sabio!», gritó el Bamf. «¡Aquí hay alguien que quiere verte!»

De la casa salió un enano, con un cigarrillo colgando de sus labios y una larga gabardina que arrastraba tras de si. Nada más verlo, no pudieron contener la risa.

«¿¡Wisdom!?», logró preguntar Kitty.

«Es mi nombre, pedorra, no lo gastes. ¿Se puede saber de qué @#$! os estáis riendo?»


El tren que la llevará a las High Lands tiene prevista su salida dentro de algunos minutos. Seguro que Moira tiene acceso a información que no está al alcance de todos. Le ha costado vencer su orgullo, darse por vencida en encontrar a sus verdaderos padres por sus propios medios. Allison Crestmere, conocida por el nombre clave Magma mientras formó parte de los Nuevos Mutantes del profesor Charles Xavier, ahora tiene una ilusión en la vida, ha descubierto que en Inglaterra tiene a quien acudir, sus amigos de Excalibur. Allí hay otros alumnos de Xavier, Kitty Pryde y Kurt Wagner, aunque no son los que más conoce, seguro que le echarán una mano. Los de información de Brittish Telecom le han dado una dirección, después de tener que moverse dentro del laberinto burocrático. Comprende las razones, sería muy sencillo para los villanos descubrir la base secreta de los héroes pidiendo el teléfono o mirándolo en las páginas amarillas. Isla Muir, maldita sea, ¿por qué no lo pensó antes?

Mientras, ella espera en un banco de la estación, leyendo la «Historia de Roma» de Indro Montanelli, es difícil perder las costumbres. Aunque sus pensamientos están en otra parte, no en el imperio romano, sino en su propio pasado. Como mínimo resulta fascinante constatar que muchos de la etérea «comunidad superheróica» se han visto inmersos en una circunstancia parecida, descubrir que todo tu pasado es un recuerdo implantado en el cerebro. Para alguien que durante toda su vida ha creído ser una patricia romana en una ciudad perdida en el Amazonas, tener que luchar con megalomaníacos con deseos de conquistar el mundo, dioses Lokis, digo locos, psicópatas y telépatas sin escrúpulos es una minucia, anda que cuesta creer que los romanos llegaron a América mil años antes que Cristóbal Colón, que creasen una ciudad y que al ser redescubiertos por el resto del mundo supiesen hablar perfectamente el ingles. Parece un chiste malo, de los que oyes en el Saturday Night Live, emitido vía satélite desde los EE.UU.. Todo esto le resultaría una broma si no le estuviese ocurriendo en sus propias carnes. El que proclamó eso de que «un gran poder conlleva una gran responsabilidad» debió imaginarse que también supone un gran dolor de cabeza, por no decir que también es una jodienda. Descubrir que toda tu vida ha sido una farsa es una situación frustrante, como puede dar fe todo el que se ha encontrado en un caso análogo. Todas esta clase de vivencias debe ser algo consustancial a los poderes.

La megafonía de la estación avisó de la llegada del tren. Allison cogió la bolsa, en la que llevaba todas sus pertenencias, y subió a su vagón, esperando que su vida mejorase al llegar a la isla Muir6


Roma esperaba a Meggan sentada en su trono, junto a su tablero de ajedrez, en el que las piezas representaban a los diferentes miembros de Excalibur y a sus enemigos.

«¿Dónde está Brian, Roma?», preguntó Meggan nada más entrar en la sala.

«Tranquila, Brian está bien», dijo la señora omniversal. «Dejadnos solas, por favor.»

En unos segundos, solo quedaron ellas dos en la sala.

«Ven conmigo, Meggan. Tengo muchas cosas que explicarte sobre Brian y sus recientes cambios…»


Wisdom llevaba varias horas intentando encontrar una cerveza en Qandor, algo imposible, obviamente, pero no por eso desistía. Ya que no le dejaban fumar, al menos intentaría emborracharse, hasta que le llevaran a casa…

Entró en un sitio que parecía un bar (había una barra, había mesas, había bebidas…), y se sentó en un taburete.

«¡Eh, tú, chica!», gritó, dirigiéndose a una de las muchachas que servían. «¡Tráeme una birra!»

«Perdone, señor, pero… ¿qué es una «birra»?»

«Una cerveza, tía, alcohol.»

«¿Tiene usted alguna herida? ¿Necesita que le atienda un médico?»

«¿Pero estás loca? Quiero beber alcohol, tía, no que me unten con él.»

De repente, entraron en el bar dos figuras ataviadas con chillones disfraces, de llamativos colores.

«¡Oh!», dijo alguien de entre la multitud. «Es el Dúo Dinámico, son el Hombre Perfecto y Paloma Mensajera.»

«Ciudadanos de Qandor», dijo el Hombre Perfecto, con su perfecta sonrisa y su dentadura perfecta. «Estamos buscando a un extranjero que ha llegado a nuestra maravillosa ciudad, para ayudarle y devolverlo a su lugar de origen. ¿Alguien lo ha visto?»

Todo el mundo señaló a Wisdom.

«¡Eh, apuntad a vuestra #!$@ madre, cabrones!»

«Señor», dijo el Hombre Perfecto, sujetando a Wisdom por el hombro. «Acompáñenos, por favor, nosotros le ayudaremos.»

Pete estaba ya hasta las narices de la ciudad y sus sonrientes ayudantes, y estaba decidido a no salir de allí si no era con una cerveza en la mano, así que apartó al Hombre Perfecto con un pequeño empujón, con tan mala suerte que éste se tropezó con una mesa que había detrás, lo que hizo que se tambalease, hasta chocar con una vitrina llena de botellas, que se le cayó encima, dejándolo tirado en el suelo, totalmente KO.

«Uh-oh, señor», dijo Paloma Mensajera. «Creo que ha lesionado al Hombre Perfecto.»

«¡Eh, proyecto de animadora!», gritó Wisdom. «No ha sido culpa mía. ¡El muy imbécil se ha tropezado!»

«Tiene usted razón, señor, y es por eso que tengo que pedirle que sustituya a Hombre Perfecto mientras se recupera.»

«¿¡¿Qué @#$% has dicho?!?»

CONTINUARÁ…


1.- En el Cuento de Hadas de Kitty, Patrulla-X Nº153.

2.- En la serie limitada de Rondador Nocturno.

3.- En Capitán Britania.

4.- En Excalibur Nº42.

5.- En Vengadores Nº375

6.- Léete X-Force #63 para ver lo que ve cuando llegue a su destino.


CARTAS A LA PERFIDA ALBION

Tras muchos meses de espera, por fin tenéis en vuestras manos un nuevo número de Excalibur.

¿Qué ha podido pasar para que hayáis tenido que comeros las uñas de impaciencia? Pues… que Beetle y GreM, los dos escritores originales, se vieron reclamados por las fuerzas del mal (usease, la vida real), y, muy a pesar suyo, tuvieron que dejar la serie. Así que, para bien o para mal, alguien tenía que acabar la saga. Y ese alguien he sido yo… bueno, Peter también, pero como el sólo sabe quejarse…

[Nota de Peter: Si, si, veríamos que hacías sin mí.]

Esperamos continuar la serie unos cuantos números más, al menos, hasta el crossover con Fuerza-X, tras el que nada volverá a ser lo mismo. En el próximo, más dimensiones alternativas, más locuras de espías, más chorradas cósmicas, más suavizante, más sexo… bueno, sexo no, que esto es para todos los públicos.

De todas formas, si alguien se siente con fuerzas para hacerse cargo de la serie, ¡qué lo diga! Estaremos encantados de escuchar sus propuestas.

En fin, os dejo por el momento. Como siempre, cualquier comentario sobre éste o cualquier otro número de MarvelTopia se agradece.

Un saludo.

Carlos Manuel Díaz Correia

Co-Editor de MarvelTopia

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