Superhumanos #37

superhumanos37

Por Ibaita


Fecha de publicación: Mes 210 – 10/15


VOLUMEN IV: LA GUERRA KREE-SKRULL

Número 66: Preparando la defensa

Kl’rt se acercó con paso firme a la cama. El Hombre Absorbente reposaba allí, con su cuerpo de metal, ahora parcialmente fundido, conectado a unas máquinas.

-¿Cómo progresa?-preguntó a uno de los doctores skrull de la habitación.

-No percibimos pulso, y se encuentra a temperatura ambiente, por lo que se podría decir que está muerto, señor-respondió uno de ellos-. Sin embargo, su cerebro parece mostrar cierta actividad eléctrica casi imperceptible. Creemos que puede estar en coma y que la falta de pulso y temperatura podría ser una característica de su forma de metal y no de su estado.

-Entiendo. Si muestra algún cambio, avisadme.

Los médicos asintieron, y Kl’rt abandonó la habitación.

Habían reparado buena parte de la base de Titán para su propio provecho, y eso era muy positivo. Ahora tenían un buen asentamiento. Sin embargo, los centinelas kree habían exterminado a casi todas las naves skrulls de la órbita de Urano, y ahora la mitad de ellos se dirigían a Titán a recuperar la base, junto a otras naves kree. La otra mitad seguía por la órbita de Urano eliminando la última resistencia. Los skrulls estaban perdiendo.

Kl’rt había solicitado la ayuda del guerrero superskrull Paibok y del comandante Chrell. El primero estaba participando en una campaña en la propia Vía Láctea, en el brazo de Sagitario, por el momento bastante exitosa, y le necesitaban allí. Sin embargo, el comandante Chrell y sus tropas habían aceptado y ya viajaban rumbo al Sol para ayudar en la lucha contra los centinelas kree.

Llegando ya al otro extremo de la base, Kl’rt entró en una habitación. Allí le esperaba el resto de su equipo de superhumanos, los que aún se tenían en pie: el Capitán América, Cíclope, Juggernaut, la Bestia, Unus el Intocable y Ave de Trueno.

-A partir de ahora, tenéis que estar preparados para entrar en combate en cualquier momento-dijo nada más verles. Ellos asintieron en silencio-. Los kree se dirigen hacia nosotros. Conocen mejor el terreno, y tienen superioridad numérica por el momento. Tenemos que defender esta base como sea.


María Hill se sentía halagada. No era para menos. El mismísimo Nick Fury, caminando a su lado, era quien la estaba halagando.

-Su carrera lleva tiempo siendo considerablemente buena, agente Hill. El pacto con Gambito que hizo hace algo más de dos años y que tantos beneficios nos reportó, y ahora nos sorprende usted eliminando a un ladrón mutante antes de que yo pueda pasarle el caso a Capucha Carmesí.

-Simplemente estaba más cerca yo, señor.

-No se quite méritos, agente. Ese tal Mímico podría haber acabado siendo peligroso. Me alegra ver que todavía podemos eliminar a superhumanos peligrosos sin recurrir a otros superhumanos peligrosos.

-Gracias, señor.

-Por eso debe usted tomar responsabilidades mayores, y es hora de que conozca el Proyecto Pegaso.

Un hombre apareció por el otro lado del pasillo. Era rubio y llevaba el uniforme azul típico de agente de SHIELD, excepto por unas muñequeras doradas.

-Quasar, María Hill; María Hill, Quasar.

-Encantado.

-El placer es mío.

-El agente Quasar está al cargo de la defensa del Proyecto Pegaso-explicó Fury-. Gracias a las Bandas Cuánticas, es uno de nuestros agentes más eficaces.

-Un gran invento, desde luego. Pueden proyectar energía de la forma que yo quiera a un nivel simplemente… impresionante.

-Así es. El gobierno de EEUU las obtuvo de un alienígena muerto al que apodamos Marvel Boy, en los años 50, pero no conseguimos hacerlas funcionar hasta mucho tiempo después.

Los tres agentes continuaron caminando por el pasillo.

-Quasar, explícale a la agente Hill esto-Fury señaló a la primera habitación a la derecha.

Quasar asintió. Hill observó a través del cristal reforzado de una sala blindada. Allí sólo había un pequeño cubo de unos 10 centímetros de arista, sobre una mesa.

-Éste es el legendario Cubo Cósmico.

-Oh, vaya. Pensaba que era una invención de las películas de Indiana Jones.

-No, no lo es. El científico nazi Arnim Zola lo creó para Cráneo Rojo, aunque nunca llegó a funcionar del todo. Después de que el Capitán América derrotara a Cráneo Rojo, el Cubo Cósmico quedó totalmente inservible. Aún así, lo conservamos para estudiarlo. No terminamos de entender qué hizo Zola, pero tiene mecanismos muy complejos.

Hill asintió en silencio y los tres continuaron andando. Quasar señaló después una habitación situada al otro lado del pasillo. Parecía una celda. A través del cristal reforzado, semejante al de la habitación anterior, se veía a un hombre en camisa de fuerza.

-Se trata de Robert Reynolds-explicó-. Parece tener un superpoder terrible, capaz de desatar una extraña energía que conocemos como el Vacío. Podría ser tremendamente poderoso si supiéramos cómo usarlo, pero es demasiado inestable. Si lo hiciéramos mal, podría aniquilar todo el planeta. Los mejores psicólogos de SHIELD están trabajando en ello.

-Samson, supongo-apuntó Hill.

-Entre otros, sí, no sabía que estabas familiarizada con él.

-La agente Hill conoce muchos de los secretos de SHIELD-comentó Fury sonriendo-, pero le quedan muchos por descubrir. Continuemos la visita.

Hill reflexionó sobre esto mientras pasaban a la siguiente habitación. Efectivamente, aún quedaban muchos. ¿Cuántas cosas ocultaba el Proyecto Pegaso? ¿Y cuántas eran demasiado peligrosas para ser usadas nunca?


La Bestia salió de la ducha. Las duchas skrull no funcionaban con agua, lo que era muy positivo para su pelaje: era más bien una especie de ola de calor dirigida que eliminaba la mayor parte de la suciedad. Cíclope salió de un retrete cercano, tras hacer sus necesidades.

-Ey, Ciclo-saludó la Bestia.

-Buenos días-respondió éste-. Contigo quería hablar. No hemos tenido muchas ocasiones estos días.

-No, es cierto. ¿Qué se te pasa por la cabeza, mi amigo de visión rojiza?

El líder de la Patrulla-X suspiró.

-Igual esto te resulta incómodo. A mí también. No soy exactamente el Cíclope que conociste hace años, pero… recuerdo algunas cosas, ¿sabes?

-Me imagino, sí-La Bestia se detuvo y adoptó un tono más serio.

-El profesor y Jean reconstruyeron mi mente como pudieron. Recuerdo algunas cosas de los viejos tiempos de la Patrulla-X, aquellos uniformes azules y amarillos que llevábamos.

-Sí, buenos tiempos.

-¿Recuerdas cuando luchamos contra Saurón?

-¿Saurón? Oh, ¿el tipo que parecía un dinosaurio?

-Ése mismo. Uno de los mutantes malvados contra los que nos avisó el profesor. Le perseguimos hasta Sudamérica, hasta los Andes, ¿recuerdas?

-¿Cómo olvidarlo? Hicimos turismo.

-Al final murió durante la batalla. Culpa mía, supongo, aunque yo… no le maté a propósito. Se chocó con aquellas rocas y, no sé… ni siquiera le dimos un funeral, porque, ¿para qué? Lo ideal habría sido que Jean y el Profesor consiguiesen por fin acceder a su cerebro, después de que le dejásemos en su forma humana, y pudiesen lavárselo para convertirle en uno de los buenos. Pero al fin y al cabo murió siendo uno de los malos, ¿no? El mundo estaba mejor sin él. Dejamos su cadáver en el fondo de aquel barranco y nos largamos.

-Sí, cierto. ¿Por qué lo dices?

-Porque a veces, el mundo está mejor sin uno de los malos. Deberíamos tener más determinación a la hora de actuar-dijo Cíclope-. Y lo digo por el Capitán América. Ahora que el Hombre Absorbente está en coma, el Capitán América es el único vengador de nuestro grupo. Todos los demás somos de la Patrulla. Si le matásemos… nadie lo sabría.

La Bestia apartó la mirada ligeramente, y hubo unos segundos de silencio.

-¿Y los skrulls, Cíclope?

-Nuestras vidas no importan nada a los skrulls. ¿Aún no te has dado cuenta?

-Nuestras vidas tal vez no, pero nuestra lealtad sí. ¿Qué pasará si empezamos a matarnos entre nosotros? ¿Qué crees que querrán?

-Tal vez sea un riesgo que debamos correr.

-O tal vez no. Medítalo, Ciclo. No creo que con esto lleguemos a buen puerto. Habrá otras maneras de hacer el bien.

-Sí. Eso espero.


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No hay ni comentarios ni dudas, así que hasta el mes que viene.

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