Black Canary #3

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Mi nombre es Dinah Laurel Lance y tengo 21 años. Soy la única hija de Larry Lance, excelente detective privado y defensor de lo justo, y Dinah Drake Lance, dedicada florista y apasionada judoca. Ambos dejaron este mundo hace algún tiempo.

Desde entonces, me he volcado casi por completo en las artes marciales. En el pasado me permitieron tener una vida, al ayudarme a controlar mi grito, y ahora, me impiden perder el rumbo por completo.

Dinah Lance, esa soy yo… y esta es mi historia.

#3 – Echando a volar III
Nuevas alas

Historia de Nahikari


Fecha de publicación: Mes 183 – 7/13

 


Gotham City. Hace 6 años.

Había sido una noche divertida. De hecho, si no fuera porque le estaban apuntando con un arma, aún retumbarían en su cabeza las risas de sus amigos. Dinah se vio rodeada en un abrir y cerrar de ojos. Se trataba de tres hombres, dos de ellos eran mucho más altos que ella, siendo el tercero de su estatura, y todos ellos llevaban un pasamontañas que les cubría el rostro. Le habían repetido una y mil veces que no tomara aquel callejón como atajo, que no era seguro, que si era necesario pidiese un taxi, y siempre había hecho caso a los consejos de su madre y su tía, a excepción de esta vez. Temblaba a apenas 2 metros del cañón de aquella pistola.

– Danos todo lo que tengas, dinero, joyas, todo. Rápido y sin trucos.

¿Joyas? ¿Trucos? Pensó para sí misma. Tenía 15 años, no era del tipo de chicas que salía a lucirse con todo lo que tenía, y tampoco tenía la sangre fría de intentar nada contra tres hombres, mientras uno de ellos amenazaba su vida. Estaba asustada, ojalá pudiese hacer algo, pero no era ese tipo de chica; no aún.

Comenzó a sacar lo que tenía en los bolsillos. El móvil, un mp4, unas cuantas monedas que le habían sobrado… Pero aquello no parecía ser suficiente.

– La chaqueta también. – dijo uno de los hombres que no empuñaba el arma.
Tía Laurel le había regalado aquella chaqueta. Se la quitó rápidamente y se la tendió a aquellos hombres junto a todo lo que había sacado de sus bolsillos. Entonces, uno de ellos se acercó a cogerlo todo.

A pesar de haber hecho lo que le pedían, la chica seguía temblando, y cada vez se iba sintiendo más amenazada. Una fuerte quemazón empezó a recorrerle el cuerpo, hasta que subió por su garganta, y entonces, un fuerte grito resonó en la zona. No se trataba del grito de una niña asustada, sino de algo fuera de lo normal. Aquellas ondas sonoras lo atravesaron todo, y en ese momento, Dinah perdió el conocimiento.


Muelle de Kowloon. En el presente.

Se vio rodeada, y advertida por su atacante, pero esta vez no pudo quedarse quieta. Esta vez no temblaba. Se revolvió y comenzó a lanzar golpes a quienes tenía más cercanos, pero inmediatamente la cogieron e inmovilizaron entre varios. Entonces volvió a sentir aquella quemazón recorriendo su garganta, pero esta vez generada por ella misma; no sabía cómo lo hacía, pero podía hacerlo. Estaba dispuesta a jugar su última carta, cuando uno de esos tipos le tapó la boca.

– Te lo advertí, rubita, esto no es un juego. – le dijo Gang mientras Dinah le dirigía una mirada llena de ira. – Relájate, no teníamos planeado matarte, queremos hacerte una propuesta. Negocios, ya sabes.

La joven cada vez comprendía menos. No entendía que clase de acuerdos podría querer tener con esa gente, y aún no sabía que tenía que ver su madre en todo esto; pero pronto lo descubriría.

– Black Canary nos la jugó en el pasado, y al fin tenemos la oportunidad de vengarnos en su hija, pero no somos tan imbéciles. ¿Por qué acabar contigo, cuando podrías sernos útil? Eres buena en combate, podríamos perdonarte la vida si nos eres de ayuda.

Al lanzarle la propuesta, le destaparon la boca para que pudiera opinar. Hubiera bastado con un fuerte grito para poder escabullirse, pero no controlaba este hasta tal punto. ¿Y si no era lo suficientemente fuerte? No podía arriesgarse, así que decidió ganar tiempo.

– Acepto. – dijo

– Buena elección. – respondió Gang e hizo una señal a los que la sujetaban.

Rápidamente la dirigieron entre unos contenedores hasta la parte trasera de una furgoneta. Allí, le sujetaron las manos con algunas bridas, le pusieron una capucha en la cabeza, y la tiraron detrás.

En unos minutos llegaron a una vieja nave abandonada, y a pesar de que esta no se resistía, sacaron a Dinah del furgón entre dos personas. Una vez fuera, la llevaron hasta una habitación que servía de despacho dentro de la nave.

– Permanecerás aquí un rato, no intentes escapar. – le dijo uno de los hombres mientras le sujetaban los pies. Se disponían a salir cuando otro le recordó algo.

– Amordázala, podría ser un poco molesta si se pone a gritar.

Hicieron lo propio y la dejaron allí encerrada. Aquel último comentario le pareció gracioso, pues realmente no sabían lo molesta que podría llegar a ser en realidad. Seguía confusa, no comprendía por qué la encerraban si había aceptado la propuesta. Justo después de pensar en esto, una voz le llegó a través de la puerta.

– No nos podemos fiar de ti así como así, tienes mucho que demostrarnos. Hay una prueba que has de superar.


En algún lugar de Estados Unidos.

Sentado en aquella silla de cuero, dejaba a sus espaldas la inmensidad de la ciudad. Una gran cristalera rodeaba parte de la oficina, dejando ver el paisaje urbano. El habitáculo era bastante diáfano; un escritorio, un par de sillas para las visitas importantes y una planta eran todo lo que allí había. Le gustaban los espacios abiertos, y había hecho lo posible porque aquella cerrada oficina pareciese uno.

 Vestido con traje oscuro y corbata, tarareaba una vieja canción mientras buscaba algo en un cuaderno. A su edad ya contaba con pelo canoso a ambos lados de su cara, embelleciendo así su pelo castaño. Tocaron a la puerta, y alzó su mirada hacia esta, a la vez que detenía la canción. Sin que dijera nada, un hombre entró en el despacho con una carpeta en la mano.

– Le traigo los papeles. – cerró la puerta, para acto seguido ajustarse las gafas. – Y también novedades.

– Llevo rato esperándolas. – cerró el cuaderno y lo metió en un cajón. – Dime.

– Todo ha salido según lo previsto, el viejo nos la ha puesto en bandeja, y el pájaro ya está en su jaula.

– Ha accedido a la propuesta, ¿Verdad? -preguntó expectante – Muerta de hambre… – se reclinó en su asiento y entrelazó las manos sobre su regazo.

– Sí Señor, así ha sido. Ahora sólo falta que dé valor a su palabra.

– Sólo es una cría, puede que no sea capaz de afrontar lo que le tenemos preparado, pero si no es así no me interesa en absoluto.

– Nunca se es demasiado joven para matar, Señor. Es una chiquilla sin oficio ni beneficio, encontrarse con usted es lo mejor que le podía pasar. Además, en cuanto haya eliminado a Li, habremos matado dos pájaros de un tiro.

– Ese entrometido tendrá lo que se merece. Amenazarnos con avisar a la policía…

– Siempre hay alguien intentando hacerse el héroe.

– Tenme informado en todo momento, y prepara lo necesario por si tenemos que pasar al plan B.

– De acuerdo, Señor. – dijo tendiéndole la carpeta y dirigiéndose a la puerta.


En algún lugar de Kowloon.

Llevaba bastante rato esperando, escuchando únicamente su propia respiración. No podía creerse cómo la curiosidad por su madre la había llevado allí. ¿Cuál sería la prueba que tenía que superar? Procuraba no pensar demasiado en ello, pero era inevitable hacerlo. Fuera cual fuese el obstáculo a superar, sólo podía confiar en su capacidad de improvisación.

De pronto escuchó dos fuertes golpes en la puerta. No se trataba de Gang, sino de uno de los tipos que la habían encerrado allí.

– Ya está todo listo, ahora te sacamos.  –  Pudo oír antes de que se abriese la puerta.

Fuera, un círculo formado por una veintena de hombres la esperaba. Gang no se encontraba entre ellos, se había acomodado en una pasarela superior, pudiendo ver desde su posición lo que iba a acontecer. Dos de los hombres de Gang soltaron los pies de Dinah y casi arrastras la llevaron dentro del círculo. Poco después, este se abría nuevamente para recibir a otro encapuchado. Este también tenía las manos atadas, y le habían introducido al campo de batalla a empujones.

La aún encapuchada Dinah se encontraba muy desorientada, y empezaba a mentalizarse para un nuevo combate contra Gang; nunca hubiera imaginado lo que le tenían preparado. Comenzaban a desatarle las manos,  cuando el cabecilla empezó a dar instrucciones.

– Una lucha a muerte. Pero no, no será contra mí… – le quitaron la capucha, y vio frente a ella a un tipo encapuchado que temblaba y permanecía cabizbajo. – Nos demostrarás tu lealtad acabando con un entrometido. Pero no te preocupes, no es más que un trabajador del muelle, no tiene ninguna posibilidad, jojojo. – rio Gang y sus hombres le siguieron.

Aquello era de locos. Escuchó atentamente cada palabra, pero aún no podía creer que la prueba fuera matar a un hombre que nada tenía que ver en aquel asunto. No sabía cómo, pero tenía que salir de aquella. Estaba libre, era su oportunidad, pero eran demasiados.

– ¿Dejaremos que Li vea el rostro de su asesino? Quitarle la capucha, quiero ver el miedo en su cara.

Por fin le quitaron el saco de la cabeza a aquel inocente. Los hombres de alrededor no podían creer lo que veían. Li, aquel encargado del muelle que les había intentado chantajear, no tenía la misma cara demacrada de siempre. Dinah también se quedó boquiabierta, pues el inocente al que debía matar no era un hombre, sino una mujer; la mujer que la noche anterior se había colado en el dojo del maestro. Tenía el pelo recogido, y escondía sus curvas bajo aquella ancha ropa, pero estaba claro que era ella.

– ¿Qué broma es está? – gritó Gang poniéndose en pie. – ¿Dónde está Li? ¿Quién es esa?

Sus hombres no sabían qué responder, se miraban unos a otros sin comprender lo que había pasado.

– Puede que os suene mi nombre, quizás me conozcáis como Lady Shiva. – dijo tranquilamente la mujer.

– ¿Lady Shiva? No me hagas reír. ¡Cogedla! – ordenó.

Varios hombres se lanzaron hacia la joven asiática en respuesta a la orden, pero algunos de ellos no se atrevieron ni a arrimarse. La joven separó sus brazos, deshaciéndose de la fingida atadura que sujetaba sus manos, y dio un golpe en la garganta de uno de los esbirros de Gang para librarse de él, y en el mismo movimiento, valiéndose de un giro, golpeaba con la palma de su mano en el pecho de otro de los hombres. ¿Quién era Lady Shiva?

– ¿A qué esperas? – le gritó la mujer a Dinah.

De aquella manera la hizo reaccionar, pues esta se encontraba anonadada observando la escena, y pudo detener a uno de los secuaces, que pretendía sujetarla por detrás. Se dio rápidamente la vuelta, y sujetándole las manos le golpeó en la cara con ellas. “Uno menos” pensó para sí misma, y se vio sumergida en la acción.

Dinah no estaba dispuesta a volverse dejar atrapar, y de dos recios puñetazos se quitó a otros dos tipos de encima. Pronto aparecieron dos más, y pateando el pecho de uno, logró que cayera sobre el otro, librándose enseguida de ambos.

Mientras tanto, Shiva se enfrentaba a  varios esbirros al mismo tiempo, y ninguno conseguía hacerle frente. Una patada baja que hacía desequilibrar a dos contrincantes a la vez, era seguida de dos golpes de sus finas pero fuertes manos en el cuello de dos atacantes, para continuar con el pseudo estrangulamiento de un tercero.

La mayoría de los secuaces de Gang habían sido abatidos, y algunos de ellos trataban de huir.

– ¿Dónde vais? ¡Acabad con ella! – gritaba Gang desde su asiento, al ver el intento de fuga de parte de sus hombres.

– ¡Nadie puede con ella! – respondía uno de ellos – Ha sido entrenada por el mismísimo diablo.

Esta se deshacía de sus contrincantes con una facilidad pasmosa, y la joven rubia no se quedaba atrás. Lucharon juntas, espalda contra espalda, deteniendo a todo el que se atrevía a volverse a poner en pie para atacarlas. Pero cuando Gang apareció en escena, sus lacayos dejaron de atacar.

– Parece que voy a tener que encargarme yo mismo de vosotras. – dijo mientras chasqueaba los nudillos de sus manos. – Así que Lady Shiva… Pensaba que sólo era una leyenda.

Dinah miró entonces a la mujer, que en silencio, no hizo más que mostrar una media sonrisa.

– Podéis empezar cuando queráis. – declaró Gang con chulería, pero Dinah no estaba demasiado de acuerdo.

– Un momento. – dijo al ver a Shiva ponerse en posición de ataque. – Esto es asunto mío. – le dijo y esta volvió a relajarse. – Tú y yo tenemos un asunto pendiente. – se dirigió a Gang esta vez. – ¿Qué hay de mi madre?

– ¿Tu madre? Te mandaré al infierno, y entonces podrás hablarlo con ella.

El hombre se dirigió rápidamente hacia ella y le lanzó un golpe con su gran antebrazo, que Dinah pudo esquivar, pero no pudo hacer lo mismo con el puñetazo que Gang le tenía preparado, y que acabó en su estómago.  Dinah se llevó las manos al vientre, pero esto no duró más que un par de segundos, pues debía contraatacar, y así lo hizo. Se lanzó contra aquel hombre, grande y fuerte como una viga, y agarrándolo de ambos brazos trató de derribarlo. No lo logró, pero estuvo a punto.

Lady Shiva observaba el combate con interés, a la vez que sonreía al ver a aquella chica rubia fallar en sus intentos de vencer a aquel bloque de cemento. Pensaba que ella podría haberle vencido con suma facilidad, pero respetaba que aquella niña quisiera ocuparse ella misma, era una cuestión de honor.

Dinah probó alguna llave de derribo más, pero ninguna resultó, con lo que se centró en debilitar la viga.  Propinó varios golpes en el pecho de Gang con sus manos, y este retrocedió un par de metros, para volver a contraatacar con sus puños. La joven le esquivó sin mucha dificultad, a la vez que aprovechaba su posición para castigarle las piernas con varias patadas bajas. Gang la cogió entonces por ambos brazos, y la levantó en el aire. Dinah trataba de soltarse, y pateaba el estómago de su rival, pero este apretaba con fuerza.

Gang se disponía a agarrar a Dinah por la garganta, y terminar así con ella, pero Shiva ya se encontraba a punto de intervenir. Aun así, esto no fue necesario. La joven rubia comenzó a generar aquella quemazón en su garganta, sabía hacerlo, tenía que hacerlo, y solo entonces dejó salir toda su fuerza.

– SCREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!

Aquel grito resonó en toda la nave, e hizo que Gang soltara a Dinah y la dejara caer al suelo, a la vez que él también caía. Shiva se tapaba los oídos, cuando Dinah corrió hacia ella y la agarró del brazo.

– Tenemos que salir de aquí. ¡Vamos! – le dijo Dinah, pero Shiva no se movía.

– No podemos dejarle así. – le respondió, y se acercó al hombre.

Desde aquella posición, puso su pie sobre el cuello de Gang he hizo presión. Continuó ejerciéndola hasta que escuchó como su cuello se partía, y solo entonces se volvió hacia la rubia.

– ¿Lo has…? – comenzó a preguntar Dinah espantada.

– Tenía un mensaje que enviar.

En esta ocasión fue Lady Shiva quien agarró por el brazo a Dinah y salieron corriendo de allí. Corrieron hasta que se pusieron a salvo, y finalmente se apoyaron en unos árboles a recuperar el aliento. Dinah se reclinó, y apoyada sobre sus rodillas, empezó a hablar.

– Gracias, si no me hubieras ayudado, no sé cómo hubiera salido de allí. ¿Puedo agradecértelo de alguna manera? – al no recibir respuesta, miró a su lado, pero Lady Shiva ya no se encontraba allí.

Dinah se puso en pie y miró a su alrededor, pero nada, no había ni rastro. Se preguntaba de dónde había salido esa mujer y por qué le había ayudado, pero sobre todo, se preguntaba donde había aprendido a luchar de aquella manera.


Kowloon. La noche anterior.

La noche había caído, y todos dormían en el dojo, todos menos el maestro, que a oscuras en su habitación, daba vueltas sin parar. Caminaba de un lado al otro con las manos descansando en su espalda, mientras esperaba su visita. Siempre era puntual, y esta vez no iba a ser distinto.

El maestro levantó la mirada para observar un viejo reloj que colgaba de la pared. Era la hora, y en ese preciso instante, escuchó algunos toquecitos en el marco de su ventana. Miró de forma inmediata comprobando que ahí estaba; tal y como esperaba, ella había llegado a la hora exacta. A pesar del ceñido quipao que vestía, Lady Shiva se encontraba agazapada en la ventana, esperando la respuesta de su anfitrión.

– <Estás aquí.> – fue lo único que dijo el maestro al verla, y esta pasó dentro, poniéndose en pie frente a él.

– <Así es. No sé si he hecho la elección correcta, pero estoy aquí. ¿Para qué me has mandado llamar?>

– <He cometido un error.> – el anciano se echó la mano a la cara, tratando de ocultar su congoja. Lady Shiva se mantuvo en silencio. – <Se trata de Dinah, Dinah Lance.>

Shiva frunció el ceño y se mantuvo en silencio, quería saber más.

– <Mañana haré que se meta en la boca del lobo. No tuve elección, esos hombres vinieron y…> – fue interrumpido.

– <Siempre hay elección. Hazte responsable de tus actos.> – dijo dándose la vuelta.

– <Sandra, por favor.> – dijo agarrándola del brazo, pero esta se zafó rápidamente de él. – <No te pido que lo hagas por mí, te pagaré, lo prometo.>

– <Apenas te llega el dinero para comer y mantener en pie el dojo, no quiero tu dinero.>- dijo dándose nuevamente la vuelta.

– <La chica no tiene la culpa de nada. Es buena, pero son demasiados para ella sola. No es como tú.>

– <Nadie es como yo.>- se quedó pensativa. – <Lo haré, pero no vuelvas a pedirme nada.>

– <Está bien…> – le tendió un papel en el que tenía toda la información necesaria.

– <Entendido.> – dijo una vez leída la nota, y tras hacer una bola con ella la tiró al suelo. – <Quémalo.>

– <Sal por detrás, será mejor que nadie te vea.>

La mujer volvió a convertirse en sombra cuando se adentró en el pasillo. El anciano cogió la bola de papel, la abrió, y con una cerilla comenzó a prenderle fuego.

– Gracias, hija… – murmuró mientras veía el fuego devorar la arrugada hoja.


Habían hablado largo y tendido sobre lo sucedido, los hombres de Gang, el usar a su madre como gancho, las amenazas al maestro… Pero este no le dijo nada sobre quién era Lady Shiva y como había acabado en aquella nave con ella. El maestro se disculpó una y otra vez por haberse dejado presionar por Gang, había temido por la vida de Liam y sus alumnos, y explicó a la joven como no había tenido otra elección. Dinah lo comprendió, y le instó a que no se preocupara por ello. Sin embargo, aún había algo por hablar, algo que Dinah temía preguntar.

Tras todo lo sucedido, había llegado la hora de marcharse. Ni tan siquiera esperó al día siguiente, y de madrugada, se puso a recoger sus cosas mientras pensaba en lo que podía sacar de aquel viaje. Seguía sintiéndose perdida, pero aquel viaje la había marcado. No se trataba del torneo, sintiendo la victoria y la derrota otra vez; ni el secuestro, al sentirse incapacitada e indefensa; ni tan siquiera el volver a usar su grito después de tanto tiempo. Lo que le había hecho cambiar era aquella sensación que recorrió todo su cuerpo cuando se enfrentó a los esbirros y al propio Gang. La adrenalina corriendo por sus venas, el control del miedo, la superioridad del bien sobre el mal.

Terminó de preparar todo, y se dirigió decidida a buscar a su maestro. No quería preguntar aquello, temía la respuesta, pero algo dentro de ella le empujaba a averiguar la verdad

– Maestro… – musitó al encontrarle en una salita. – Tengo algo que preguntarle.

– ¿Estás bien, Siu Jerk Jai? – le preguntó al verla tan decaída.

– Iré al grano. – dijo sentándose frente a él, prefería estar sentada. – ¿Qué tenía que ver mi madre con aquellos tipos? ¿Andaba metida en asuntos turbios?

– No todo es lo que parece, Siu Jerk Jai.

Entonces, Dinah lo vio claro.

– Siu Jerk Jai, pequeña ave… Usted lo sabía. Usted conocía a Black Canary.

El maestro se quedó en silencio y con la ayuda de Dinah se levantó. Se dirigió a un viejo mueble y sacó una caja de un doble fondo secreto. Al volver junto a Dinah, le tendió la caja.

– Ahí tienes parte de la respuesta que buscas. – le dijo, y volvió a sentarse.

Dinah abrió la caja con sumo cuidado, sacando del interior un body de cuero, y unas medias de red.

– ¿Mi madre era…?

– Una justiciera. – afirmó el maestro, y tras una pequeña pausa continuó – Así es como la definiría.

La joven encontró un antifaz, y se quedó mirándolo, repasando cada una de sus formas.

– No puede ser, mi madre era florista, y muy buena. Traía especies de lugares recónditos.

– Lugares donde no sólo acudía a recoger flores. No hay mucho más que yo pueda contarte, pero ten por seguro que tu madre era una buena mujer. Hizo mucho bien.

– Siempre se opuso a que fuera policía, no quería que combatiera el crimen, y resulta que ella… – sus ojos comenzaron a aguarse. – ¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijo?

– Siu Jerk Jai,  cada uno toma sus decisiones. Esas fueron las suyas,  y tú tomarás las tuyas, ambas tratáis de hacerlo lo mejor posible.

Dinah se levantó de repente, y se asomó a la ventana, dando la espalda a su maestro. Aquello le había pillado completamente desprevenida, se sentía confusa, emocionada, decepcionada. Se secó la única lágrima que cayó por su mejilla con el reverso de la mano, y apretó los puños.

– He de irme. – dijo firmemente, volviéndose hacia el anciano.

– ¿Vuelves a casa?

– Vuelvo a casa…


Mientras tanto, en algún lugar de Estados Unidos…

Su ayudante volvía a ajustarse las gafas, esperando temeroso la respuesta de su jefe.

– ¿Qué ha escapado? ¿Cómo es posible? ¿Acaso no eran docenas contra una única mujer?

– Al parecer tuvo ayuda, otra mujer, conocida como Lady Shiva, la socorrió. Ha terminado con Gang.

– A bueno, si eran dos…  ¿Es que nos hemos vuelto locos? –  alzó la voz. – Dos contra ¿Cuántos? ¿20? ¿30?

– En total eran 29 Señor.

– 29 inútiles, por lo que se ve. Llámale.

– ¿Está seguro?

– Claro que lo estoy. Llámale. Hay que poner en marcha el plan B.


Mi nombre es Dinah Laurel Lance y tengo 21 años. Soy la única hija de Larry Lance, excelente detective privado y defensor de lo justo, y Dinah Drake Lance, dedicada florista y apasionada judoca. Ambos dejaron este mundo hace algún tiempo.

Recientemente, he descubierto que mi madre era conocida como Black Canary, y que buscaba justicia bajo un antifaz. Hay muchas cosas que no se de ella, y voy a descubrirlas. Ahora sé lo que quiero hacer, y nadie va a impedírmelo.

Black Canary, esa seré yo… y esta es mi historia.


SHERWOOD FLORIST

Buenas ^_^

¡Por fin ha llegado el desenlace! ¿Qué os ha parecido? Se ha hecho esperar algo más de lo previsto, pero como dicen por ahí… ¡Más vale tarde que nunca! :p

Eso sí, para futuras entregas me he propuesto ir publicando cuando tenga ya los arcos enteros, de manera que no pase tanto tiempo entre capítulo y capítulo.

Y hablando de futuras entregas, como habéis podido ver, dejo algún cabo suelto para futuras tramas. Después de las vacaciones de verano espero poder retomar las aventuras de Black Canary,  esta vez ya instalada en Star City y al cargo de Sherwood Florist.

Espero que os haya gustado este último capítulo y el arco en general. Podéis dejarme vuestras observaciones y opiniones aquí en comentarios. Muchas gracias por vuestros comentarios y lecturas ^^

¡Hasta pronto!

Nahikari.

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5 Responses to Black Canary #3

  1. Pacou Miranda says:

    Buen capitulo de fin de arco. Y genial arco Nahikari. Se nota que lo has trabajado. De este ultimo capitulo me ha gustado el origen del grito, la sorpresa de aparecer Lady Shiva en el momento oportuno y el final emotivo cuando Dinah descubre la verdad sobre su madre. Muy bien llevado todo. A esperar nuevos capitulos de Black Canary. Y esperar que aparezcan más aves de presa en un futuro XD

    • Nahikari says:

      Muchas gracias ^^ Me alegra de que te haya gustado el capítulo y el arco.

      Como decía en la sección de correo, espero ponerme con nuevos capítulos después de vacaciones; respecto a más aves de presa, todo se andará :p

  2. Carlos Fortuny says:

    Muy bueno el cierre, además dejas algunas cosas interesantes abiertas. Algunas no tan concretas, como el simple echo de saber más de Shiva (no me esperaba lo del padre :p), y otras mucho más concretas que supongo que en un futuro nos acompañarán, como lo de los estadounidenses.

    En fin, muchas ganas de más capítulos de Black Canary, creo que tienes un filón en cuanto a trama se refiere con investigar los orígenes de la madre.

    Buen trabajo!!!

    • Nahikari says:

      Muchas gracias!! Me ha costado un poco sacar el arco a delante, pero el ver que gusta me reconforta ^^

      Espero ir dando resolución a todos los cabos sueltos en capítulos próximos :p

  3. Tomás Sendarrubias says:

    Buen arco, Nahikari (y buen número), bastante completito y con mucha fuerza. Seguro que le sacas provecho a la antigua Canario Negro, que seguramente tenga algún enemigo por ahí que esté deseando vengarse de Dinah, y muy ingeniosa la aparición de Shiva.

    A ver qué nos traes en los siguientes arcos.

    🙂

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