Poderes Cósmicos #10

Poderes Cosmicos #10Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.

#10 – La Guerra de los Heraldos II (1 de 3)
Sombras de Tormenta

Por Bergil


Fecha de publicación: Mes 10 – 2/99


– Es lo que sospechábamos, ¿no, Mentor?

Sota de Corazones se encontraba en la enfermería de Titán. Aunque los Eternos no enfermaban, la luna de Saturno era muy visitada por los viajeros del espacio, que no poseían sobre sus cuerpos el mismo control absoluto que los descendientes de Mentor, por lo que habían creado una serie de dependencias en las que los conocimientos de la ciencia eterna se aplicaban a sanar las heridas y enfermedades.

No había resultado fácil para Sota llegar hasta Titán desde Leda. Tras la batalla entre Ganímedes y Perséfone 1, aquélla había recordado qué le llamó la atención de Jack durante la estancia en Contraxia 2: el hecho de que Sota sangrara. Circunstancia que se produjo con más intensidad después de la paliza que le propinó Perséfone. De hecho, la sola circunstancia de que Jack cayera tan fácilmente ante un ataque meramente físico ya era un indicio bastante evidente de lo que le estaba ocurriendo: el Fluido Cero que era la fuente de sus poderes estaba perdiendo fuerza. No se lo había querido confesar a Ganímedes para no preocuparla, pero el viaje desde Leda hasta Titán le había supuesto un esfuerzo sobrehumano. Para un viaje tan breve a escala interplanetaria había tenido que echar mano de sus últimas reservas de energía. Al llegar a Titán se encontraba al borde del colapso.

– Sota, Ganímedes -había exclamado Mentor-, ¿qué es lo que os ha traído a Titán?

– A Sota le pasa algo, Mentor. Creemos que es el Fluido Cero que le dio sus poderes.

– ¿En serio? -mirando a Sota de Corazones con más atención, Mentor percibió que algo le pasaba-. Desde luego, muchacho, no tienes buena cara. Creo que será mejor que vengáis a la enfermería, a ver qué podemos averiguar.

Y allí se encontraban ahora. Media docena de sensores se aplicaban al torso desnudo de Sota de Corazones. El sólo hecho de haber podido quitarle la armadura que impedía que su energía escapase ya era un indicio de que algo raro le estaba ocurriendo.

– Es lo que sospechábamos, ¿no, Mentor?

-En efecto, Jack. De alguna manera que todavía no alcanzamos a comprender, el Fluido Cero parece estar perdiendo fuerza, diluyéndose. Por eso ahora, cuando te hieren, no pierdes energía, sino que sangras. Por eso también te cuesta un gran esfuerzo el realizar cosas que antes hacías de un modo inconsciente, como venir a Titán desde Leda.

– ¿Y cuál es el diagnóstico?

– ¿I.S.A.A.C.? -Mentor pareció dirigirse al aire al hacer la pregunta. Pero pocos segundos después, el rostro del ordenador planetario de Titán apareció en la pantalla que había en la enfermería.

– Resulta difícil en extremo emitir un diagnóstico dada la naturaleza peculiar o, por mejor decir, única, del paciente. Por lo que me has contado, Jack Hart, tu condición de ser superpoderoso deriva del hecho de haber caído en un recipiente que contenía la sustancia llamada Fluido Cero, ¿no es así?

– En efecto, así es. Fue el caerme en aquella cuba lo que me convirtió en Sota de Corazones.

– Bien, del examen de las muestras de tejido que te hemos tomado se desprende que el Fluido Cero se fundió con tus tejidos. Por decirlo de alguna manera, quedaste empapado de tejido cero. Por eso, cada vez que eras herido, no sangrabas, sino que goteabas energía, es decir, Fluido Cero.

– ¿Y qué es lo que me ha pasado ahora para que esté perdiendo mis poderes?

– Pues que te estás secando.

– ¿Cómo?

– El Fluido cero está desapareciendo de tus tejidos. El hecho de que el desprenderte de tu armadura no provoque una liberación violenta de energía es una muestra de que la concentración de la sustancia en tu cuerpo está disminuyendo.

– ¿Y las consecuencias serán…?

– Es difícil de prever. Es un hecho que tus poderes desaparecerán: mayor fuerza y resistencia, poder de volar… todo eso formará parte del pasado. Pero…

– Pero… ¿qué?

– Es posible que tu cuerpo se haya vuelto dependiente del Fluido Cero y que ya no puedas vivir sin él 3. En tal caso…

– No lo digas…

– En tal caso, y a menos que encontráramos una cura para ello, acabarías muriendo.

– Te dije que no me lo dijeras…

En ese momento, se oyó la profunda voz de Drax el Destructor:

– Mentor, te traigo otro paciente.

– ¿De quién se trata, Drax?

– Es el Señor del Fuego, y tiene bastante mal aspecto -. Al tiempo que pronunciaba estas palabras, Drax atravesó el umbral con el ex-heraldo de Galactus en sus brazos, inconsciente.

– ¡Por el Celibato! -gritó Ganímedes-. ¡Cualquiera capaz de hacerle eso a un siervo del poderoso Galactus es un enemigo a tener en cuenta!

Tuvieron que esperar varias horas a que el xandariano recobrara el conocimiento. Cuando eso ocurrió, todos se reunieron en torno a él para escuchar su historia.

– Bien, tras haber conseguido que el Extraño nos entregara la flota korbinita 4 -comenzó a narrar-, sus últimas palabras me dieron que pensar. Como recordaréis, dijo que tenía otros asuntos que atender. ¿Qué podía ser tan importante que no le importara perder de golpe toda una flota, una nave inteligente y a un puñado de seres superpoderosos? Nada bueno, eso seguro. Así que, sin prisa pero sin pausa, como dicen en la Tierra, me dirigí hacia el planeta del Extraño. Llegar fue relativamente fácil, pero penetrar en él, eso es harina de otro costal. Su planeta es como un gigantesco zoológico, en el que vas saltando de jaula en jaula intentando que las fieras no te devoren.

-Tienes razón -le interrumpió Sota de Corazones-. Conozco bien el sitio.

-¿Cómo? -exclamaron todos.

– Sí, estuve prisionero en su planeta una temporada, hasta que Quasar me liberó 5. Pero sigue con tu historia.

– Bien, como iba diciendo, no resultó nada fácil avanzar por el planeta del Extraño. Aunque algunas «jaulas» parecían vacías, en otras había seres de lo más peligroso. Sin embargo, logré llegar a la zona en al que el Extraño realiza sus investigaciones. Y cuando ví lo que le mantenía ocupado, no pude reprimir un grito de sorpresa. En ese momento se volvió y me miró directamente. Imbécil, me dijo, ¿acaso crees que podrías penetrar en mi planeta sin que yo me diera cuenta? Supe de tu presencia desde el mismo momento en que entraste en él. Pero no podrás contar a nadie lo que has visto. Comprendiendo que se disponía, bien a atraparme, bien a destruirme, intenté escapar de allí. Me lanzó un rayo que no me alcanzó de lleno, pues de lo contrario creo que no estaría aquí contándoos esto, y pude escapar. Me ha costado varias semanas llegar hasta aquí, pero al fin lo he conseguido.

– Pero ¿qué es lo que el Extraño tenía que es tan importante y que no desea que nadie conozca? -preguntó Drax.

– No os lo vais a creer cuando os lo diga. Lo que el Extraño está estudiando es… ¡el cadáver de Nova!

– ¿Quién? ¿Un compatriota xandariano tuyo? ¿Un miembro de los Centuriones Nova? ¿O el chico terrestre? -le preguntó Mentor.

– No, Mentor, no esos Nova. Hablo de la terrestre Frankie Raye, que se convirtió en heraldo de Galactus tras la traición de Terrax. La mató Morg, el último heraldo de Galactus 6. De algún modo, el Extraño debió enterarse de esta muerte y recuperó el cadáver del sol en que Norrin Radd lo había sepultado. Ahora está estudiándolo como si se tratara de un vulgar elemento de laboratorio. Y no estoy dispuesto a permitirlo. En cuanto me haya recuperado, partiré de nuevo hacia el planeta del Exraño para recuperar el cuerpo de Nova.

– No irás solo, Pyreus Krill -dijo Drax-. Yo iré contigo.

– Y yo -añadió Sota.

– ¿Estás loco, Jack? -gritó Ganímedes-. ¡¡En tu estado no deberías moverte!!

– Ya me encuentro mejor, Ganímedes. Además, I.S.A.A.C. y yo hemos encontrado una solución temporal a mi problema.

– ¿Ah, sí? ¿Y de qué se trata?

– Hemos introducido una mejora en mi armadura, de modo que no se limite a contener mi energía, sino que me la devuelva al cuerpo, que me la reinyecte, por así decirlo. Mientras no haga locuras, no habrá problema alguno. Además, tengo una cuenta pendiente con el Extraño. No olvides que me mantuvo prisionero.

– En ese caso, yo también voy.

– Está decidido -dijo el Señor del Fuego-. En cuanto nos hayamos recuperado, partiremos.

– Mientras tanto -dijo Mentor-, creo que no os vendría mal intentar conseguir un poco de ayuda extra.

– ¿En quién estás pensando, exactamente?

– En nadie en particular. En cualquier ser lo bastante poderoso para esta misión. Como Estela Plateada, por ejemplo.

– Tienes razón, Mentor. Intentemos contactar con Estela. Es una idea excelente. Vamos a ver a quién más conseguimos.


1.- Poderes Cósmicos # 9

2.- Poderes Cósmicos # 8

3.- No es idea mía. Ya aparece implícitamente en Quasar # 19

4.- Sucedió en Poderes Cósmicos # 5

5.- En Quasar # 16.

6.- Ocurrió en Estela Plateada # 75, en la saga La Guerra de los Heraldos.


En el próximo número: ¡al rescate del cuerpo de Nova! Y además: ¡la aparición de un héroe cósmico al que hace tiempo no veiáis! Todo eso y mucho más en Poderes Cósmicos # 11. No olvidéis escribir a Autopista hacia el espacio – Correo de los lectores bergil@altavista.net. Sigue en marcha el concurso para dar nombre a los posibles nuevos Primigenios del Universo que se presentaron en el número 5 de la serie. El vencedor recibirá un hermoso no-premio virtual.


Nos ha llegado un mensaje de RIPLEY HUNTER. Después de unos elogios tan inmerecidos como bien recibidos (eh, que a nadie le amarga un dulce), reconoce que es más aficionado a nuestra Distinguida Competencia (¿qué esperas para visitar DCTopía, Ripley?) que a la Casa de las Ideas. Esperemos que con nuestro MarvelTópico esfuerzo, todos los guionistas logremos hacerte apreciar las delicias del Universo Marvel. Ripley dice que disfrutó particularmente con la lucha entre Drax, Mentor y Nébula en el número 7. Tengo que confesar que yo disfruté de verdad escribiendo ese número. De hecho, es el número que más me ha gustado escribir de todos los que he hecho, en cuanto a la historia que contaba. En cuanto al modo de contarla, me quedo con el seis. Vosotros ¿qué opináis? Y vamos con las dudas. ¿Es Nébula nieta de Thanos? Ella dice que sí, él dice que no. Yo no digo nada, líbreme Dios de interponerme en una discusión entre esos dos. ¿Aparecerá Warlock por estas páginas? Si antes lo pides… ¿Qué le pasó a Galactus? Resumidamente, su heraldo Morg se hizo con el Nulificador Supremo, tras lo que un lacayo de Tirano se hizo con Morg. Para evitar destruir el Universo, Galactus selló su Nave-Mundo y desapareció de nuestro Universo. Pero todos sabemos que nada es para siempre… y no digo más, que luego todo se sabe. ¿Hay algún cubo cósmico? Como tal (es decir, poliedro de seis caras cuadradas que tiene el poder de convertir en realidad los deseos de su portador), no; existen tres cubos cósmicos evolucionados: el Forjador de Mundos, Kubik y Kosmos. ¿Funcionan todavía las gemas del Infinito? Como emanaciones que son del ser primigenio que dio origen a nuestro Universo, las Gemas del Infinito no pueden ser destruidas, y por lo tanto, existirán –y funcionarán– en tanto en cuanto exista el Universo. Otra cosa es averiguar dónde están. ¿Existe alguna fuerza de policía en el Universo Marvel, al modo de los Linternas Verdes? Todavía no. Lo más parecido como grupo espacial fueron los Starmasters, formados por Estela Plateada, Quasar, Bill Rayos Beta y los ex-Comandos Cósmicos Capitán Morfex y Xenith.

Muchas gracias y sigue escribiendo.

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