Estela Plateada #128

Estela Plateada #128Norrin Radd renunció a su libertad para salvar a su planeta, convirtiéndose en Heraldo del Devorador de Mundos, Galactus. Enfundado en metal galáctico, con un tablero que obedece todas sus órdenes mentales, y dotado del poder cósmico, ahora surca el Universo como brillante centinela de las rutas espaciales.

#128 – Bienvenidos al infierno I
Por Anjuin Elekhan


Fecha de publicación: Mes 10 – 2/99


CAPÍTULO VII:

El Universo donde los Cuatro Fantásticos acaban de recuperar a una amnésica Alicia Masters y donde Daredevil se despidió de Estela Plateada sigue enfermo, y una Entidad, conocida como todo lo que es, ha sido y será está agonizante… Una entidad como ella no espera ser puesta en entredicho… Una entidad cuyo nombre es Eternidad no debe sucumbir. En todo su ser siente los cambios como nosotros sentimos el dolor… Cuanto más grande es el cambio, tanto más lo es el dolor. Hace poco se reunió con Caos y Orden, mas ellos también se encontraban en la misma postura de espera que ella debía adoptar a la fuerza…

El poder de devastación que se había desencadenado retuerce el tejido de la realidad, llevándola a límites insospechados… En este extraño Universo deformado, el pasado se confundía con el presente, y aún con el futuro más lejano… Este Universo moribundo se debate ante su próxima desaparición sin que la entidad más poderosa pueda hacer nada… Eternidad está atada de pies y manos, como diríamos en la Tierra. Nada puede hacerse…

«Adam Warlock no sabe qué es lo que debe hacerse, pues Estela Plateada no puede en Mundo-Alma proveerse de bio-energía, tan necesaria para su recuperación. Él, tan acostumbrado a las adversidades, desprovisto de la gema y aún de sus recuerdos recientes, no sabe como ha llegado hasta allí, pero conoce la salida…»

Sin prisa, pero sin pausa. Como debe ser.- La lengua viperina de Mefisto parece hallar placer en el caos y desorden del Universo, sobre todo ahora que su vuelta está cerca. ¡Pronto el príncipe de los demonios volvería a reinar!

– Adivino tus pensamientos, Mefisto. Pero no temas, pronto reinarás de nuevo, así lo han predicho los Hermanos. Aunque tendrás que pagar un precio muy alto.

– Lo sé, pero no me asusto. ¿Qué puede suponer un pequeño sacrificio a cambio de una realidad que gobernar? ¿Qué puede compararse a mi próxima vuelta a la vida?

– Puede suponerte la muerte definitiva, la desaparición.

– Ya estoy muerto.

– No compares. Ahora tan sólo te encuentras desterrado, por decirlo de alguna manera.- Mefisto adivinó la tétrica sonrisa de su interlocutor.

– Además, sólo es una posibilidad…

«Adam Warlock sabe que la concentración es esencial en todo proceso que se realiza en el entorno todopoderoso de las gemas. Pero si ya dominó una vez a las demás a través de la del alma, lo hará ahora de nuevo, para salvar a Estela Plateada, con el que mantiene un vínculo especial…»

Fennan Radd surca el Universo raudo, a una velocidad inimaginable para nosotros. Debe apresurarse para satisfacer el ansia de Galactus, pues está moribundo. Mentalmente, ha rastreado el sector, mas ningún sistema planetario deshabitado ofrece el alimento que Galactus necesita… Así que sólo le queda una solución.

Una señal de su heraldo avisa a Galactus de que todo está preparado, así que dirige la Nave Mundo hacia la señal, y como hiciera desde el principio de los tiempos, toma la bioenergía necesaria para sí de un mundo habitado…

– Norrin. Por tu culpa, otra raza más se ha extinguido. Una vez más, me veo obligado a perseguirte…

– Heraldo. Te he escuchado, puedes partir, pues ya no te necesitaré en un tiempo, hasta que el hambre comience a devorarme de nuevo.

– Así lo haré: Marcharé, para retornar a tu lado, mi señor.

Rápidamente, Fennan Radd abandona su puesto junto a Galactus, con la determinación pintada en su rostro, decidido de una vez por todas a eliminar la amenaza que supone su hermano para el Universo. En su interior, sabe lo que tiene que hacer.

– Debo encontrar a las dos entidades que acudieron con Galactus. Ellas me indicarán su paradero…

«La piel dorada de Warlock brilla por el sudor… Mantiene los ojos cerrados y sus manos sobre Estela y su tablero. La respiración de Adam se vuelve más y más precipitada, hasta entrecortarse. A su alrededor, Mundo-Alma comienza a contraerse, a estirarse. Todo parece desvanecerse mientras Warlock comienza a entonar una extraña salmodia. De pronto, se encuentran en medio de ninguna parte… Pero Warlock aún no ha acabado. Sin abrir los ojos, mantiene la concentración, llevando su cuerpo hasta el paroxismo. De pronto, abre los ojos con violencia, y mientras aúlla, todo estalla alrededor…».

– Todo está listo ya. Los preparativos han sido finalizados.- Mefisto sonríe, en parte porque se acerca su vuelta al lugar que le corresponde, en parte porque todo esto va acabar…

– Muy bien Mefisto.- Los dos hermanos se encuentran en un sector al norte de la Vía Láctea junto a Mefisto, el desaparecido Señor del Mal.- Pronto los Siete estaremos juntos de nuevo. Pronto los Siete devolverán las Realidades a la Unidad… Y restablecerán el Orden Supremo.

*La velocidad de Fennan Radd mientras surca el espacio es tan desesperada como sus pensamientos…

– Se avecina una catástrofe, lo sé. Galactus al borde de la muerte, mi hermano venido de otra dimensión… Odiel y Baladriel… Todo me da vueltas. Es extraño. Empiezo a creer que mi hermano no tiene nada que ver en esto. Esto nos sobrepasa a ambos. Juntos debemos solucionarlo, el futuro quizá depende de ello… Mal que nos pese. *

Mefisto miró a su alrededor, con una sonrisa sibilina en sus ojos. Los poderes de los dos hermanos eran muy superiores a los suyos, pero aún así, debían recurrir a su ayuda. Luego no eran tan poderosos ni temibles como pretendían ser. Y por ello el Príncipe del Mal pensaba en derrotarles y aprovecharse de ellos. Los dos le contemplaban hacer, maravillados, por los artificios que él estaba realizando, completamente innecesarios para lo que requerían de él. Pero en el fondo, los Dos no eran mucho más listos que los humanos… Cuanto más adornos hubiese, más difícil considerarían el hecho. ¡Y pensar que sólo tenía que chasquear los dedos!

En un momento, los dos hermanos se contemplaron, mientras observaban a Mefisto realizar unas estúpidas maniobras que para nada servirían. Pero así se había predicho, y así sería. Eran una molestia, cierto, pero una molestia no demasiado grave, al igual que la se acercaba a gran velocidad, dispuesta a detenerlos…

Fennan sentía en su interior que se estaba acercando. Sentía la maligna presencia de Mefisto junto a la de Odiel y Baladriel.

– ¿Qué está pasando? ¿Porqué están ellos con Mefisto?- Fennan estaba sorprendido de encontrar al Príncipe del Mal- ¡Deteneos! ¿Quiénes sois realmente? ¡Exijo una respuesta!

¿Tú exiges una respuesta?– Odiel, uno de los dos hermanos, el que avisara a Galactus le responde sin dirigirle una mirada siquiera.- No eres nada, Fennan. Pero he mirado el futuro de esta realidad, y por lo tanto sé que tu intervención es necesaria… Y ahora, ¡calla!

– ¡No, no lo haré! ¡Probad la fuerza del Poder Cósmico! Fennan se lanza hacia delante sobre su tabla, irradiando energía. Extiende las manos ante sí, se asienta sobre su tablero, y lanza un potente rayo… Pero no a las dos entidades, a las que sabe que no les va a afectar, sino a Mefisto, pues parece ser el que llevaba el peso de lo que quiera que estuviese ocurriendo…

De pronto, justo un momento antes de que el rayo de energía impactase en Mefisto, este se detuvo. Parecía haber finalizado. Pero entonces, ocurrió. Todo fue muy rápido, tanto, que apenas ninguno de los presentes llegó a adivinar qué había ocurrido realmente. Un grito escapó de la garganta de Odiel, mientras comenzó a hicharse. Su Hermano Baladriel le dedicó una mirada entre asombrada y recelosa.

¡Esto no lo habíamos previsto! ¿qué te ocurre?– Su voz era potente, y parecía venir de otra dimensión…

– Yo… Warlock… no puedo… resistir… más…

Y así, cuando esto acontecía, Fennan se acercó más hasta Mefisto, mientras éste reía. De pronto, una nueva explosión pareció detener el tiempo… Y Adam Warlock apareció ante ellos con Norrin Radd en sus brazos…

-¡NO!- Mefisto hace el ademán de rechazo que significa que sus planes no han salido como esperaba…- ¡AÚN NO!

De pronto, todo queda en silencio, la quietud se apodera de esa zona del Universo. Donde antes estuviesen los seres más poderosos del Universo Marvel, ahora no hay nada… Ni el más nimio vestigio de su presencia.

Norrin Radd se siente muy confuso, no recuerda nada apenas de lo acontecido en los últimos tiempos, aunque tiene la extraña sensación de que nada bueno. Se siente débil, como hacía mucho que no se sentía, y la verdad es que no le agradaba en absoluto. Está tirado en el fondo de una cueva, aturdido, y poco a poco va recobrándose, mientras se hace cargo de la situación. El lugar le resulta familiar, con sus altas paredes, que se extienden más allá de la vista de un mortal. De pronto, cuando recobra del todo su percepción cósmica, alcanza a entender del todo donde se encuentra. Miles de almas se retuercen en los lagos de lava y fuego que le rodean, cientos de demonios menores acechan en los muros de la prisión Estigia, esperando una orden de su amo para seguir desplegando el mal por el mundo, para torturar las almas de aquellos que no merecieron mejor destino. Con un escalofrío, recuerda su lucha con Mefisto para conseguir liberar las almas de sus padres, que se suicidaron juntos, del lamido de las llamas del infierno. A lo lejos, escucha unas voces que le resultan conocidas.

-Resulta interesante, eso que relatas. Adam, ¿crees que seguirá afectado?- Fennan demuestra su preocupación en su voz, en sus ademanes.- No es una situación en la que quisiera tener a mi propio hermano como enemigo.

– No temas, Fennan- Norrin, más conocido como Estela Plateada, se adelanta hacia ellos.- Quiero pedirte disculpas por mi comportamiento. No existe justificación posible.

Fennan mira a su hermano, reflejo de sí mismo en otro Universo. Su vida ha sido puesta a prueba una y mil veces, más allá de los límites de la razón. Según le había dicho Adam en el breve paseo de exploración, sin él el Universo sería distinto, destruído. Y por eso había comenzado a admirar a su hermano. Trató de desterrar esos pensamientos de su mente.

– Bueno, ¿Qué debemos hacer?

– Eso os corresponde a vosotros, Fennan y Norrin, que sois dos expresiones distintas de un mismo poder. Pero ahora mi lugar no está junto a vosotros.-

Mientras habla, Warlock se apoya sobre su bastón, y su rostro, que de común no trasluce emoción alguna, aparece perlado de sudor, en tensión.- Ahora debo partir, Estela. Ya has estado aquí antes, y conoces a los que como tú aquí se hallan. Adios.

Con el retumbar de un trueno, Adam Warlock se desvanece.

– Dime, Norrin, ¿Cómo salimos de este lugar?

– Este lugar es el infierno, hermano, y como tal, existe en todas las realidades al unísono, tal y como lo hace el Tribunal Viviente, aunque se manifieste de forma diferente. Se podría decir que el mal es común a todos los Universos.

– Empiezo a sospechar que las dos entidades, esos dos hermanos, desean utilizarlo para acceder desde aquí a otra realidad. ¿Pero cual?- Fennan mira a su alrededor, ecudriñando con su mirada hasta el último rincón.

– ¿No lo has notado?

– Sí, el Amo de estos Lares no se halla presente. Sin embargo, siento a Odiel y Baladriel cerca de nosotros.

Como un solo ser, ambos hermanos se dirigen hacia la confrontación, ignorando que sus vidas corren peligro, que quizá representen una única esperanza ante tal amenaza. Pero no hay elección posible. Sus destinos han sido sellados.

Oh Hermano. Te encuentras debilitado, atacado desde dentro. Pero no había sido previsto. ¿Cómo entró en ti Adam Warlock?– Sin esfuerzo aparente, lleva a su hermano, una Entidad Cósmica por derecho propio en brazos, rogando en su interior por su supervivencia. El plan aún requería de sus servicios. – Quizá confiamos demasiado en nuestra victoria.

Ca… Calla. Nues… nuestra vic…toria no puede ser… cuestionada… Sólo requiero tiempo para… cerrar… la her… herida.

– ¡Pero no tienes tiempo!- Norrin y Fennan, de pie sobre su tableros, se alzan a ambos lados de los hermanos.- Todo acaba aquí. Vuestras maquinaciones van a terminarse.

– Hablas demasiado, Norrin Radd. Aún estoy yo.- Con delicadeza, posa el cuerpo de su hermano en el suelo.

Sin más, se lanza con furia sobre los dos hermanos. Como un solo ser, Norrin y Fennan se colocan y preparan. Mientras Norrin recibe con su cuerpo toda la descarga de la furia de su contendiente, fennan lanza rayos de pura energía, que apenas sí son sentidos por su enemigo. La entidad golpea duramente el rostro de Estela Plateada, mientras con la otra mano lanza un proyectil en dirección al otro Estela Plateada.

Llevan más de una hora de lucha desenfrenada, y las cotas de destrucción llegan a límites insospechados. Los tres se hallan maltrechos, cubiertos del polvo de las rocas que atraviesan cuando son lanzados con furia desmedida hacia el suelo. A pesar de eso, los tres permanecen en pie, como tres colosos, enfrentándose a las puertas del Infierno.

– ¡Basta! ¡Que se detenga esta locura!

Un grito inesperado les detiene. Como un resorte, se vuelven hacia la voz, más hallá del cuerpo inconsciente que sigue en el suelo.

– Es hora de que os marcheis. Odiel, Baladriel, no teneis nada que hacer aquí, así que ¡FUERA!

Con una tremenda explosión, los dos hermanos desaparecen sin dejar rastro.

– Bien, bien, bien.- Una figura oscura se les va acercando despacio, manteniéndose en las sombras. Ellos sienten que es una fuente de poder inesperadamente grande. Una fuente de maldad inagotable.- Fennan, este no es tu sitio. Aunque quizá más tarde seas requerido, aún no es el momento, así que vete.

– Pero…- Sin más, Fennan también desaparece.

– ¡Fennan!

En un vano intento, Estela Plateada se lanza hacia donde se encontara su hermano, sin hallar más que el vacío. Una risa sardónica resuena en su cerebro.

– Parece que estás sólo. Una vez más.

– ¿Quién eres? No eres Mefisto, pues no te reconozco.

– No, no lo soy. Aunque como a él, también a mí tu Pureza me resulta insoportable.

– ¿Quién eres, pués?

– ¿Aún no lo adivinas?

A pesar de que apenas se encuentra a unos pasos de él, sigue sin poder distinguirlo, pues parece rodeado por un vacío de luz.

Vamos, haz un esfuerzo, Estela. Tú me has visto antes. Piensa. ¿Quiénes permanecen en cualquier Universo?

– Solamente Tribunal Viviente y la Muerte poseen ese privilegio, y tu no eres niguno de ellos.

– No, no lo soy. Pero te equivocas. Ellos no son los únicos. Somos dos más. Verás. El Orden lo requiere. Está El Que Da La Vida, La Que Quita La Vida, El Que Juzga. Y estoy yo.

Dando un paso más, su rostro aparece ante Estela Plateada, que por un instante se queda aterrorizado. Retrocede. – Yo soy CONCIENCIA.


CARTAS ASTRALES

Bueno, esto ha sido todo. Espero que os haya gustado leerlo como a mí me ha gustado escribirlo…

No lo olvideis. AQUÍ ESTOY, ESCRIBID…

SALUDOS DESDE EL CIELO.

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