Superhumanos #23

superhumanos23

Por Ibaita


Fecha de publicación: Mes 190 – 2/14


VOLUMEN III: GUERRA DE BANDAS

Número 42: El cirujano II de II

El Castigador comenzó a desvestirse mientras Harrow preparaba unos compuestos.

-Feo asunto eso del pecho-dijo Harrow señalando la enorme cicatriz-. No te debió de rozar la columna por poco, ¿no?

-Estuve tres meses en coma y unas semanas de rehabilitación. Pero ahora todo va bien.

-Parece que has tenido un año muy movidito.

-Me he dado más ostias con superhumanos que en toda mi vida antes…

Castle se tumbó sobre la camilla y el cirujano comenzó a disponer algunos aparatos alrededor. Harrow parecía tener la curiosa habilidad de hacer hablar al superhumano, cosa no muy frecuente en él; o quizá, más probable, fuera simplemente una estretegia del Castigador para mitigar el nerviosismo que le producían las agujas.

-Supongo que lo de Kingpin no es cosa tuya, ¿no? No parece tu estilo…

-No lo es, no. Me acabo de enterar al llegar aquí… pero viendo cómo funcionan las cárceles, no tardará nada en estar en la calle otra vez.

-No sé, parece que esta vez el gordo ha caído con todo el equipo.

-Es muy poderoso…

Harrow puso un gotero a Castle mientras continuaba haciendo preparativos.

-Nunca me has contado cómo fallaste cuando intentaste cargártelo. Iba todo bien, ¿no?

-Sí… todo bien… fue el abogado. Ese jodido abogado.

-He oído hablar de él. ¿Matt Murdock? ¿Qué pasa?

-Me desarmó, me golpeó y me tiró por la ventana. Estuvo a punto de matarme; es la vez que más cerca he estado después de lo del año pasado.

-¿Qué? Joder…

-Es superhumano, estoy seguro. Ese cabrón finge ser ciego, pero no lo es. Combatía perfectamente. Claro que entonces yo no tenía superpoderes… tal vez ahora podría derrotarle, pero últimamente busco objetivos más altos.

-Entiendo-Harrow introdujo un suero en el cuerpo del Castigador-. ¿Sabes? Si patentara esta cosa me haría rico. Aunque no la haya creado yo.

-No te conviene, Harrow. Si no tienes material suficiente para crear más que unos mililitros al año, ¿de qué te serviría que lo tuvieran otros?

-Lo sé. Sólo bromeaba… bueno, ya está. Ya tienes superpoderes durante otro año más.

El Castigador se levantó y le tendió un fajo de billetes.

-Para estar más ocupado, has tenido mucho tiempo para conseguir dinero.

-De la sacristía de un falso sacerdote. Además de violar a niños, tenía la costumbre de teleportarse al interior de tiendas sin seguridad y vaciar la caja registradora. Es un milagro que SHIELD no le pillara antes que nosotros.

-Bueno. Hasta el año que viene, entonces. Gracias por no matarme y eso…

-No sueltes a demasiados cabrones con superpoderes por el mundo y me seguirá compensando… de momento.

-Tranquilo, no lo haré. Sólo alguno de vez en cuando. Hasta otra…


En las cuevas del Hudson, una pequeña galería de cavernas húmedas y estrechas, una silueta colgaba del techo sobre unos hombres fuertemente armados.

El Búho tenía el torso vendado. Estaba herido, pero se recuperaría. Y entonces, se vengaría.

Las estancias estaban hábilmente improvisadas como base, conectadas unas a otras por un laberinto de pasadizo. Mesas, armarios con armas, colchones y bombillas estaban dispuestos hábilmente a lo largo de todo el recorrido, formando pequeñas habitaciones. Algunas grietas y agujeros que daban al mar hacían las veces de retretes.

El Búho meditaba, y no era ingenuo. Era muy astuto. Sabía perfectamente quién le había disparado y por qué; la guerra estaba declarada, pues. Si jugaba bien sus cartas, aún podría convertirse en el criminal más poderoso de la Costa Este. Probablemente todos los demás estaban cayendo en aquellos momentos, si es que no habían caído ya. Sólo tenía que jugar bien sus cartas…

Unos disparos lejanos le sacaron de su ensimismamiento. El eco los potenciaba mucho a lo largo de toda la galería.

A varios metros de distancia, Fancy Dan sacó otra pequeña granada de gas y la tiró hacia delante, cubriendo así a los hombres a los que comandaba. Éstos abrieron fuego de nuevo mientras pasaban a la habitación contigua, eliminando rápida y eficazmente a los hombres del Búho. Sin embargo, el factor sorpresa se estaba perdiendo. El auténtico combate había empezado.

Un pequeño grupo de hombres del Búho avanzó por un túnel adyacente, sorprendiéndoles por la retaguardia. No obstante, el gas le seguía cubriendo, y fallaron la mayoría de disparos. El hombre de Kingpin al que apodaban el Cañonero reaccionó rápido y abrió fuego contra ellos con su escopeta recortada, casi a quemarropa. Había también un mercenario contratado para la ocasión, apodado Bala, que con excelente puntería pudo acabar con el resto de hombres del Búho.

El pequeño grupo de hombres de Kingpin fue avanzando, despejando sala tras sala y sin mayores problemas. Las balas se acababan, pero en los armarios dispuestos por los pasadizos había más; y rifles realmente buenos. En alguna ocasión, los hombres del Búho consiguieron atrincherarse realmente bien, pero Fancy Dan solucionó el problema con una granada de mano. Eso sólo supuso un inconveniente en una ocasión, cuando la granada produjo un derrumbamiento que bloqueó el camino, pero pudieron seguir por otro lado.

Finalmente, llegaron al final de los pasadizos. La banda de Búho era reducida. El Cañonero fue el primero en entrar, despejando el camino para después intentar cubrirse tras una roca. Sin embargo, no tuvo éxito, porque los hombres del Búho estaban bien repartidos y uno se encontraba en un ángulo desde el cual pudo dispararle. El Cañonero murió acribillado.

Su muerte no fue en vano; había conseguido abrir paso. Bala y algunos otros hombres de Kingpin irrumpieron en la estancia disparando contra los hombres del Búho. Éste rugió de rabia y saltó desde su percha en un movimiento increíblemente veloz para un hombre de su edad; armado con unas cuchillas retráctiles, atacó a Fancy Dan, haciendo tres terribles cortes en su cara y derribándole.

Los hombres de Kingpin le apuntaron, pero el Búho fue lo bastante rápido como para agarrar a uno y sujetarle como escudo humano. Mientras, continuaba el tiroteo entre el resto de hombres y los suyos, que iban mermando rápidamente.

Cuando apenas quedaban dos, y ya heridos, una silueta entró por una grieta, aferrándose al techo.

-Qué cojones es eso…-susurró Bala, desviando su atención del tiroteo y apuntando a la silueta.

Entonces, Toxina saltó desde el techo, cayendo sobre él y dejándole inconsciente con un fuerte golpe. Los demás le apuntaron con sus armas, pero fue demasiado rápido; les derribó a todos con golpes muy certeros. Después acabó también con los hombres del Búho. Todo transcurrió en apenas unos segundos; ni siquiera se podía considerar una pelea.

-Me ha costado encontrarte-susurró.

El Búho retrocedió, preparándose para atacar, aunque sin la menor posibilidad de victoria.

-¿Quién… qué eres?

-Soy policía. Es todo lo que necesitas saber.

-Pues no tienes ni una sola prueba contra mí.

Toxina dio un paso hacia él y el Búho retrocedió otro.

-Tienes razón-dijo tras un corto silencio-. Me llevo a algunos de estos. A ti más te vale esconderte mejor antes de que te maten… y no quiero volver a saber de ti.

Toxina cogió una cuerda, ató a Fancy Dan, Bala, y otros dos hombres y, sin mayor problema, se los echó a la espalda y desapareció en las sombras.


Número 43: Arreglos

Eddie Brock se encontraba en su apartamento, pensando en cómo racionar la comida: eso es lo malo de los pisos de soltero. Mayormente, el problema de Brock es que no se atrevía a salir a por más comida, por la sencilla razón de que querían matarle.

Arroz quedaba bastante. Tal vez podría aguantar 4 días comiendo arroz, porque había comprado varios paquetes para aprovechar una oferta, pero sonaba bastante mal. Tal vez aquel día en lugar de comer un plato normal debía comer toda la fruta, porque de todos modos se pudriría. O quizá mejor reservar una manzana, aunque fuera…

Ruidos. Brock afinó el oído. Llevaba toda la noche y la mañana paranoico, preocupándose por todo, incapaz de conciliar el sueño ni de descansar a gusto. Ser periodista es un trabajo que te expone a críticas e incluso a insultos, pero era la primera vez que trataban de matarle.

De nuevo, un crujido. Brock se concentró, pero sólo había silencio una vez más. ¿Debía llamar a la policía? Tal vez si les explicaba la situación… pero también tendría que contarles que había robado una pistola a uno de los hombres de Kingpin. El periodista la sostuvo en su mano. Podía sentir su peso, pero, ¿se atrevería a usarla si lo necesitara?

Otro crujido y la puerta cedió. Brock apenas tuvo tiempo de girarse y ver a un hombre con la cara tapada empuñando una pistola y levantándola hacia él. Sus manos actuaron mecánicamente; se giró, arma en mano, y sus dedos se tensaron sobre el gatillo, disparando una sola vez.

El hombre cayó hacia atrás, con un agujero en el pecho, y quedó tendido en el suelo, borboteando sangre que empezó a teñir la capucha que le cubría la cara.


Murdock recibió la llamada en aquel momento. Había llegado. Por fin. Hizo una pregunta y confirmó lo que sospechaba. Después asintió y colgó.

Lentamente, se levantó del sofá en el que había pasado la noche y se estiró. Durante unos dos minutos, estuvo flexionando todos sus músculos hasta asegurarse de que estaban en forma. Después, pasó a la habitación contigua.

-¿Ha habido noticias?-preguntó al Arreglador. Éste no había dormido en toda la noche, pero era demasiado inexpresivo como para mostrar cansancio. Sostenía un café en sus manos.

-Montana y Praed han cumplido-respondió éste-. Toda la droga está asegurada; al menos tendremos ingresos, eso seguro.

-Bien.

-Murdock… ¿Puedo saber en qué estás pensando?

-No sé si te entiendo.

-No has tocado un solo libro, y te estás volcando en todas estas operaciones. No quiero despreciar tu ayuda, pero… tú eres el abogado, y yo el segundo del señor Fisk. La operación del camión, la de eliminar a la competencia, la de la venganza… debería haberme ocupado yo de todas, aunque tu ayuda, ciertamente, ha sido inestimable. En cambio, tú deberías estar haciendo lo posible por sacar al sr. Fisk de la cárcel. No quiero acusarte de nada, pero…

-Quieres mi respuesta sincera, ¿no es así?

-Sí.

-Calculo en torno a un 20-25 % de posibilidades de sacar a Kingpin de la cárcel. Está bien jodido, es un caso tan difícil que incluso podríamos tener problemas para comprar al juez. Si la venganza es realizada con la máxima precisión y podemos asegurarnos que provocamos el terror necesario, podríamos subir hasta un 35 %. El juez pasará miedo. Por supuesto, también quiero asegurarme de que los preparativos para continuar con la organización aún en el caso de que Kingpin caiga se cumplen bien. Cabeza de Martillo está por algún lugar; le necesitamos muerto. Ocúpate tú, yo subiré a mi otro despacho. Tengo cosas que hacer.

El Arreglador frunció el ceño y dio otro sorbo a su café. Sabía lo que significaba «su otro despacho»: era la habitación donde Murdock recibía a carísimas prostitutas. Ni mucho menos iba a trabajar. Pero él tenía que concentrarse: efectivamente, aún había que atrapar a Cabeza de Martillo.

Murdock, por su parte, se dirigió hasta el ascensor, tanteando con el bastón. Se subió y continuó estirando un poco más los músculos. Estaba preparado para la acción.

Caminó hasta la habitación y abrió la puerta; allí le esperaba. Murdock pudo sentir el olor de su perfume, el de su cabello y el de su sudor; los sonidos rebotando contra su esbelto cuerpo de tal forma que podía intuir una silueta femenina, delicada pero atlética. Oía los latidos regulares de su corazón, su respiración, y el sonido de un camisón de franela subiendo y bajando con ella.

-Hola, Elektra.

-Buenos días, señor Murdock. ¿Mucho trabajo?

-Sí, me temo que sí. Demasiado.

Elektra asintió mientras Murdock se quitaba la chaqueta, y a continuación, la camisa. No se quitó más ropa y se recostó junto a ella.

-¿Y tú?-preguntó.

-Algo. Desde que ese tal Killgrave desapareció del mapa hay más clientes para nosotras.

-Espero que no estés demasiado cansada…

-No, no lo estoy-dijo Elektra sonriendo.

-Empecemos, entonces.

Murdock se quitó las gafas y la abrazó, rodeando su cuerpo entre sus brazos. Ella hundió su nariz bajo su barbilla y comenzó a besarle el cuello, lentamente. El abogado le acarició el pelo, dejando escurrir sus mechones entre sus dedos.

-Déjame que te imagine una vez más… Recuérdame tus ojos…

-Son castaños…

-Sí… el pelo…

-Pelirroja. Soy pelirroja.

-¿De verdad? Acabo de llamar a tu agencia y me han dicho que eras morena…

Rápidamente, Murdock estrechó sus manos en torno a la garganta de Elektra, estrangulándola. Ésta comenzó a emitir sonidos de queja, pero no podía respirar. Los segundos fueron pasando lentos hasta que, con una extraordinaria flexibilidad, Elektra pudo semiincorporarse y alzar la rodilla lo bastante rápido como para golpear a Murdock en la nariz y hacer que soltara su presa. A continuación, la prostituta saltó de la cama hacia atrás, dando una voltereta y aterrizando con sus pies desnudos sobre la alfombra de piel.

-Mientes muy bien, puta-gruñó Murdock limpiándose la sangre que le resbalaba por la cara-. Ni un latido alterado. ¿Quién te ha enseñado?

-No es asunto tuyo.

-No, no lo es.

Murdock se adelantó y dio una patada frontal, haciendo retroceder a Elektra. Después intentó darle un puñetazo en el rostro, pero falló; no obstante, se giró y pudo golpearla con el dorso de la mano, haciéndola sangrar del labio y derribándola. Murdock sintió el olor de su sangre mezclado con el del sudor, y el sonido que hacía su cuerpo semidesnudo rozando el camisón y cayendo sobre la alfombra. Podía percibir cada gota de sudor sobre el contorno de sus curvas…

-¿Te pone golpear chicas semidesnudas, Murdock?

Desde el suelo, Elektra lanzó una patada, acertando con su pie descalzo en la erección del abogado. Éste se dobló de dolor y cayó al suelo profiriendo un grito.

-Volveremos a vernos-susurró la prostituta y ladrona del camión, saliendo de la habitación.


De: Gabe Jones
Para: María Hill

Buenas noticias. ¿Recuerdas aquella historia que me contaste sobre un chaval con superpoderes al que educaste en SHIELD, en los proyectos más secretos, el Agente Cifra? Yo apenas la recordaba. No me contaste mucho sobre el chaval, sólo que era el mejor hacker del mundo y que en determinado momento os traicionó y desapareció sin dejar rastro.

Pues bien, llevaba unos días intentando adivinar de qué me sonaba uno de los cadáveres que hemos desenterrado en Genosha cuando lo he recordado. El chico, Doug Ramsey, es tu Cifra. Está muerto y bien muerto.

No sólo eso, hemos encontrado documentos suyos. Tiene datos dirigidos a un tal Sin Banderas; creemos que es uno de los terroristas que se enfrentaron a los Vengadores. Esto puede explicar por qué Sin Banderas sabía muchas cosas que no debería saber, como la ruta del barco y de los Centinelas que atacaron Genosha; probablemente Ramsey seguía teniendo acceso a muchas bases de SHIELD.

Aún más, el chico había pirateado la mayor parte de satélites de Google o de diversos gobiernos; pero no pudo con los de SHIELD. Esto, sin embargo, podría explicar que nadie haya encontrado la Tierra Salvaje hasta hace unos meses.

Seguiré informándote.


CORREO: BASE DE LOS VENGADORES

Aparte de que queda poco para acabar el volumen, nada que destacar. Bueno, sí, que lamento que se me haya pasado el mes, últimamente tengo una inconstancia que a saber a qué viene… y es justo lo que le faltaba a una serie que precisamente se caracteriza por tener tropecientos mil personajes, vaya. Que alguien le diga algo a mi cabeza, por favor.

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One Response to Superhumanos #23

  1. MarvelTopia says:

    Ese Murdock, ese Frank… ¡como molan!
    Por cierto, el final duele 😀

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