Poderes Cósmicos #11

Poderes Cosmicos #11Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.

#11 – La Guerra de los Heraldos II (2 de 3)
Extrañas alianzas

Por Doctor Cómic y Bergil


Fecha de publicación: Mes 11 – 3/99


– Jamás creí que diría esto, pero si lo que dices es cierto, me alegro de que hayas venido… ¡Terrax!

El Señor del Fuego, mucho más recuperado tras un período de descanso1, había sido el primero en acudir a la superficie de Titán cuando I.S.A.A.C. avisó de la aproximación de un objeto a la luna de Saturno.

-¿De qué se trata, I.S.A.A.C.?

– Parece, por su forma y composición, un pequeño asteroide. Sin embargo, su trayectoria es perfectamente rectilínea, y su velocidad disminuye conforme se aproxima a Titán. Debo confesar que me encuentro en una situación en la que, si fuera un ser orgánico, estaría francamente perplejo.

– No te preocupes, I.S.A.A.C., ya sé de quien se trata. Ahora vuelvo -, añadió el Señor del Fuego al tiempo que enfilaba el corredor que llevaba a la superficie. Un par de minutos después se encontraba cara a cara con el otro ex-heraldo de Galactus.- Hola, Terrax -le saludó-. ¿Cómo tú por aquí?

– Dímelo tú, xandariano. Estaba yo tranquilamente disfrutando de las delicias de Tnacsuroc cuando recibí un mensaje.

– ¿Tnacsuroc?

– Sí. Es un planetita de nada, capital de un pequeño imperio en el borde exterior de la Gran Nube de Magallanes, feudatario de los skrull. Acababa yo de terminar un trabajito y me disponía a pasarlo bien gastando mi muy merecida, aunque escasa, paga, cuando me llegó un mensaje a la cabeza: Marcha a Titán, decía. Y aunque a mí no se me ha perdido nada en esta luna, me sentí intrigado, y aquí estoy. ¿De qué se trata?

– Si bajas conmigo al interior de Titán te lo explicaré, Terrax. Vamos, sígueme -y, sin esperar la reacción de Terrax, el Señor del Fuego dio media vuelta y se encaminó hacia la abertura que le había permitido acceder al exterior de la luna. Terrax, maquinalmente, le siguió. Una vez, en la gran sala de reuniones, Pyreus Kril hizo las presentaciones: – A algunos de los presentes ya los conoces, Terrax. A tu derecha tienes a Sota de Corazones y Ganímedes, con quienes creo que ya te encontraste2

– Sí que me acuerdo. Pegas duro, chica… -añadió con una sonrisa torcida, dirigiéndose a Ganímedes.

– …a tu izquierda está Drax el destructor…

– Hola, Terrax. He oído hablar bastante de ti, y pocas de las cosas que han dicho de ti son malas.

– ¿En serio?

– En serio. Casi todas oscilan entre lo peor y lo pésimo.

– …y por último, pero no por ello menos importante -añadió rápidamente el Señor del Fuego, deseoso de atajar una situación que empezaba a discurrir por derroteros peligrosos-, frente a ti tienes a Mentor, patriarca y líder de los Eternos que pueblan esta luna.

– He oído hablar de ti, anciano -dijo Terrax, en un tono extrañamente educado-; y, a diferencia de lo que ocurre conmigo -añadió, con una mueca dirigida a Drax-, casi todo lo que he oído son cosas buenas.

– Me alegra escuchar eso, Tyros de Lanlak.

– Hace mucho que nadie me llamaba por ese nombre. Me alegra que te alegre -hasta saber qué le había traído a Titán, Terrax estaba decidido a ser tan educado como el que más. Y si eso fastidiaba al gigantón verde, que parecía decidido a buscarle las cosquillas, mejor que mejor. – Y ahora, ¿qué tal si me contáis para qué me habéis llamado?

– De hecho, Terrax -dijo Mentor con voz pausada-, la llamada no iba dirigida específicamente a ti, sino a cualquier ser lo bastante poderoso como para recibirla. Y la razón de la llamada es la de reunir el suficiente poder como para intentar una aventura desesperada, contra un ser cuyo poder excede los parámetros normales.

– ¿No me dirás que Tirano vuelve a hacer de las suyas? -el recuerdo del ser creado por Galactus3 le estremeció interiormente. Sólo el gran dominio que Terrax tenía de sí mismo evitó que exteriorizara su temor. Además, tenía una imagen que mantener…

– No, no se trata de la creación de Galactus. Se trata del Extraño.

– Ah, ¿ese coleccionista espacial?

– Sí, Terrax, ESE coleccionista espacial, como tú le llamas -dijo Sota de Corazones, con un deje de amargura en su voz.

– ¿Y para qué me necesitáis?

– Pues resulta que ESE coleccionista espacial -dijo Ganímedes- tiene el cadáver de tu colega.

– ¡No me digas que el calvorota por fin la ha diñado! ¡Mecachis en los muertos! ¡Y yo me lo he perdido!

– No Terrax, vuelves a estar equivocado -dijo Mentor-. Estela Plateada, pues asumo que es él a quien te refieres, no es el ex-heraldo del que estamos hablando. Aunque nuestra llamada iba dirigida también a él, y aunque no ha aparecido, la última vez que le vimos gozaba de una excelente salud. Es de Nova de quien hablamos.

– ¿Nova? ¿Hablamos de la misma Nova? ¿La que mató Morg?4

– Sí, hablamos de esa Nova -dijo el Señor del Fuego-. Y si dejas de interrumpir, Terrax, quizá logres enterarte de todo el asunto.

– Vale, me callo -Terrax no se resistió a decir la última palabra.

– Bien -prosiguió con un suspiro el Señor del Fuego-, hace poco varios de los presentes, junto con algunos amigos que ahora no están aquí, nos enfrentamos al ser conocido como el Extraño5. Finalmente, conseguimos derrotarle; quizá, porque él mismo no estaba interesado en vencer. El caso es que antes de desaparecer dijo una frase que me intrigó: tengo otras cosas que hacer. ¿Qué podía ser tan importante para que un ser de tanto poder y de un orgullo tal admitiese una derrota, siquiera aparente, y se fuera sin más? Como ya he dicho, su actitud me dejó perplejo, y decidí seguirle hasta su planeta. Una vez allí, descubrí qué era aquello tan importante: ¡estaba intentando diseccionar a Nova! Afortunadamente, las creaciones de Galactus parecen estar un escalón por encima de su ciencia, porque aún no lo había conseguido. Es por eso por lo que Mentor y yo decidimos solicitar ayuda, Terrax: para rescatar el cadáver de Nova y darle un digno descanso.

– Bueno, llamitas, todo eso que me has contado es muy tierno, pero aún no veo ninguna razón por la que debería perder mi tiempo con vosotros.

– ¿Es que careces de sentimientos, Terrax? -exclamó Mentor-. El rescate del cuerpo de Nova se justifica por sí solo. Hay que hacerlo porque es justo y decente, y porque…

– ¡Bah! Paparruchas. Todo ese discursito está muy bien, pero eso no te da de comer ni llena tu bolsillo.

– Puesto que parece que te guía sólo tu propia satisfacción -intervino Drax-, considera esto: existe la posibilidad de que des rienda suelta a tus instintos de lucha contra un enemigo poderoso, si es que finalmente nos descubren.

– Eso tampoco me sirve, verdoso. Ya tenía toda la pelea que podía desear en Tnacsuroc… ¡y además me pagaban!

– Bien, entonces quizá el reparar en cierto modo un acto de Morg te induzca a venir -terció el Señor del Fuego.

– Pues mira por dónde, ésa SÍ que es una buena razón para que os acompañe. Me has convencido, cerilla. Iré con vosotros.

– Jamás creí que diría esto, pero si lo que dices es cierto, me alegro de que hayas venido… ¡Terrax!

– Hay una cosa que quería preguntarte, Señor del Fuego -interrumpió Sota de Corazones-. Cuando entraste en el planeta del Extraño lo hiciste, digamos, a las bravas, ¿no? Quiero decir, directamente y sin tomar ninguna precaución.

– ¿Es que hay otra manera? Porque no me irás a decir que ese planeta tiene una especie de puerta trasera…

– No digo que la haya. Pero quizá, sólo quizá, haya algo parecido. Es posible que la brecha en la seguridad por la que escapamos6 del planeta siga abierta. Y en tal caso, podríamos entrar por allí.

– ¿A qué estamos esperando entonces? ¡Partamos de una vez!

Los cinco despegaron de Titán y se dirigieron al mundo laboratorio del Extraño. Siguiendo las indicaciones de Sota de Corazones, se dirigieron hacia el polo Norte del mundo.

– Aquí es. Por aquí escapamos. Parece que no ha reparado esta brecha. Eso nos permitirá entrar en su mundo sin activar el escudo planetario. Ahora -añadió, dirigiéndose a sus compañeros- tened cuidado. Este mundo es una especie de zoológico. No debemos separarnos, o acabaremos perdidos en Dios sabe qué hábitat con Dios sabe qué seres. Los hay benevolentes, incluso apáticos, pero otros pueden resultar francamente peligrosos. Adelante, Señor del Fuego. Tú nos guías.

Avanzando con precaución, pero al mismo tiempo con decisión, el grupo penetró en el planeta. El primer hábitat que encontraron fue un entorno nuboso, en el que cinco seres de pelo azul vestidos de amarillo parecían dedicarse únicamente a meditar.

– ¿Quiénes sois? -preguntó el primero de ellos.

– Lo sentimos, pero no tenemos tiempo para presentaciones -atajó Drax.

– Nosotros nos llamamos a nosotros mismos los Éticos. Intentamos establecer un código universal de ética para todas las entidades pensantes.

– Loable propósito -apuntó Terrax, con un deje de ironía.

– Sin embargo, nuestro objetivo no está exento de dificultades.

– Estoy de acuerdo -dijo Sota de Corazones-. De hecho, un código ético para una sola especie pensante siempre está abierto a interpretaciones. Tomemos, por ejemplo, lo que ocurrió en Contraxia: nuestra norma, llamada…

– Jack, ¡tenemos prisa! -le interrumpió Ganímedes -. ¿Recuerdas?

– Perdón. Ya nos vamos.

– ¿Qué clase de hábitat es éste? -preguntó Ganímedes-. Todo lleno de agua y…

– ¡Malditos insectos! ¿Osáis molestar a Ego-Prime? -. Una gigantesca criatura antropomórfica había surgido del agua y se aproximaba a toda velocidad hacia ellos.

– Mejor nos vamos de aquí -dijo el Señor del Fuego-. ¡Ahora!

En el siguiente ambiente, el grupo se topó con …

– ¡Cabeza de Diamante! – se asombró Sota de Corazones-. ¿Tú aquí? ¿Te han atrapado otra vez?7 ¡Mira que eres descuidado! Bueno, adiós. Llevamos un poco de prisa.

Un ambiente altamente tecnificado y tres ciborgs. Otro gigantesco pantano con lo que parecía un monstruo hecho de vegetación. Un grupo de tres seres que cambiaban continuamente del sólido al líquido y de éste al estado gaseoso. Un espacio interestelar con una corredora plateada. Una ser parecido a una serpiente, pero con una cabeza en cada extremo de su cuerpo. Un mundo flotando aisladamente sobre el planeta del Extraño. Un extraño grupo que incluía a un gorila y un gato antropomorfos. Un lobo y un jabalí parecidos a seres humanos. Un ente cuyo cuerpo consistía en una serie de piernas dispuestas alrededor de la cabeza y que avanzaba como si fuera una rueda. Un ambiente selvático en el que moraban media docena de nativos del mundo verde de Yag. Un grupo de seres de grandes cuerpos y de cabezas y pies pequeños. Un espacio desierto poblado por Gusanos de las Arenas. Unas cloacas en las que vivían un grupo de dia-nogas. Un ser formado de pura energía mental, que les produjo a todos dolor de cabeza. Una zona de oscuridad en la que vivían tres docenas de topoides. Los hábitats del planeta del Extraño parecían no tener fin.

Finalmente, los héroes se detuvieron: ante ellos se encontraban unas puertas de proporciones sobrehumanas.

-Éstas son. Detrás de estas puertas se encuentra el laboratorio del Extraño… y también el cadáver de Nova -dijo el Señor del Fuego.

Avanzando sin titubear. Terrax y Drax empujaron cada uno una de las gigantescas hojas. La puerta se abrió silenciosamente, pivotando sobre bisagras que se encontraban a metros de distancia sobre sus cabezas.

– Es mejor que vayas tú, Drax -indicó Terrax.

– Ya me dirás por qué.

– Sencillo. Por tres razones: eres de los más resistentes de nosotros, puedes volar de modo independiente y no dejas un rastro energético. Por eso.

– De acuerdo. Allá voy.

Elevándose silenciosamente, Drax se dirigió hacia la gigantesca estructura que le había indicado el Señor del Fuego. Depositado sobre ella se encontraba descansando el cuerpo de la que fue Frankie Raye. Cogiéndola en sus brazos, Drax se dispuso a regresar junto a sus compañeros. En ese instante, las luces de la enorme estancia se encendieron y una alarma comenzó a aullar de forma atronadora.

– ¿Qué demonios…? -fue todo lo que acertó a decir, antes de llegar donde le esperaban los demás.

– ¿La tienes? -le preguntó el Señor del Fuego-. Entonces ¡¡¡vámonos de aquí!!! ¡Nos han descubierto! Yo iré abriendo el camino. Drax, tú llevarás a Nova. Ganímedes, cúbrele. Drax y Sota, vosotros cerraréis la marcha. ¡Adelante!

Dicho y hecho. Siguiendo las instrucciones del Señor del Fuego, los cinco adoptaron la formación indicada y despegaron rápidamente.

Era tiempo. Detrás de ellos resonaban las pisadas del Extraño, y aún alcanzaron a escuchar su aullido de rabia mientras se alejaban:

– ¡Malditos insectos! ¡Esta es una afrenta que no os perdonaré!

Pocas horas después, un exhausto grupo llegaba a Titán. Mentor salió a recibirles, acompañado de Dragón Lunar.

– ¿Qué es lo que traéis ahí? -preguntó.

– El cadáver de Nova -respondió el Señor del Fuego-. Si no te importa, Mentor, me gustaría enterrarla al lado de Mar-Vell. No creo que pudiera descansar en mejor compañía.

– ¿De qué estáis hablando? ¡Nova no está muerta! -exclamó Dragón Lunar.

– ¿¡Qué!? -gritaron todos al unísono.

– Que Nova no está muerta. Cuando llegasteis, mi telepatía detectó seis firmas mentales. Puesto que cinco de ellas correspondían indudablemente a vosotros, efectué un sondeo más detenido. Y lo que encontré fue que, apenas perceptible, el cerebro de Nova aún presenta actividad. Luego Nova no está muerta.

-En tal caso, hemos de revivirla como sea.

– Y yo os ayudaré en esa tarea -dijo una voz.

-¿Quién? ¡Adam Warlock!


1.- Pyreus Kril llegó a Titán en bastante mal estado en Poderes Cósmicos # 10.

2.- En la serie limitada Poderes Cósmicos.

3.- Terrax, Legado, Ganímedes, Sota de Corazones y Thanos se enfrentaron a Tirano en Poderes Cósmicos # 6 (Serie Limitada).

4.- En Estela Plateada # 75.

5.- Se contó en Poderes Cósmicos # 1 a 5.

6.- En Quasar # 21

7.- Puesto que en Quasar # 15 (Octubre de 1.990) Cabeza de Diamante está prisionero en el mundo del Extraño, y en la colección de Nova (que es de fecha posterior) ya no, cabe suponer que escapó entre ambos sucesos.


En el próximo número: ¡un número doble, celebrando el primer aniversario de Poderes Cósmicos! Y además: ¡no uno, sino dos viajes al Infierno! ¡El destino de Nova! ¡El resultado del concurso de los Primigenios! ¡Y el comienzo de una nueva era en la que nada volverá a ser lo mismo! Y no olvidéis escribir a Autopista hacia el espacio – Correo de los lectores bergil@altavista.net


¡Esto es increíble! Dos números seguidos en los que el Correo de los lectores es algo más que una llamada en el vacío. Este mes, el mensaje recibido es de Peter García Sánchez, estupendo editor, gran persona, estupendo editor, magnífico guionista, estupendo editor, lector inteligente, estupendo editor, hábil coordinador, ¿he dicho ya que es un estupendo editor? Plantea una cuestión a raíz de mi respuesta a Ripley del mes pasado, cuando yo afirmé que no existe en el Universo Marvel un cuerpo semejante al de los Linternas Verdes. Peter señala como posibles equivalentes el cuerpo de Centuriones Nova xandariano y la Guardia Imperial Shi’ar. A mi modo de ver, no son exactamente equivalentes, ya que no reúnen las que considero tres características esenciales de los Linternas, a saber: un uniforme común (los Centuriones sí, la Guardia no), el admitir a seres de distintas especies (los Centuriones no, la Guardia sí) y un afán de protección universal (hasta donde yo sé, ninguno de los dos grupos tiene dicha vocación). ¿Alguien tiene una opinión que quiera compartir sobre el particular?

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