Generación-X #50

generacionx50La nueva generación de mutantes necesitaba preparación para enfrentarse al mundo que les rodeaba. Por eso nació la escuela de Generación-X situada en la Academia Xavier, Massachussets. Regida por Emma Frost, antigua Reina Blanca y Banshee, un ex hombre-X, ha intentado estar a la altura de las circunstancias.

#50 – El fin de la infancia II
La pesadilla

Por Tomás Sendarrubias


Fecha de publicación: Mes 202 – 2/15


-Y esto es lo que ha quedado de Isla Muir… – susurra Danielle Moonstar, mirando a su alrededor, sintiendo un estremecimiento al ver la desolación que la envuelve. En su mente, es capaz de ver las instalaciones que debería haber a su alrededor, pero sus ojos le revelan la dura verdad. Lo que antes había sido el Centro de Investigación de Isla Muir y posteriormente la Academia para Jóvenes Talentos, ahora era una escombrera, cubierta de restos y tierra pelada, poco más que una roca yerma entre las frías aguas del gélido mar del Norte. Moonstar se detiene un instante, se agacha, y tras apartar algunas pequeñas piedras, coge el objeto que había llamado su atención, una bola de nieve rota, dentro de la que había una pequeña maqueta con la imagen de la Catedral de San Patricio de Nueva York. El agua y la nieve de poliestireno se habían escapado a través de una gran brecha en la esfera de cristal, que la cheyenne contempló unos instantes. Estaba vacía, como todo a su alrededor. Unos pasos tras ella, el hombre llamado Cable permanecía en pie, con los brazos cruzados ante el pecho, y escrutando la desolación que les rodeaba.

-No es la primera vez que la isla sufre una destrucción así-responde Nathan Summers-. Los lugares donde los grupos X se asientan, suelen sufrir grandes subidas en sus pólizas de seguros.

-¿Ahora te dedicas al humor?-pregunta Moonstar, y Cable se encoge de hombros.

-Aún te quedan muchas de mis facetas por conocer, niña-responde él.

-Duele pensar que hace poco esto estaba lleno de críos-continua diciendo Danielle-. Aquí había sueños, deseos, ilusión… y sólo quedan cristales rotos.

-Por eso es tan importante lo que debemos hacer-responde Cable-. Porque alguien tiene que proteger los sueños de los niños. A nosotros ya nos han robado la infancia. Apocalipsis, Dyscordia, Magneto… Proteus…


Academia de Jóvenes Talentos,

Isla Muir, dos días antes.

¿Proteus?-pregunta Michael con un susurro al ver la tensión en Emma Frost y el Hombre de Hielo, como si aquella palabra tuviera un inmenso peso que ninguno de los dos pudiera soportar-. ¿Quién es Proteus?

-Es uno de los enemigos más peligrosos a los que se ha enfrentado la Patrulla-X-responde Vaina-, hace muchos años. Casi destruyó Edimburgo y a la propia Patrulla, hasta que Coloso lo mató.

-¿Y por qué estaba aquí?-pregunta Michael van Patrick, sorprendido al darse cuenta de que realmente el hecho de que Vaina hubiera definido a Proteus como “muerto”, a pesar de que parecía volver a estar allí en la Isla Muir no le extrañaba. Había muchas cosas que su estancia en la escuela de Jóvenes Talentos había cambiado sobre su perspectiva del mundo.

-Proteus era el hijo de una amiga-interviene el Hombre de Hielo, ceñudo-. De la Doctora Moira MacTaggert. De hecho, buena parte de los estudios de Moira sobre la genética mutante fueron un intento de entender en qué se estaba convirtiendo su hijo… sólo que además de mutante, era un psicópata con el poder de alterar la propia realidad.

-¿Algo así como Billy?

-Algo así-asiente Bobby, mientras él y Emma miraban hacia Wiccan, apoyado en Everett a pocos pasos de ellos-. Pero en modo sociópata y nihilista.

-¿Y qué vamos a hacer?-pregunta Vaina.

-Buscar un modo de pedir ayuda a la Patrulla-responde Emma-. Todo esto se nos queda muy grande. Estoy intentando escanear telepáticamente la isla, pero la estática me está volviendo loca.

-No podemos quedarnos aquí-masculla Sincro-. Si ese tal Proteus es tan peligroso como decís… ¿no deberíamos ver si todo el mundo está bien?

-Es mucho más peligroso de lo que decimos, Everett-responde Emma, con los ojos cerrados. Un leve hilo de sangre comienza a manar de uno de los orificios de su nariz, y Bobby da un paso hacia ella, pero ella le detiene con un gesto-. Es capaz de convertir el aire de tus pulmones en ácido,  de transformar un camino en una serpiente, o cualquier otra cosa loca y delirante que se te ocurra. Así que por el amor de Dios, y por una sola vez, tendréis que obedecerme y quedaros al margen. Saldréis de aquí en cuanto Billy pueda teleportaros a algún sitio, y os encargaréis de localizar a la Patrulla-X y decirles lo que está pasando aquí.

-Miss Frost…-comienza a decir Everett, pero Bobby niega con la cabeza.

-No es el momento de discutir todo esto. Vaina, eres la que más experiencia tiene, eres la responsable. Saca a todos de aquí.

-Pero podemos ayudar-protesta Paige.

-Por favor-responde Bobby-. ¿No lo entendéis? Si Proteus ha destruido la escuela, si… si sus tendencias asesinas no han cambiado, puede que seáis lo único que queda de la Escuela de Jóvenes Talentos. Vosotros podéis ser los últimos de la Nueva Generación, los últimos ejemplos del sueño de Charles Xavier, de aquello por lo que muchos hemos luchado, por lo que muchos hemos perdido la vida. Claro que podríais ayudarnos, pero… necesitamos que sobreviváis a esto.

Los chicos se miran, tensos. Los ojos de Paige resplandecen, húmedos mientras mira a Ev. Ellos habían sido los primeros de aquella Nueva Generación. De aquellos primeros estudiantes, Júbilo estaba muerta, Jonothon y Monet estaban en Neo-Avalon… y Ángelo y Penitencia podían estar también muertos en manos de Proteus. Sí, habían sido muchos los que se habían unido a ellos después, la Escuela había crecido con más mutantes y humanos. Habían crecido, habían luchado… incluso habían muerto juntos, codo con codo. Sí, si el Sueño de Charles Xavier podía existir, lo haría con ellos.

-De acuerdo-asintió Vaina, secándose las lágrimas con el dorso de la mano-. ¿Billy?

-Estoy agotado, Paige-suspira Wiccan-. Me da miedo tratar de salir de aquí y hacer que aparezcamos en medio de un volcán o algo parecido. Necesito tiempo.

-Id al embarcadero-ordena Emma, llevándose las manos a la cabeza-. Hay barcas allí, coged una y salid a alta mar. Alejaos de aquí, y en cuanto Billy esté recuperado, id a cualquier sitio en el que podáis contactar con la Patrulla-X.

-Señorita Frost…-comienza a decir Paige, sin saber muy bien qué va a decir, pero guarda silencio cuando la Reina Blanca pone una de sus manos en la cabeza de la muchacha y esboza algo parecido a una sonrisa.

-Vamos, Paige-dice Everett.

-Vamos, chicos-masculla Bobby, mientras los chicos desaparecen entre los árboles, en dirección al embarcadero, tal y cómo les ha ordenado Emma-. Tenéis un Sueño que mantener-. Cuando cree que ha pasado un tiempo prudencial, se vuelve hacia Emma y cruza los brazos ante el pecho-. ¿Y bien?

-¿Y bien qué?-farfulla ella.

-¿Qué vamos a hacer?

-De momento, voy a seguir intentando que Proteus no sé de cuenta de que estamos aquí-responde ella-. La estática psíquica me impide contactar con nadie, pero al menos Quentin Quire está vivo. Es él el que emite el nombre de Proteus, como una baliza.

-¿Crees que trata de avisarnos?

-A nosotros y a cualquier otro telépata cercano.

-Bien por él.

-Eso dices tú, que no tienes que aguantar esa voz de grillo en tu cabeza. Está como en… una especie de bucle… Vamos a ver que pasa si le doy un empujoncito…

Emma frunce el ceño levemente y se muerde el labio inferior mientras concentra su escaneo telepático un poco más… y entonces sonríe.

-Hola, señor Quire…-susurra Emma, mientras Bobby nota el leve picor que produce en su mente la extensión de un canal telepático por parte de la Reina Blanca, que le incluye en su comunicación telepática con Quentin Quire, el que por el momento es su único contacto en el interior de la Academia. Repentinamente, Bobby se ve a sí mismo de pie, en lo que parece ser algún  tipo de habitación decorada con cuadros y tapices y con el techo abovedado con un mural que representaba el cielo, lleno de ángeles y criaturas celestiales. Un balcón frente a él se abría a algún tipo de campiña que lucía hectáreas y hectáreas de vides y árboles frutales. Ante él había una mesa pequeña, con tres copas y una botella de vino, junto a lo que parecía ser algún tipo de dulce humeante y con olor a manzana. A su lado, Emma está sentada en un butacón, obviamente cómoda, mientras que un segundo asiento, al otro lado de la pequeña mesa y de espaldas al ventanal, está ocupado por Quentin Quire.

-¿Emma?-pregunta Bobby, y ella se gira hacia él.

-Bienvenidos a mi pequeño rincón del plano astral-dice ella-. Siéntate y ponte cómodo, Robert.

-Quentin…-llama Bobby, y el muchacho permanece con los ojos clavados en el frente, sin ver-. ¿Quentin?

-La puta…-masculla Quentin, saliendo de su mutismo y mirando a su alrededor, no menos sorprendido que Bobby al encontrarse en aquel lugar-. Por favor, decidme que esto es la realidad y lo de antes sólo una pesadilla…

-¿Qué está ocurriendo ahí dentro?-pregunta Emma, desestimando la cuestión realizada por Quentin, que se lleva las manos a la cabeza-. ¿Está bien todo el mundo?

-No lo sé…-masculla Quentin-. Es todo muy confuso… Proteus apareció de pronto, estaba escondido en el Señor Cassidy, y consiguió enseguida dominar a la señora Summers…

-Por qué no me sorprende…-musita Emma, que guarda silencio de nuevo aunque con una sonrisa ante la mirada de censura de Bobby.

-Son como marionetas, intenté contactar con ellos telepáticamente, pero están… blindados. Como si estuvieran vacíos. También he intentado localizar a otros alumnos pero la presencia de Proteus genera una estática tan fuerte que me sangran los oídos sólo de intentarlo. De hecho, es posible que en este momento me esté dando una embolia o algo parecido…

-Entonces, tendremos que darnos prisa-le interrumpe Emma, y Quentin se encoge de hombros.

-Quiere al Fénix-dice Quentin-. Apenas he podido ver nada de él, pero he visto al Fénix.

-No tiene sentido, Jean ya no tiene al Fénix-interviene Bobby, y Quentin niega con la cabeza-. De hecho, Jean nunca se enfrentó a Proteus, fue Fénix…

-Dudo mucho que Proteus, una entidad de energía viviente con la madurez emocional de un niño de diez años esté al tanto de cuestiones tales como la suplantación de cuerpos, la reencarnación y ese tipo de menudencias-responde Emma-. A veces yo misma me pierdo, y tengo varias diplomaturas y un par de doctorados… y años de experiencia con los Hombres-X.

-Pero existe un lazo entre Jean y el Fénix-continúa diciendo Bobby-, Volvió a ella durante todo el jaleo de las Guerras Infernales… no sabemos por qué…

La disertación de Bobby es interrumpida por un grito de Quentin, que parpadea en aquel pequeño salón mental de Emma, que se incorpora a toda velocidad.

-¡No puedo mantener el enlace!-grita Emma, mientras Quentin comienza a desaparecer, intentando sujetarle las manos a la antigua Reina Blanca-. ¡Quentin, por el amor de Dios!

-¡Nos ha convertido a todos en estatuas!-grita Quentin, desapareciendo, con su voz resonando cada ves más lejos en la cabeza de Emma y Bobby-. ¡No podemos hacer nada contra él, señorita Frost! ¡Si alcanza al Fénix, será la muerte de todo!

La imagen del joven desaparece del entorno astral, y tan repentinamente como habían llegado allí, Emma y Bobby vuelven a los bosques que rodean la academia. Emma se deja caer sobre un tocón cercano, limpiándose la sangre que había brotado de la nariz.

-Estoy cansada de esto, Robert-dice, y Bobby enarca las cejas-. ¿Cuántas veces vamos a encontrarnos con lo mismo? ¿Cuántas veces vamos a tener que hacer frente a locos que ansían el poder del Fénix?

-A veces echo de menos los viejos tiempos, cuando no había nada cósmico y lo que más nos preocupaba a todos era que a la Mole le abandonase el desodorante… pero, sin reproches, Emma… todo lo de Fénix lo empezasteis vosotros. Tú, Shaw, Mente Maestra…

-Los pecados del pasado terminan mordiéndonos-suspira Emma-. ¿Cómo acabamos con todo esto? ¿Cómo hacemos los dos solos frente a alguien que estuvo a punto de acabar con la Patrulla-X cuando Fénix estaba entre ellos?

-No lo sé, Emma.  No lo sé.


Los ojos de Quentin Quire sangran cuando su consciencia vuelve a su cuerpo, alejándose de la casa de la campiña italiana en la que Emma Frost había convertido su pequeño rincón en el mundo astral. El interior de lo que quedaba de la Academia era, desde luego, mucho menos sofisticado y evocador. Desde la llegada de Proteus, todo estaba lleno de polvo, incluso los propios estudiantes y profesores, aún detenidos en ese encierro en el que les mantenía el antiguo Mutante X, con sus propios cuerpos y mentes convertidos en celdas. Incapaz de moverse de donde estaba, los ojos de Quire seguían clavados en Cecilia Reyes y Estrella Rota, tan inutilizados para moverse como el propio telépata; la doctora Reyes además atrapada en el estado casi comatoso en el que la había dejado la primera explosión provocada por Proteus. Al principio, Quentin había esperado que alguno de los estudiantes que estaban fuera de la sala hubiera escapado de la trampa de Proteus, esperaba haber visto entrar Kate Hudson en la sala para darle una buena patada en el culo a aquella cosa de energía… Pero eso no había ocurrido, y Quentin había perdido ya tanto el sentido del tiempo como la esperanza cuando había notado el tirón psíquico de la profesora Frost. Y ahora, allí estaba de vuelta, en medio de la desolación y sangrando, con los ojos de Jean Grey y Sean Cassidy clavados en él. Los cuatro ojos de Proteus.

-Espero que hayas disfrutado de tu excursión-dice Proteus utilizando al mismo tiempo las gargantas de los dos, aunque Jean Grey hablaba ligeramente después de Banshee, lo que le daba a Proteus cierto canon inquietante-. Quizá he sido demasiado benevolente con vosotros. Quizá debería haberos convertido en piedra de verdad. Tal vez esté sobrevalorando el hecho de tener testigos para mi advenimiento cuando llegue el Fénix.

Las palabras de Proteus hacen que pese a su rigidez, el vello de Quentin se erice. Es la primera vez que el muchacho se mide con un poder como el de Proteus, y la realidad es que sobre el Fénix sólo ha oído rumores, siempre en voz baja y con bastante miedo a que algo así volviera repetirse. Si toda la gente X estaba de acuerdo en algo era en que cuanto más lejos de todos estuviera la Fuerza Fénix, mucho mejor.

Quentin está aterrado, confuso… pero no es consciente de que Proteus no está mucho más seguro que él mismo. Él si se había medido con el poder del Fénix, aunque entonces, era muy inferior a cómo llegaría a ser. Llevaba años siendo una presencia psíquica en Isla Muir, años en los que había vagado convertido en un fantasma, sólo viendo, escuchando, sintiendo… una forma de energía incapaz de realizar más cambios que un pequeño desajuste en los sistemas más complejos de su madre, un error físico justificable por otros mil motivos que no tenían nada que ver con él mismo. Pero en esos años, había aprendido sobre mutaciones, virus, legados… y sobre el Fénix. Dominar los recuerdos de Sean Cassidy le había aclarado muchos puntos, y ahora, con Jean Grey bajo su control, casi podía disponer de sus recuerdos, casi podía sentir en sus manos el poder de encender o destruir estrellas, como ella lo recordaba, aunque realmente no había sido ella quien había ostentado aquel poder casi demencial y corruptor. Pensaba que en cuanto dominara a Jean el poder de la Fuerza Fénix estaría a su disposición… pero eso no había ocurrido. Sí, Sean Cassidy y Jean Grey eran dos ejemplares humanos impresionantes, y Proteus había aprendido a no destruir sus carcasas si no era necesario… Era una de las cosas que había aprendido en sus años como una entidad muerta, al igual que a dominar más de un cuerpo. El poder de Proteus había crecido, pero aún así, su control sobre Jean Grey aún no había conseguido reclamar el poder cósmico que pondría a su disposición el Fénix.

Aquel era el sueño de Proteus, aquel era su objetivo. Había crecido encerrado en Isla Muir, sujeto a las terapias y estudios genéticos de su madre; había descubierto que era un vampiro que necesitaba de la energía de otros para vivir, que había perdido su cuerpo y se había visto obligado a migrar de un cuerpo a otro, consumiendo sus vidas, hasta llegar a tomar la de su propio padre biológico, aunque nunca había sabido lo que era un padre de verdad. Y luego había muerto. ¿Qué menos que hacer al universo responsable? ¿Qué menos que hacer que el universo viviera el mismo dolor que había vivido él? Y el Fénix era el vehículo para hacerlo. Podría saciar su hambre, su ansia de destrucción… con el propio universo. Desconocía qué pasaría después, no había pensado en ello, pero realmente le daba igual. No conocía los límites del poder que ostentaría en sus manos, no era algo que le preocupara. Proteus conocía el concepto de dios, y sabía que sería algo muy parecido.


-Proteus…

El sonido parecía retumbar en la isla. Jean y Sean giraron al instante sus rostros hacia el exterior de la casa a través de una de las ventanas, y las caras de ambos quedaron iluminadas por el color rojo resplandeciente del fuego cósmico de la Fuerza Fénix. Allí estaba, en el exterior de la casa, el pájaro de fuego rojo y ardiente. Sintió algo que se removía dentro de Jean, como un recuerdo, la sensación de haber encontrado algo perdido durante mucho tiempo. Proteus aplicó un poco más de fuerza para evitar cualquier reacción en el interior de Jean Grey.

-Proteus…

Su impulso es salir fuera. Tomar aquel poder en sus manos, hacerlo suyo. Y sin embargo…

Hay algo allí que le rechina. Las alas del fuego del Fénix tiñen el cielo de púrpura como en un ocaso detenido en el horizonte. El sonido parecía llegar de todas partes al mismo tiempo. Pero Proteus había esperado algo más. Electricidad en el aire, calor, tensión… Algo más que un espectáculo de luz y sonido…

Proteus se gira de nuevo, furioso, hacia el interior de la Academia, hacia las salas repletas de estudiantes convertidos en estatuas, como si aquello fuera el refugio de la Gorgona antes de la llegada de Perseo. Jean Grey y Banshee pasan a través de los escombros a los que se había reducido la sala principal, a tiempo de ver a Emma Frost tratar de escabullirse entre las destrozadas piedras, con el muchacho llamado Quentin Quire.

-¡No!-gritan al mismo tiempo Jean y Sean, aunque la voz de este resulta mucho más destructiva, alcanzando su grito sónico a los dos telépatas que trataban de escabullirse, arrojándoles contra un montón de escombros.

El golpe de las piedras deja sin aliento a Emma, que nota un inmenso dolor de cabeza tras liberar a Quentin de la prisión de Proteus, aunque no puede evitar maldecir en su interior el fracaso de Bobby a la hora de distraer a Proteus utilizando los generadores de la Sala de Peligro que habían construido en Isla Muir. Con unos minutos más hubiera podido sacar de allí a Quentin, y entre los dos, hubiera sido más fácil romper el dominio de Proteus sobre Jean y Sean, o al menos intentarlo. Ahora Proteus podía convertirles en madera, plástico, carbón o helado de vainilla…

-¿Pensabais engañarme a mi?-gruñe Proteus, con su inquietante canon a dos voces-. ¿A mi?

-Kevin, no…-comienza a decir Emma, y los ojos de los dos títeres parecen resplandecer.

-¡No pronuncies ese nombre!-grita él.

-¿Kevin?-gruñe Quentin-. Desde luego es un nombre estúpido…

-Os destrozaré…

-Si, claro-replica Quentin, y una descarga telepática brota de su mente, pero no de la forma sutil o dirigida que suelen utilizar otros telépata, sino como una ola abrumadora, un tsunami psíquico que golpea en la criatura de energía que es Proteus, con tanta fuerza que la criatura no puede evitar retroceder, que nota que sus garfios sobre la mente de Sean y Jean comienzan a ceder. Emma ve el resquicio, y se concentra, lanza su propia cuña en el maremágnum psíquico desatado de Quentin, una cuchilla mental perfectamente dirigida hacia un punto muy concreto…

Jean Grey abre los ojos, y se ve a sí misma, libre de las cadenas de Proteus. Mientras este trata de recomponerse después del ataque de Quentin, Jean se sacude los restos de los eslabones mentales que la habían atado a él. Viendo que su presa se le escapa, Proteus cierra sus cadenas aún más fuerte sobre Banshee, que aúlla de nuevo, golpeando a sus objetivos con toda la potencia de la voz del mutante. Quentin cae sin sentido, agotado por el ataque y la réplica de Proteus, Emma nota que los oidos le sangran, y Jean cae, agotada.

-Os voy a matar con mis propias manos-dice Proteus, y avanza hacia ellas, pero en ese momento, el aire a su alrededor parece espesarse… cristalizar… y el aliento del cuerpo de Sean Cassidy parece congelarse en el aire. Proteus se gira, y se encuentra con el Hombre de Hielo.

-Hola, Kevin. Soy Bobby, no nos conocemos. Recuerdos de… bueno, de nadie-dice, mientras extiende sus manos hacia Banshee, lanzando dos docenas de afiladas púas de hielo hacia Sean. Proteus grita, y los dardos se fragmentan en una multitud de pequeños trozos de hielo inofensivos que caen al suelo alrededor del cuerpo de Banshee. Una ola de energía golpea a Bobby, que nota como comienza rápidamente a descomponerse, a perder coherencia, mientras el hielo se convierte en agua… y empieza a hervir…

Y para cuando se gira en busca de Emma, Jean y Quentin, ya no están allí.


-¡Locos!-grita Proteus, sintiendo una gran rabia en su interior-. ¿Huís de mi? ¿Pretendéis esconderos de mi? ¡Soy Proteus! ¡Soy la muerte!

Estudiantes y profesores comienzan a moverse, con sus ojos resplandeciendo, y hablando de forma progresiva con las palabras que Proteus lanzaba desde el cuerpo de Banshee. Los tres telépatas se detienen en seco cuando Kate Bishop, Artie, Anole y Penitencia se acercan a ellos, con una polifonía de voces aterradora, con las palabras de Proteus.

-Puedo veros con un millar de ojos. Puedo golpearos con un millar de puños. Puedo aplastaros un millar de veces. No soy único, no soy individual, soy Proteus, y puedo ser más. Mil, cien mil, un millón de mentes, ojos y puños. Os aplastaré con las manos de aquellos a los que queréis, os destruiré con las manos de aquellos a los que habéis querido…

A pesar de estar agotada, Jean tiene que sostener a Quentin, que está a punto de caerse al suelo. ¿Qué pueden hacer? ¿Atacar a los niños? Ve en la mirada de Emma la misma duda. ¿Cómo van a defenderse de ellos? Kate Bishop está a punto de alcanzar con sus uñas los ojos de Emma, y Jean la golpea con un muro telequinético, tratando de apartarla sin hacerle daño. Sabe que eso no serviá mucho tiempo, está demasiado agotada como para utilizar siquiera la telequinesis durante mucho más rato.


Ella había sido Hambre.

Otoño sentía las cadenas de Proteus cerrándose en su mente, como antes había llevado las de Apocalipsis. Y a Otoño no le gustaba llevar cadenas, no más. Había cumplido demasiadas veces con los designios de otros. Aún así, notaba el peso de la esclavitud a la que le trataba de someter Proteus. Pero de pronto, el lazo se aflojó. Otoño podía sentir parte de su mente funcionar en libertad, pudo mover sus manos. A su alrededor, los demás se movían como muertos vivientes, arrastrados por el dominio mental de Proteus, convertido en una alimaña psíquica. Sus palabras también resonaban en la mente de Otoño; “no soy único, no soy individual…” Ella si lo era. Otoño, Hambre… quería ser ella, con uñas y dientes. Resistirse a los movimientos que Proteus le ordenaba le costo casi todo lo que tenía dentro, para cuando pudo mover una mano por su propia voluntad, estaba empapada en sudor. Y sin embargo, Proteus no se daba cuenta de sus resistencia. Se había disgregado demasiado, había repartido su poder entre varias mentes. Había dejado resquicios… Y Otoño los iba a aprovechar.


Rodeados. Así se sienten Jean, Emma y Quentin. Muchos otros estudiantes se han unido a los primeros, tienen sus garras hacia ellos, ansiosos de carne y sangre… ansiosos con un ansia que no es suya.

-Vamos a acabar como Jean-Baptiste Grenouielle…-gruñe Emma, arrancando una sonrisa irónica de Quentin.

-¿Incuso antes de morir tiene que hacer alusiones literarias, señorita Frost?

-Aquí no va a morir nadie-interviene Jean, alzando un nuevo muro telequinético mientras cae de rodillas-. No si puedo evitarlo.

-Sí, moriréis-dice Proteus entrando en la sala donde se encuentran los tres telépatas-. Moriréis y yo seré testigo. Y luego haré que vuestros niños se maten los unos a los otros…

Algo se mueve tras Proteus, y de pronto, Sean Cassidy grita, cuando las manos de Otoño le envuelven en un abrazo dramático. Banshee grita, se sacude intentando arrancarse las garras de la muchacha de encima mientras el poder de esta comienza a morderle por dentro, arrancándole su energia, su propia masa. El hambre rompe de nuevo en Proteus como una ola que se desbordase por encima de un dique, un hambre como no había conocido nunca. Docenas de bocas gritan al unísono por toda la mansión, cuando el dolor de Proteus se extiende a sus marionetas.

-¡Hay que liberar a Sean!-ordena Emma, y mientras a su alrededor los niños se retuercen, un manantial de energía psíquica brota de Emma, Jean y Quentin, buscando lo que pueda quedar de Sean Cassidy en la cárcel mental de Proteus… suponiendo que quedase algo. Sus tres mentes bucean en la psique de Proteus, buscando, rastreando… hasta que Emma lo ve, en el fondo psíquico un viejo castillo , una pequeña construcción medieval…

-¡Sean!-grita Emma, notando que su corazón se desboca, y este aparece en la torre de la fortaleza, rodeado de cadenas. Él la llama, pero la voz no brota de su garganta.

-¡Lucha Sean!-aúlla ella-. ¡Libérate de él!

-Necesita ayuda-declara Jean, mucho más fuerte en el terreno mental de lo que se la veía en el mundo físico. Una espada de energía psíquica aparece en sus manos, y se ve a sí misma en la torre, junto a Sean. Su espada crepita, y Jean recuerda las veces que ha pensado que Mariposa Mental era una exhibicionista con su poder por utilizarlo así-. Te vamos a sacar de aquí, Sean.

Jean alza las manos, dispuesta a golpear con su espada las cadenas que sujetan a Banshee, pero cuando va a golpear, escucha un grito, procedente de Quentin Quire. Se gira para encontrarse con al menos una treintena más de figuras idénticas a Banshee. Más joven, más mayor, con diferentes uniformes, como si alguien hubiera hecho un especial de “Sean Cassidy, así es tu vida” o algo así. Y en ese momento, en Sean Cassidy que está junto a ella ríe.

-Es mío-dice, y no podréis recuperarle.

-¡Es una trampa!-grita Emma, y de inmediato, trata de abandonar el plano psíquico, volviendo a su cuerpo a tiempo de ver como Quentin y Jean parecen desplomarse, atrapados por Proteus en el plano mental. Los niños de la academa se arraciman a su alrededor, gritando aún por la agonía que le provoca Otoño a Proteus. El verdadero Sean Cassidy está reducido a un esqueleto cubierto de piel, pero sus ojos aún chisporrotean, mientras Otoño se niega a perder el contacto con él, dispersando cada vez más de su energía, matándole de hambre… Hasta que de pronto, Proteus grita, y Otoño se convierte simplemente en un montón de hojas secas que se mueven por la sala como empujadas por el viento-. ¡Nooooooooooooooooooo!-grita Emma, al ver morir a otro de sus niños, sintiendo que la razón parece escapársele poco a poco-. No no no no no…

-Acabaré con todos-dice Proteus, tambaleándose-. Con todos y cada uno de vosotros…

-Y una mierda-gruñe alguien detrás de Proteus, y Kate Hudson golpea con todas sus fuerzas el cuerpo de Sean Cassidy con un candelabro de plata. Emma mira a su alrededor, y no puede dejar de sentirse orgullosa de Otoño. La muchacha ha debilitado a Proteus lo suficiente como para que su control sobre los chicos del colegio menguara, o al menos, disminuyera. Emma los puede ver, confusos, lentos, moviéndose como muertos vivientes la mayoría de ellos; aunque aquí y allá, algunos parecen recuperarse más rápido… Kate, Pellejo, Sangui…

Sangui.

-¡Sangui!-grita Emma, y el muchacho de color verde mira a la Reina Blanca, aún organizando sus pensamientos. No tiene tiempo, no tiene tiempo para que en antiguo morlock se recupere, así que simplemente, entra en su mente. Los pensamientos de Sangui son fluidos, rápidos como el mercurio, pero Emma está acostumbrada, es una experta telépata, así que se aferra a ellos, y lleva al niño corriendo a abrazar, literalmente a Sean Cassidy mientras aún se recupera del golpe que ha recibido de Kate. Y en cuanto el niño le toca, Proteus grita.

-¡Señorita Frost!

Emma no responde, necesita toda su concentración para evitar que Sangui sufra daño, no puede permitirse una distracción. Y a pesar de todo eso, siente ganas de aullar. Reconoce la voz, es Vaina. Paige Guthrie, y si ella está allí, sin duda lo estarán también los demás. Nezhno, Billy, Everett, Michael… Debería haber sabido que no les harían caso a ella y a Bobby, que terminarían volviendo…

Proteus grita, tratando de liberarse de Sangui, pero su cuerpo está débil debido al ataque de Otoño, y no consigue alcanzar al niño. Y en ese momento, Sean cae, y una figura humana resplandece sobre él, cegadora. Emma lo observa, sabe que ese es el verdadero Proteus, sin cáscara, sólo el corazón de energía que era la verdad del mutante. Sangui había anulado sus poderes, su capacidad de manipular la realidad, su habilidad para dominar cuerpos…

-¿Emma?-masculla desde el suelo Sean Cassidy, libre por fin de los garfios de Proteus, pero Emma no contesta. Hace que Sangui se aparte, y salta a otra mente, la de Banshee, situado justo debajo de Proteus… y le hace gritar.

El grito de Banshee parece desmadejar las propias líneas de energía que forman a Proteus. No le destruirá, pero ganarán algo de tiempo. Siente una oleada de optimismo cuando ve que Jean y Quentin parecen recuperarse, al igual que muchos de los alumnos. Probablemente puedan evacuar…

Un campo de fuerza cubre el cuerpo de Banshee, y Cecilia Reyes aparece, sostenida por Cíclope, y ante ambos, Estrella Rota, empuñando sus espadas. Señala a Proteus con ellas, y estas empiezan a vibrar en un armónico que transmite oleadas de sonido hacia la criatura de energía. Los ojos de Cíclope resplandecen rojos, y un rayo de fuerza impacta contra Proteus, que grita como si le estuvieran desgajando.

-¡Mantén el pulso, Estrella!-grita Cíclope-. ¡Hay que mantenerle ocupado!

-¡Ayudaré!-dice Sincro, y conecta con el poder de Cíclope, de modo que de sus ojos, brotan rayos escarlata que se unen al ataque a Proteus. Michael y Billy corren hacia Banshee, y Pellejo ayuda a Cecilia Reyes a caminar, apartándose de Proteus.

-¡No servirá de nada!-grita Vaina, nerviosa-. ¡Sólo el metal puede destruirle! Esto es solo una distracción…

Paige mira hacia el lugar donde Proteus se debate entre los ataques de Cíclope, Sincro y Estrella Rota, sabiendo que terminará liberándose. Sangui no puede afectar a una criatura de energía, y los poderes de Billy… bueno, aún no están a la altura de Proteus. Pero hay una cosa que puede hacer… y que solo ella puede hacer. Vaina se rasga la piel, liberando una nueva forma, una figura de acero cromado, resplandeciente,  casi afilada.

-¡Nezhno!-dice ella-. ¡Bola especial!

-¿Qué demonios es una bola especial?-pregunta el wakanda, mientras Paige corre hacia él.

-¡Tírame contra él!-ordena ella, sin darle tiempo a Nezhno a pensarse siquiera lo que está haciendo. El guerrero wakanda toma a Paige en sus brazos, y con toda su fuerza, la arroja contra la imagen de energía de Proteus.

-¡Paige no!-grita Cíclope, pero es demasiado tarde, y Paige cae sobre la figura de energía. Las manos metálicas de Paige se hunden en la matriz de energía de Proteus, que aúlla de dolor. El metal parece romper las conexiones de energía que mantienen ligado a Proteus, y Paige y él caen al suelo, con la muchacha sumida en un frenesí violento, arrancando trozos de la criatura, hundiendo cada vez más sus manos en la matriz de energía.

-¡No!¡No por favor!-grita Kevin MacTaggert, Proteus, pero Vaina no se detiene. Y de pronto todo estalla a su alrededor cuando la figura de Proteus desaparece y Vaina cae al suelo, completamente agotada.

-¿Lo he hecho?-pregunta-. ¿Le he matado?

-Paige…-susurra Scott, acercándose a ella, pero enseguida supo que no necesitaba respuesta.

Proteus había muerto, y lo había hecho en sus manos.


-¿Es definitivo entonces?-pregunta Moonstar, y Emma asiente con la cabeza, dando un sorbo a su copa de brandy en lo que queda de su despacho.

-Me marcho-dice la antigua Reina Blanca-. Evidentemente, Xavier y yo nos hemos equivocado. Nos hemos equivocado mucho, y no voy a consentir que haya más niños que mueran por ningún sueño. Ni por el suyo, ni por el mío. Queríamos protegerles, y les hemos expuesto. Y siempre son los niños los primeros en morir…

-Aún recuerdo cuando perdimos a Doug-asiente Danielle Moonstar-. Yo no dejaba de pensar en por qué, con todo lo que la Patrulla-X había pasado, ellos estaban vivos y Doug muerto. Sigo pensando que todo esto es culpa mía (1).

-En algún otro momento esa frase hubiera despertado mi interés profesional y hubiera sido el principio de una larga terapia-dijo Emma, con una leve sonrisa-. A día de hoy, Danielle… bueno, todos cargamos con nuestras culpas.

-¿Y qué va a pasar con los críos?-pregunta Moonstar, encogiéndose de hombros.

-Lo que sus padres decidan hacer con ellos-responde Emma-. Los humanos volverán a colegios humanos, me encargaré de que tengan la mejor formación que el mundo de ahí fuera pueda ofrecerles. Me niego a ver como gente como Michael van Patrick o Katherine Hudson se echan a perder. Y los demás… creo que algunos irán con Scott, Jean y Robert a Neo-Avalon. Otros simplemente querrán volver con sus familias. Sólo espero que dejen de convertirse en blancos para cualquier enemigo de los mutantes. Los niños no pueden ser el objetivo continuado de los Cosechadores, de Émplaca, de Apocalipsis, de Fenris… Este es el final, Danielle.

-Bueno, al menos de momento-dice Moonstar, y Emma enarca las cejas.

-¿Qué?

-La Doctora MacTaggert ya ha dicho que reconstruirá el complejo de Isla Muir. La vida seguirá aquí, Emma. Y Cable tiene planes…

-¿Planes para los niños, Danielle? ¿Planes con los que tú estás de acuerdo?

-Alguien tiene que defender a los niños, Emma. Solo porque tú intentes apartarles del mundo, no significa que dejen de buscarles. Que quieran atacarles. Son niños mutantes, Emma. Solo por eso, pueden atraer la atención de Apocalipsis, de la Hermandad de Mutantes Diabólicos, de… de gente como tú eras antes.

-¿Sabes que lamento aún más que la muerte de Júbilo, de mis Infernales o de Otoño, Danielle? ¿Sabes qué es lo único que siento más que esas muertes? Lo que le hemos hecho a Paige. El que se vea a sí misma como una asesina.

-Proteus hubiera matado a todos… y no había muchas más formas de detenerlo.

-Eso explícaselo mientras llora intentando dormir porque no deja de pensar en que ha quitado una vida-responde Emma-. Y eso es lo que Cable hace con los niños… lo que hizo con Sam, con Tabitha, con James, con Roberto… contigo… Os convirtió en soldados. ¿Vais a hacerle eso a mis niños, Danielle? ¿Y tú estás de acuerdo en eso?

-No-responde Moonstar-. Por eso estaré con Cable. Para asegurarme de que alguien se preocupa por ellos.

Emma se incorpora y se dirige hacia la puerta. Se detiene allí.

-Te arrepentirás de esto, Danielle. Recuerda esto. Te arrepentirás.

CONTINUARÁ EN ALGÚN MOMENTO… EN LAS PÁGINAS DE X-FORCE


1.- Durante DOCE; fue Moonstar quien, como Sagitario, dejó a Banshee en coma

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One Response to Generación-X #50

  1. MarvelTopia says:

    Un buen final a una gran etapa, Tomás.
    Espero ver pronto la continuación.

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