Estela Plateada #123

Estela Plateada #123Norrin Radd renunció a su libertad para salvar a su planeta, convirtiéndose en Heraldo del Devorador de Mundos, Galactus. Enfundado en metal galáctico, con un tablero que obedece todas sus órdenes mentales, y dotado del poder cósmico, ahora surca el Universo como brillante centinela de las rutas espaciales

#123 – Esta vez, no
Por Anjuin Elekhan


Fecha de publicación: Mes 3 – 7/98


Prólogo

¿Qué ocurriría si a un ser dotado del poder cósmico se le arrebatan las emociones? ¿Y si este ser fuese llamado por Tribunal Viviente para actuar de ejecutor? ¿Y si de pronto, se estrellase con sus sentimientos, TODOS A LA VEZ Y DE FRENTE?


«De nuevo cabalga por el espacio sobre su tabla, contemplando las maravillas que le ofrece el Universo, pero esta vez, las contempla con fría indiferencia… Zenn-la resultó ser un engaño, una falacia producto de una visión… Tantos años, tantos siglos creyendo que su hogar estaba a salvo… Tantos sacrificios… Para nada. Y se pregunta porqué. ¿Por que motivo alguien se preocuparía de mantener tanto tiempo el engaño…? Inmerso en sus cavilaciones, indiferente a todo, Estela Plateada vaga por el espacio, sin rumbo fijo… »

«Sobre su tabla, pronto descubre que su subsconsciente le ha guiado a un planeta azul que enseguida reconoce… La Tierra. Allí empezó todo, se dice. Y evoca los sentimientos que despertó de su letargo Alicia Masters. Y los recuerdos de esos sentimientos es cuanto le queda.»

«En ese planeta despertó de nuevo su parte más «humana«, y por ello desafió a Galactus, que le dejó prisionero en su atmósfera. Recuerda a los que llamó sus amigos, y se pregunta qué es lo que le movió a hacerlo… Tiene la vaga sensación de que algo en su interior se remueve, mas pronto desaparece… Lentamente, al menos para él, surca el cielo terrestre, dejándose llevar por las corrientes de aire. Hubo una época en que le producía una sensación de libertad que hoy está lejos de sentir. New York, recuerda al ver de lejos los enormes rascacielos que se agolpan los unos contra los otros en la Bahía… Maquinalmente, realiza un amplio giro, para dirigirse a donde se halla aquella que despertara en él los sentimientos por primera vez…»

«Desde una ventana, Estela plateada contempla como la muchacha ciega trabaja con arcilla, y sin saber realmente porqué, decide dar media vuelta y alejarse…»

«Alicia está trabajando la arcilla tal y como le enseñara su padre adoptivo, Phillip Masters, el que fuera amo de las marionetas, cuando siente una presencia conocida. Con una sensación de júbilo en su corazón, se dirige a la ventana y la abre… –¿Estela?– Allí siente su presencia, que se disipa paulatinamente, y se pregunta por qué Estela Plateada ha venido a la Tierra…»

«No sabe que está haciendo, pero vuela en dirección este a gran velocidad, preguntándose tantas cosas… Tan rápido que apenas se ha dado cuenta, ha llegado de nuevo a un continente… Majestuosamente, se posa sobre una hermosa playa, para reflexionar… Sus emociones desaparecidas le han convertido en una carcasa de metal vacío, sin sentimientos. Si pudiese, se preocuparía. ¿Qué ocurriría si mataba a alguien? Sabía que no tendría remordimientos… Pero, por propia experiencia, sabe que éstos se acumulan en el subconsciente, esperando su oportunidad para aflorar, y que entonces es peor, infinitamente peor.»

«De pronto, mientras sigue meditando, su percepción cósmica le advierte… No sabe realmente qué la causa, pero sí sabe de donde procede… -¡Zenn-La!»

«A toda la velocidad que le es permitido alcanzar, surca el espacio que le separa de su desaparecido planeta natal, preguntándose qué es lo que está ocurriendo…»

«Su sorpresa no tiene límites cuando al llegar al lugar donde él mismo, en compañía de Legado, vio desaparecer Zenn-la, encuentra… ¡Zenn-La!»

-¿Qué ha ocurrido? ¿Es esto de nuevo una visión? Sin pensarlo, se lanza a buscar a su amada Shalla-Ball. Pero una voz le detiene con su tono Imperioso:

-Aún no ha llegado el momento, Norrin Radd.

-¿Quién..?

-La Entidad Cósmica Tribunal Viviente…- Por un instante, Norrin se queda perplejo, y observa los tres rostros de la justicia Cósmica, rememorando el momento de éxtasis que experimentó al ocupar, por breves instantes, el espacio del cuarto rostro…»

– ¿Qué haces aquí?- Una curiosidad intelectual le aborda. Hacía mucho que no se encontraba con Tribunal Viviente.

– Se ha roto el equilibrio cósmico, Estela, y debe ser restaurado.

– ¿No sueles hacerlo por tí mismo?

– Esta vez, me ha sido vedado.

– ¿Vedado? ¿Quién puede vedar a Tribunal Viviente?

– Estela, no has sido convocado para discutir sobre ello. Nada has de saber, por el buen fin de la misión. El Equilibrio, la propia Eternidad, está en juego.

– Corrígeme si me equivoco, pero creí que tu misión no era reponer el equilibrio, sino impedir que se produjera una ruptura del mismo.- A pesar de que sabe que terminará aceptando, Estela no puede dejar de obtener respuestas…- y por cierto… ¿Qué ha ocurrido con Zenn-La? Yo mismo comprobé que era una visión, un engaño producto de Galactus.

– Esto,- Tribunal Viviente se gira, mostrando con un grácil ademán el planeta por el que Norrin Raad sacrificó su humanidad.- es una de las imprevisibles alteraciones consecuencia del desequilibrio. – La pausa entre sus palabras pone de relieve la dimensión del problema. La Eternidad en peligro…

– Estela, cuanto más tiempo se pierda, mayores y más graves serán las alteraciones.

– ¿Pero donde está el principal interesado? ¿Donde están las entidades cósmicas Eternidad, u Orden y Caos?

– Luchando por su propia existencia, Estela. Ahora, parte.- Y la Entidad Tribunal Viviente comienza a desvanecerse ante los fríos e indiferentes ojos de Estela Plateada.

– ¿Pero por donde empiezo?- Con su tabla, trata de alcanzar la figura de Tribunal Viviente, mas resulta ser demasiado tarde, pues ya ha desaparecido.

Quizá para nosotros, simples humanos, no hayan transcurrido más de unos segundos, pero por la cabeza de Estela Plateada, miles de pensamientos, información que tardaríamos horas en registrar u ordenar, se suceden a la misma velocidad que surca el vacío infinito sobre su inseparable tablero. No sabe por donde comenzar la búsqueda, ni qué debe buscar. Desconoce el propósito de su misión. Su frío rostro permanece impasible, y se dice que de nuevo, se ve manipulado, utilizado como peón de otros seres que juegan a mantener el Equilibrio. Y por primera vez desde que comenzara su vida libre del servicio a Galactus, duda.

Porque, ¿Quién puede decir cual debe ser el verdadero orden del Universo, la verdadera esencia de la Eternidad? ¿Acaso las Entidades Cósmicas no son presa también del mismo juego en el que él se ve envuelto? ¿Acaso no deben someterse a las reglas, al cambio? Se da cuenta de que apenas son mejores que él. También ellas deben luchar por su supervivencia. Y con ello, ¿no alteraban el cauce natural de las cosas para asegurarse su propia existencia ? Y por vez primera, detenido ante un sol moribundo, se detiene a pensar. Y toma su propia decisión…

No es su problema…

Mientras se aleja, le acompaña el estallido de una estrella, que le baña con su energía. Y se dice que así debe ser. Para asegurar la existencia de una estrella, otra debe sucumbir. ¿Por qué iba a ser diferente con la realidad? ¿Acaso, y durante eones, los más fuertes no han subsistido a base de eliminar a los más débiles? No sería él quién volviera a interferir en ese tipo de asuntos…


CARTAS ASTRALES

He de confesaros que soy un ferviente admirador de Estela Plateada, al que sigo desde hace años, dentro de mis posibilidades económicas (Y hay que reconocer, de distribución de material de este tipo en España, bastante deficiente). Quizá por eso precisamente me haga tanta ilusión encargarme de esta serie, y quizá también por eso me de tanto miedo. Miedo a defraudar las expectativas de aquellos que siguen con frecuencia a Estela Plateada, que a buen seguro serán los más duros críticos de esta serie, que si no me indican lo contrario los editores, seguirá por mucho tiempo. He de confesar que sólo puedo poner un reparo a mi felicidad, por otra parte casi completa: Falta un dibujante. pero bueno, quien sabe si con el tiempo…

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