Invasores #4

invasores04Fueron los primeros. Lucharon por la libertad cuando más necesario era. Hoy, décadas más tarde, han vuelto.

#4 – Juegos de Guerra V
Por Correia


Fecha de publicación: Mes 127 – 11/08


Namor, Spitfire, Union Jack y el Caballero Negro. Cuatro héroes. Cuatro personas que han vivido guerras, guerras diferentes, pero igualmente cruentas. El destino hizo que compartieran sus vidas hace años, en diferentes circunstancias. Ahora, el pasado vuelve a reunirlos.Una llamada de teléfono desveló que dos antiguos criminales nazis (el Hombre Maestro y la Mujer Guerrera) se habían hecho con el cuerpo congelado del Nómada, antiguo compañero del Capitán América, que descansaba en una cápsula de crionización donde estaba curándose de una rara enfermedad. La persecución les ha llevado a Londres, donde había aterrizado el avión procedente de la Gran Manzana. Ahora, seguían a cierta distancia una limusina que transportaba a los dos supervillanos1. Namor sobrevolaba el coche, para no perder el rastro, mientras Union Jack y el Caballero Negro compartían transporte, la moto del primero, y Spitfire corría junto a ellos.

«¡Alto!», susurró Namor, al ver que el auto se introducía en el aeropuerto de Gatwick.

«¿Por qué no los machacamos ya?», preguntó impaciente Union Jack, que conducía la moto.

«Porque no sabemos dónde tienen a Jack Monroe. Podrían usarlo de rehén si intentamos detenerlos ahora. Parece mentira que se te haya olvidado», le respondió el Caballero Negro.

Union Jack dió un frenazo, haciendo que el Caballero se golpeara contra su espalda.

«¿Quieres que te meta una hostia o qué?», le dijo el británico cabreado.

«¡Intentalo!», respondió el espadachín.

Spitfire se interpuso entre ellos antes de que pudieran atacarse.

«¿Queréis parar de una puta vez?», les gritó, usando su supervelocidad para separarlos. «¡Dejad de comportaros como niños de parvulario, por dios!»

Los dos hombres se separaron, murmurando por lo bajo. Jackie cogió del brazo a Joey, calmándolo.

«Déjalo estar, por favor. Hazlo por mi. La vida de un hombre está en juego», le dijo la inglesa.

«Es superior a mi… es un chulo, Miss Fals… Jackie.»

«Por favor…»

«Haré lo que pueda.»

«Gracias, Joey», y le besó en la mejilla.

Namor aterrizó junto a ellos.

«¿Qué pasa aquí?», preguntó.

«Nada, todo está arreglado», dijo Spitfire, «¿verdad, chicos?»

«Sí, sin problemas», respondió Union Jack.

«Bien. Los dos se han metido en un jet privado. Los seguiremos en el avión de Oracle. Es más seguro que sobrevolar el Atlántico.»


Minutos después, los cuatro héroes sobrevuelan el océano en un jet de última generación, propiedad de Oracle. A cierta distancia, el avión de Nachst se dirige a su destino.

«¿Crees que sabrán que vamos tras ellos?», le preguntó Jackie a Namor, que estaba sentado a los mandos.

«Lo dudo. Esta ruta tiene mucho tráfico comercial, un avión más no llamaría la atención.»

«Me sorprende que sigan vivos…»

«Y a mi. Pensé que había muerto en nuestro enfrentamiento2

«Mala hierba nunca muere…»

«En Atlantis hay un dicho parecido», sonrió el atlante.

De repente, una alarma saltó en cabina.

«¿Qué pasa?», preguntó la chica.

«El radar, detecta un objeto que viene hacia nosotros a gran velocidad.»

«¿Un misil?»

«No lo sé… no creo… sujeta el timón y agárrate fuerte. Voy a salir.»

Dejando los mandos en manos de Jackie, Namor salió de la cabina, de una voz ordenó a sus otros dos compañeros que se agarraran, y abrió la puerta, lanzándose al vacío, mientras Union Jack y el Caballero Negro intentaban volver a cerrar la entrada.

Dejándose caer unos cientos de metros, Namor observó a su alrededor. No veía nada. ¿Se habría estropeado el radar? No creía, tenía un presentimiento, pese a lo que le acababa de decir a Jacqueline…

Y, justo en ese instante, algo le golpeó por la espalda, lanzándolo violentamente por los aires.

Antes de que pudiera volverse, recibió otro golpe. Y otro. Le estaban dando una paliza considerable, y no podía ver quién era el responsable…


Desde el avión, Spitfire veía como una mancha verde golpeaba una y otra vez a su compañero. Tomó una decisión. Puso el piloto automático del avión y salió de la cabina.

«Dane, ¿sabes pilotar?», preguntó.

«Sí, bueno, he manejado quinjets, supongo que me las arreglaré.»

«Bien. Coge los mandos. Joey, voy a salir, tienes que cerrar la puerta tras de mi.»

«¿Estás loca? ¡No puedes volar!»

«Lo sé. Pero alguien que vuela a supervelocidad está acabando con Namor… y sólo yo puedo impedirlo.»

«Maldita sea… ten mucho cuidado.»

«Siempre.»

Union Jack abrió la puerta, y Spitfire se lanzó al vacío. Su plan era sencillo, en teoría, sólo tenía que planear lo suficiente como para acertar al borrón verde, y darle una oportunidad a Namor. Miró hacia abajo, y vio que su objetivo rodeaba continuamente al atlante, orbitando alrededor de él, para que no pudiera alcanzarlo con sus continuos golpes al aire. Agitó las piernas a la máxima velocidad que pudo, para impulsarse, y se lanzó hacia su objetivo. Éste, concentrado en el ataque, no la vio acercarse, y Jackie aprovechó para golpearle en la cabeza. El hombre – porque era un hombre el que se escondía tras el borrón verde – se detuvo en seco, agarrándose la cabeza, sorprendido. Namor lo vio, y voló hacia él a toda velocidad, propinándole un soberano golpe en el plexo solar, que lo lanzó hacia el mar.

«¡Namor!», gritó Spitfire, que caía a gran velocidad.

Sin mediar palabra, el atlante se lanzó tras ella, recogiéndola en pleno vuelo.

«Gracias, Jackie», le dijo una vez la tuvo en brazos.

«¿Dónde está el tipo?», preguntó la aristócrata.

«No lo sé. Le golpeé bien fuerte. Ha caído al mar, he oído el golpe, pero no he visto que se haya recuperado.»

«¿Vamos a por él?»

«No, tenemos que llegar a Berlín. Saben que vamos tras ellos. La vida de Monroe corre peligro.»

Impulsándose con sus poderosas alas, la pareja subió hasta donde el avión continuaba su rumbo. Union Jack les abrió la puerta, y entraron.

«¿Quién era ese?», preguntó, una vez estuvieron ya dentro.

«No lo sabemos. Vestía igual que un viejo adversario de la Segunda Guerra Mundial, el Meteoro Humano, pero no puede ser Duke O’Dowd. Él no era un nazi, estaba engañado.»

«Dejando aparte que hace setenta años de aquello, claro», contestó socarrónamente Joey.

«No sé quién será», interrumpió Jackie, «pero lo importante es que saben que vamos tras ellos, y tenemos que impedir que al Nómada le pase nada. Vamos a Berlín lo más rápido posible.»


Epílogo

Cruz de Hierro miraba el contenedor transparente en el que estaba metido Jack Monroe, sumergido en una solución acuosa. Una llamada a Armin Zola les había puesto en la pista de cómo solucionar el «problema» que aquejaba al paciente. Era irónico. Iban a curar a uno de sus enemigos… para unirlo a su causa. Observó el traje que había junto a él, en una silla. El Kapitan Deutchsland… irónico, sin duda…

CONTINUARA

1.- Ver números anteriores

2.- En la serie de Namor, hace ya muchos años, donde, entre otras cosas, Spitfire recuperó sus poderes… y su juventud


¡OKEY, EJE, ALLA VAMOS!

Como siempre, los retrasos son la nota común de mis series… y sí, lo intento, pero… ¡no doy abasto! Tengo que empezar a dejar series… nah…

Pero, mientras, vamos al correo, que hay una carta pendiente por ahí…

Cano, tras analizar sesudamente y descubrir que el número es corto, se pregunta si Atlantis está emergida o sumergida… pues emergida, con Attilan encima, ya que la saga esa de los 4F pasaba antes de Onslaught y nadie ha hecho nada por cambiarla.

En fin, más comentarios, y más números, en el próximo número.

Chuck!

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