Uncanny Inhumans #3

En la misteriosa Zona Azul de la Luna se esconde una ciudad que no se parece a ninguna otra. Llamada Attilan o El Gran Refugio es el hogar de una raza de seres engendrados de forma artificial. Su Familia Real, liderada por el silencioso Rayo Negro, incluye miembros de notables súper-habilidades, entre ellos Medusa, Gorgon, Triton y Karnak.

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#3 – UBI CONCORDIA, IBI VICTORIA III

SECRETOS ENTERRADOS

Por Kevin Flynn


Fecha de publicación: Mes 221 – 1/17


Egipto.

Algún lugar fuera de los mapas.

El silencio inundaba aquel océano de arena cuando ellos llegaron. Un destello quebró la calma del lugar, dibujando surcos en el aire, como ondas creadas sobre las tranquilas aguas de un estanque. Nada existía allí y al instante siguiente aparecieron ellos. Era gigantesco, su cuerpo parecía estar compuesto de rocas que rechinaban con violencia entre si mientras caminaba, sobre su cabeza un penacho de color blanco bailaba con la brisa de aire caliente. Con gigantescas y poderosas zancadas sus pies se hundían por instantes en la superficie arenosa para acto seguido ser borradas por el viento, como si nunca hubiesen existido. -¿Seguro que este es el lugar, Flint?-. La sinuosa voz de mujer se oyó tras él. Gruño, maldijo y miro de soslayo ha su espalda. Ella apareció reptando por la gigantesca espalda de aquel misterioso golem. Poseía evidentes rasgos reptilescos, su cuerpo parecía cubierto en su totalidad por escamas color esmeralda. Serpenteaba sobre su compañero asiéndose con firmeza gracias a las poderosas garras que lucia en sus manos y a su poderosa cola coronada con llamativas membranas color verde.

Una pequeña luz parpadeó en su muñeca. Detuvo su caminar. -Este es el lugar exacto Naja-. Su voz resonó estruendosa. Lo joven salto dibujando una pirueta en el aire, bajo sus brazos gigantescas membranas se abrieron cual alas permitiéndole planear hasta el suelo firme, a escasos metros del lugar que ocupaba su compañero. -Bien, ¿Ahora que?- La infinidad de rocas que componían el cuerpo del gigante comenzaron a vibrar extrañamente, comenzando a removerse del cuerpo desapareciendo en el suelo bajo sus pies, dejando al descubierto a un joven adolescente de rasgos afro-americanos, con el pelo rapado y una cresta de pelo color blanco. -El Maestro dijo que una vez alcanzásemos el lugar la tumba misma se nos revelaría-.

Aguardaron en silencio interminables minutos pero nada ocurrió. Naja se giro en silencio y miro el cielo. -Esto es una…- No puedo concluir la frase. El suelo se movió bajo ellos, el mar de arena bailo, salto y gimió cuando una gran abertura emergió de las profundidades mostrándoles una escalera, un camino que seguir. Ambos se sonrieron mutuamente comenzando a descender con sumo cuidado y temerosos de lo desconocido.

En la lejanía, agazapado bajo la sombra de un enorme vehiculo oruga, un extraño envuelto en un ajado manto grisáceo observaba la escena cuando el ladrido llamó su atención. Un border collie de colores negro y blanco corría alegremente hacia el desde la parte contraria del vehiculo. -¡Forey amigo!- Acariciaba al animal. -Tranquilo compañero, pero parece que después de tantos siglos tenemos compañía-. Dueño y mascota se pusieron en pie y saltaron de regreso al vehiculo que instantáneamente arranco retomando su camino. En el lugar que ocupaban la brisa comenzó a borrar una palabra escrita sobre arena: Ver.


Nuevo Avalon.

Aposentos de los Maximoff.

Una calma total reinaba en la estancia. Pietro caminaba con sumo cuidado y absoluto silencio mientras portaba a Luna entre sus brazos, la pequeña acababa de dormirse y su padre la llevaba hasta la cama para que descansase. La completa oscuridad solo era rota por unos débiles hilos de luz de Luna que las tupidas cortinas, que protegían el balcón, filtraban hacia el interior de la habitación, aun así eran suficientes para que el mutante velocista observase como su hija descansaba apaciblemente tras arroparla. Comenzó a tararear una vieja canción de cuna, no recordaba su origen pero le hacia sentirse en paz e intentaba transmitírselo a su hija.

Un fogonazo inunda la sala y tres figuras aparecieron en el lugar. -¿Pero que cojones…?-. El velocista contemplaba como su cuñada, la reina de los inhumanos y dos acompañantes se materializaban de la nada en el centro de la estancia. -Me cago en la… ¿Qué haces aquí Medusa, estas loca?-.

-Pietro espera…- La reina trato de explicarse pero ya era tarde un borrón plateado les rodeo salio y entro del lugar, para cuando quiso darse cuenta su sobrina ya no se encontraba allí pero si su hermana, cruzada de brazos y claro semblante de enojo. Su marido se detuvo junto a ella. La reina Medusa solo atino a balbucear el nombre de su joven hermana -Crystal-.

-¿Qué haces aquí Medusa?-. Recrimino la joven.

-Te lo ruego… Os lo ruego ha ambos, oídme antes de cometer algo de lo que os arrepintáis mas tarde- Trato de explicarse la mujer mientras la joven Iso se ocultaba temerosa tras su figura y el aguerrido Nur se interponía entre ella y el matrimonio mutante procurando salvaguardar la integridad de su reina. Pietro veloz como un suspiro se planto ante el con bravuconería. -Cuidado con lo que haces compañero, o te sacare el corazón latiente del pecho antes siquiera que te percates de ello-. Nur comenzó a apartar el visor de sus ojos presto al ataque cuando Crystal detuvo la escena. -¡Basta! Explícate hermana y esmérate en tu respuesta o puede que no te guste lo que hagamos-.

Medusa respiro profundamente, tratando de tranquilizarse, todo había ocurrido muy deprisa. Tomo la mano de la joven científica que se ocultaba tras ella y la presento al resto con un gesto de manos. -Esta es la Dra. Iso, pertenece al círculo interno de la casta de los genetistas-. Crystal asintió mientras se aproximaba, apartando a su marido a un lado para que se tranquilizase. -Doctora tendría la amabilidad de explicar a mi hermana Crystal la situación a la que nos enfrentamos, por favor-.

La joven dio un paso al frente, trato de relajarse antes de comenzar su relato. Temía que si su explicación no fuese convincente su integridad y la de sus acompañantes pudiese correr peligro. Hizo acopio de cuanto valor creyó encontrar en su interior, trago saliva, enjugo sus labios y comenzó su relato.


Attilan, el Gran Refugio. Zona azul de la Luna.

Todo en el Templo del Cambio era bullicio y ajetreo. Vinatos atravesó el atrio principal abriéndose paso entre los grupos de monjes que corrían alocados de un lugar a otro con mil y un quehaceres. Abandono varios corrillos formados a ambos lados de la nave principal y se encamino con asombro hacia el altar mayor, en el primer escalón un discípulo tropezó con el dejando caer decenas de ajados pergaminos que portaba en desconocida dirección, cuando comenzaron a rodar por el suelo de mármol el medico se presto raudo para auxiliar al joven.

-No se preocupe Doctor, el hermano Arestros se ocupara de eso y pondrá mas atención la próxima vez, ¿No es así hermano?- La voz era fría y carente de toda emoción, ambos alzaron la mirada vislumbrando la figura de Karnak, recientemente nombrado Sacerdote Supremo del Templo del cambio. -Repito. ¿No es así hermano Arestros?- Insistió con premura. El joven asintió con nerviosismo y claro temor en su rostro. Se dispuso raudo a recoger todos los pergaminos esparcidos por el piso, para acto seguido desaparecer entre el gentío que ocupaba el lugar con la misma celeridad  con la que apareció.

Karnak brindo una tétrica sonrisa al medico y le brindo la mano, ayudándolo a incorporarse. -Disculpe el alboroto, como bien sabrá mañana tendrá lugar una nueva ceremonia del cambio y con los recientes acontecimientos parte de nuestra sociedad es reacia a que sus descendientes o familiares se sometan a ella-. Suspiro -Pero esas son nuestras leyes ¿verdad? Nuestra sociedad ha sobrevivido milenios gracia a ellas y no debemos darles la espalda, ni tan siquiera en estos momentos de incertidumbre-. Vinatos realizo un gesto de conformidad devolviéndole una leve y temblorosa sonrisa. Karnak era alguien a quien temía, la fama que precedía al sacerdote causaba pavor entre sus iguales. -Pero dígame ¿Qué le trae por aquí?-.

Se erguio intentando recomponer sus vestiduras. -Pues vera, Sacerdote Supremo he realizado un nuevo descubrimiento que tiene que con Maximus y la extraña enfermedad que azota a nuestros recién nacidos-. Miro fijamente a su acompañante. -He tratado de que su majestad me recibiera, pero algo ocurre en el Palacio Real y no he podido ser recibido, este el motivo por el cual acudo a usted, ya que es alguien muy próximo a nuestro Monarca y sin lugar a dudas podrá informarle de las importantes noticias que le traigo-.

Karnak abrió los ojos expectante. -Ya veo…-. Atentamente estudio al doctor con la mirada y sin inmutarse invito a le acompañase con un gesto de su mano. -Será mejor que tratemos estos temas lejos de oídos indiscretos. Sígame-.

Descendieron los cinco escalones que precedían al altar mayor, dejaron atrás un pequeño altar lateral adornado con frescos que rememoraban escenas del pasado inhumano, atravesaron un oscuro pasillo y alcanzaron una pequeña estancia escuetamente adornada, donde solo sobresalía la presencia de numerosas librerías repletas de ajados volúmenes. Karnak brindo asiento al doctor y ambos se acomodaron junto a una mesa sobre la que descansaba una bandeja de metal la cual sustentaba una jarra rodeada de varias copas de algún extraño metal que emitía un tenue brillo esmeralda.

-Y dígame doctor Vinatos ¿Cuál es ese descubrimiento tan importante que ha realizado, sobre Maximus?- Apremio Karnak mesando su espesa perilla.

-Pues vera, comparando las muestras de ADN de los recién nacidos afectados con el de Maximus hemos descubierto que este ultimo es portador de unas encimas que trasmiten el virus, por llamarlo de alguna manera…- Le temblaba la voz y se le secaba la garganta. Karnak le sirvió una copa del contenido de la jarra, sobre la bandeja. Vinatos apura la bebida. -La encima no afecta a los adultos pero si a lo no-natos, que desarrollan esta debilidad al nacer la cual amenaza sus vidas-. El sacerdote se levanto de su asiento pensativo, comenzando a caminar alrededor de la estancia mientras su compañero lo seguía con la mirada mientras continuaba con las explicaciones. -Por lo que sabemos Maximus lleva pocos días entre nosotros, pero hace meses que la enfermedad afecta a nuestros recién nacidos, por lo cual creo que se trata de alguna argucia por su parte-

Karnak se detuvo tras el medico colocando ambas manos sobre sus hombros. -¿Quién mas conoce esta información, doctor?-. Vinatos trago saliva asustado. -Solo yo, mi señor Karnak-. Con un escalofriante chasquido su cuello se quebró bajo las poderosas manos del Sacerote Supremo. Su cuerpo inerte cayó al suelo.


La Gran Cúpula, bajo el Mar de la Estrellas.

Hogar de la casta de los acuáticos.

Triton permanecía de pie en el centro de la escena con los brazos cruzados y gesto sobrio. Todos sus congéneres en edad de luchar se repartían armas, así como tareas de defensa, revisaban sus equipos, ajustaban sus armaduras, calibraban sus visores, preparaban respiradores para la superficie y eran asignados a puntos estratégicos alrededor de todo el Gran Refugio. Sobre una gran mesa redonda tallada en piedra exquisitamente pulida y adornada con numerosos grabados que representaban olvidadas batallas de su casta, varios generales planificaban planes de ataque y defensa. Su líder solo observaba en silencio.

El fondo marino se revolvía con tal ajetreo. Comenzaba a dolerle la cabeza, cerró los ojos y masajeo su sien con calma esperando sentir alivio. No hubo suerte.

-Mi señor Triton-. Dorhum la guerrera acuática de brillantes escamas violetas se aproximo a su posición. -Mi señor, nuestros hombres han confirmado que varias entradas auxiliares han sido abiertas sin autorización a lo largo de estos meses, pero ni cámaras ni testigos prueban que alguien o algo entrara por ellos-.

Triton la miro fijamente con aquellos profundos ojos negros. – ¿Están estos hechos en conocimiento de Gorgon o de Blackbolt?-. Pregunto con evidente enfurecimiento.

La mujer se encogió de hombros para seguidamente negar con la cabeza y esconder la mirada apesadumbrada, Triton quiso explotar de rabia. Cerro el puño con ira acumulada y golpeo una columna cercana con tanta fuerza que hizo temblar toda la base de la Gran Cúpula, la cual se quejo lamentándose estrepitosamente por unos eternos instantes de incertidumbre, durante los cueles todos sus iguales centraron la mirada en él. La algarabía se detuvo. – ¡Nuestro Rey no ha sabido mantener la paz en Attilan! ¡Las demás castas disputan entre ellas enfrentándose unas a otras en busca de un líder capaz de guiar a nuestra poderosa nación, pero solo la mezquindad y el temor guían sus manos, es por eso que nosotros como legítimos hijos de Attilan nos alzaremos, tomaremos el control y guiaremos a nuestra especie hacia el mañana!– Sus seguidores rugían enfervorizados redoblando esfuerzos.

Dorhum tomo por el brazo a su líder, estaba tenso y sus piel escamosa desprendía tal calor que era perceptible aun allí en el fondo marino. -Triton solo dime que no es la ira o el rencor quienes guían tu brazo también-. La mujer lo miro fijamente. -Solo dímelo-.

El la tomo por las manos -Solo la esperanza de un lugar mejor para nuestro hijo y nuestra casta es la que me guía-.


Aposentos de Maximus. Palacio Real.

Tras un ademán y un extraño juego de manos unos destellos azulados surcaron el enrarecido aire del lugar alrededor del espejo, improvisada ventana indiscreta al mundo, el cual retomo su aspecto original reflejando sobre su superficie toda la estancia de Maximus, el cual se carcajeaba estruendosamente tras observar la escena bajo el mar. Se giro rápidamente sobre sus propios pies con gesto enloquecido para dirigirse a dos figuras que se encontraban arrodilladas tras él. Se aproximo a ellos con aquella aterradora sonrisa en su cara que les helaba la sangre. -Alzaos mis queridos Alfas Primitivos, llevadle la buena nueva a vuestros congéneres pronto yo, Maximus el Grande llevara vuestra casta hasta el lugar que debierais ocupar a mi lado, en el trono de Attilan-. Las dos figuras se marcharon y el continuo lanzando aquellas aterradoras carcajadas.

Continuara…

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