Marvel Kid vol. 2 #2

marvelkid02Joss Ryan era un chico normal, hasta que un día sus poderes mutantes salieron a la luz. Ahora se enfrenta a un mundo para el que no está preparado bajo el nombre de Marvel Kid.

Vol. 2 #2 – Ajustándose a los cambios
Por Carlos Correia


Fecha de publicación: Mes 166 – 2/12


Nota: esta serie transcurre antes de las Guerras Infernales


La universidad es como el instituto… bueno, no exactamente. La verdad es que hay mucha más libertad en todos los sentidos. Y no sólo porque no viva con mis padres… en las clases, en los horarios… todo es más… no sé, como informal.

Pero a lo que me refería es a que, como en el insti, la gente se divide en clases. Están los pijos, los deportistas, las animadoras… Pensé que, quizás, aquí la gente se integraría más, pero ya veo que no.

Yo, a lo mío. No me meto en líos, intento decidir qué es lo que realmente me gusta… me he matriculado en un poco de todo, no lo tengo muy claro… me gusta la informática, pero también las ciencias… no sé qué hacer, por suerte aun puedo esperar a decidir en qué me gradúo…

Y con Alyssa… genial. La convivencia es entretenida, aunque la verdad es que prácticamente sólo coincidimos por las noches. Entre el trabajo y las clases, estamos todo el día fuera. Sólo aprovechamos los fines de semana para estar juntos.

Ahora me toca turno de cafetería… trabajo en un Starbucks, cerca de Rodeo Drive, pero fuera de la zona turística. No hay mucho jaleo, los clientes habituales, de los edificios de oficinas cercanos. Son turnos tranquilos, bueno, excepto algún intento de atraco, como el que consiguió abortar el mes pasado.

Mi compañera se llama Miki. Es unos años mayor que yo. Es simpática, y me ayuda bastante. También estudia en la UCLA, periodismo e interpretación… todo el mundo en esta ciudad está obsesionado con el cine.

«¿Cómo lo lleva, Joss?», me pregunta, viendo que estoy enfrascado en la lectura de un libro de Estadística.

«La estadística es un coñazo», le respondo. «Tengo que entregar un trabajo para el lunes, así que intento adelantar un poco el trabajo.»

«Haces bien, aprovecha hasta que venga el arreón de las cinco», dice con una sonrisa. «Voy un rato dentro, si me necesitas avisa.»

«Ok, ya te digo.»

Me enfrasco en la lectura del libro. Odio la estadística… es aburrida. Me gusta más programar. Me voy decantando por la informática a medida que pasan las semanas.

Alguien entra. Levanto la vista, y veo dos caras conocidas. Paul Deer y Jamie Matthews. Junto con Aly, venimos todos de Santa Ana. No sé cómo consiguieron plaza en UCLA, con su expediente… además, son los fans número uno (o únicos) de Marvel Kid, mi alter ego.

«¡Ey, Joss!», grita Paul, abalanzándose sobre el mostrador. «¡Adivina!»

«¿Qué pasa, Paul? ¿Has vuelto a encontrar otro gremlin en el barrio chino, como el que destrozó el insti el año pasado?»

«No, no… sigo buscando, pero no doy con el viejo que me lo vendió… parece que se haya evaporado.»

«Je, je. Evaporado… como un gremlin al sol», ríe Jamie, con síntomas de ir un poco fumado.

«Es mucho mejor. ¡Muchísimo mejor!», contesta Paul, elevando la voz, visiblemente nervioso. «Mira», dice, tendiéndome el iPad que lleva.

Abro la funda para activar la tableta, y el navegador de internet se muestra en pantalla. La web de la página de cotilleos TMZ está abierta. En grande, un titular destacado, que hace que lo suelte, nervioso, sobre el mostrador.

«SUPERHÉROE DESENMASCARADO»
«UNA WEBCAM PILLA A MARVEL KID CAMBIÁNDOSE»
«ESTA NOCHE DESVELAMOS LAS IMÁGENES»
«100.000$ A QUIEN NOS DÉ SU NOMBRE»

Estoy nervioso. Se ve una foto de hace unos días, en el callejón de aquí al lado, cambiándome. No se me ve la cara, aun llevo la máscara puesta. Pero según dicen hay más fotos…

«¡¡Es aquí al lado!!», grita, eufórico, Paul. «Tiene que vivir cerca de aquí… ¡seguro que es cliente de la cafetería! ¡Seguro que lo hemos visto más de una vez!», dice, cada vez más eufórico.

«Jeje, sí… hasta podría ser uno de nosotros», ríe Jamie.

«¡No seas tonto, Jamie!», le riñe Paul. «Ninguno de nosotros podría ser tan excelso como Marvel Kid… no te ofendas, Joss.»

«No me ofendo», contesto como puedo, forzando una sonrisa. «¿Qué vais a hacer?»

«Está claro», afirma Paul, mientras se sienta en una de las mesas. «Vamos a esperar aquí a que aparezca.»

Y mi turno no acaba en cuatro horas… ¿cómo salgo de ésta?


Le digo a Miki que salga un rato, y me meto en la trastienda. Llamo a Aly, pero no me lo coge. Por la hora, debe estar en clase. Le mando un whatsapp para que me llame lo antes posible.

¿Qué más puedo hacer? Voy a llamar a Júbilo, a la Academia de Massachussetts, a ver si se le ocurre algo.

«¡Hola, Joss!», grita al otro lado de la línea la joven mutante. «¿Qué tal la vida universitaria?»

Le cuento la situación en unas breves frases.

«Joder, tío, seguro que a Spider-Man no le pasan estas cosas… ¿Has intentado hablar con TMZ?»

«Que va, estoy trabajando, no salgo hasta las siete. Y para entonces ya sería tarde», le contesto.

«¡Pues ponte malo! Intenta averiguar quién grabó el video. La cámara estará cerca de ahí, ¿no? Yo voy a ver si a Cassidy o a Frost se les ocurre algo. Si no… tendrás que venirte aquí con nosotros.»

«Gracias, Jubes. No sé si servirá para algo, pero ahora mismo siento que mi vida va a un callejón sin salida.»

«Bah, tío, hay cosas peores. Además, tienes a Aly, y, sobre todo, me tienes a mí. Cuando estaba en la Patrulla, una vez…»

«¡Tranquila, Jubes, que te embalas!», digo, conteniéndome la risa. «Gracias, Júbilo.»

«Te llamo en un rato, Joss.»

Cuelgo, y me quedo a solas con mis pensamientos. No sé qué hacer. Me invento una excusa, y dejo a Miki sola. Salgo por detrás, para no tener que ver a Paul y Jamie. Lo que no sé es cómo cambiarme ahora. No puedo salir del local ya disfrazado, y ahora tiene que haber montones de cámaras por la zona. Decido irme a casa, y pensar. Cojo un autobús que me lleve. Ya no estoy acostumbrado, últimamente venía siempre volando.

Media hora después, entro en casa. Enciendo el portátil, e intento averiguar, google maps mediante, dónde está la cámara.

Localizo su ubicación. Está en la ventana de un edificio de cuatro plantas frente a la cafetería, a unos cien metros. Ya tengo a mi mirón.

Antes de irme, intento localizar nuevamente a Aly. Sigue sin cogerme el teléfono. Entonces recuerdo que hoy tenía prácticas de campo y no llegaría hasta la noche. Me encantaría poder hablar de todo esto con ella, pero no va a ser posible.

Salgo con cuidado, ya me han pillado una vez y tampoco es cuestión repetir la jugada. Vuelo en dirección a la cafetería, pero a mitad de camino me suena el móvil. Por suerte, ya controlo lo suficiente el vuelo como para flotar en el aire, así que descuelgo.

«Joss, soy Sean Cassidy», dice al otro lado de la línea. «Júbilo me ha contado tu problema.»

«Hola, señor Cassidy. Voy en dirección a la casa desde la que se grabó el vídeo, a ver si localizo al que vendió las imágenes.»

«Bien, nuestros abogados de LL&L han conseguido una orden de un juez para que TMZ paralice la emisión de la noticia. De momento estás a salvo por ese lado. Pero tienes que conseguir la grabación. Nada impide al dueño de la webcam colgarlas directamente o venderlas a un nuevo postor.»

«Gracias, señor», respondo, aliviado. «Es una grandísima noticia. Espero tener suerte ahora.»

«Estamos intentando conseguir un teleportador para ir a echarte una mano», responde. «Si lo conseguimos, iremos a ayudarte.»

Vuelvo a agradecerle la ayuda, y le doy la dirección de la webcam. Estoy llegando, ya veo el edificio.

Estoy muy nervioso. Gracias a Generación-X no me tengo que preocupar por TMZ, pero queda el cámara.

Floto junto a la ventana. La webcam sigue aquí. La ventana está entreabierta. Llamo, pero nadie responde. Dentro está oscuro. Entro. ¿Será allanamiento de morada?

«Hola, ¿hay alguien?»

Nadie contesta.

«Vengo a hablar, no quiero problemas.»

Reviso la casa. Está vacía. Sólo tiene una habitación y el baño. Hay una barra americana que delimita el espacio de la cocina con el del salón, y un pequeño dormitorio.

La webcam está conectada a un ordenador, encendido. Hay una nota doblada sobre el teclado. Pone «Para MK». Quienquiera que puso la cámara, sabía que vendría.

Abro el papel. Hay sólo dos palabras: «te pillé», y un beso de unos labios pintados de rojo.

CONTINUARÁ

KIDMAIL!

¡Seguro que ya ni os acordabais de esta serie! Pero en mi nueva faceta de «chico responsable que intenta escribir un número al mes» he decidido que es hora de recuperarla… y concluirla.

Paso a responder los comentarios del número anterior (allá por… 2005, jejeje)

José Cano comentaba: «Otro mini-número para ir cumpliendo. Je, hay que ver lo bien que se te da el tono «Dawson». La parte en primera persona sirve para llenar el hueco entre el final del volumen anterior y el comienzo de ésta. Bueno, ¿no va a ser redundante tener dos series en la UCLA? ¿O piensas unir a Joss a los Nuevos Mutantes? Jeje… Por cierto, ¿dónde está ese nuevo personaje que nos prometiste a XuM y a mí que ibas a sacar? ¿Y por qué todas las chicas asiáticas se llaman Miki??»

Mmm… no recuerdo qué personaje os prometí, pero si tenía ínfulas de Doctor, de momento está apartado, jeje…

La serie de los Nuevos Mutantes está en stand-by hasta que acabe las series que tengo abiertas (ésta, LL&L y Mundo Encadenado), luego, sí, quizás haya algún motivo para que estén todos en la Costa Oeste… Buffy Summers incluida.

Carla decía: «bueno, ¿pero donde están las escenas de sexo? ¿Lo han hecho o no? no me seas puritano jejeje. Por fin ha vuelto Marvel Kid! ¡Lo echábamos de menos!»

¡Gracias! ¿Sexo? Eso es para mayores, y los dos tenemos niños pequeños, así que olvídate, jeje…

Pues nada, antes de lo que pensáis (antes de siete años seguro) la continuación.

¡Nos leemos!

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