Superhumanos #28

superhumanos28

Por Ibaita


Fecha de publicación: Mes 198 – 10/14


VOLUMEN III: GUERRA DE BANDAS

Anual 3: Sangre en las calles

Nueva Orleans, una noche de octubre de 1988.

La puerta de un bar se abrió de una patada. En la barra sólo había tres hombres, si se les podía llamar así. La designación correcta sería tres vampiros.

Ninguno de los tres tuvo tiempo de reaccionar cuando Blade entró en el bar, arrojando cuchillos de madera.

El barman se agachó tras la barra y agarró la escopeta. Cuando se volvió a asomar, Blade ya no estaba allí.

Pasaron los segundos más tensos de su no-vida. El bar estaba vacío; sólo los tres cadáveres de vampiros se encontraban en el suelo, descomponiéndose a un ritmo increíblemente rápido, que les haría quedar como esqueletos en apenas unos segundos más.

Finalmente, notó un golpe en la sien y cayó al suelo, aturdido. La bota de Blade pisó su cuello.

-Hagamos esto rápido-dijo-. La mercancía. ¿Dónde y cuando?

-Tú… tú eres Blade… hijo de…. aaaaaagh…

-Sí, soy Blade. ¿Cuándo va a llegar la mercancía? Vamos, es posible que te deje vivir. ¿No quieres arriesgarte?

-Aquí mismo… en la trastienda… a las 7 de la mañana.

El cazador de vampiros sonrió.

-Bien. Me quedaré aquí a esperar, si no te importa. Ponme una birra y esconde esos tres cadáveres.


Cabello de Plata dio una larga calada a su cigarrillo.

-Veo que tienes ciertas reservas con esto, Nefaria.

-Ciertas… reservas, sí. No me gusta Nueva Orleans. Y no me gusta la gente con la que haces negocios.

-Vaya, vaya. ¿Qué opinas? ¿Mejor quedarse en New York?

-Allí es donde nos ha ido bien siempre.

Hubo un breve silencio entre los dos criminales.

-Resulta curioso que yo me adapte mejor que tú a esto-dijo finalmente Cabello de Plata-. Yo soy el anciano. Se supone que debo ser el conservador, el arraigado. Sin embargo, eres tú el que parece no querer abrir la mente. Este siglo ha sido un buen siglo para la Maggia, Nefaria… pero se está acabando. Los nuevos… Kingpin, Cabeza de Martillo… están llegando con fuerza. Pronto, la Maggia apenas tendrá un pequeño trozo del pastel de NY.


Tres hombres entraron el bar. Los dos primeros iban delante, cargando cajas. El tercero, con un parche cubriéndole el ojo y las manos en los bolsillos, iba detrás con gesto serio. Llevaba una larga gabardina negra y parecía el líder de los tres.

-Aquí está lo vuestro-dijo uno de los vampiros, dejando la caja en el suelo.

El barman se acercó y la abrió. Dentro había una gran cantidad de relojes de marca, perfectamente dispuestos en pequeñas cajas de cartón. Probablemente, entre todos, valdrían varias decenas de miles de dólares.

-De acuerdo. Todo bien.

Entonces Blade apareció de detrás de la barra, colocándose justo tras el barman y lanzando un cuchillo de madera contra el primero de los vampiros, que murió al instante.

El segundo se preparó para atacar, pero el hombre del parche le tiró al suelo mientras sacaba una pistola con la que disparó. Una especie de rayo de plasma atravesó el pecho del barman, no hiriendo por poco a Blade, que volvió a saltar detrás de la barra.

Hubo unos segundos de desconcierto mientras el segundo vampiro decidía qué hacer. Finalmente, optó por atacar al tuerto, que le esquivó fácilmente para a continuación desintegrar su cabeza con otro rayo de plasma.

-Sal de ahí lentamente y con las manos en alto-dijo el hombre. Blade no contestó ni se movió.


El hombre suspiró y saltó, rodando con la caída y desplazándose hasta detrás de la barra con la pistola preparada. No había nadie allí.

-¿Cómo coño…?-susurró.

Entonces lo supo. Apenas un ruido a sus espaldas, pero le dio tiempo a girarse y evitar al cazavampiros atravesándole con un cuchillo de madera. Mantuvo su pistola apuntando a la cabeza de su rival.

-Quédate quieto. No soy tu enemigo.

Los dos hombres se pusieron en pie y se alejaron unos pasos. Blade no soltó el cuchillo, ni el hombre del parche la pistola.

-Me llamo Nick Fury, soy agente de la CIA. Estaba infiltrado entre estos vampiros con el objetivo de sabotear sus negocios con Cabello de Plata.

-Así que has oído los mismos rumores que yo.

-No son rumores. Cabello de Plata contrata vampiros para ciertas operaciones; a cambio, les deja gran parte de la mercancía.

-¿Y por qué esto preocupa a la CIA?

-Que Cabello de Plata y la Maggia ganen demasiado poder ya es preocupante de por sí. Pero lo que más nos preocupa es que tengamos una élite de vampiros ricos. Con dinero pueden comprar a las autoridades, pueden hacer negocios, podrían incluso comprar bancos de sangre. A la CIA le preocupan los vampiros tanto como a ti.

-Lo dudo.

-¿Qué es lo que te impulsa a luchar contra ellos?

Blade permaneció un momento en silencio.

-Eso no es asunto tuyo.

-Bien. En cualquier caso, parece que estamos del mismo lado. Podríamos colaborar.

-Nah. Lucho mejor solo.

-Escúchame. Tengo información sobre la operación con Cabello de Plata. Tengo horarios, planes. Y sobre todo, sé cómo encontrar al tipo que tiene la fórmula Montesi.

-¿La fórmula Montesi? ¿La que destruirá a todos los vampiros? Es una leyenda. Vigila mejor tus fuentes, agente secreto.

-No lo es. Está aquí mismo, en Nueva Orleans. La mitad la tiene un hechicero llamado el Hermano Vudú; colaborará con nosotros. La otra mitad la tiene uno de los vampiros más poderosos de la zona…

-Deacon Frost.

-Exacto. ¿Le conoces?

-Digamos que sí.

-Bien-concluyó Nick Fury-. A ver qué te parece esto. Yo te pongo en contacto con el Hermano Vudú y os digo cómo encontrar a Deacon Frost. Mientras, yo destruiré toda la red de operaciones de Frost tejida en torno a la organización de Cabello de Plata. ¿Trato hecho?

-Trato hecho.


Blade entró en la choza del Hermano Vudú, en completo silencio. Aún así, el hechicero estaba mirando a la puerta, esperando su llegada mientras meditaba rodeado de velas.

-Sé bienvenido, Blade el cazavampiros.

-¿Me conoces?

-Conozco muchas cosas. De otras me entero.

-Cojonudo, mierda mística de esa. Al menos sabrás para qué he venido.

-Buscas la fórmula Montesi. O eso crees buscar. ¿Estás seguro de lo que quieres?

-¿Exterminar a todos los vampiros? Puedes jurar que sí.

-No a todos. Drácula es el único que sobrevivirá.

-Drácula es un personaje de ficción-puntualizó Blade.

-No lo es. Bram Stoker se basó en hechos reales. Drácula es el rey de los vampiros.

-Estupendo, la fórmula Montesi existe y Drácula también. ¿Algo más?

-Sí. Una vez te aliaste con vampiros, Blade.

-Hannibal King. Sí. Era un buen tío. Lamentaré su muerte, pero él también querría hacer esto.

-Me sorprende tu capacidad de tomar decisiones por los demás-señaló el Hermano Vudú.

-No he venido aquí a que me juzgues.

-No, claro que no. Has venido aquí a por las hojas que Deacon Frost, el asesino de tu madre, arrebató de las manos muertas de Giuseppe Montesi. Y ésta es la mitad de la fórmula.

Una corriente de viento recorrió la choza, levantando dos páginas de un libro que cayeron junto a Blade.

-Y ahora te puedo decir el paradero de Frost.


Nick Fury estaba apostado en un callejón que accedía a la calle en la que sabía que aparcarían los hombres de Cabello de Plata. El escenario estaba preparado. Fury no podía contar con apoyos de la CIA; tendría que hacerlo todo, pero sabía donde se metía. La policía tampoco intervendría: es sorprendente lo fácilmente que un agente de la CIA puede convencer a un policía de que no intervenga en un asunto, por muchos y disparos y cadáveres que haya. Civiles, por desgracia, sí había. Fury había considerado evacuar la zona para que ningún inocente saliera herido, pero eso podría llamar la atención de los hombres de Cabello de Plata y hacerles sospechar. Era mejor así.

Fury consumía cigarrillo tras cigarrillo. Le ponía nervioso esperar. Finalmente, vio llegar dos coches; tiró la colilla al suelo y sacó la pistola.

Los coches aparcaron con tranquilidad. No le habían visto. Cuando los mafiosos de su interior aún no habían salido, el agente de la CIA comenzó a disparar. La cabeza del conductor fue la primera en explotar. Siguieron otras dos. Un rayo atravesó el cuello de otro más.

-¡Mangosta, joder!-gritó uno de ellos-¡Ayúdanos!

Segundos después, otro rayo le mató a él también.

Los civiles ya estaban corriendo, alejándose de la escena; al menos, ninguno había salido herido. Dos de los mafiosos consiguieron salir de su coche. Fury les apuntó, pero, para su sorpresa, uno de ellos levantó el coche y lo utilizó como escudo. Un superhumano. Odiaba combatir contra superhumanos.

El otro mafioso se asomó ligeramente y disparó, alcanzando a Fury en el pecho. Cayó hacia atrás con un gemido de dolor. Al menos el kevlar le había salvado de morir, pero aún así dolía. El mafioso, más confiado, se asomó para disparar de nuevo, pero esta vez fue Fury el que le alcanzó a él, disparando desde el suelo.

Aún quedaba el otro. El superhumano, Mangosta. Si había algo que odiaba aún más, eran los superhumanos con nombre de animal: había tantos que en la mayoría de los casos su nombre no daba la menor pista sobre sus poderes. Al menos en este caso estaba claro que tenía superfuerza.

Fury rodó hacia atrás y corrió por el callejón. Era evidente que no podía enfrentarse a su rival cara a cara, pero si tenía una oportunidad de dispararle por la espalda, el tipo estaría frito.


En una mansión a las afueras de New Orleans, un vampiro de pelo castaño, algo canoso, y expresión seria, caminaba hacia la puerta.

-Vamos-ordenó-. Tengo que reunirme con los hombres de Cabello de Plata.

Silenciosos como la niebla, dos vampiros se colocaron tras él, cubriendo sus espaldas. El curioso trío abandonó la mansión, emprendiendo el camino hacia la limusina aparcada a pocos metros.

Nunca llegarón allí. Dos cuchillos de madera se clavaron en las nucas de los dos vampiros escoltas, matándoles sin que pudieran apenas producir sonido alguno. Deacon Frost, el cabecilla del grupo, se giró para encontrarse a Blade, sosteniendo ambos cuchillos.

-Hace buena noche, ¿verdad, Frost?-preguntó burlonamente, aunque ni un amago de sonrisa apareció en su rostro.

-Eres Blade el cazavampiros, ¿no es cierto? Llevamos siglos matando a cazavampiros como tú. Pero he oído que tú me buscas.

-Cierto. Asesinaste a mi madre.

-No creo ser capaz de recordarla. Llevo siglos asesinando a una docena de personas al mes.

-Entonces, eso se acabó.

Blade arrojó uno de sus cuchillos directamente al corazón de Frost, lo más rápido que pudo. Sin embargo, el vampiro se transformó en niebla en una fracción de segundo, y el cuchillo se perdió en la lejanía.

La niebla envolvió a Blade, que sostenía el otro cuchillo en la mano izquierda, preparado para atacar, al tiempo que giraba sobre sí mismo, sin saber dónde se materializaría Frost. Mientras, con la mano derecha, sacó una linterna de su cinturón y la encendió. Luz ultravioleta.

-¡Aaaaaargh!

Ante el ataque, Frost necesariamente tuvo que materializarse. Blade se lanzó sobre él con el cuchillo, pero el vampiro le golpeó fuertemente, arrojándole a varios metros de distancia.

Frost se miró el brazo con el que había golpeado al cazavampiros. Tenía un corte con el cuchillo de madera; Blade había podido herirle mientras recibía el golpe. Parece que se encontraba ante un rival peligroso. Habría que tomarse el combate en serio.

El cazavampiros se levantó lentamente. La fuerza superhumana de Frost era un problema para él, pero el kevlar de su traje había amortiguado bastante el golpe; sentía un intenso dolor en las costillas, pero no lo bastante como para estar rotas. Con un gesto rápido, Blade se llevó la mano al cinturón y extrajo una pequeña granada de humo que arrojó contra su rival.

Un intenso olor a ajo empezó a salir de la granada. Frost rugió de rabia; el ajo no bastaba ni mucho menos para matarle, pero quemaba lentamente su piel y sus ojos. Se lanzó contra Blade prácticamente a ciegas y, a pesar de su velocidad superhumana, el cazavampiros le esquivó sin problemas, consiguiendo cortarle de nuevo con el cuchillo de madera, esta vez en el muslo.

Frost intentó calmarse. No podía caer en la trampa de Blade; no podía dejarse enfurecer por el ajo y atacar a ciegas. Tenía que pensar fríamente y estudiar sus movimientos.

Sin embargo, el cazavampiros no parecía querer darle ese respiro. Sacó otro cuchillo de madera de su cinturón y, con uno en cada mano, se abalanzó sobre Frost.

Éste golpeó con fuerza, dislocando el hombro de Blade y tirando uno de sus cuchillos. El otro, sin embargo, se clavó en su estómago.

-No…-susurró mientras la sangre comenzaba a brotar de la herida.

Blade le propinó una fuerte patada en la pierna herida, haciéndole caer al suelo. El cazavampiros recogió el otro cuchillo con el brazo que aún podía usar.

-Adiós, hijo de puta.

Frost, malherido como estaba, no pudo convertirse en niebla, ni siquiera esquivar el ataque. El cuchillo de madera se hundió en su corazón y murió al instante.


Nick Fury rodeó la manzana y vio a Mangosta a lo lejos. Se acercó todo lo que pudo y, en cuanto él le vio, comenzó a disparar contra él. A aquella distancia, la pistola de Fury era muy imprecisa. Ninguno de los disparos alcanzó su objetivo.

Mangosta arrancó la puerta de un coche y la lanzó contra el agente de la CIA. También falló.

Poco a poco, los contrincantes se fueron acercando. Mangosta arrancó una farola de la calle y se lanzó contra Fury. Éste disparó, atravesando el hombro de su enemigo, que rugió de dolor; sin embargo, no soltó su improvisada arma.

El guardaespaldas hizo un barrido con la farola; Fury saltó para esquivarlo, pero le alcanzó en la pierna, partiéndosela al instante y tirándole al suelo. Herido, se giró rápidamente.

Mangosta se preparó para rematarle con otro golpe con la farola, pero Fury disparó una sola vez, esta mucho más precisa. El disparo atravesó la cabeza del guardaespaldas de la Maggia y se desplomó hacia atrás, muerto al momento.


Tras tres horas registrando la mansión de Deacon Frost, Blade al fin encontró lo que buscaba. Allí estaba la otra mitad de la fórmula Montesi. El cazavampiros lo introdujo en una mochila, junto a ciertas cantidades de dinero y dos lingotes de oro de aspecto muy antiguo que había encontrado durante su búsqueda, y que le ayudarían a vivir unos cuantos años; al fin y al cabo, era raro que alguien ofreciera sueldo a un cazavampiros.

-Aquí está la otra mitad-dijo una voz tras Blade.

El guerrero se giró rápidamente desenfundando un cuchillo de madera, para encontrarse al Hermano Vudú.

-¿Cómo has…?

-Eso no importa. Tenemos la fórmula Montesi.

Blade asintió y juntó las hojas. Acto seguido, sin pensarlo ni un momento, comenzó a leer. Era como si toda su vida hubiese esperado aquel momento.

-Nosmo cobis, holo erasma rabis katerama, lucem dei paradoxis satannicus belgrem…

En cuanto el cazavampiros terminó de pronunciar la fórmula, todos los vampiros, en todos los rincones del mundo, estallaron en llamas al instante. Por la noche, miles de personas alrededor del mundo se sorprendieron cuando personas junto a ellos, de las que ni por asomo sospechaban que eran vampiros, por supuesto, comenzaban a arder. En reuniones de vampiros, también ardían, en este caso siendo conscientes de lo que eran y probablemente suponiendo a qué se debía. En otros lugares del planeta en los que era de día, féretros y tumbas estallaban en llamas.

Estaba hecho. Los vampiros ya nunca serían una amenaza para la Humanidad.


Nick Fury fumaba un puro tranquilamente. Tenía la pierna derecha vendada y se apoyaba en unas muletas; dos meses y medio de baja. Podría ser peor.

Tenía una cita con Tony Stark, el joven dueño de Stark International tras la muerte de Howard Stark. Contaba la leyenda que Tony Stark jamás se había puesto una raya de cocaína con algo que no fuera una tarjeta VISA Oro, y que jamás la había esnifado a través de algo que no fuera un billete de 100 $. Sin embargo, su fama de niño pijo no parecía ajustarse con los rumores que aseguraban que era un genio: un empresario despiadado y astuto y el hombre más brillante en cuanto a diseño de tecnología después de Forja.

Un helicóptero fue aterrizando lentamente en el patio frente a Fury. Stark salió de él y caminó directamente hacia el agente de la CIA, estrechándole la mano.

-Nick Fury. No nos conocíamos en persona, ¿no?

-Me temo que no tenía el placer, Stark.

-Bien, bien. ¿Tienes la menor idea de por qué te he hecho venir?

Fury se encogió de hombros y dio otra calada a su puro.

-Tus días como agente de la CIA se han terminado. Ya me he encargado de eso.

-¿Qué quieres decir?-gruñó el ex agente. No le gustaba el rumbo que estaba tomando aquella conversación.

-Tienes un historial impresionante. Tu reciente misión en New Orleans es sólo la guinda del pastel. Las operaciones que llevaste a cabo junto a Dum Dum Dugan, tus enfrentamientos contra la Viuda Negra, el asesinato de Necrodamus, el desmantelamiento de la trama criminal del Mandarín, el aborto de invasión de Namor tras descubrir que seguía vivo… ¿Hace falta que siga? Has cumplido misiones con éxito en todos los rincones de la Tierra.

-¿Y?

-La CIA no es lo bastante eficiente. Ambos sabemos a quién sirve realmente, pero aún así, está demasiado limitada a EEUU. Llevamos tiempo pensando en una organización que pueda actuar a nivel global sin ningún problema, que pueda reclutar a gente en cualquier país.

-Suena ambicioso.

-Lo es. Se llamará SHIELD… y el puesto de director, amigo mío, está libre.


DESPACHO DE MATT MURDOCK

Y ahora sí, volumen 3 concluido. Vamos a por el volumen 4… ¡la guerra kree-skrull!

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2 Responses to Superhumanos #28

  1. MarvelTopia says:

    Un vistazo al pasado muy chulo, Ibaita. Blade te ha quedado muy bien… ¿veremos más retazos del pasado?

  2. Ibaita says:

    ¡Gracias! Por supuesto, referencias, documentos y anécdotas del pasado veremos con frecuencia, pero historias enteras ambientadas en el pasado con presentación, nudo y desenlace, como ésta, prefiero que sean pocas y sólo al final de cada volumen, para no cortar la trama.

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