Factor-X #127

Factor-X #127Forja. Polaris. Chico Salvaje. Shard. Dientes de Sable. Mística. Juntos forman Factor-X. Esta es el relato de su última aventura.

#127 – Rompiendo las cadenas
Por Correia


Fecha de publicación: Mes 5 – 9/98


«¿Cómo que NO?»

Lorna Dane estaba furiosa. Hacía una semana que su novio, Alex Summers, más conocido como Kaos, y jefe del equipo gubernamental llamado Factor-X había escapado, tras la lucha contra la Bestia Oscura, con el cerebro lavado, creyendo ser un fiel servidor del ser que era una copia maligna de Hank McCoy, el mutante miembro de la Patrulla-X y de los Vengadores. Lorna, que había estado recuperándose de las heridas sufridas en la lucha, quería recuperar a su ser amado, pero el Gobierno no lo consideraba necesario.

Tres de los miembros de Factor-X, Forja, Polaris y Chico Salvaje, se hallaban en el despacho de Henry Peter Gyrich, el recién nombrado encargado del grupo. Dos miembros más, Mística y Dientes de Sable, se hallaban encerrados en los sótanos del edificio. El otro, Shard, el holograma viviente de la hermana del mutante miembro de la Patrulla-X Bishop, no era conocido por el Gobierno, por lo que permanecía oculta.

Gyrich había llamado a Factor-X hacía diez minutos para comunicarles que pensaba incluir a los dos últimos prisioneros, Fatale y la Bestia Oscura, en Factor-X, al igual que en su día lo hicieran con Dientes de Sable y Mística.

Forja, como jefe del grupo y contacto con el Gobierno, se opuso, pero la decisión ya estaba tomada y era irrevocable. Entonces fue cuando Lorna preguntó:

«¿Qué pasa con Alex?»

«¿Qué se supone que pasa?», preguntó Gyrich.

«¿Cuándo vamos a ir a por él?»

«Kaos no es necesario para el grupo en estos momentos. Tenemos los suficientes miembros para que sea prescindible.»

«Pero, tenemos que encontrarlo y curarlo.»

«No. Es una orden. Además, tenéis que…»

«¿Cómo que NO?»

Lorna, que llevaba enfadada toda la semana, no aguantaba más. Con su poder mutante, apartó la mesa de Gyrich, estrellándola contra la pared, mientras lo levantaba de su silla

«¿Qué quiere decir con que NO podemos ir a buscar a Alex?»

Lorna comenzó a elevarse, usando su control sobre el magnetismo para levitar, mientras mantenía a Gyrich sujeto a la pared. Estaba muy enfadada, y muy preocupada por su novio. Quería ir a ayudarlo, y ahora este mequetrefe no le quería dejar…

«Polaris, te ordeno que… ¡¡¡¡AAAARRRRGGGGHHHHTTTT!!!!»

Gyrich gritó. El poder de Lorna lo estaba incrustando en la pared, y comenzaba a sangrar.

«¡Lorna, por el amor de Dios, suéltalo!», dijo Forja, acercándose a la irritada muchacha. Pero Polaris no atendía a razones. Con una descarga, envió a Forja a la otra punta del despacho, y apartó a Chico Salvaje, que se preparaba para saltar sobre ella, al techo.

«¡Dejadme en paz!»

«¡Tranquilízate, chica!», gritó Forja, mientras sacaba un pequeño aparato del bolsillo. Presionando su botón, una onda de energía magnética surgió del mismo, y, al ser exactamente la misma frecuencia que la usada por Polaris, hizo que ésta cayera, quedando momentáneamente sus poderes anulados.

Gyrich cayó al suelo, al dejar de actuar sobre él el poder. Entonces, se incorporó, se sacudió el polvo de su traje negro y pulsó el botón de alarma que llevaba incorporado en uno de sus gemelos.

Mientras, Forja y Chico Salvaje levantaron a Polaris, que había quedado aturdida, y, de repente, se vieron rodeados por agentes, vestidos con una armadura dorada y gris, y portando un rifle de plasma.

«Señores», dijo Gyrich, «entreguen a la dama. Está detenida.»

«Supongo que estará de broma, Gyrich», respondió Forja. «Estas armaduras las he creado yo. ¿No esperarás que esté indefenso?»

Tras decir esto, chasqueó los dedos de su mano metálica, y los soldados cayeron al suelo, con sus armaduras totalmente desprovistas de energía.

«Y dado que has dejado bien claro que no confías en nuestro trabajo», continuó, «presentamos nuestra dimisión irrevocable.»

Cogió a Polaris en brazos, y salió de la habitación, seguido de Chico Salvaje, mientras Gyrich se desgañitaba.


Horas después, en Dallas, Texas.

Forja condujo a sus compañeros a su nido del águila, su hogar, un edificio equipado con la más alta tecnología, ideada por él mismo. Desde allí, esperaban poder encontrar alguna pista que les condujera hacia su compañero desaparecido, Alex Summers.

«Bien, Kyle», dijo Forja. «Dejemos que Shard y Lorna descansen del viaje mientras nos ocupamos de la búsqueda.»

Chico Salvaje dejó a una sedada Lorna en una cama, al cuidado del holograma viviente conocido como Shard, y siguió a Forja hacia el centro de control del edificio.

«Forja», dijo, «he decidido volver a Canadá.»

«¿Qué?», respondió sorprendido Forja. «Creía que tú y Shard…»

«Entre Shard y yo no hay nada, ni nunca lo habrá. La verdad es que va siendo hora de que me enfrente a la verdad. Estoy enamorado de Aurora, y he decidido ir a buscarla.»

«Está bien, Kyle, lo comprendo.»

«Además», añadió, «soy un emigrante ilegal. Mi carta verde estaba condicionada a mi trabajo para el Gobierno. Así que cuanto menos tiempo esté aquí, mejor será. Siento no poder ayudaros en la búsqueda, aunque, seguramente, no serviría de nada.»

«Como quieras, Kyle. Si quieres, puedes llevarte mi aerodeslizador. No te preocupes por devolvérmelo, está programado para regresar a la base automáticamente.»

«Gracias, Forja. Os echaré de menos. A todos.»

Se dieron la mano, y Chico Salvaje abandonó Factor-X.


16:35, Washington, D.C.

En una celda especial, cuatro caras familiares esperan a que el Gobierno decida qué hacer con ellos. Son Dientes de Sable y Mística, miembros de Factor-X, y sus dos últimos prisioneros, Fatale y la Bestia Oscura.

De repente, un hombre se materializó en el interior de la celda de Fatale. Esta, que estaba durmiendo, no se enteró de nada. El desconocido sacó una especie de lanza de una funda colgada a su espalda, y apuntó hacia la mutante. Presionando un botón, una ráfaga de energía voló la cabeza de la mujer, cauterizando las heridas, de modo que no sangró. Una mancha oscura en la almohada eran todos los restos que quedaban del rostro de la teleportadora.

El hombre se volvió, y se dirigió hacia la puerta de la celda. De un golpe, la abrió, aun sabiendo que ese acto dispararía las alarmas de la prisión. Esto haría que se cerrasen todas las puertas del módulo en que se encontraba. No le preocupaba. Tenía tiempo. Podía matar a los otros tres mutantes en menos tiempo del que necesitarían los agentes para desbloquear las puertas y entrar.

Se dirigió a la siguiente celda. Allí, Henry McCoy le esperaba. Este ser procedía de una dimensión alternativa, en la que Apocalipsis se había hecho con el control del mundo, y en la que él era un cruel científico que disfrutaba torturando tanto a mutantes como a humanos en aras de la ciencia1.

«Veo que has acabado fácilmente con la joven Fatale», dijo la Bestia Oscura, «Ejecutor. Pero no podrás conmigo.»

De repente, se abalanzó sobre la puerta de su celda, mientras el Ejecutor disparaba su lanza Z’Noxx. Aprovechando el impacto del rayo, la Bestia logró arrancar la puerta de sus goznes, y salió de la celda, cayendo sobre el Ejecutor.

A continuación, los dos se enzarzaron en una violenta batalla, en la que las garras y la fuerza de la Bestia combatían con el cuchillo y el campo de fuerza del Ejecutor. Este, sabiendo que los guardias de seguridad estaban a punto de llegar, y no queriendo luchar contra humanos, decidió usar otra de sus armas, sacada del cuerpo de un Centinela: un rayo sónico, que golpeó a la Bestia, haciendo que este se retorciera de dolor.

Aprovechándose, el Ejecutor se puso en pie, y, activando su lanza, la dirigió hacia la Bestia Oscura, mientras decía:

«Yo, el Ejecutor, te declaro culpable de crímenes contra la humanidad. Como juez, jurado y verdugo, te sentencio a la MUERTE.»

La cabeza de la Bestia Negra rodó junto a los pies del Ejecutor, seccionada por su lanza.

Justo en ese momento, los guardias entraron en el módulo-prisión. El Ejecutor, al verlos, activó su teleportador, lamentándose de no haber podido acabar con sus otros dos objetivos: Dientes de Sable y Mística.


Forja llevaba las últimas dos horas, desde que se fue Chico Salvaje, intentando localizar a Alex. Pero era imposible. Estuviese donde estuviese, no podía ser detectado.

Se dirigió hacia el dormitorio, donde estaban Shard y Polaris.

«¿Has encontrado ya a Alex?», preguntó Polaris, impaciente.

«Aun no», respondió Forja, sin ser capaz de evitar que en su voz asomase un tono de desesperanza.

«Tenemos que encontrarlo como sea», gritó Lorna. «Está herido, lo sé.»

Antes de que pudiera responderle, sonó una alarma.

«¡¡¡Es Alex!!!», gritó Forja.

Corrieron hacia el monitor.

«¡No es posible!», gritó. «¡Está en el vestíbulo!»


22:42, Washington D.C.

La seguridad del módulo-prisión se ha visto reforzada tras las muertes de Fatale y la Bestia Oscura. Ahora, diez guardias custodian a los dos prisioneros que quedan: Dientes de Sable y Mística.

De repente, los guardias comienzan a caer uno tras otro, y la alarma comienza a sonar de nuevo. Mística se asoma desde su celda, preguntándose qué habrá pasado esta vez.

Una explosión tras ella. Algo o alguien ha destrozado el muro que da al exterior. De hecho, toda esa pared ha sido completamente destrozada.

De entre las sombras salen tres hombres y una mujer. Mística los reconoce enseguida.

«Mole, Mímico, Sapo y Fantazia. ¿Qué hacéis aquí?», pregunta.

«Hemos venido a rescatarte, Raven», dice el Sapo. «La Hermandad te necesita.»

Mística no contesta. Se limita a dirigirse hacia sus nuevos compañeros y, juntos, desaparecen.

En la celda contigua, Dientes de Sable ve la libertad al alcance de su mano, y salta, perdiéndose en la oscuridad.


23:32, Washington D.C.

Valerie Cooper entró en la Sala Oval, donde la esperaba el Presidente. Saludó, inclinando levemente la cabeza, y se sentó.

«Bien, Ms. Cooper, como sabrá, el proyecto Factor-X se nos ha ido de las manos mientras usted investigaba las consecuencias de la batalla contra Onslaught», dijo el Presidente.

«Si, señor, lo sé, y quiero dejar bien claro que todo se ha debido a una intolerable intromisión de Gyrich. El no tiene autoridad en este proyecto, señor, y, por su culpa, nos hemos quedado sin Forja y los demás.»

«El señor Gyrich será… reprendido. Pero olvidémonos de eso. Lo hecho, hecho está. Quiero que vaya a buscarlos, y les haga una oferta que no puedan rechazar. Los quiero de vuelta.»

«Me temo que no aceptarán así por las buenas, señor», contestó Val.

«Lo sé. He decidido que tendrá usted total autoridad en el proyecto. Los quiero de nuevo. Según parece, tras la batalla de Onslaught, la popularidad de los mutantes ha subido algo en las encuestas. El grupo es lo que necesitamos para subir nuestra propia popularidad.»

«Se hará como quiera, señor», contestó Val.

Se levantó, y salió de la habitación.

«Estos malditos políticos. Sólo piensan en encuestas», pensó.

Se dirigió hacia el garaje. Sabía donde encontrarlos. Estarían buscando a Summers, y ella sabías donde estaba.


Nueva York.

En los antiguos callejones Morlocks, Forja, Polaris y Shard caminan guiados por Random, internándose en la maraña de túneles.

«¿Cuánto falta, Random?», preguntó Lorna, nerviosa.

«Faltan dos túneles», contestó Random. «Pero recuerda que Alex está bajo control hipnótico. Seguramente, se enfrentará a vosotros.»

«Si hace falta, lucharé con él para recuperarlo», fue la respuesta de Lorna.

Siguieron avanzando. De repente, al doblar una esquina, un rayo golpeó en Random, agujereando su pecho.

«¡¡¡¡¡¡AAAAAARRRRRRGGGGGGHHHHHHTTTTTT!!!!!!»

«¡Random!», gritó Shard. «A cubierto, nos atacan.»

Kaos salió de entre la oscuridad. En sus ojos sólo se veía locura.

«Así que el engendro de McCoy ha decidido traicionarnos, ¿eh?», dijo. «Mejor. Así os podré matar a todos de una sola vez.»

Tras decir esto, comenzó a lanzar rayos en todas direcciones. Shard se protegió creando un escudo con su poder fotónico. Forja corrió hacia Random y lo apartó de la línea de fuego. Polaris, al ver así a su novio, comenzó a gritar. Emprendió vuelo, y usó su control sobre el magnetismo para detener a Kaos. Este, sintiendo a Polaris, dirigió todo su poder hacia ella. Pero Polaris no se iba a dejar vencer. Esta vez no. Estaba harta de que la manejaran de una u otra forma, y quería recuperar el control. Quería recuperar a Alex.Así que detuvo durante un instante el flujo sanguíneo de Alex, manejando el hierro contenido en su sangre, lo que provocó que quedara inconsciente.

Forja, al ver a Alex caído, corrió hacia él, y le puso un anulador, para impedir que usara sus poderes mutantes contra ellos. A continuación, le administró un sedante.

Polaris aterrizó junto a su novio, se arrodilló a su lado y comenzó a acariciarle el cabello.

«Todo irá bien, Alex. Xavier te curará. Te lo prometo», dijo.


Media hora después.

Random se había recuperado enseguida del efecto de los rayos de Kaos, y los había dirigido a la salida. Allí les esperaba Valerie Cooper.

«Hola, Forja», dijo Val. «Y a todos los demás.»

«¿Qué haces aquí, Val?», preguntó Forja. «¿Cómo nos has encontrado?»

«Teníamos la localización de Alex, pero Gyrich no os la quiso dar. Pero eso no importa. Queremos que volváis. Esta vez, no habrá cosas raras.»

«Lo siento, Val», dijo Lorna, «pero Alex y yo ya hemos pasado demasiado. Nos vamos, y no volveremos.»

Polaris cogió a Alex con su rayo magnético y salieron volando, en dirección a la mansión de la Patrulla-X. Esperaba que los poderes telepáticos de Xavier pudieran devolverle la razón a Alex. Luego… Dios dirá.

Val los vio alejarse, y, cuando desaparecieron de la vista, se dirigió a los demás.

«Quedáis vosotros tres: Forja, Random y la misteriosa Shard», dijo, mirando a la joven negra. «Me temo que no nos han presentado formalmente, pero te conozco. Eres la hermana de Bishop, ¿verdad?»

«¿Y a ti qué te importa?», respondió desafiante la joven.

«Bien, Forja. Os ofrezco a los tres la posibilidad de volver. Guido está mejorando, y supongo que podrá volver pronto. Y Madrox…»

«¿Qué pasa con Madrox?», preguntó Forja. «Está muerto.»

«Si, eso parecía, pero el otro día lo vi. Era él, estoy seguro. Tenemos que encontrarlo.»

«¿Madrox… vivo?» Forja estaba asombrado. «Bueno, pero, ¿qué pasa con Mística, Dientes de Sable, Fatale y la Bestia?»

«Bien, Mística y Creed han escapado esta tarde. Los otros dos han sido asesinados.»

«¡¿Qué?!», gritó Random. «¿McCoy ha muerto?»

«Sí», respondió Val. «Alguien entró en la celda y los mató a los dos antes de que pudiéramos reaccionar. Y la Hermandad rescató a los otros dos.»

«Bien, Val, el que no estén esos cuatro allana mucho las cosas, pero, ¿quién estaría al mando?»

«Tengo autoridad total, Forja, y quiero que me ayudes. Necesitamos nuevos miembros. No vais a se solo los tres, ¿no?»

Forja se volvió hacia sus dos compañeros. No se fiaba demasiado de Random, que los había traicionado en el pasado. Y Shard era solo un holograma. Pero, la idea de ayudar a los mutantes desde el poder siempre le había seducido. No en vano llevaba casi toda su vida trabajando para el Gobierno.

Habló brevemente con Shard y Random. Ambos asintieron. Forja se volvió hacia Val.

«Está bien, Val, aceptamos», dijo, al fin. «Factor-X ha vuelto.»

FIN


1.- Ver la Era de Apocalipsis.


CORREO GUBERNAMENTAL

El mes que viene empieza una nueva etapa en Factor-X. Escríbenos al Correo del Lector, y el nuevo guionista, Xumer, contestará a todas vuestras preguntas.

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