Estela Plateada #124

Estela Plateada #124Norrin Radd renunció a su libertad para salvar a su planeta, convirtiéndose en Heraldo del Devorador de Mundos, Galactus. Enfundado en metal galáctico, con un tablero que obedece todas sus órdenes mentales, y dotado del poder cósmico, ahora surca el Universo como brillante centinela de las rutas espaciales.

#124 – ¿Bailamos?
Por Anjuin Elekhan


Fecha de publicación: Mes 4 – 8/98


PORTADA: Aparece Estela Plateada a nuestra derecha, con su rostro impasible, y el poder cósmico rebosando de sus ojos sosteniendo con una mano a Thor por el cuello. Thor, con cara de desesperación, se aferra con ambas manos a la de Estela, que en su otra mano, tiene a Mjolnir presto a golpear…


CAPÍTULO II:

«El cielo retumba con cada uno de los salvajes golpes que se propinan los dos contendientes, produciendo chispas que van a parar al suelo. Ninguno de los dos cede, el uno empuñando su martillo místico Mjolnir, el otro esgrimiendo el salvaje y desencadenado Poder Cósmico. Quince metros más abajo, el Vigilante observa, y calla. La fantástica batalla entre un desesperado Thor, que cede ante la fuerza y empuje de Estela plateada, su antiguo amigo y colaborador. Finalmente, Estela Plateada, refulgiendo sus fríos ojos, rebosante de la fuerza de miles de soles, arrebata a su oponente el martillo, que con furia desmedida estrella en su cráneo, dejándolo inconsciente…»

Os preguntareis cómo hemos llegado a esta situación de enfrentamiento entre dos de los seres más poderosos del Universo Marvel… Pues bien, hace mucho tiempo, en un lejano país, había una pequeña princesita que… ¡Ah, no! ¡Me he equivocado de página! (Ruido de páginas al pasar) ¡Ah, aquí está! Ejem, ejem…

Había una vez un fan de Estela tan harto de que éste se dejara vencer una y otra vez por «Ricitos de Oro» para no dañarle que decidió solventar esta injusticia haciendo que el superhéroe favorito de los niños pateara su místico culo Asgardiano a Thor… Arf, arf (Que me ahogo) Bueno, basta de divagaciones, y volvamos a la realidad…

(Ruego que sepáis perdonarme esta «pequeña» licencia, sobre todo mis editores y el que lleve a Thor)

Negras nubes cubren el cielo de la ciudad de New York, acechando, cargadas de tormenta, prestas a descargar la lluvia que atesoran sobre los doce millones de habitantes de la ciudad. Si dispusiésemos de la movilidad de un pájaro, y pudiésemos sobrevolar la tierra, podríamos contemplar la calle, repleta de gentes que presurosas, que corren a refugiarse, pues la lluvia comienza a arreciar…

Y sin embargo, el acogedor Café Madrid, en uno de los barrios más agradables de la ciudad, recibe a aquellos ciudadanos con la suerte de poder pagárselo. Allí, Alicia Masters conversa con dos extraños mientras apura un zumo de naranja recién exprimido.

– …pues sigo pensando que era Estela Plateada…

– Pero Alicia… – Uno de sus contertulios, un veinteañero de pelo moreno y largo y unos ojos verdes inquisitivos, trataba de apartar tal idea de su mente. – Siempre que Estela aparece por aquí, y me refiero a Nueva York, siempre, indefectiblemente, te visita, pero no como tu insinúas…

– Quizás tengas razón, después de todo.- Alicia podía adivinar la sonrisa en el rostro de su amigo, y sonrió a su vez.- Pero me gustaría poder hablar con él.

Durante unos instantes, se hizo un silencio abrupto que pareció contagiarse al resto del Café.

– Me temo que algo ocurre. Y me da miedo…

Es noche cerrada, una hora en la que pocos son los que se atreven a salir a la calle. Aún menos a Central Park, y sin embargo, allí está Alicia Masters, evocando una escena del pasado, cuando Ben Grimm, la Cosa, aún seguía a su lado, y ella le amaba. Fue allí mismo donde la asaltaron unos delicuentes, y él los apresó, allí donde la Policía le consideró un monstruo… Alicia lo recuerda, y sentada en un banco, llora. Turbada como se encuentra por los recuerdo agradables del pasado lejano, y los no tan agradables del pasado cercano, no oye como un pandilla de jóvenes la está rodeando…

– ¡Eh, muñeca! – La voz, dura y seca, la saca durante un instante de sus pensamientos.- ¡Venga la pasta!

Alicia no puede ver a sus asaltantes, y por lo tanto, está más indefensa aún de lo que lo estaríamos nosotros…

– No llevo dinero.

– ¡He dicho que me la des, ostia!- La asustada Alicia percibe el ruido de una navaja automática al abrirse, y de pronto siente frío.

– No tengo nada, de veras.

– Me estás tocando los co…

De pronto, una figura surge de la nada, y derriba al que portaba la navaja, que la pierde.

– ¿Bailamos?- Alicia reconoce la voz como la del defensor Daredevil, y una sensación de alivio se apodera de ella…

«El vacío del Infinito ya no le reconforta en absoluto como lo hiciese antes. Recordaba desear con todas sus fuerzas llevar una vida de viajes, aventurera, cuando habitaba Zenn-La, el mundo idílico en el que había nacido. Recordaba incluso haber encontrado reconfortante la simple contemplación de las estrellas. Mas ahora no halla sosiego en ningún rincón de su alma, que parece tan metálica e insensible como su piel cósmica. Jamás pensó que el deseo de que su conciencia se librara de la culpa que lo acosaba pudiese resultar tan negativo. Su antaño noble corazón yacía inerme en su pecho… Y no podía decir que lo lamentase…»

La lucha que sigue a continuación resultaría extraña para cualquiera que hubiera visto a Daredevil actuar alguna vez. Sus movimientos, antes precisos, parecían más torpes, y parece conformarse con hacerlos huir, pues, después de todo, no habían molestado demasiado. Preocupado, hastiado quizá de la eterna lucha sin fin contra la delincuencia, Daredevil se sienta junto a Alicia Masters.

– Muchas gracias.

– ¡Oh! No hay de qué darlas. Para eso estamos los Superhéroes. Por cierto. ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?

– Mis recuerdos me trajeron hasta aquí. ¿Y tú?

– Bueno, últimamente, he venido percibiendo unas perturbaciones en el espacio tiempo.- A pesar de su tono, que él trataba de aparecer como jocoso, ella percibió ese matiz en la inflexión de sus palabras que sólo aquellos que carecían de vista podían percibir.

– Siento como si todo el Universo estuviese patas arriba.- Alicia soltó un suspiro.

– Quizá tengas razón…

Aunque ninguno de los dos puede ver, ambos alzan la cabeza, tratando de vislumbrar algo sobre sus cabezas. Daredevil comienza a marearse, y tiene que agarrarse al respaldo del banco para no caer al suelo. Alicia sin embargo, por quizá no tener desarrollada tanto esa cualidad, aguanta sin apenas inmutarse.

– ¡Dios mío! Es como si hubiese un tornado dentro de mi cabeza.- En la mente del superhéroe enfundado en su traje rojo se suceden a vertiginosa velocidad, como un torbellino de luces y distorsiones, que le aturden. Gritando de dolor, se agarra la cabeza con ambas manos, y cae al suelo entre estertores. Central Park, ahora deshabitado, registra una alteración cósmica de primer orden…

«Las estrellas se van sucediendo una tras otra, aprisa, como las luces de un tiovivo, en su retina. Incluso a esa velocidad, le resulta imposible deshacerse de su pasado, que una y otra vez retorna a su mente. Ya luchó contra su parte oscura, y la superó. Entró en el demoníaco reino del extinto Mefisto, y venció. Su alma le fue arrebatada, y sobrevivió. Dividieron su cuerpo en pedazos, y retornó. Pero esta vez, no se sentía seguro de poder vencer. Incluso la conversación con Tribunal Viviente le acosaba. Él, que jamás había dudado en ayudar cuando era necesario, ahora volvía la espalda al Universo al completo. Pero su razonamiento era lógico, y el intervenir, no. Y descubrió que él, Estela Plateada, estaba hastiado de ser lo que era, y deseó, y no por primera vez, poder deshacerse de sus poderes cósmicos…»

A pesar de su aturdimiento, Daredevil siente como la ausente hijastra del Maestro de la Marionetas se eleva ante él hacia el cielo a una velocidad endiablada. Reuniendo sus pocas fuerzas y unas grandes dosis de coraje, salta en pos de ella, tratando de alcanzarla. Entre la amalgama de luces y colores que acosan su sexto sentido, adivina la figura de Alicia, que se aleja paulatinamente de su alcance. En un último intento desesperado por retenerla, lanza su bastón-cuerda. Pero su antes infalible radar le traiciona, y su intento resulta inútil. De pronto, al alcanzar ella cierta altura, se produce una gran explosión que le arroja violentamente contra el suelo. Un segundo después, pierde el conocimiento…

«Se encuentra en un planeta perdido, a miles de años luz de la Tierra, un planeta al que él mismo condujo en su día al Devorador de Mundos, a Galactus. Lo recordó rebosante de vida: Los habitantes lo recibieron como a un emisario de los dioses, cuando en realidad era el emisario de la Muerte. E incluso en aquel alejado asteroide ahora sin vida, su sentido cósmico le advierte de una disformidad en… ¡La Tierra!

– ¡Alicia!- Para ella, Alicia, es el primer y único pensamiento que se permite antes de partir…»

Un tremendo estruendo sacude Nueva York cuando una figura plateada, apenas visible para unos pocos, la atraviesa. Sobre Central Park, Estela Plateada se detiene tan sólo un instante, lo suficiente como para divisar al superhéroe Daredevil en el suelo, bajo un extraño agujero que parece haberse abierto en el cielo. Hasta allí baja en un suspiro, e incorpora a Daredevil suavemente, y le despierta.

– Estela.- Gime. La cabeza parece que le va estallar.- Alicia…

Su voz es apenas un susurro, mientras señala al cielo…

– No te preocupes. Se te pasará.- Un poco del poder cósmico es trasvasado para aliviar la sobrecarga de los sentidos de Daredevil.

Sin dirigir una última mirada hacia atrás, Estela Plateada se adentra en el Agujero Negro, sin saber qué va a encontrar… Tras él, siente que se cierra, y de pronto, se da cuenta de que ha caído en una trampa. En su rostro aparece un amago de sonrisa.

– Esta bien: Parece que otros desean decidir por mí…

Tras la desaparición de Estela Plateada a través del agujero negro, una oscura figura surge de entre las sombras, recogiendo a Daredevil del suelo, y llevándoselo en brazos…

– Vámonos de aquí, Matt Murdock. Aún no ha llegado el momento…


CARTAS ASTRALES

Hola, Anjuin: Te escribo desde la Tierra porque siempre me ha gustado el personaje de Estela Plateada. En el primer número, el tono intimista y descriptivo utilizado refleja a la perfección (a mi entender) la intención de Stan Lee al crearle… ¡Sigue así! Por cierto, a ver si haces que Estela Plateada visite España, que no todo el mundo se reduce a Nueva York, (A Dios Gracias) (Espero con ansiedad más números)…:)

Daniel, Madrid…

No puedo describir la emoción que me embargó al recibir tu e-mail. Y desde luego, ni decir tiene que me han encantado tus críticas, Daniel. En cuanto a lo de visitar España, lo veo un poco difícil, porque ten en cuenta que casi todo, en Marvel, ocurre en Estados Unidos… (Como si en el resto del mundo no hubiese Superhéroes…)

Y bueno, se acabó la sección de correo. (Hombre, no es que me esperara una avalancha de cartas de gente que hubiese perdido la cabeza por mis historias, pero hombre, a ver si escribís más, aunque sea para ponerme verde)

Bueno, Astrales saludos… (No os perdáis el número especial #125)

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