Motorista Fantasma #2

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#2 – Resurgir
Por Vinx


Fecha de publicación: Mes 187 – 11/13


Incontables cadáveres flotan en un inesperado lago gestado por la propia sangre de aquellos desgraciados que intentaban, una y mil veces, cruzar aquel yermo desgarrado que les separaba de la redención. Alejado y yaciendo sobre cuerpos condenados, una figura contempla extasiado y agotado tan macabra escena. Cubierto en sangre y con heridas por todo el cuerpo, el superviviente parece jactarse de aquella victoria aplastante. Se alza como si esperase una segunda oleada de diantres, blandiendo la improvisada maza que le confirió la victoria.

Mefisto, contemplativo, camina a pasos cautelosos, observando los cuerpos desparramados y deleitándose de la matanza mientras se dirigía hacía el campeón. De su roñosa capa iban deslizándose pequeñas criaturas que con una voracidad infinita saltaban sobre la carroña. El príncipe de las tinieblas cesa su marcha, imponiendo su presencia al superviviente.

– Todas las noches optas por rasgar carnes y tendones, por volver a sentir la rotura de un hueso y yacer dominado por el dolor hasta la siguiente invasión.

La ausencia de una respuesta incomoda a Mefisto. El campeón deja caer la maza, dando cuenta de los múltiples desgarros repartidos por todo el cuerpo.

– Ganes o pierdas, mates los que mates, sufrirás ese dolor durante el resto de tu condena. Algo que quizás muchos ya preveían… Castigador (1).

– Ahórrate tus engaños y dime qué quieres realmente. – responde con una desgastada voz.

Mefisto rodea al Castigador, observándole y notando como éste hace lo mismo. Alguno de los diantres que deambulan entre los retales de la capa del demonio se acercan hasta el Castigador, en busca de sangre fresca y encontrando una muerte rápida mediante fuertes golpes. El cansancio hace mella en el Castigador, que se reclina, obligado por las heridas recibidas.

– Te falta poder aquí abajo – murmulla Mefisto – Tu guerra la llevabas con todo tipo de armas hechas por el hombre, y cazabas hombres. Aquí abajo todo es distinto… ese fémur al que llamas arma no va a darte siempre la victoria sobre todos esos desgraciados que intentan cruzar el Yermo…

– ¿Vas a regalarme un arma infernal? Ahora es cuando me dices que quieres que me haga cazador de demonios… busca a Blade y te irá mejor…

Mefisto parece cometer una mueca, a modo de sonrisa, pero es tan solo una burda imitación de la ironía humana. Su brazo se alarga hasta agarrar de los jirones de la ropa al Castigador y lo alza hasta tenerlo a su merced. El fuego interno de los ojos del demonio parece arder con más intensidad, revelando una furia interior que parece haber sido despertada por el vigilante.

– Escúchame bien, porque tengo un trato que te puede interesar. Olvídate de resucitar a tu familia, a tus amigos o a todos los tipejos que has matado para que vuelvas a empezar la guerra de cero… tu tiempo como un simple humano vigilante ha terminado… pero una fuerza mayor te ha elegido como su nuevo campeón… y no lo puedo permitir.

Con un rápido movimiento, Mefisto lanza al Castigador contra el suelo. Suenan huesos rotos y crece el dolor y la agonía en la presa del demonio. Los diantres saltan sobre la víctima y clavan sus pequeños y afilados dientes en él, desgarrando jirones de carne en busca de los preciados órganos. El Castigador intenta quitarse de encima a los diantres, usando alguno como arma improvisada para acabar con el resto. Mefisto contempla la lucha, percatándose de la poca energía vital que queda ya en su víctima.

– Al fin y al cabo te estoy haciendo un favor – masculla Mefisto.

El castigador intenta alzarse, pero no puede evitar postrarse nuevamente frente a su enemigo. La sangre abandona su cuerpo a borbotones y ya ni siquiera se ve capaz de acabar con los diantres que no han cesado en su intento de darse un banquete a su costa. Mefisto, frente a él, agarra la cabeza del Castigador mientras decide como acabar con la existencia del justiciero para siempre.

– ¡Suéltale ahora mismo! – Exclama una voz

John Blaze contempla como Mefisto porta la existencia del Castigador en sus manos. Desafiante, señala al demonio con una clara advertencia de la amenaza que corre si intenta llevar a cabo su cometido.

– Tu presencia es bienvenida, Blaze. – Replica Mefisto encarando al Castigador hacía el Motorista Fantasma – Aquí está el candidato del que te hablé (2).

– El mismo que pretendías erradicar, por lo que veo.

– Solamente probaba su límite. Tiene mucho que afrontar en su nueva ruta.

– Suéltale Mefisto.

El demonio deja caer al Castigador al suelo, que vuelve a resentirse de sus heridas. Aún con ello, lucha por alzarse para intentar estar alerta ante cualquier amenaza. La sangre corre a borbotones por su cuerpo y apenas es capaz de mantener una visión clara de lo que sucede. Tambalea su cuerpo pero consigue quedar en pie, agarrando un trozo de hueso como arma.

– Aún a punto de morir, muestra el valor de un luchador…

– La locura de alguien que no tiene nada que perder – masculla Blaze acercándose a ambos – No creo que sea un candidato conveniente.

– ¿Saldrás entonces a cabalgar de nuevo el asfalto de los humanos? tus entrañas te gritan la verdad. Se ha de frenar las intenciones del retoño Montesí.

Blaze se coloca junto a Frank. Éste no es capaz de reconocer a un esporádico aliado del pasado, y blande el hueso de manera amenazante, quizás intentando no volver a recibir más golpes. Manteniendo una distancia prudente, resopla observando el lamentable espectáculo de un cuerpo dañado y moribundo, y parece notar como Mefisto esboza muecas de agrado ante el Castigador.

– Lo veo capaz de cruzar el Yermo, de tener una oportunidad de redimirse… ¿Por qué sigue aquí? ¿Ha sido tu mano, Mefisto?

– No hizo falta. Castle es un alma atormentada y solo existe para generar violencia. Muchas han sido las ocasiones que ha tenido de cruzar el velo, pero siempre ha preferido luchar, frenar las avanzadillas de desgraciados que pretenden probar suerte y cruzar el Yermo…

– No me gusta – murmura Blaze – No me gusta.

Mefisto se acerca al Castigador y de un golpe lo desarma y lo tira al suelo. Blaze se alarma por la jugada y frena un segundo golpe del Demonio contra el Castigador. Del suelo brotan cadenas de metal que agarran a Mefisto, paralizándolo y evitando que continúe su violento castigo.

– Es suficiente – Advierte Blaze – Déjale en paz.

– Es entonces un candidato apto… en caso contrario no entiendo esa repentina necesidad de protección.

– Dejaremos que el propio espíritu de la venganza decida…

Blaze se acerca al Castigador, que vencido por las heridas y el agotamiento descansa sobre el suelo. Extiende el brazo y un leve fulgor da paso a un torrente de llamas que envuelven por completo el cuerpo del Castigador. Durante cada enfrentamiento en el Yermo jamás se escuchó un grito proveniente de su alma, pero ahora su grito inunda aquel desamparado lugar, impregnando su agonía en el propio señor del Infierno.


Rio Hudson. New York

Entre las sombras, dos mendigos permanecen sentados sobre un montón de cajas de plástico, compartiendo unas cuantas botellas de vino y algunas galletas saladas. Uno de ellos mantiene una improvisada caña de pescar sobre el río, pretendiendo conseguir algo para llevarse a la boca. El compañero no parece estar conforme a la idea y mantiene una burla constante hacía el pescador. Éste grita repentinamente, al ver una luz en el fondo del río. El resplandor se hace cada vez más grande y el agua comienza a hervir hasta que en una explosión de vapor una figura sale disparada del interior del río, montada en una bizarra motocicleta.

Ante los dos mendigos, aterrados por aquella visión, el Espíritu de la Venganza contempla la ciudad que nunca duerme. El vehículo, hecho de metal y hueso, ronronea una diabólica sintonía mientras exhala fuego desde su interior. Las ruedas producen extraños y místicos dibujos con el fuego que no deja de danzar en su interior. Sin bajar de la motocicleta, contempla su imagen en una gran placa de metal. Mantiene su rostro marchito, maltratado por las interminables batallas del yermo. Las llamas no han consumido su carne como en anteriores posesiones. Observa su mano derecha, enguantada en un oscuro cuero remachado con huesos y acero, que aprieta con tanta fuerza que parece sentir dolor. Un dolor que se extiende en todo su cuerpo y que no parece tener un final.

Con fuerza, empuña la motocicleta y deja que el rugido del motor conquiste aquel paraje. El fuego crece sin límites, rodeando al vengador hasta que el propio jinete libera la furia de su vehículo, y con una gran explosión abandona aquel lugar dejando atrás un surco de llamas. Los dos espectadores, abrazados tras unos cartones, suspiran al saber que vivirán un día más.

Con una precisión asombrosa, el motorista salta a la autopista colándose entre el fluído tráfico nocturno. Las llamas marcan la inexistente ruta y como resultado los otros vehículos frenan o colisionan entre si. El jinete de la venganza vuelve a cabalgar por la tierra de los hombres.


Epílogo

El Yermo…

Mefisto contempla los cadáveres esparcidos a su alrededor. Los diantres y otras pequeñas criaturas recopilan partes que mastican a la vez que cosen con alambres de espino. De cada trozo obtienen una parte para formar aquel dantesco cuerpo, objeto de la atención del demonio. La cabeza, procedente de la unión de dos cráneos destrozados, es la última pieza en ser colocada sobre aquel frankenstein. Es entonces cuando Mefisto recita un singular cántico que termina con los gritos agónicos de todos los demonios menores que estaban alrededor.

El cuerpo creado se convulsiona, la sangre podrida sale lanzada del interior de los putrefactos trozos de aquella creación como un volcán en lava, pero finalmente el movimiento invade al cadáver que se alza frente a su creador.

– No es la mejor de mis creaciones, pero podrás perfeccionarte a medida que consigas todo lo que he de ordenarte…

– uhhhhhh – gime el renacido.

– No te he dado el don de la palabra… quizás merezca la pena averiguar que tienes que decirme.

– Castigador…. – repite varias veces la criatura tras serle concedido el habla.

– Sirveme, y tu venganza se verá cumplida, Puzzle.

Continuará.


1.- Frank Castle, Castigador, murió durante el desenlace de las Guerras Infernales en Marveltopia.

2.- Número anterior.

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One Response to Motorista Fantasma #2

  1. MarvelTopia says:

    El pobre Frank, por ahí en llamas… y el final… interesante!!

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