Hulk #450

hulk450Cogido en medio de una explosión nuclear, Bruce Banner vió como su vida cambió para siempre. La radiación le transformó en el monstruo conocido como el increíble Hulk. Torturado por estos cambios, Banner es un hombre en permanente huida… un peligro para sí mismo ¡y para el resto de la sociedad!

#450 – Semana trágica IV
Por Correia y Tomás Sendarrubias
Portada de Adrián Suárez
Color de Vicente de los Santos


Fecha de publicación: Mes 155 – 3/11


Nota: Esta saga tiene lugar antes de las Guerras Infernales


Leonard Samson no daba crédito a la situación. Frente a él, el increíble Hulk, controlado aparentemente mediante un extraño collar que llevaba alrededor del cuello. A su lado, Emma, una niña mutada por la radiación gamma que se había transformado en una versión infantil de Hulka.

«Bienvenidos a vuestra muerte,» había dicho una voz a través del collar, lo que le indicó al doctor que su viejo amigo no era dueño de la situación. En ese momento, el gigante esmeralda se lanzó contra ellos, con una velocidad tal que apenas le dio tiempo a reaccionar y esquivarlo.

Emma, por su parte, no tuvo tanta suerte, y el impacto la lanzó contra una ladera cercana, que se derrumbó sobre ella.

«¡Emma!», gritó Leonard, preocupado por la niña, corriendo hacia ella, mientras con la miraba controlaba la situación de Bruce, que se había quedado parado, esperando órdenes.

Apartó las rocas que cubrían el lugar donde había caído la muchacha, y finalmente la encontró, inconsciente, pero aparentemente ilesa.

«Maldita sea», dijo, dirigiéndose a Hulk, o, más bien, a quien le controlaba. «¡Es sólo una niña!»

«Sí», contestó el aludido. «Que me será útil una vez le hagamos la autopsia. ¿Qué sorpresas ocultará su cuerpo para que sólo ella entre tantos habitantes de Greenville sobreviviera?»

«¿Quién eres?»

«No me importa decírtelo, dado que no sobrevivirás. Soy el Comandante de Hydra James Dalton.»

«Pareces muy confiado de que no sobreviviré», respondió Samson.

«Controlo al ser más poderoso del mundo. ¿Qué posibilidades tienes tú?»

«Oh, quien sabe… quizás sea cuestión de cerebro», y se lanzó sobre el collar, agarrándolo con sus dos manos y tirando de él, intentando arrancarlo. Sin embargo, una potente descarga eléctrica lo obligó a soltarlo, gritando de dolor.

«¿Me crees tan tonto como para no tomar precauciones?», preguntó irónico Dalton. «El collar es de adamantium, y no puede quitarse excepto desde mi panel de control… como acabas de comprobar.»

«Sí, seguro», comentó Samson, levantándose y sacudiendo los brazos, aletargados por la descarga. «¿No te has dado cuenta que estos planes nunca salen bien? ¿Cuántas veces han intentado controlar a Hulk, o matar a Spider-Man, o cosas así?»

Hulk gruñó de rabia, y se lanzó sobre Samson, que, prevenido, esquivó el golpe, desplazándose hacia un lado. Leonard había conseguido su objetivo: si físicamente no podía vencer a Hulk, mentalmente quizás si pudiera ganar a Dalton.


En un lugar remoto, un señor demoníaco sonríe. Mira su obra, su «Hulk», y, con un gesto, abre un portal a la Tierra. Sus planes de tanto tiempo iban saliendo bien….

Fue fácil convencer a Dalton de capturar al gigante verde, igual que fue fácil convencer a Banner de ir a Greenville. Un par de posesiones, y un poco de labia. Ahora tenía lo que quería, a Hulk ocupado, sin poder ir a la reunión de héroes en el Sancta Sanctórum del Doctor Extraño… reunión a la que iría su creación, a través del cual se enteraría de todo… y a quien sacrificaría para que los héroes supieran, o intuyeran, la que se avecinaba…

Ahora, el toque de gracia… porque uno no llegaba a ser un señor demoníaco sin sacrificar a sus peones… Dalton le había entregado las 3000 almas de Greenville – sin saberlo, claro – a cambio del control1… ahora era hora de reclamar la propia…

Un gesto, y una alarma se encendió en un ordenador de Hydra. A alguien muy importante no le harían gracia los intentos de ascenso de Dalton…

Y en el infierno, un señor demoníaco reía…


Emma despertó, de nuevo humana. Estaba desorientada, como la última vez (2). A lo lejos, vio dos hombres muy grandes peleándose. Uno era verde, le sonaba de la tele, la Masa… el otro tenía el pelo verde…

Un lagarto se le acercó. Lo miró, curiosa y divertida. El lagarto, algo más grande que una lagartija, se puso sobre dos patas, y, sorprendentemente, hizo una reverencia a la niña.

«Ssssssseñorita, buenossss díassss», siseó.

Emma dio un salto atrás, un poco asustada.

«No te asssusstesss. Me llamo Sssam. Vengo a ayudarte.»

«¿Como hablas? ¡Eres un lagarto!», exclamó la niña.

«Sssssi, ssssoy… era… un lagarto. Ahora ssssssoy el único que puede ayudarte.»

«¿Ayudarme? ¿Dónde está mi mamá? ¿Quienes son esos monstruos?»

«No recuerdassss nada, ¿verdad? Niña… tussss padressss murieron. Toda la gente del pueblo murió. Sólo tu sssiguesss viva. Porque eres una de lossss nuestrossss.»

«No lo entiendo, no… ¿de los vuestros? ¿Mi mamá…?»

«Sí, sí, de los nuestros, aunque de sangre caliente. Quizá por eso estás triste, puedo sentir el calor de tu sangre, y sabes que eso… te hace fácil de cazar para aquellos que pueden ver el calor, ¿verdad?» dijo el lagarto que se hacía llamar Sam, trepando por el brazo de Emma, hasta llegar a sus hombros. «Pero aunque eres de sangre caliente y tienes la piel blanda, eres de los nuestros, de los Hijos del Sol Verde».

«No sé de que me estás hablando… y no quiero saberlo… echo de menos a mamá, y…»

Emma se interrumpió cuando Leonard Samson se estrelló a varios metros sobre ella, haciendo que el montículo temblara y que la niña quedara cubierta de polvo y arena, mientras Sam se escabullía por su brazo para introducirse a través del cuello de la destrozada camiseta de Emma para acurrucarse en su pecho. Aunque la criatura era un lagarto, Emma notó que estaba caliente, casi ardía. Leonard cayó al suelo, a escasos pasos de Emma, que volvió a gritar, sintiendo como el calor de Sam parecía extenderse por todo su cuerpo, y como su mente se nublaba cuando comenzaba a verlo todo a través de un velo verde…

«¿Qué, Samson?», dice la voz que sale del collar que lleva Hulk, «¿ya no te pones tan chulo, verdad? Debes estar medio reventado por dentro con esos golpes…»

«¡¡¡¡Aaaaaarrrrrrgggggghhhhhhhhhhh!!!!!»

Emma, convertida de nuevo en una pequeña Hulka, saltó sobre Hulk, llevada por una tormenta de ira, de odio y de miedo, golpeando al Coloso Esmeralda en la cara, desgarrándole el rostro con las uñas, aferrándose a él con brazos y piernas mientras hundía sus dientes en el espacio carnoso entre el cuello y el hombro, con tanta fuerza que la sangre de Hulk brotó en un chorro que llenó la boca de Emma, que tiró, arrancando un buen pedazo de piel y músculo. El dolor hizo que Hulk gritara.


«¡No!» grita Banner, pero es inútil. Una figura roja pasa por encima de él, y escucha como el propio aire crepita a su alrededor.


«Señora…»

La voz del soldado hizo que Andrea estuviera a punto de desconcentrarse, de perder el ritmo, pero consiguió mantener el pensamiento centrado, y notó como un escalofrío le recorría la espalda mientras todos sus músculos parecían tensarse. Se aferró a las sábanas de satén, curvó su cuello sobre la almohada y se prometió a sí misma matar al soldado si volvía a hablar.

Por suerte para él, no lo hizo. Andrea sintió el calor que se extendía por su cuerpo, dejó escapar un gemido, y finalmente, sus músculos se relajaron. Sin más, Andrea se incorporó, y sin lanzar si quiera una mirada a la mujer oriental que aún permanecía en la cama, se cubrió con una bata blanca, casi transparente y descorrió las cortinas de satén que rodeaban su cama, para encontrarse frente a un soldado de Hydra. Aún así, antes de prestarle la menor atención, Andrea se dirigió a un lateral de la cama, tomó una botella de champán que estaba puesta a enfriar en un cubo lleno de hielo, y se sirvió en una copa de fino cristal de Bohemia. Su padre siempre contaba que con aquellas copas, el Führer y él habían brindado tras la caída de Varsovia.

«¿Qué?» pregunta Andrea, finalmente.

«Creo que… bueno, que debería ver esto», dijo el soldado, tendiendo hacia Andrea una tableta digital, que ella tomó entre sus manos. En pantalla, aparecía una serie de operaciones activas de Hydra, pero había un icono que hizo que Andrea frunciera en entrecejo. Aparecía marcada simplemente con un recuadro verde con el símbolo del átomo dentro. Nada que se correspondiera con las actividades autorizadas por su hermano o por ella. Pulsó el icono con el dedo, y este parpadeó un instante, apareciendo un marcador en la pantalla para que introdujera una clave. Negando con la cabeza, Andrea retrocedió en la tableta, y pulsó un icono, que abrió una nueva pantalla de acceso restringido. Allí, con la fiera imagen de un lobo clavando sus ojos rojos en ella, Andrea tecleó sobre la pantalla su clave de acceso prioritario, y de nuevo, solicitó un listado de todas las operaciones en activo. Allí estaba el icono verde con el símbolo del átomo. Lo pulsó, y su nivel de seguridad puenteó la seguridad de la misión, accediendo directamente a los datos de ella.

«Esto es una locura» gruñó Andrea, leyendo los datos sobre el operativo que aparecían en la pantalla, y lanzando un reniego en alemán. «Que alguien localice a mi hermano, hay que solucionar esto. Y que alguien localice a Dalton. Esto… Hijo de puta, esto no va a quedar así».


Samson trató de reincorporarse, pero le estaba siendo realmente difícil. Notaba en la boca cierto sabor a sangre, y le costaba respirar, probablemente el último golpe de Hulk le había roto alguna costilla, y probablemente la clavícula del brazo izquierdo. De hecho, de no haber sido por la pequeña Emma, probablemente Dalton hubiera utilizado ya a Hulk para reducirle a carne picada. Pero toda su fuerza desapareció cuando vio que Hulk, mientras arrojaba lejos a Emma, sin que esta dejara de gruñir en ningún momento, comenzaba a cambiar de tono. Sus ojos ardían, y un vapor ardiente parecía salir de su boca mientras su piel se iba volviendo roja por completo. Hulk gritó, y atónito, Samson se dio cuenta de que el calor que emanaba de él era tal que la arena se cristalizaba bajo sus pies, y el propio aire parecía ondular a su alrededor.

Tomando aliento con dificultad, Samson cogió un enorme fragmento de un peñasco, y se lo arrojó a Hulk, que se volvió a tiempo de lanzar un golpe contra la roca, que cayó al suelo, fragmentada en pequeños cristales.

-¡Hulk aplasta!-gritó, con una voz que nada tenía que ver con la de Dalton, y una onda de calor golpeó a Samson, que notó como si su propia piel ardiera, mientras su entorno parecía vitrificarse.

-¿Duele, Samson?-dijo esta vez sí, la voz de Dalton desde el collar, y la onda de calor se redujo, para sorpresa de Leonard, que ya se imaginaba a sí mismo reducido a cenizas.


-¡Esto no tiene sentido!-grita Banner, y hay un gran murmullo a su alrededor-. ¡Si continuamos luchando entre nosotros, si seguimos fraccionados, no seremos libres nunca!

-Eh, el flacucho tiene razón-apoya Fixit, echándose hacia atrás el sombrero de ala ancha con un toque de sus dedos-. Si no queremos ser una marioneta de Hydra, deberíamos llegar a algún tipo de acuerdo. Yo estoy dispuesto a…

-¡Hulk no entiende a engendro gris!-aúlla el Hulk verde, salvaje-. ¡Hulk quiere que le dejen en paz! ¡Hulk sólo quiere aplastar!

-Esa no es la senda del guerrero-dice otro Hulk, que lleva una tiara plateada sobre la frente-. Controla tu ira y controlarás tu fuerza, hermano. No queremos doblegarnos ante el dominio externo, eso nos hace débiles. Y Hulk no es débil, Hulk es la Fuerza.

-¡Eso es!-exclama Banner, señalando al Guerrero-. ¡Escuchadle!


Sam se retorció en el pecho de Emma, mientras ella se incorporaba, a tres kilómetros del lugar desde el que Hulk la había lanzado. La niña, de piel verde y tendones gruesos como sogas de barco, lanzó un aullido, y el lagarto hundió sus garras en la piel de la niña para no caerse, aunque estaba tan furiosa y su piel era tan gruesa que la niña ni siquiera se inmutó.

-Emma-siseó Sam-. Deberíamos quedarnos lejos, quedarnos a una distancia prudente…

-Emma furiosa-gruñó ella-. Emma está asustada, Emma echa de menos a mamá de Emma… y Emma está enfadada con criatura verde que ahora es roja…

-Emma, él es bueno-respondió Sam, atreviéndose a encaramarse sobre su hombro-. Sólo está confuso… y fraccionado… roto…

-Emma no entiende a pequeño dragón-protestó ella-. Emma quiere golpear a Hulk hasta que Hulk caiga a los pies de Emma…

La niña saltó con increíble fuerza, y Sam sintió el viento azotarle, aferrándose con fuerza para no caerse. Desde luego, tenía más trabajo del que había esperado en un principio.


La propia sangre de Samson parecía crepitar bajo las manos del Hulk Rojo, y el psiquiatra, desesperado, hundió sus manos en la roca viva, arrancando dos grandes pedazos, con los que golpeó ambos lados de la cabeza del Hulk Rojo, que lanzó un aullido de dolor.

«¡Hulk aplastará pelo verde!»

«Eh, Dalton… cada vez te pareces más al Hulk original, al descerebrado», masculló Samson, lo suficientemente alto como para asegurarse de que Dalton lo escuchaba a través de su enlace neural con Hulk. Comenzó a sentir una nueva ola de calor, y se apresuró a hablar antes de que el aire comenzase a hervir en sus pulmones. «Seguro que podemos encontrar una forma de solucionarlo. No te conozco personalmente, pero estoy casi convencido de que esto es una forma evolucionada de vigorexia». Dalton gruñó, y Samson supo que estaba en el camino adecuado. «¿Una infancia difícil, verdad? Ignorado por tu entorno, probablemente porque físicamente no eras nada del otro mundo. Seguramente pasaste tu adolescencia adherido como una lapa al jefe del equipo de football o una persona de igual calado, un líder, carismático y experto en actividades físicas. ¿Quizá incluso cierto atractivo sexual? No, no hablo de homosexualidad, sólo de sumisión. Sí, probablemente».

«¡¡Te voy a hacer añicos, hijo de puta!!» gritó Dalton, y el color rojo se esfumó de Hulk, que quedó convertido en el Hulk gris, con la mirada perdida por los efectos del collar. Era el Hulk original, el primer resultado de la Bomba Gamma en Banner. Samson se giró, evitando un fuerte golpe del Titán Gris, y arroja un puñado de arenisca a los ojos de Hulk, que retrocedió incómodo, tratando de sacarse la arena de los ojos.

«Trataste de adaptarte a tu ídolo, pero fue imposible, el gimnasio no daba en ti resultado, ¿no? Y perdiste la virginidad tarde, las chicas no querían al segundón, el Macho Alfa estaba siempre delante. Eso te generó frustración, ¿no? Por eso has buscado una posición de poder desde la que imponer tu voluntad, y a través de ella, alcanzar el estado físico definitivo con el dominio de Hulk. Si estuviera de acuerdo en las teorías de Freud, diría que tienes un problema de tamaño que intentas compensar dominando al más grande».

Y en ese momento, Emma cayó del cielo, aferrándose a la espalda del Hulk gris, hundiendo sus dientes en sus omoplatos, arañando sus ojos y su rostro, y haciéndole gritar. Hulk echó sus brazos hacia atrás, enganchó a Emma de los cabellos y la arrojó por encima de él contra la piedra, situándola al lado de Samson y alzando su puño por encima de ella. Aquello le haría daño a Samson, así que ella sería la primera en morir.


Todo iba según lo previsto. Dalton saboreaba el dulce triunfo. Mataría a Emma, mataría a Samson, y después, utilizaría a Hulk para hacerse con el mando de Hydra. Pronto, sería el señor incuestionable de todo aquello. Pronto tendría lo que había querido siempre…

«Mal, mal, mal»

Dalton se giró, y se encontró, atónito, a los hermanos Andrea y Andreas von Strucker observándole desde la puerta de la sala de control en la que se encontraba.

«¡Señores!» exclamó Dalton, pero no tuvo tiempo de decir nada más, pues Andrea y Andreas se tomaron de las manos, y la furia bioeléctrica de Fenris golpeó de lleno a su díscolo subordinado.

Dalton gritó.

Y gritó.

Y gritó durante mucho tiempo.


«¡Ahora!», exclamó el Hulk Guerrero, mientras aquella presión que habían notado desde que les habían puesto el collar, desaparecía. Era el momento, y tenían que hacerlo juntos. El Guerrero tomó a Banner entre sus fuertes brazos, y sintió como el resto de los Hulk presentes, se amalgamaban a su alrededor, saltando al abismo que había aparecido ante ellos. Era el momento de estar juntos.


El brazo de Hulk Gris se detuvo a escasos centímetros del rostro de Emma, mientras Sam aparecía junto a la chica, gruñendo y mostrando los dientes al Titán Gris. Que de pronto, comenzó a perder el color gris. Y luego, comenzó a menguar.

Incluso antes de que la transformación en Banner se hubiera completado, Samson suspiró aliviado, y más en el momento en que ante él, el doctor Bruce Banner se quitó el collar, demasiado amplio para su cuello humano, y sin más, lo arrojó al suelo, y lo pisó con suficiente fuerza como para partirlo por la mitad.

«Emma» dijo Bruce, arrodillándose junto a la niña. «Emma, escúchame. Tienes que salir de ahí. Tienes que venir conmigo»

«Emma enfadada. Emma furiosa. Emma…»

«Emma echa de menos a mamá, sí», asiente Bruce, tomando las fuertes manos de la niña. «Pero mamá no va a volver sólo porque Emma esté enfadada»

Incluso en el rostro furibundo de la niña convertida en una pequeña Hulka, Samson pudo ver que algo se rompía. Y según la ira desaparecía, Emma comenzó a cambiar, volviendo a tomar su forma humana normal, la de una sencilla niña que había perdido demasiado en demasiado poco tiempo. Sam, el lagarto, se escabulló dentro de la camiseta de Emma, enroscándose en su cintura para pasar lo más desapercibido posible. Y en cuanto hubo cambiado del todo, Emma comenzó a llorar.

«¿Estás bien?» preguntó Samson a Banner, y este, mientras abrazaba a la niña, asintió.

«Tú necesitas un médico… o varios. Lo siento», respondió Banner, y Samson esbozó una sonrisa, asintiendo.

«Supongo que sí… ¿qué demonios es eso?»

Sorprendido, Samson señaló hacia el aire que había sobre Banner, donde en el aire, se había dibujado el conocido emblema de los Cazafantasmas. Incluso en el aire parecía escucharse la música de la banda sonora de la película (1).

«No, ahora no», gruñó Banner, mirando hacia Emma. «Leonard, tengo que irme.»

«¿Qué? ¿Con todo lo que…?»

«No lo haría si no fuera necesario. Aunque parezca mentira, esa señal indica que hay una crisis en la que somos necesarios».

«¿Somos?»

«Bueno, es la hora de aceptar que somos muchos aquí dentro» respondió Bruce, tocándose levemente la cabeza. «Por favor, cuida de Emma hasta que vuelva, y asegúrate de que la ve un médico especializado. Asegúrate también de que a ti también te ve un buen médico».

«Yo mismo podría….»

«Uno de los que curan el cuerpo, Leonard» concluyó Banner, que dejando a Emma en brazos de Samson, comenzó a cambiar, convirtiéndose de nuevo en el Hulk verde. Hubo un momento de tensión entre el Coloso Esmeralda y Leonard Samson, pero de inmediato desapareció cuando algo centelleó en los ojos de Hulk, y este dio uno de sus gigantescos saltos, dejando a Samson y a Emma rodeados de ruinas.

«Vamos, cielo», dice Leonard, abrazando a la muchacha. «La civilización nos espera».


Solo horas después, cuando el caos se adueñaba del mundo entero y Samson ayudaba a evitar que los demonios entraran en el hospital al que había llevado a Emma, sólo cuando tuvo un momento de reposo después de que la Fuerza Fénix llevara el Juicio por todo el mundo, Samson recordó un breve destello en los ojos de Hulk.

Un destello azul que no había visto nunca.

Y Leonard Samson se sintió realmente inquieto.


1.- Curioso, ¿verdad? Cosas de Spiderman, Extraño y los Defensores…


EL GIGANTE VERDE

Buenas a todos.

Y así concluye la saga, quedando al personaje libre y listo para quien quiera encargarse de él… ¿alguien se apunta?

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