Daredevil #4

daredevil04De niño, el hijo de Jack Batallador Murdock quedó ciego a causa de un trágico accidente. Ahora, cuando el sistema legal no resulta suficiente, el abogado Matt Murdock adopta su identidad secreta y se convierte en… Daredevil

#4 – En la cuerda floja
Por Moisés Hassan
Portada de Jesús Romo


Fecha de publicación: Mes 192 – 4/14


Hace  dieciocho años

Es una de las noches más frías del año, y Matt Murdock camina sobre el borde de una azotea manteniendo su equilibrio mientras sujeta un palo entre los dos hombros con dos cubos de agua, vestido únicamente con un pantalón vaquero. Matt tiembla. Una gota del cubo cae en el suelo.

– ¡Mal! – grita Stick golpeando al joven con su vara en su brazo izquierdo.

El golpe provoca la pérdida de equilibrio de Matt que se balancea hacia la calle dejando caer uno de los cubos al suelo. Oye en la distancia como el cubo cae en la acera y se hace por fin consciente del peligro que supone caer. Stick ignora el peligro. Vuelve a sacudir a Matt, esta vez en la pierna, dejándole caer.

Matt teme la caída, piensa que va a volver al hospital, pero no está dispuesto a ello, se esfuerza y percibe la cuerda de tender la ropa de la señora Everett, que vive en el sexto piso y aunque no cree que pueda aguantar su peso, al menos podrá amortiguar la caída. Tiende su mano hasta alcanzar la cuerda que sujeta fuertemente, desde el sexto, baja hasta el cuarto cuando la cuerda se rompe.

Vuelve a caer y esta vez no consigue frenarlo.

– Hoy has aprendido algo. Pero esto  no ha hecho más que empezar – dice Stick.


Hoy

Es una de las noches más frías del año, y Joshua Fukuda camina sobre el borde de una azotea manteniendo el equilibrio mientras sujeta un palo entre sus dos hombros con dos cubos de agua, vestido con un chándal negro y una venda en los ojos del mismo color. Josh tiembla. Una gota del cubo cae en el suelo.

– Tranquilo – dice Matt vestido como Daredevil – Respira.

Josh se relaja al ver que su maestro no se ha enfadado, cuando percibe un objeto que se llega disparar hacia él, dejando caer los cubos, uno dentro de la azotea y el otro directamente a la calle. El objeto le golpea en la pierna y cuando lo coge, descubre que es el bastón de Daredevil, pero para cuando quiere reaccionar su maestro le está lanzando otro objeto, pero esta vez con fuerza haciéndole perder el equilibrio y caer de espaldas a la calle.

Josh se esfuerza en no gritar mientras cae al suelo, pensando que no vivirá para contarlo, cuando percibe el poste de una bandera de la misma que percibió el primer bastón, por lo que intenta agarrarse a él.

Tiende la mano hasta el poste, pero no llega, puesto que lo percibió más cerca de lo que en realidad estaba. Cuando todo está perdido para Josh, algo agarra su mano y tira fuerte de él hacia el poste.

– No voy a dejarte morir tan pronto – ríe Matt-. Hoy has aprendido algo, pero esto no ha hecho más que empe…

En ese momento, algo interrumpe a Matt Murdock una presencia se acerca a ellos.

– ¿Matt? – dice Josh.

– Cállate… – dice Matt subiéndole al poste. -Josh, por favor vas a tener que hacer todo lo que te diga, sin rechistar, ¿de acuerdo?

– Vale – responde.

Una figura a lo lejos lanza un cuchillo en dirección a ellos, pero Matt hace de escudo para proteger a su estudiante. El impacto hace que el cuchillo se clave en el hombro del héroe enmascarado, quien no puede mantenerse en pie y agarrando fuerte a Josh cae hacia el suelo de espaldas, para hacer de colchón.

– ¿Daredevil? ¿Matt? – pregunta Josh aterrorizado – ¿Es…estas bien?

– Si… – respondió entre dientes, mientras se sacaba el cuchillo.

A diez calles de allí, los golpes de varias pisadas se acercan, no parece que sean personas normales. Se mueven a una velocidad mayor de lo habitual y sus zapatos son botas tabi, no muy comunes en la ciudad de Nueva York.

– Josh, se están acercando, por favor corre a casa de Melvin Potter y dile «El diablo vuelve a estar en deuda».

– Pero…

– ¡HAZLO! – grita Matt

Josh hace caso a su maestro con una mezcla de rabia e impotencia por lo ocurrido, no sabe lo que está pasando. ¿De quién es ese cuchillo? ¿Cómo llego con tanta precisión? ¿Por qué esta tan nervioso Matt? Era la primera vez que le gritaba.

Corrió durante una manzana, hasta llegar a la puerta de la West  44th con la Novena Avenida. A través de la puerta, Josh percibe a un hombre cuyos pasos hacen sonar la madera del suelo por donde pisa y que se golpea dos veces con el marco de la puerta desde que se levantó del sillón. Huele a cerveza y a filete ruso.

– ¿Quién es? – pregunta Melvin Potter al abrir la puerta.

– «El diablo vuelve a estar en deuda» – responde Josh entre jadeos.

Aunque es la primera vez que escucha esa combinación de palabras, Melvin Potter se sobresalta al oírlas, sabe que Matthew Murdock no acudiría a él si la situación no lo requiere y menos a través de un niño. Tras echar un vistazo rápido a la calle, Melvin agarra del jersey con la fuerza de un león a Josh empujándole adentro, sin pensárselo dos veces coge un hacha pequeña escondida en el paragüero y lo lanza hacia el frente golpeando a un hombre disfrazado de ninja. Melvin entra de nuevo en la casa y empieza a moverse junto a un desconcertado Josh.

– ¿Qué… que acaba de pasar? – pregunta Josh al oír el sobresalto.

 Melvin gruñe.

– ¿A…dónde estamos yendo?

– A salvo.


Daredevil está sentado en el suelo recuperándose de su herida, a su lado un hombre inconsciente ataviado de negro con ropas ninja. Le ha quitado una venda de la ropa para cubrirse la herida y que deje de sangrar. Duele, pero ha pasado por cosas peores y con más frecuencia de la que le gustaría. Se ha centrado en oír lo que ocurría a su protegido y ahora que esta «a salvo» puede actuar.

Ya basta de descansar, ahora toca coger el toro por los cuernos. El diablo rojo se balancea por el edificio hasta llegar a la azotea donde comenzó la noche, recuperando las dos partes de su bastón. Frente a él más de cien pulsaciones distintas desde distintas azoteas de toda la Cocina del Infierno que siguen una pauta exactamente igual, como un tambor. «La Mano» ha vuelto.

Con el bastón en la mano derecha, Daredevil levanta el brazo izquierdo formando un ángulo de noventa grados respecto a su torso, tras un segundo abre la mano y mueve los dedos hacia dentro, mostrando una invitación de forma desafiante y temeraria.

Cinco guerreros enemigos se lanzan hasta el hombre sin miedo con una espada sujeta férreamente con las dos manos. Daredevil esquiva a dos, mientras golpea a otros dos con el bastón que caen por la azotea y recibe un roce de la espada del quinto. Ajeno al dolor, combate contra los otros tres que deja fuera de combate rápidamente.

El latido unísono de sus contrincantes sigue sonando y va viendo cómo se van acercando nuevos combatientes. Le resulta más complicado que otras veces, son ligeramente más rápidos y significativamente más silenciosos. El solo roce de las nuevas espadas le ha provocado un corte fuerte.

La herida del hombro sigue sangrando y no ha conseguido cortar la hemorragia. No sabe si están yendo detrás de él o de Josh, pero le han visto y no está dispuesto a arriesgarse, va a librar la batalla hasta el final aunque sea lo último que haga. Mientras se estira, mas miembros de La Mano se acercan a por él, esta vez son diez en vez de cinco, pero sabe a lo que se enfrenta. Después de estos diez, vienen otros veinte, que vuelve a vencer cada vez más lentamente y con más dificultades.

Daredevil cae sobre sus rodillas. Tiene más cortes de los que es capaz de digerir. Apoya las palmas de la mano en el suelo y tose fuertemente escupiendo sangre. No sabe, si va a poder seguir así. El convaleciente héroe se sienta para dejar de estar en una posición de vulnerabilidad.

Está tan entumecido que tarda el doble de lo normal en percibir la agitación de sus agresores ante una tercera fuerza que aparecía a lo lejos. Un olor muy dulce que Matt Murdock había amado años atrás. El dulce olor, viene acompañado de un movimiento de caderas genuino y una pisada firme. Es ella.

– Hola guapa – dice Matt desde el suelo – perdona que no me levante.

Elektra Natchios se agacha hacia su antiguo amante dándole un beso. Tras ello, le susurra «descansa» mientras desliza unos polvos mágicos sobre Matt empujando suavemente su cabeza al suelo para que descanse. El diablo duerme.


«…I said, time, time, time is on my side, yes it is; Oh, time, time, time is on my side; Yeah, time, time, time is on my side. Llegamos a las 21’30 de la noche aqui en la KBBL, 102.5 FM, con los incombustibles Rolling Stones.

No os olvidéis de que mañana a primera hora, tendremos como invitado al candidato Harold Saxon, quien nos expondrá su programa electoral».

Matt Murdock se levanta de la cama con el sonido de la radio. ¿Las 21’30? Se pregunta ¿Cuánto tiempo he estado dormido? ¿Dónde estoy? Su primer impulso es intentar captar el olor de Elektra, pero un fuerte aroma se lo impide: la combinación de carne picada con pimienta, salsa barbacoa, pepinillos, doble queso con un pan de cebolla. Tiene a Foggy al lado, distraído con el móvil.

Entonces se hace consciente de su situación. Una habitación cerrada, el pitido del encefalograma, el goteo del suero en la vía, el olor a lavanda para disimular la esencia del hospital que usa siempre la Enfermera de Noche…

– ¿Cómo está? – pregunta Karen a través de la puerta, mientras caminaba por el pasillo a la habitación.

– De momento está bien, no creo que tarde mucho en despertar – responde Linda Carter-. Ha perdido mucha sangre, pero las heridas que ha recibido han sido superficiales, no ha tocado nada vital.

– ¿Cuándo cree que despertara?

– No creo que tarde mucho, si no ha despertado ya, lleva ya en torno a veinte horas ahí metido desde que lo trajo la mujer de rojo.

«La mujer de rojo» Matt nota como Karen se estremece al oírlo. Igualmente sigue sin entender que ocurrió ayer. Por un momento había llegado a pensar que Elektra estaba junto a La Mano, pero si ella le ayudó y le trajo aquí, esa teoría perdía veracidad. Pero Elektra hasta el momento, trabajaba con SHIELD, que hacía ahora aquí luchando contra La Mano.

Karen abre la puerta y ve a Matt con los ojos abiertos. Rápidamente se acerca a su marido y le coge de la mano. Foggy se despierta con el ruido.

– Hola cariño – dice Matt -. ¿Llevo casi un día entero aquí?

– Sí, mi amor. Elektra te trajo aquí y Josh llamo corriendo a Foggy, puesto que Melvin pensó que estarías aquí.

– ¡Dios mío! – exclama – ¡Josh! ¿Cómo y dónde está?

– Está en casa – responde Foggy – me ha estado llamando cada media hora preguntándome por ti. Melvin le llevo a salvo y luego cuando me llamo, fuimos a su casa.

–  ¿Llegó a casa a las tantas de la madrugada? ¿Y sus padres?

– Ni se enteraron, estaban dormidos, deberías estar agradecido, no creo que a ningún padre le haga gracia que su hijo este con un hombre mayor por la madrugada – riñe Foggy. Al oír esto Karen tiembla, Matt lo nota y la da la mano.

– Bueno Foggy cielo, no has dormido nada en toda la noche y llevas todo casi todo el día aquí. Ya me quedo yo con Matt y ve a casa a descansar – dice Karen.

– De acuerdo, avisarme cualquier cosa – Foggy se levanta y se dirige a la puerta.

– Foggy – dice Matt.

– ¿Sí?

– Muchas gracias amigo mío. No te lo digo las veces suficientes.

Foggy sonríe, mientras agita la mano para quitar peso a la situación. Una vez, Foggy ha salido, Linda se dirige hacia su paciente para hablar con él.

– Señor Murdock, he hablado con su esposa y le he explicado que ha recibido muchas heridas, pero ninguna realmente grave. Si deberá, llevar el hombro vendado durante al menos una semana, puesto que fue donde tuvo un corte más profundo.  Su compañero me comentó que no hace mucho tiempo que estuvo en silla de ruedas, por lo que le aconsejo que intente tomarse las cosas con más calma.

– No sabe con quién está hablando enfermera… – explica Karen.

– Créame, llevo años tratando a gente como usted y sé muy bien lo que hace, no pienso quitarle importancia ni decirle que deje de hacerlo, pero precisamente es una lástima perder personas como ustedes en la camilla solo por ser imprudentes.

Karen aprieta la mano de su marido a modo de hacer hincapié en las palabras que acaba de pronunciar Linda Carter. Matt comprende lo que dice y se queda callado, sobre todo porque aunque ni siquiera lo hayan hablado aun, sabe que va a ser padre dentro de poco.

– Bueno, si permanece aquí esta noche, mañana a la hora de comer podría darle el alta – afirma Linda – ¿De acuerdo?

– Si, perfecto – dice Matt. – Oiga, la mujer de rojo que me trajo aquí: ¿Le dijo algo antes de irse?

– Si, disculpe que se me había olvidado. Dijo que le encontraría cuando saliese.

Linda abandona la habitación y el matrimonio se queda solo en silencio. Quedan muchas preguntas por hacerse y muchas respuestas por resolver. Karen va a traer algo de comer y ambos se quedan hablando.

Las ultimas cuarentaiocho horas se le han hecho eternas, entre el maldito olor aséptico e incómodo a suero de aquella salita con comida precocinada y recalentada. Matt sigue estando débil, pero puede moverse con normalidad, todo salvo el hombro donde recibió el cuchillo. Hoy no va salir a «proteger el barrio» como a él le gusta llamarlo, pero aun así, se disfraza para poder aclarar algunas cosas. Con mucho cuidado y con un solo brazo, llega lentamente hasta la azotea. Una vez allí, ve el cubo que dejó tirado Josh y recuerda a su maestro Stick. Tras ello pronuncia: «Elektra». Ella no tarda en llegar. Al principio, ambos se quedan en silencio. Pero él nota que ella viste una ropa distinta a la habitual y que la ropa choca con varias heridas en su cuerpo.

– ¿Elektra que te ha pasado? – pregunta – Tienes más heridas que yo.

– El año pasado SHIELD me encomendó la misión de infiltrarme en «El Dragón Negro», una banda de yakuza que estaba cogiendo bastante poder en Japón y se empezaron a extenderse por todo Oriente. Debía recopilar información para que la organización quedase desmantelada, pero un día me encontré que toda La Mano había masacrado a todo la banda junto a mi equipo.

– … – Matt permanece sin palabras.

– Hui a golpe de espada  como pude de allí,  en busca de ayuda, pero descubrí que de los miembros que quedaban de La Casta, y que se habían enfrentado a la Mano,  solo sobrevivía Piedra y cuando llegué pude ver le quedaban pocos  minutos de vida.

– ¿Qué pretende la Mano?

– Has visto que ahora son más rápidos y silenciosos, tienen un mayor número en sus filas y sus armas son mejores. He viajado  desde Japón por toda Asia, toda Europa hasta llegar a Nueva York y en todas las ciudades me he enfrentado a la Mano. Están acabando con el legado de Stick. Ha caído la Casta y nosotros somos los siguientes. Somos lo único que entorpece su objetivo.

– ¿Cuál es su objetivo?

– El control de Estados Unidos.

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