Hombre de Hierro #334

Hombre de Hierro #334Hace años el inventor y genio tecnológico Anthony Stark creó una armadura para salvar su vida y combatir el crimen. Ahora y tras su muerte, el criminal Barón Zemo ha usurpado su nombre y tecnología para llevar a cabo sus maléficos planes. ¡Stan Lee presenta al nuevo y mortal… HOMBRE DE HIERRO!

#334 – Visita de cortesía
Por Aleix Gabarre


Fecha de publicación: Mes 3 – 7/98


Eran las doce de la noche, así que el cementerio ya hacía horas que permanecía cerrado y podía moverse por él sin que nadie le molestara. Lenta pero seguramente aterrizó sobre el cuidado césped y avanzó hasta el lujoso mausoleo construido para honrar la memoria de uno de los más grandes inventores de este mundo. Parándose ante la cripta con una sonrisa bajo su casco, el Hombre de Hierro dijo:

– Buenas noches señor Stark, pensé que le debía una visita después de todo lo que ha hecho por mí.


Tras pronunciar esa frase, el Hombre de Hierro miró a la derecha, luego a la izquierda, y cuando estuvo seguro que nadie podía verle dejó su casco sobre el césped y tomó una buena bocanada de aire fresco.

«Ese maldito Arreglador -pensó- cuando le encargué el prototipo debería haberle recalcado que sigo necesitando respirar aquí dentro

Claro que no podía quejarse. Tras años y años de humillantes derrotas, él, decimotercero Barón Zemo estaba poniendo los primeros pasos hacia la gran victoria final. ¡Cuán lejanos parecían los tiempos en que luchaba contra estúpidos héroes como el insufrible Capitán América! ¡Cuán extraño se hacía recordar que él mismo comandó una tropa para invadir la Mansión de los despreciables Vengadores!1 ¿Cómo podía no haberse dado cuenta que la clave no estaba en combatirlos sino en unirse a ellos?

Todo parecía tan obvio mirado en perspectiva… el reciente fallecimiento del Hombre de Hierro2 le había dado la oportunidad esperada. El vengador de acero no solo era un miembro respetado de la comunidad, sino que además tenía tras de sí el poder y el dinero de Stark Internacional, Stark-Fujikawa desde la muerte de su fundador Anthony Stark3. ¡Qué compleja ironía al descubrir que uno y el otro eran la misma persona!

Pero se estaba adelantando, debía poner en orden sus pensamientos para poder organizarlo todo bien. El que sólo se encontrara el casco del difunto vengador reforzaba la historia de las heridas en la cara, pero antes debía encontrar la manera de conseguir una armadura. La solución pasaba por P. Norbert Ebersol, alias el Arreglador, genio e inventor al servicio de sí mismo y del mejor postor. A Zemo no le gustaba la idea de compartir su plan con otros, más cuando Ebersol insistió en acompañarle fascinado por las posibilidades que la tecnología Stark ponía a su alcance.

Durante los días en que el Arreglador trabajaba incansable en un modelo básico que replicara las funciones primordiales de la armadura real, Zemo tuvo tiempo para desarrollar su plan. Algo de la impetuosidad de Ebersol se le había contagiado, sus intenciones se había hecho mayores, mucho más grandes, y ahora pasaban por recuperar a Stark. Nuevamente Ebersol tenia la solución: un aparato subcutáneo que creaba hologramas densos, el disfraz perfecto. Con él, Zemo o Ebersol podían hacerse pasar por Stark y Zemo podía infiltrar al Arreglador como asistente técnico en la compañía.

La idea parecía simple: regresar como el Hombre de Hierro, lograr entrar en Stark-Fujikawa y una vez allí anunciar el regreso de Stark. Todo el problema residía en que la armadura del Arreglador y la retórica de Zemo convencieran al mundo. Parecía fácil así dicho… y lo hubiera sido si el mundo del Hombre de Hierro no fuera tan distinto de como Zemo lo había imaginado.

Para empezar estaba todo el asunto del nuevo Hombre de Hierro. Zemo conocía a Máquina de Guerra y supuso que tarde o temprano acabaría siendo contratado por Stark-Fujikawa para sustituir al antiguo, ­pero no que le harían vengador, maldita sea! Y luego… luego fue un caos.

Zemo había planeado una intervención pública para atraer la atención de alguien que conociera al Hombre de Hierro y averiguar su identidad. Hasta ahí ningún problema, el mono de Rhodes reaccionó como el Raza Inferior que es y cantó, pero lo que le dijo…

¿Stark era el Hombre de Hierro? Bueno, tenía sentido al fin y al cabo, siempre acaba por tenerlo cuando uno se lo piensa un poco. Zemo se maldijo por no haberlo adivinado él solo, pero todo eso del chico no tenía ningún sentido, ninguno en absoluto. ¿Se suponía que él era un adolescente? ¿Entonces Stark estaba muerto de verdad? ¿Qué maldito embrollo era ese?

Aquel día el Barón se dio cuenta que su plan tenia que replantearse. Y allí estaba, poniéndolo todo en orden para hacer lo que pocas veces había hecho antes: improvisar.

– Quizás tenga usted alguna idea -dijo a la tumba- ¿No? Vaya, esperaba mas de usted, señor Stark. ­¡Sobre todo teniendo en cuenta que por su culpa soy un crío cuyo mejor amigo es un negro!

Calma… tranquilízate… eres Helmut Zemo, eres poderoso, eres infinitamente más listo que cualquiera de esos ignorantes, calma… no dejes que te vean así, eres fuerte, y dentro de poco ser s el amo del mundo… Del casco se oyó un sonido.

«*Skwitz* ¿Barón? Soy yo. Tengo su regalo a punto.«

Zemo lo recogió y respondió a la llamada.

– Ahora voy.

El vigilante del cementerio se despertó de golpe. ¿Había oído un ruido? Ahí dentro parecía que aun escuchaba algo, como el motor de un coche… ¿o de un avión? Cuando llegó todo estaba en silencio. En la oscuridad no pudo darse cuenta de la rosa amarilla dejada en el panteón Stark.


– Barón, no te creerás lo que ese tipo tenia en su taller. Ayer estaba mirando por aquí y me encontré un condensador infralumínico medio desmontado, ¡como si tal cosa! Y hoy he descubierto una desestabilizadora de protones en miniatura entre…

– Ebersol. Al grano.

Poca gente ha oído ese tono de voz seco y gélido de Helmut Zemo y ha vivido para contarlo. El Arreglador lo sabía, e inmediatamente dejó sus descubrimientos de lado para dirigirse a una pared y teclear un complejo código. Instantes después la pared se abrió y Zemo pudo ver en su interior varios segmentos de circuitos integrados mantenidos en suspensión por un campo de gravedad.

– Adelante, ponga los pies en las marcas y estire los brazos. Está preparada para reconocer su patrón neurológico. Oh, y quítese el prototipo antes, por favor…

-¿¡Se supone que debo entrar desnudo?!

– Eh.. no, no, claro… con que se quede en calzoncillos valdrá, eh… señor…

Zemo no dijo una palabra. Simplemente se quitó el casco y luego procedió con el resto de su armadura hasta quedar en paños menores. Si se hubiese tratado de cualquier otra persona, el Arreglador hubiera dejado ir algún comentario gracioso del tipo «Vaya, no sabía que era aficionado a los boxers«. Un simple vistazo a las quemaduras y a la mirada de Zemo fueron suficientes para que pasara ese tiempo en silencio mirándose atentamente los zapatos.

Una vez hubo terminado, Zemo plantó sus pies donde le indicaron. Un instante después los segmentos empezaron a moverse hacia él acoplándose. Zemo cerró los ojos. Cuando los abrió vio al Arreglador a través de una pantalla vidriosa, mientras una serie de indicadores proporcionaban información sobre la posición y el estado físico de éste.

– Básicamente lo que tenemos aquí es una versión mejorada del último modelo disponible para su estudio- Empezó el Arreglador. Mientras tanto Zemo no podía apartar su mente del enorme poder que experimentaba. Sin duda no tenía punto de comparación con el prototipo.

– No tiene punto de comparación con el prototipo. El modulador de voz está ajustado para sonar como Stark, los propulsores pueden llegar ahora a las 500 millas/hora y tienes un campo de fuerza que aguanta 5 toneladas. Por lo demás tenemos armamento de 9 mm, láser, un disruptor sónico y un extenso menú de armas silenciosas, desde cloroformo a gas mostaza. Además estoy diseñando un par de monturas para misiles, ¿cuantos prefieres, 4 o 6?

Zemo calló. ¿No quería responder o es que estaba ocupado en otras cosas? Oh, por supuesto, que estúpido he sido…

– Puede ser que estés un poco mareado, no te preocupes, te acostumbrarás enseguida. Si quieres desactivar los sensores sólo tienes que pensar la orden.

El Barón siguió sin decir nada, pero al Arreglador le pareció notar los hombros de Zemo mas relajados. Prosiguió:

– Notarás que la armadura es más voluminosa que el prototipo. Ya que se supone que eres un adolescente la he agrandado de más para dar la impresión que quieres aparentar mas edad de la que tienes.

«La armadura se opera de manera semejante al prototipo. Al igual que aquél, el ordenador de abordo est programado para efectuar una serie de operaciones automáticamente, como ajustar el impulso de los propulsores o conectar con la frecuencia de la policía. Pero además este modelo lleva incorporados unos protocolos para casos específicos. Por ejemplo, si quieres volar en lugar de tener que conectar los propulsores y aumentar la resistencia del campo de fuerza sólo tienes que activar el programa #1. La elección armamentística funciona a través de menús, pero si quieres puedes dejar que el ordenador decida por ti. No sé, ¿qué te parece? He dejado los colores del prototipo, pero si quieres lo repinto en un momento…«

– No será necesario- dijo Zemo. Era la primera vez que hablaba dentro de la armadura y su voz se había endulzado un poco, pero seguía igual de fría- ¿Hay progresos en lo de los Vengadores?

– Me temo que aun no… Los sistemas de vigilancia de la Mansión no aceptan demasiado bien copias inexactas de retinas, te lo digo por experiencia… De todas maneras si me das unos pocos días llegaré a entender la armadura de Rhodes suficientemente bien para instalar una micro-cámara. Hoy por hoy es todo lo que puedo hacer.

– Pues es insuficiente. Quiero… NECESITO esos archivos. Ya. Trabaja en ello y avísame cuando tengas algo.

– ¿Oh, te vas ya a probarla?

– Podría decirse así, sí.


La saga de los Fujikawa se remontaba a los tiempos del Japón feudal, cuando, según la leyenda familiar, Araya Fujikawa derrotó al dragón Rin-el-de-siete-cabezas y se ganó por derecho un puesto en la corte. Desde entonces ser un Fujikawa quería decir estar en un lugar destacado de la sociedad. De todas formas ser un Fujikawa no significaba estar preparado para recibir la visita de un ser metálico en altas horas de la noche.

-¿Quién es usted? ­Le ordeno que se vaya ahora mismo!

– Supongo que no pretender que le haga caso- dijo el ser. Su voz parecía extrañamente familiar. Fujikawa se incorporó dispuesto a activar la señal de alarma.

– Váyase o avi… ­ARGH!

– Le acabo de romper el dedo índice. Dimita como presidente de Stark- Fujikawa.

– ¡Quién se cree…! ­­AUGH!!

– Le acabo de romper el dedo meñique. Puedo seguir con los que quiera. Y luego pasar a sus piernas o a su columna vertebral. Dimita como presidente y no emprenda ninguna acción legal contra Stark o sufrir una lenta y extremamente dolorosa agonía. Sé donde puedo encontrarle y créame, ninguna flota de guardias podrá pararme.

El Hombre de Hierro activó sus propulsores y salió volando por la ventana del salón. Cuando desapareció entre la noche Fujikawa se sintió viejo, más viejo que nunca.


1.- En la extraordinaria saga narrada en Vengadores 273 a 277 USA

2.- En Onslaught: Universo Marvel

3.- En Iron Man 325 USA


PROXIMO NÚMERO: ¡Látigo Negro ataca! Jim Rhodes está indefenso ante su poder y necesita ayuda pero, ¿de qué lado está Zemo?


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Sweet dreams…

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