Marvel Fanfare #1 – Relatos de MarvelTopia


¡El comienzo del Universo MarvelTopia! Tras la victoria sobre Onslaught, los héroes se reunen para llorar a los héroes caídos…


Fecha de publicación: Mes 0 – 4/98


Hace unos instantes, la entidad conocida como Onslaught ha dejado de existir. Y con el, han desaparecido tres héroes.


En las cenizas que antes fueron el joven conocido como Joseph, dos muchachos yacen inconsciente. Uno es Nate Grey, también conocido como X-Man, hijo genético de Cíclope y Fénix, nacido en una era de pesadilla. El otro es Franklin Richards, hijo de Mister Fantástico y de la Mujer Invisible, dos de los mayores héroes de la Tierra.

Reed corrió hacia su hijo. Cuando lo vio allí tirado, sin saber si vivía o no, su corazón se rompió. Al llegar, cogió el cuerpo inconsciente de Franklin, rodeándolo con sus brazos elásticos. Su esposa, Sue, corrió hacia ellos.

«¡Franklin! ¿Reed? ¿Está…?»

«Está vivo, Sue. ¡Está vivo! Pero hemos de llevarlo enseguida a la Torre para ponerlo en observación.»

«Vete, Reed» dijo el Capitán América. «Nosotros buscaremos al Hombre de Hierro y a la Avispa

«Te acompañaré con Nate, Reed» dijo Xavier. «Bishop, coge al muchacho.»

«Bien, pues vámonos enseguida, estirado» concluyó la Cosa.

En pocos segundos, los 4F, el profesor Xavier y Bishop partieron con los dos muchachos hacia la Torre de las Cuatro Libertades.

«Bien, gente, ahora busquemos a estos dos» dijo Ojo de Halcón.


Mientras los más grandes héroes de todos los tiempos luchan contra la entidad denominada Onslaught, otra batalla tiene lugar en otro plano de la existencia, una dimensión contenida en una piedra mágica, una piedra que ahora se encuentra en la Mansión de Westchester que durante mucho tiempo ha servido de hogar a la imposible Patrulla X.

Y mientras tienen lugar estas dos batallas que podrían cambiar el curso de la historia, el Dr. Extraño no puede sino esperar a que Gomurr el Anciano pueda ayudar a Caín Marko, antes conocido como Juggernaut, y una de las primeras víctimas de Onslaught (quizá por el hecho de que Caín es el hermanastro del que, inconscientemente, le dio vida: el profesor Charles Francis Xavier). Levitando sobre la gema, observa una pantalla mística que le informa del estado de la batalla contra Onslaught.

-¡Ummh! Un nuevo elemento ha entrado en escena – piensa el Dr. Extraño. – Ese tal Siniestro parece tener la clave para acabar con la amenaza de Onslaught. Pero… ¿cuál será el precio que…?

De repente, una explosión de energía mística zarandea brutalmente la forma astral del Hechicero. Del foco aparece la forma de Caín Marko.

-¡Por las Huestes de Hoggoth, se ha abierto una brecha dimensional…! Pero, ¿significa eso que Gomurr lo ha logrado, o que ha fracasado?

Cuando el huracán de energía cesa, Juggernaut intenta incorporarse.

– El estudio… Estoy en el estudio… Entonces… he vuelto… Soy más grande, malo y mejor que nunca. Y si ésta es la maldición que Gomurr decía, podré soportarlo. He sobrevivido a un combate con un Dios. ¡Soy el JUGGERNAUT! ¡Y YA NADA VOLVERÁ A DETENERME!

El Doctor Extraño, comprendiendo que Marko ha obtenido todo el poder de la parte oscura de Cyttorak, no puede reprimir un escalofrío al observar su determinación.

– Eres un necio, Caín Marko – piensa. El legado de tu poder es la condena de tu alma, pero me temo que, cuando al fin comprendas esa amarga verdad, habrás destruido a cuantos podrían haberte ayudado.

-¿Qué haces aquí, Extraño? ¿Te envía Gomurr, para decirme qué debo hacer? Pierdes el tiempo. ¿Dónde está Onslaught?

– La batalla contra Onslaught está a punto de concluir. Parece ser que la humanidad sobrevivirá… por ahora. Mas nuevos asuntos reclaman ahora mi presencia en otro lugar.

– ¿No… vas a intentar detenerme?

– No tengo tiempo ni ganas para hacerlo. Sin embargo no es de mi de quien tendrías que estar preocupado. He sentido tu batalla con Cyttorak, y debo decirte que son muchos los que ahora desearán tu poder, e intentarán corromper, más si cabe, tu alma. Hazte un favor a ti mismo, y al resto de la humanidad, Caín. No sucumbas a la corrupción que Cyttorak ha puesto a tu disposición.

– No lo entiendes, doc. Cyttorak ha muerto.

– Eres tú quien no entiende – dice Extraño mientras se aleja. – Cyttorak no es un ser como nosotros. Lo que has visto es una extensión de su existencia, que debido a la exposición de las almas que han portado la gema desde el principio de los tiempos ha absorbido los elementos obscuros de ellas. Aunque Extraño ya no está, Caín sigue oyendo su voz en su cabeza.

– Te enfrentaste a una deidad menor, Caín. Y al vencerle, tú mismo has contraído esa enfermedad que afectaba a Cyttorak. Eso es lo que el quería. Pero no debes dejar que te domine o… el mundo podría estar perdido.

Juggernaut duda.

– Pues yo no me siento enfermo… Sin embargo, Extraño no suele hablar por hablar. Tendré que ir con cuidado a partir de ahora.


El espíritu de la Madre Askani sufrió un estremecimiento cuando su cuerpo murió. Sabía que tenía el tiempo contado, que debía llegar a su objetivo antes de desaparecer bajo el manto de la muerte y el olvido. Usó las contadas fuerzas que le quedaban para llegar a la dimensión donde vivía la persona que sería su mensajero.


Los Centinelas habían sido vencidos. El férreo control genético que estos seres metálicos de cinco metros de altura se había convertido en protección a cualquier forma de vida. Y ese cambio se había producido gracias a un grupo de mutantes del pasado, los llamados Excalibur. En la épica Batalla de Nueva York, el grupo mutante y los supervivientes de la británica Coordinadora Ejecutiva de la Resistencia (CER) habían modificado el programa básico que regía las acciones de los colosos metálicos.

Kate Pryde. Su nombre se había convertido en legendario. Miembro de la Patrulla-X, régimen abierto del campo de concentración de Manhattan. Superviviente de la fallida infiltración al edificio Baxter, antigua base de los 4 Fantásticos, y en aquel entonces centro neurálgico de las comunicaciones de los Centinelas. Atrapada tras la destrucción de la planta de procesamiento de los nuevos Centinelas Nimrod. Y la decisiva Batalla de Nueva York. Pero el precio había sido excesivo. La Patrulla, un Nimrod viajando al pasado, un envenenamiento radiactivo, y, por alguna razón que aún no conocía, convertida en lo que más odia, en… centinela.

Aunque su cuerpo pertenecía a un extraño miembro del grupo Excalibur, Cacharro, seguía sintiendo cierto escalofrío, más mental que físico, cuando caía en la cuenta que su cuerpo actual era una carcasa metálica, de la que aún no conocía la plenitud de sus posibilidades.


Manuel Alfonso Rodrigo de la Rocha, el mutante conocido como Émpata, se hallaba en Marbella, en una fiesta benéfica celebrada con el objeto de recaudar fondos para ayuda humanitaria destinada a Trans-Sabal, de los cuales sólo llegaría un 15 por ciento a su destino, después de pagar la asistencia a poseurs y protagonistas de las revistas de sociedad. Andaba entre bandejas de canapés y joven compañía de usar y tirar para talonarios repletos. Pero entre todos estos aspirantes a halcones ninguno podría sospechar que el águila se encontraba entre ellos, en la forma del joven elegantemente vestido que no figura en ninguna lista de popularidad.

«Señor De La Rocha, tiene una llamada desde Nueva York, de parte del señor Shaw». Puede atenderla en el recibidor», dijo la camarera.

«¿Qué quieres, Shinobi?»

«La suposición de que el señor Shaw sea yo es hoy en día un tanto apresurada.»

«Por mis noticias tú te has esforzado especialmente en ser el único Señor Shaw.»

«Todos los rumores son infundados, aunque sean cercanos a la realidad. Te he llamado para informarte de la caída y desmembramiento del ramal inglés del Club Fuego Infernal

«Pensaba que el original era el inglés. ¿Y?»

«Sin Círculo Interior hay un vacío en todas las estructuras de poder tanto inglesas como europeas, esperando alguien dispuesto a llenarlo, alguien sin escrúpulos, como tú.»

«Yo tengo escrúpulos, quizás no tenga piedad, aquellos que podrían enseñarme a tenerla están muertos, y tu precioso Círculo Interior no les sirvió de mucho. ¿O le sirvió de mucho a tu padre?»

«Te aseguro que a mi querido padre le sirvió de mucho. Como te puede servir también a ti.»

«Cuánto honor me haces, querido amigo… No te preocupes, si tu «ramal» inglés me llegara a interesar, será mío, pero no olvides, todos pagan sus deudas.»

«Tengo eso más presente de lo que crees. Si haces «tuyo» el poder, tus deudas serán pagadas, el juego terminará. Piénsalo. Estaremos en contacto. Adiós, y sigue disfrutando de la fiesta.»


Los habían buscado durante horas. Ni siquiera los aguzados sentidos de Lobezno habían sido capaces de encontrarlos. Su rastro se perdía a los pocos metros. El único resto que quedaba de la Avispa y del Hombre de Hierro era parte del casco de este último. No cabía otra posibilidad: habían sido alcanzados por los rayos, y habían sido desintegrados.


Mansión Spector, 0:01 horas.

En la oscuridad del salón principal de la abandonada Mansión vemos sentado en un sillón una figura a lo lejos…cuando nos acercamos y gracias a la luz de la luna nos damos cuenta de que es MARC SPECTOR, el hijo de Khonshu…esta pensativo.

SpectorCorp, 0:02 horas.

La directora de la compañía Marlene Alraune ve la televisión triste por los acontecimientos sucedidos tras ONSLAUGHT; esta sentada en su sillón presidencial a traces del cual ve la luna llena que alumbra Nueva York…obviamente le vienen a la cabeza imágenes de sus años con Marc y no puede evitar esbozar una leve sonrisa.

En su mesa vemos gran cantidad de papeles considerados secretos y todos ellos tienen unas cuantas palabras comunes FUSIÓN y OSBORN…parece que la frágil Marlene quiere agrandar el espíritu de SPECTOR.

En un taxi, 0:05 horas

Sentado en el va Frenchie, recorre Nueva York viendo los destrozos causado en esta ultima batalla de mutantes; se dirige hacia el DOMO (base del Caballero Luna) a revisar todo el arsenal; va pensando en Crawley ese viejo borracho que tantos soplos le dio a él y a Marc…mientras piensa mira la luna y cree reconocer una figura amiga…familiar… ¿ acaso los muertos no pueden volver a resucitar…?…otra vez.


«Ruinas. Últimamente todo lo que me rodea son ruinas».

Sentado en los escombros de un edificio destruido, Thor el hijo de Odín musitaba estas palabras ante la presencia de Red Norvell, otro de los muchos Dioses del Trueno con los que su Padre le había probado en el pasado.

«Alégrate – dijo Norvell – al menos estas vivo. Lo que te dijo Hela no se ha cumplido»

Thor levanto con desgana la cabeza y mirando a Norvell replico: «Hela nunca ha sido conocida por ser la Diosa de la Verdad sino por ser la Diosa de la Muerte».

Red aparto la mirada avergonzado por el comentario. No podía negar que todo aquello le venía demasiado grande. ya había sido el Dios del Trueno una vez y todo había acabado en desastre. Escapo de la muerte de milagro y toda su confianza se vino abajo cuando descubrió que había sido manipulado desde el momento en que piso Asgard. Además, desde que había vuelto a su vida mortal todo le había salido mal, como si en cierto modo no pudiera vivir como  un simple mortal.

«No interpretes mis palabras como un reproche amigo Norvell» Continuo Thor viendo el gesto abatido de Red. «La batalla con Onslaught ha sido agotadora tanto físicamente como emocionalmente. Lejos quedan ya las gestas de mi juventud de las cuales volvía a casa para festejarlo con mis camaradas ante una jarra de Hidromiel». «Las luchas en las que participo cada día son menos heroicas y mas desgarradoras».

Diciendo esto, Thor se levanto y se dirigió fuera de los escombros

«Incluso te recuerdo que este batalla no ha llegado en el mejor de los momentos. Con el Padre de todos convertido en un vagabundo borracho y los demás dioses expulsados de la antes gloriosa Asgard todo el tiempo que hemos perdido en esta lucha puede haber sido fatal para ellos»

Thor sabía lo indefensos que podían estar ahora los antes orgullosos dioses. Todavía recordaba cuando su padre le embullo en la frágil forma mortal de Donald Blake. Si Odín no lo hubiera predispuesto todo para que encontrara su martillo Mjolnir, habría estado viviendo durante años expuesto a que cualquier antiguo enemigo se aprovechara de su estado mortal.

Un sonido gutural saco a Thor de sus pensamientos. Al volverse vio al antaño orgulloso Odín tambalearse totalmente ebrio con una botella vacía en la mano.

«Hijo mío, ¿no tendrás por algún lado un poco de este magnifico néctar?. Me temo que he terminado la botella que me encontré».

Balbuceo Odín cayendo bruscamente sobre sus rodillas.

«Padre – Dijo Thor mientras le ayudaba a incorporarse – necesito que vuelvas a ser el de antes. Sino jamas podremos encontrar a los demás Dioses, incluida tu esposa Friga»

«Ya nunca nada podrá ser como antes – dijo Odín con una lucidez inesperada – Hemos perdido totalmente la fe de los mortales y con ella la misma fe en nosotros mismos. Ya no somos mas que mitos del pasado sin lugar en esta realidad. En vez de adoración recibimos desprecio y burla. Todo lo que nos ha pasado ha sido un justo castigo a nuestra arrogancia. Es hora de ajustar cuentas y resignarnos a ser mortales y así lentamente desaparecer de la faz de la Tierra».

Dicho esto, Odín se quedo Dormitando en los brazos de un petrificado Thor.

«Optimista, el anciano, ¿verdad?. Dijo Norvell intentando romper el silencio.

Pero Thor no le estaba escuchando. Las palabras de su Padre resonaban aun en sus oídos. Nunca había visto el problema desde esa perspectiva. Acaso debían haber desaparecido en el momento en que los mortales dejaron de creer en ellos, o todo era el fruto del delirio de un borracho. ¿Era este en verdad el fin de los Dioses?..

«Me niego a caer  en el olvido de esta manera Padre. No por un las maquinaciones de un loco que pervirtió el Fresno del Mundo Es verdad que los mortales nos dejaron de adorar hace siglos, pero eso no quiere decir que no nos necesiten aún». Dijo Thor a su ahora durmiente Padre.

«Bonitas palabras,  Thor, pero ¿Tienes alguna idea de que vamos a hacer?. Dijo Norvell, encogiéndose de hombros.

«Acaso no esta claro. Buscaremos a los demás Dioses y una vez estemos todos reunidos reconquistaremos nuestro lugar en Asgard. Y que los cielos protejan a aquel que ha desencadenado o quiera aprovecharse de esta locura en su beneficio». Contesto Thor con rabia inusitada. Luego dándole la espalda a Norvell y con su padre en brazos se encamino hacía la mansión de los Vengadores. Red Norvell comenzó a seguirle con gesto resignado mientras musitaba

«Si tío, lo que tu digas. Con lo tranquilo que estaba yo grabando películas X y siendo apaleado por una banda de mafiosos mandados por el marido de mi amante. Red te ha tocado la lotería».


Al día siguiente, y en un breve comunicado de prensa, los Vengadores informaron que dos de sus miembros fundadores, la Avispa y el Hombre de Hierro, así como un joven mutante llamado Joseph, habían sacrificado sus vidas para derrotar a Onslaught. Además, se indicaba que al día siguiente se celebraría un acto en los jardines de la Mansión para honrar su memoria.

Todas las televisiones se hicieron eco de la noticia. Como es normal en estos casos, se emitieron cientos de programas contando las vidas de los Vengadores caídos, así como programas de investigación sobre el misterioso «Joseph». Además, Graydon Creed, candidato a la presidencia de los Estados Unidos, hizo un terrible discurso en el que culpaba a los mutantes de la muerte de los héroes, y de los destrozos que ocasionó la batalla.

Mientras, en la Torre de las Cuatro Libertades, todos estaban pendientes de Franklin, porque, mientras que Nate se había recuperado enseguida, y había partido con rumbo desconocido, Franklin no había salido aun de su inconsciencia.


Dios, cuanta destrucción. Hace unas horas, el parque era un lugar apacible donde podías pasear tranquilamente. Ahora, lo único que hay es un montón de mierda. ¿Quién va a arreglar esto?

Mi nombre es Luke Cage. Me hacía llamar Hombre Poder, pero el tiempo de los superhéroes pasó para mí. Me retiré, junto a mi compañero, Danny.  Se hacía llamar Puño de Hierro, y era un poderoso guerrero. Ahora se encarga de las empresas que estaban a su cargo. Se convirtió en todo un tiburón de las finanzas. Yo me quedé aquí, en mi barrio, donde siempre tuve que haber estado.

La gente del barrio me ha pedido ayuda. Janis, la chica de la tienda, me dijo que el orfanato había quedado destrozado por la batalla. Esos chicos no eran culpables de nada y ahora no tienen ni sitio para dormir. Haré todo lo que esté en mis manos.

Los demás superhéroes están ocupados con sus problemas. Al parecer, han habido bajas. Solo un viejo conocido ha venido a echar una mano. Suele pasarse por el barrio, así que la gente le conoce. Se trata de Matt, el abogado que tiene el despacho a un par de calles de aquí. Parece que su ceguera no le produce problemas.

-¿Cómo estás, Matt? – le pregunto. Estaba colocando sillas quemadas cuando me lo encuentro.

-¿Por qué ha tenido que pasar esto? ¿Por qué estos críos tienen que sufrir consecuencias con las que no tienen nada que ver? – dijo él, mientras soltaba una silla.

– Yo tampoco entiendo nada, Matt. Pregunta a los superhéroes.

-¿Eso que suena es un teléfono?

Debajo de unas mesas, Janis encontró el teléfono que sonaba. Tiene gracia, medio Nueva York está destruido pero las líneas telefónicas aun funcionan.

– Luke, es para ti.

Cogí el teléfono y escuché la última voz que esperaba oír.

-*Hey, Luke, llevo intentando localizarte horas*

– Danny, ¿donde estás? ¿Acaso no sabes nada de lo que ha pasado aquí?

-*¿Qué? ¿Qué ha pasado?*

– Joder, Danny, casi destrozan Nueva York.

Escuché un silencio.

-*Dios, entonces, lo mío no tiene importancia.*

-¿Qué ocurre?

-*Luke, me estoy muriendo…*


Matt Murdock llegó a su despacho sudando. Había estado toda la mañana trabajando en el orfanato del barrio. Pero merecía la pena. Al abrir la puerta del despacho, oyó un chasquido de dedos.

«Mr. Murdock, adelante», dijo una voz. «Tal vez haya oido esto anteriormente»

Matt oyó los pasos de dos hombres que se acercaban hacia el. Debían ser grandes, sus pisadas eran fuertes y rápidas. Además, ambos apestaban a sudor.

Pronto, los dos matones se encontraban en el suelo, uno de ellos con la nariz rota.

«¿Qué decías, gusano?- dijo Matt mientras se colocaba bien sus gafas.

«No queremos que se meta en donde nadie le llama. Si me entero que investiga el asunto de la señorita Walkers, alguien puede ponerse muy nervioso. ¿Me entiende, Mr Murdock?»

«¿Tan nervioso como estás tu ahora?-dijo Matt.- Llévate a tus amigos y no vuelvas aquí.»

Al día siguiente, alguien llamó a la puerta. Matt abrió la puerta y olió un perfume de mujer delicioso.

«¿Es usted Matt Murdock?» preguntó una dulce voz.

«Así es, señorita…»

«Walkers, Betty Walkers.»


«Buenos días. Les habla Trish Tilby para la NBC. Estamos aquí reunidos, frente a la Mansión de los Vengadores, para transmitirles el acto con el que se va a honrar la memoria de los héroes caídos en la batalla contra Onslaught

Los Vengadores, la Patrulla-X, la Cosa y la Antorcha Humana estaban frente a la puerta de la Mansión. El Capitán América se adelanto. Se notaba el dolor en su rostro, a través de la máscara. Se dirigió a un púlpito improvisado, y tomó la palabra.

«Compatriotas, nos hemos reunido aquí para honrar a los héroes que dieron su vida luchando contra la amenaza de Onslaught, así como a los cientos de víctimas inocentes que murieron en la lucha. Por todos ellos, les pido que guarden un minuto de silencio.»

Tras guardar respetuosamente el minuto, y tras un breve discurso, el Capitán se dispuso a responder a las preguntas de los periodistas.


Logan necesita fumar un cigarro pero la falta de respeto que supondría hacerlo en el funeral se lo impide.

– Contrólate. Pareces un chiquillo buscando un caramelo. Estoy más nervioso de lo normal y eso es muy raro en mí. He vivido por esta situación varias veces pero la batalla contra Onslaught y sus repercusiones me erizan el vello de la espalda. Mala señal. ¿Premonición de tragedia?.

Emma Frost hace su peculiar aparición destacando entre el resto de los asistentes. El traje blanco que presenta se contrapone en la arboleda de tonos oscuros.

– Hola Logan – saluda afectuosamente.

– Emma – con frialdad Logan le estrecha mano.

– Te noto preocupado querido amigo.

– Esta bruja psíquica parece saberlo todo.

Las miradas se chocan e increíblemente es Logan quien la aparta primero.

– Tienes razón Emma, no estoy en mi mejor momento.

Con una sonrisa picarona la Reina Blanca le susurra algo al oído y se aparta de él. Logan la sigue con la mirada pero se puede apreciar que el canadiense ha perdido la  rigidez de su rostro.

-¿Qué tal amigo mío? -una voz amiga llama su atención.

-¡Sean!. ¡Un abrazo!

– Sean Cassidy y Emma Frost son los profesores de Generación-X. Donde va uno va el otro debí suponérmelo.

– No la malinterpretes -explica Banshee -. En el fondo es buena gente.

– Todo lo contrario Sean. No te preocupes.

– Vale socio. Te dejo. Debo saludar a más gente.

– Ok.

Lobezno se queda pensativo. Vaya, vaya. Al menos Júbilo está perfectamente. Gracias Emma, ese «pequeño» me hace sentir mucho mejor. Sigilosamente intenta irse del lugar de reunión.

-¿Te vas Logan? -una preciosa Ororo le llama la atención.

– Necesito estar sólo preciosa.

Tormenta le estrecha la mano. Un afecto que nació años atrás sigue presente en sus cicatrices. Han vivido juntos, han sufrido juntos y han sido heridos juntos. Ese lazo no se puede romper.

El funeral continua. Alejado del mismo y apoyado en un árbol, un mutante canadiense con sombrero saborea un pitillo como si fuera el último de su longeva vida.


Sean Cassidy y Emma Frost acuden en calidad de invitados al funeral de la Avispa, el Hombre de Hierro y Joseph. Sus alumnos, los llamados «Generación-X» permanecen en la mansión haciendo sus deberes. Es duro ser adolescente y más si eres mutante. Sean y Emma lo saben.

Saludan cortésmente a los miembros de la Patrulla-X. La Reina Blanca mira duramente al profesor Xavier. Su traje blanco parece desprender luminosidad como su cabellera rubia. Su tez alegre se contrapone con la rigidez de su compañero Banshee.

-«Ojalá no tenga que estar aquí por alguno de mis alumnos» – se pregunta. «Ya pasé por esta situación una vez. No sé si podría aguantarlo de nuevo» Sean la reconforta rodeándola con el brazo derecho sobre su estrecha cintura.

-«¿En qué piensas?».

-«Me preguntaba si alguna vez acabará todo esto».

-«Cuando Dios nos bendijo con estos dones lo hizo por una razón».

La Reina Blanca sonríe por un breve instante. -«¿Si?. ¿Cuál?».

– Utilizarlos para ayudar a los que no lo poseen aún a riesgo de nuestras vidas».

La faz de Emma cambia por completo. Una pequeña arruga surge de su frente.

-«Durante gran parte de mi pasado no me he dedicado precisamente a ayudar al prójimo». «Lo sabes Sean, lo sabes».

-«Nadie habla del pasado» – Banshee intenta desprender felicidad aunque en su interior no pueda. -«Somos Generación-X, somos el futuro. El futuro. Hagamos lo posible por protegerlo».

Emma le da un beso en la mejilla.

-«¿Porqué? – pregunta un incrédulo Sean.

-«Por ser como eres».

Ambos se miran y sonríen en medio del funeral. No son héroes legendarios como los Vengadores o Los Cuatro Fantásticos, ni un equipo indomable como La Patrulla-X. Solo son los «profes» de un puñado de adolescentes que quieren vivir su propia vida pero con una salvedad, sus caracteres mutantes les confieren una responsabilidad hacia los demás que no todos tienen. Son Generación-X y eso es una garantía. El futuro.


«Capitán, soy Trish Tilby, de la NBC. ¿Han decidido ya quién sustituirá a los Vengadores fallecidos?»

«No, aún no. Convocaremos una reunión general en pocos días, y en ella decidiremos quienes formarán parte de los Vengadores, ya que hay algunos que quieren tomarse un descanso.»

«Soy Neal Conan, Capitán. ¿Nos puede decir algo de Joseph?»

«Sólo que era un joven que sacrificó su vida por todos nosotros. Creo que eso es lo único que importa.»

Detrás de los periodistas paró una limosina. De ella bajó Graydon Creed, candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Vestía un traje negro, con la chapa de su campaña en una de las solapas.

«Capitán América, permítame que me presente. Soy Graydon Creed, candidato a la Presidencia. Me gustaría hacerle una pregunta: ¿no es verdad que Onslaught era un mutante?»

«Si, así es, señor Creed. Pero -«

«Eso demuestra», dijo Creed, cortando en seco al Capitán, «que los mutantes son una amenaza para la humanidad.»

«Si, Onslaught era un mutante, pero también lo era Joseph, que dio su vida para vencerlo, y la Patrulla-X, que luchó a nuestro lado. El que fuera un mutante no significa nada.»

«Los mutantes deben ser encarcelados, Capitán, por el bien de la humanidad.»

«¿Sabe, Creed? Hace poco decían eso de los negros.»

«Si, pero los negros no pueden destruir el mundo.»

Diciendo esto, Creed se dio media vuelta y se metió en su limosina, que arrancó y se alejó.


Mientras los periodistas hacían preguntas al Capitán América sobre las declaraciones de Creed, Scott Summers, Jean Grey y Hank McCoy, más conocidos como Cíclope, Fénix y la Bestia, hablaban sobre el futuro.

«¿Entonces te quedas aquí, Hank?», preguntó Jean.

«Si, Jean. Lo he hablado con Charles, y creo que lo mejor es que vuelva con los Vengadores. Mi presencia aquí puede apaciguar la animadversión hacia los mutantes.»

«Te echaremos de menos, Hank. Cuídate», dijo Scott.

«Y tu, Scott, cuida del Profesor. Todo esto le ha afectado profundamente.»

Los tres se despidieron. Cuando Hank se marchó, Jean se dirigió a Scott telepáticamente.

# Scott, he estado pensando en lo que pasó ayer, y hay algo que Siniestro dijo que me tiene preocupada #

# ¿El qué, Jean? #

# Dijo que Magneto no estaba «disponible». No dijo que estuviera muerto. Me temo que volveremos a verle muy pronto. #


La Mansión de la Patrulla-X. 10:00 PM

Bala de Cañón está viendo una película en la tele. Está solo. Sus compañeros se han ido a la ciudad, pero el prefirió quedarse a ver «La Guerra de las Galaxias» por vigesimoquinta vez. De repente, suena el teléfono. Sam activa su campo de fuerza y va volando hacia la mesilla en la que está el teléfono. Con las prisas, choca con la mesilla y tira todo al suelo. Se agacha y coge el auricular, que se había descolgado.

«¿Diga?»

«*¿Sam, eres tú?

«¿Dani?»

«*Si, Sam. Necesito tu ayuda. El Frente Mutante de Liberación me ha descubierto. Necesito que me saques de aquí.

«¿Donde estás, Dani?»

«* Estoy en…

La llamada se cortó.


Es de noche en la Torre de las 4 Libertades. Después de los trágicos acontecimientos vividos durante el ataque de Onslaught todo parece haber vuelto a la calma. Pero para algunos, esa calma no trae consigo el descanso ni la tranquilidad. Por fin el cansancio ha podido con Sue. Duerme, pero sus sueños están poblados de terribles recuerdos.

A su mente vuelven imágenes del comienzo, cuando Charles Xavier acudió a ellos.

– ¡No puede hablar en serio!- clamó Ben ante la petición de Xavier. – ¿Le he oído bien, profesor? ¡¿Quiere que le demos la custodia de nuestro hijo?! –exclamó Reed sorprendido.

Fue sólo poco después cuando descubrieron la trágica realidad. Ya no era con Xavier con quien trataban. Ahora se encontraban con la entidad que se llamaba a si misma Onslaught.

– Lo ha adivinado, Dr. Richards. Charles Xavier sólo es mi vehículo. ¡Yo soy ONSLAUGHT! Yo tomo lo que quiero ¡… Y quiero al niño mutante!

A partir de entonces los acontecimientos se precipitaron. Las imágenes bullían en su mente, sin orden ni sentido, hasta detenerse en otro fragmento de sus recuerdos. Con la ayuda de Cable y Apocalipsis consiguió penetrar en el plano astral, en un intento desesperado de rescatar a Franklin, que estaba encerrado en el interior de Onslaught. Pero sus esfuerzos eran inútiles.

– ¡Mamá! Sácame de aquí…

– Lo intento, Franklin, lo intento…

Pero Onslaught era demasiado poderoso y la mantenía mentalmente a raya. Sus esfuerzos estaban abocados al fracaso.

– ¡Estás desapareciendo, mamá! ¡Por favor, no me dejes!

– Nunca te dejaré, Franklin ¡Siempre estaré contigo! Encontraré un modo, te lo prometo…

Un giro de cabeza, un instante, y en su mente el tiempo dio otro salto. Todo había llegado a un punto decisivo, Joseph se había sacrificado absorbiendo a Onslaught, pero él se convertiría en una nueva amenaza si nadie actuaba. Y en ese momento de caos, un hombre actuó.

– Sois todos unos cobardes. Alguien debía matarlo.- bramó Muerte ante los restos del que fuera Joseph.

De repente el cadáver estalló en una lluvia de rayos, abarcándolo todo. Cuando por fin pasó, de Joseph sólo quedaban cenizas, y en su lugar yacían los cuerpos de Franklin y Nate.

– ¡Franklin! ¿Reed? ¿Está…? – gritaba Sue mientras corría hacia su hijo. – Está vivo, Sue. ¡Está vivo! – respondió Reed mientras sostenía el cuerpo inconsciente de Franklin.

Finalmente llegaron a su mente los acontecimientos más recientes, cuando Reed le comunicaba la terrible noticia.

– Sue..- susurró Reed.- es Franklin.. No despierta. Ha entrado en coma.

– Nooo.. ¡Mi hijo noooo!!!!!

Sue gritaba, gritaba liberando toda la angustia acumulada, toda la rabia y la frustración que tenía en su interior. Gritaba por lo que fue y por lo que pudo haber sido. Gritaba para liberarse. Y entonces … en ese momento, su sueño se interrumpe y despierta cubierta de sudor.

Mientras tanto Reed se encuentra en el laboratorio trabajando con los ordenadores. Su rostro refleja el agotamiento al que se ha visto sometido últimamente. Franklin está acostado y con varios aparatos conectados a él.

– Nada, es inútil. – pensó Reed – No consigo que reaccione. Aunque me cueste admitirlo, no sé qué hacer. La unión de Franklin con Onslaught puede haber roto las barreras mentales que se había autoimpuesto.

Reed deja los ordenadores y se vuelve hacia Franklin.

– Franklin, siento que por mí culpa te haya sucedido todo esto. Nunca debió pasar, tenía que haber estado preparado. Eres lo más importante de mi vida y no pude hacer nada para evitarlo, pero ahora… ahora eres tú quien debe ganar esta batalla.

En ese momento Sue entra en camisón en el laboratorio, sorprendiendo a Reed.

– Reed, no debes atormentarte. No ha sido culpa tuya.

– ¿Sue? No sabía que estabas ahí.

– No podía dormir y supuse que estarías con Franklin. No pude evitar escuchar lo que decías.

– No sé qué hacer. Por primera vez en mi vida no sé qué hacer. ¿De qué sirven ahora todos mis inventos cuando ni siquiera soy capaz de salvar a mi hijo?

– Cariño. – dijo Sue mientras abrazaba a Reed – Haces todo lo posible, no te culpes. Nadie podía prever lo que pasaría. Si buscas un culpable ese es Onslaught. Siempre has intentado mantener a Franklin al margen. No creo que…

De repente la alarma suena, interrumpiéndoles.

– ¡Es la alarma!- exclamó Sue alterada – ¡Alguien ha entrado en el edificio!

– ¡Es en el ascensor! – gritó Reed al micrófono, mientras comprobaba la información de los ordenadores.

Alertados por la alarma y por las indicaciones de Reed, Ben y Johnny salen a toda prisa de sus habitaciones, encontrándose en el pasillo. Ben va en pijama, mientras que Johnny está envuelto en llamas.

– ¡Por mi tía Petunia! ¿Es que los malos no respetan las horas de sueño?

– Ben, en tu caso, deberían pedir cita previa. Te pasas el día durmiendo. – dijo Johnny socarronamente.

– Cerilla, como no te calles, te voy a apagar lo humos… permanentemente.

En ese momento se encuentran con Reed y Sue en un vestíbulo, delante del ascensor, que aún no ha llegado.

– ¿Qué pasa estirado? – pregunta Ben intrigado.

– Un intruso ha atravesado el sistema de seguridad del edificio.

Mientras tanto Franklin sigue imperturbable en el laboratorio, ajeno a todo lo que sucede en el otro lado del edificio. Nada parece afectarle cuando, de repente, se produce un cambio; sus ojos, que permanecían cerrados hasta entonces, se abren bruscamente despidiendo unos destellos luminosos.

Al mismo tiempo, los 4 F esperan tensos la llegada del ascensor. Los segundos pasan lentamente hasta que por fin se detiene en su piso.

– Atentos – advierte Reed al tiempo que comienzan a abrirse las puertas. – No sabemos a lo que nos enfrentamos.

Cuando por fin se abren las puertas, una sombra tambaleante surge de su interior. ¡Es el Dr. Muerte!. Su estado es patético, apenas se sostiene en pie y su armadura está destrozada.

– ¡¡Richards!! – susurra Muerte mientras se desploma en el suelo del vestíbulo.


Era jueves, de Marzo, o quizás de Abril, por la tarde. Estaba lloviendo. Bastante. La gente está en sus casas, tranquilamente viendo la tele, en familia, hablando padres e hijos de lo que les ha pasado hoy. No se ven luces en las ventanas, las persianas están echadas. Sigue lloviendo.

Las tiendas, cerradas, sin luces, con esos inmensos escaparates que dejan ver toda la tienda, oscura, con las luces apagadas, todas, esas, cosas, con sus etiquetas, con las luces apagadas, sin luz, todo, toda la calle llena de un inmenso negro, azul, lluvioso. Sigue lloviendo.

Un poco, una eternidad después, a lo lejos, en un parque, cerca de un estanque, con patos, que nadan de un lado a otro sin sentido, navegando a la deriva, cinco, más pequeños, que siguen a otro, ¿su madre?, su madre, sí, su madre. Patos, una familia de patos, se marchan, hacia el otro lado del estanque, salen a la orilla y se marchan.

-Bonita noche, verdad. El cielo está despejado y se ven las estrellas. Y la Luna. Sí, está muy solitario el parque esta noche. E verdad, faltan los niños. Dando una vuelta, sin más, contemplando,…la…belleza de la noche…sí, la oscuridad. Tu?…una estatua, claro, una estatua, una estatua, una estatua…

La muerte

Sigue lloviendo

-Cables, vigas, acero, acero creado por el hombre, al fondo, el río, profundo, sin principio ni fin, se pierde en el horizonte. Negro, corre como el viento, negro, hasta el mar, negro, no se ve, pero llega hasta el mar, negro, bello. Hasta el mar, negro.

Ya no llueve.


-!Oh, Dios mío¡

-!Dios¡, ¿Estás bien?

-Yo, …

– Te has caído desde el puente, yo estaba en, oh, te llevo a un hospital, ¿seguro que estas bien ?

– No, …

– ¿No?, ¿no quieres que vayamos a un hospital?, ¿eres un criminal, o algo así? ¿No me vas a hacer daño, verdad? Yo eh, pu…puedo…llevarte a mi casa, tengo una amiga enfermera.

– Soy

-¿soy?, ¿un criminal, un fugado, oh, bueno, estás herido, no voy a dejarte tirado como un perro en la calle, te llevaré a mi casa y …

-Dios


Hace dos meses, en Central Park.

«¡Onslaught ya no es una criatura física a la que se pueda someter a golpes!»

«¡Soy pensamiento puro! ¡Soy percepción! La percepción es realidad…»

«¡… y la realidad os rechaza!»

Los héroes miraron con sorpresa la forma energética que brillaba ante ellos.

-¡¡¡SÍ!!! -exclamó Zoe Culloden, exultante-. Fíjate, Noah, ya lo tienen.

-¿Estás segura, Zoe? No parece haber sufrido ningún daño – Al contrario que su compañera, Noah no parecía tenerlo muy claro. Ni la ventaja de los héroes sobre la criatura ni mucho menos los motivos por los que debían estar ellos dos presenciando la lucha en persona -. Te lo digo muy en serio, ahora es un ser totalmente compuesto de energía psi y es más fácil que nos descubra. Vámonos de aquí.

De pie sobre unas rocas, a unos escasos metros de la feroz contienda, los dos agentes de campo de Landau, Luckman & Lake observaban y tomaban precisas mediciones de todo lo que pasaba. No es que no hubieran tomado precauciones, claro. Los amortiguadores de ocultación del aura, los escudos infrarrojos, los escudos de supresión psi y los trajes de sincronización de fase los hacían virtualmente indetectables e intangibles, incluso para el formidable grupo de superhumanos al que vigilaban. Pero Noah no lograba reprimir el escalofrío que le bailaba en la base de la nuca. Cuando estás junto a un monstruo hecho de energía psíquica, nacido a partir de uno de los telépatas más poderosos del planeta y del amo del magnetismo en persona, que ha absorbido a un poderoso e inestable psi venido de otra línea temporal y a un niño que pese a su corta edad ya es capaz de deformar la realidad a su antojo, ¿quién puede estar seguro?

-No seas miedoso, Noah. No se llega a expendidora quedándote en la seguridad de la oficina y dejando escapar oportunidades como ésta. Sólo por poder probar a fondo nuestro nuevo equipo de ocultación ya merece la pena – mientras hablaba, Zoe seguía manipulando los sensores de su traje, realmente estaba disfrutando con esto -. ¡Guau! ¡¿Has visto ese espectro?! ¡Formidable!

-Zoe… -Noah no se daba por vencido.

-Mira, admito que el asunto de Onslaught se nos ha ido de las manos un poco -interrumpió Zoe.

-¿¿Un poco??

-Bueno, enfócalo como quieras – Zoe quitó importancia al hecho con un gesto -. Pero todavía podemos sacar algo de esto, ¿vale? Confía en mí, sé lo que me digo.

-Como quieras, Zoe. Pero yo voy a dejar preparado el transportador. Y si la cagamos quiero que pongas en tu informe que yo estaba en contra de esto, ¿vale?

-Miedoso…

«¿Se necesita un recipiente para contenerlo?», preguntó Thor.

«Pues usadme a mi. ¡Mi carne y mi sangre! ¡La fibra del Dios del Trueno debería poder contener tan aciaga tormenta… pero cuando lo haga… no debéis mostrar piedad! ¡Sólo acabando conmigo, acabaréis con Onslaught.»

Con estas palabras, el Dios del Trueno de la Dorada Asgard se lanzó hacia la energía que ahora era Onslaught.

-¡Ja! ¿Has visto, Noah? Aunque no quiera admitirlo, Onslaught es ahora más débil. Piensa que debe dedicar mucha energía simplemente para evitar dispersarse ahora que no tiene cuerpo. ¡Pueden aprovecharse de su confusión!

De repente, un rayo surgió de entre las sombras, derribando a Thor e impidiendo que llegara a su destino.

«¿Quién osa…?», comenzó a decir Thor.

«Simplemente te he salvado la vida, diosecillo, y la de todos los demás. Espero que no lo olvidéis.»

Avanzando, Mister Siniestro salió de las sombras hasta situarse entre los héroes.

-¿Siniestro? – Noah estaba inquieto por esa súbita aparición. Siniestro era inteligente, eso era obvio, y no se pondría en peligro si no fuera por una muy buena razón. ¿Qué podría traerse entre manos?

-¡Shhh! Quiero oír lo que dice…

«…onviene a mis planes… Pero basta de cháchara. Joseph, es tu turno.»

Al oír estas palabras, los ojos del joven conocido como Joseph se encendieron, y su cuerpo comenzó a desprender energía.

– ¡Zoe, haz una exploración completa del chico! La expendidora apuntó la batería de sensores de su traje hacia Joseph. Mientras iba leyendo los resultados, asentía pensativamente.

Siniestro apartó a Lobezno de un manotazo. «Merodeadores, encargaos de estos idiotas mientras yo me ocupo de Joseph.»

Los Merodeadores -Cazador de Cabelleras, Arco Voltaico, Disruptor, Vértigo, Arpón y Marea- surgieron de entre las sombras, y se lanzaron contra los héroes.

– Con tanto material donde elegir, ¿por qué se empeñará Siniestro en clonar una y otra vez a esos inútiles de los Merodeadores? – se preguntaba Noah.

– ¡Tengo los resultados! – anunció Zoe.

– ¿Y bien?

– Clon de Magneto. Bastante reciente aunque las muestras originales no lo sean tanto. Desde luego el método de crecimiento acelerado es el de Siniestro aunque hay trazas de manipulación del ADN. – Umm, interesante…

«Bien hecho, hijo mío. Ahora es el momento de que cumplas el papel para el que has nacido. Ve hacia Onslaught.»

«Un momento, nene».

Siniestro se volvió. Detrás de él, los héroes. Sus Merodeadores habían sido derrotados.

– ¡Ya sé para qué quiere Siniestro a Joseph! – Zoe chasqueó los dedos, satisfecha ante su descubrimiento – ¡Lo va a usar para absorber la energía de Onslaught!

– ¡Vaya, cómo no se nos habrá ocurrido antes! Una treta bastante obvia, tanto que la hemos tenido bajo las narices sin llegar a verla. ¿Quién sabe?, quizás tuvieras razón al venir aquí al fin y al cabo…

«Patéticos héroes. Si Thor se hubiera unido con Onslaught, el resultado hubiese sido la destrucción de la Tierra, y eso no conviene a mis planes. Joseph es el candidato perfecto para absorber la esencia de Onslaught.»

– Te lo dije… – susurró Zoe a su compañero.

Mientras esta conversación se llevaba a cabo, la energía psiónica que anteriormente fue Onslaught comenzaba a adaptarse a su nuevo estado.

«Estúpido Siniestro. ¿Crees poder triunfar donde todos estos héroes han fracasado?», preguntó Onslaught.

«Por supuesto, Onslaught. Joseph, tu turno.»

Joseph se lanzó hacia la energía que ahora era Onslaught, introduciéndose en su interior.

«AAARRRGGGHHHTTTT!!!!». Onslaught gritó como si le hubiesen arrancado el alma. «¿Qué has hecho?»

«Joseph es un clon de Magneto, estúpido, y Magneto era parte tuya. Así que sólo él o Xavier podían contenerte. Xavier fracasó, y Magneto no está localizable, así que tuve que crear mi propio Señor del Magnetismo.»

La energía psiónica de Onslaught estaba siendo absorbida hacia el interior de Joseph, cuyo cuerpo crecía sin control. Pronto, sólo un deforme Joseph quedaba en el lugar donde antes estaba Onslaught.

– ¡¡¡Bien!!! ¡Dadle ahora el golpe de gracia! ¡Es vuestro! – animaba Zoe, excitada.

«Ahora, héroes, rematad al chico para que podamos seguir con nuestro camino.»

«Ninguno de nosotros matará al muchacho, Siniestro, ni dejaremos que lo hagas tú. Buscaremos la forma de salvarlo, haremos lo imposible para que…»

– ¡¿Cómo?! ¡¿Van a poner en peligro el planeta justo ahora cuando habían ganado la batalla?! – la expendidora de LL&L no daba crédito a sus oídos.

«¡Nunca!», gritó Thor, lanzándose contra Siniestro. Tras él, el resto de los héroes se lanzaron también.

«Dejadme en paz, imbéciles. Hay que matarlo de una vez por todas.»

– Lo siento, Noah, pero no puedo quedarme de brazos cruzados.

Antes de que el otro agente pudiera detenerla, Zoe empezó a correr hacia el grotesco Joseph, apuntándole con su láser de muñeca, al tiempo que se disponía a desactivar su traje de sincronización de fase. Pero antes de que pudiera avanzar más que unos cuantos pasos…

«¡¡¡¡AAAARRRRGGGGHHHHTTTT!!!!«

…se detuvo, perpleja. Se habían olvidado de alguien. Alguien que no estaba dispuesto a ser un mero espectador y quien tampoco tenía escrúpulos en hacer lo que se debía hacer.

Todos se volvieron. Joseph estaba tirado en un charco de sangre, y salía humo de su pecho. A cinco metros de él, los láseres de Muerte humeaban.

– ¡El bueno de Victor…! – Noah sonreía para sus adentros, complacido – Puede que hayas hecho mucho daño toda tu vida, pero ten por seguro que con esto realmente has compensado la balanza…

«Sois todos unos cobardes. Siniestro tenía razón. Alguien debía matarlo.»

Del cuerpo sin vida de Joseph comenzaron a salir rayos en todas direcciones.

«Todos a cubierto. Esos rayos son mortales», gritó Richards.

Con sólo un rápido vistazo a los informes de sus sensores, el empleado de LL&L se dio cuenta de que ni sus dispositivos de intangibilidad podrían protegerlos de una energía psi tan potente que deformaba la realidad a su paso.

– ¡Mierda, Zoe! ¡A las oficinas! ¡Rápido! – En apenas unas décimas de segundo, Noah ya estaba preparado para iniciar el transporte dimensional. Pero antes tenía que comprobar qué hacía su compañera. -¡¡¡NO!!! – gritó ella para hacerse oír por encima del estrépito – ¡Quiero unas muestras! – ¡Pe…!

Entre los muchos que devastaban Central Park, un rayo de mortífera energía se dirigió hacia los dos agentes, desintegrando todo lo que encontraba en su camino. En lugar de intentar esquivarlo o protegerse, Zoe se puso en su trayectoria mientras tecleaba con rapidez algunos comandos en su ordenador de muñeca.

– ¡No hay tiempo! ¡Escúdame!

Con la rapidez que sólo dan años de entrenamiento, Noah se colocó detrás de su compañera, protegiendo a ambos con su escudo de supresión psi, evitando por meros instantes una muerte segura. El escudo chisporroteaba, sobrecargado por la intensidad que estaba soportando, pero aguantaba por unos momentos, deflectando la energía a su alrededor y creando una efímera zona segura justo en el centro del rayo.

– ¡Es demasiado potente! ¡No nos cubrirá más de unos segundos! – Noah tenía que gritar a pleno pulmón a pesar de que estaba a sólo unos centímetros de la otra agente.

– ¡Busco un almacén libre! – la tranquilidad de Zoe empezaba a flaquear en esos momentos – ¡Encontré uno! ¡Ahí voy!

Con una última orden, Zoe abrió una pequeña abertura dimensional justo delante del escudo psi, un círculo de no más de un palmo de diámetro por donde empezó a entrar con violencia parte de la energía que esos momentos los rodeaba, rumbo a una minúscula dimensión de bolsillo donde quedaría confinada para un posterior análisis.

– ¡Zoe, el escudo cae! – efectivamente, el escudo empezaba a deteriorarse por algunas zonas, a medida que la circuitería del traje de Noah iba estallando en una nube de chispas.

– ¡Los sensores han detectado restos orgánicos atravesando el portal! ¡Estamos de suerte! – Zoe se forzó a sonreír. Si había de morir lo haría igual que había vivido, con valentía.

– ¡¡Se acabó, estamos fritos!!

El escudo desapareció con un espeluznante crujido. El rayo impactó de lleno sobre los cuerpos de los dos agentes, lanzándolos por los aires mientras se abrasaban.

Con los ojos llenos de lágrimas, Noah tuvo un último pensamiento hacia su mujer y sus hijos, muertos en un desgraciado accidente hacía ya varios años.

– Ellen, chicos, me voy con vosotros… – pensó con una extraña sensación de paz, ajeno a todo salvo a sus propios pensamientos.

Y de repente, tan bruscamente como empezó, todo acabó.

Zoe y Noah cayeron pesadamente sobre la tierra, veinte metros más allá de donde se encontraban. Tenían el cabello chamuscado y la cara enrojecida, con pequeñas ampollas en algunos sitios. Los restos de sus ceñidos trajes de trabajo humeaban, todo su equipo arruinado.

Pero vivían.

Noah fue el primero en reaccionar. Tumbado en el suelo abrió un ojo.

– ¿Esto es la muerte? Menudo desastre…

Comprendiendo de repente, se alzó de un salto, riendo a carcajada limpia.

– ¡Ja, jajaja! ¡Estamos vivos!

– No grites, me va a estallar la cabeza – Zoe también se incorporaba, con expresión dolorida -. Ha estado cerca, ¿eh?

– ¡¿Cerca?! ¡Te diré lo que es cerca…!

De sopetón, Noah cogió a su compañera por los hombros y la acercó hacia sí, besándola impetuosamente en los labios.

– ¿Mmm? – la había pillado totalmente por sorpresa.

– ¡Casi nos matas, psicópata chiflada! – Noah la dejó ir, totalmente eufórico, y se giró para ver el escenario de la batalla, a punto de dar saltos de pura alegría.

– Pero en vez de eso hemos conseguido un buen montón de mediciones grabadas en los ordenadores de la oficina y tenemos algunas células de Onslaught junto con parte de su esencia energética – aprovechando que Noah no la veía, se limpió con disimulo las comisuras de la boca-. No obstante, en cuanto te tranquilices te darás cuenta de que hemos perdido todo nuestro camuflaje y nuestras defensas, y nos pueden descubrir en cualquier momento, así que…

Zoe giró la cabeza hacia el cielo, buscando algo que no se apreciaba a simple vista.

-¿Emmett? ¿Me estás escuchando?

– ¡Jolín, Zoe! – de un punto indeterminado en el aire surgía la voz de un niño de unos trece años con un curioso acento – ¡Habéis estado a punto de estirar la pata y servir de comida pa los gusanos!

– Pues ya ves que no. Hemos perdido casi todos los sistemas así que tendrás que llevarnos tú. Transporte para dos directamente a la enfermería, y mejor que el trayecto sea suave, ¿entiendes?

– ¡Como usted mande, jefa!

Con una fluctuación irisada, Zoe y su compañero comenzaron a desaparecer rumbo a las oficinas centrales de Landau, Luckman & Lake.

– ¿Qué, te encuentras más calmado? – Noah se giró al ver que le hablaban.

– Esa sensación… – dijo entrecortadamente.

– Es la adrenalina. Mejor que el sexo, ¿eh?

Y en medio de otro borrón de colores se esfumaron.

De Joseph no quedaron más que cenizas… cenizas y algunas cuantas células guardadas a buen recaudo. Unos restos minúsculos, casi nada, pero que en un futuro cercano podrían salvar infinidad de vidas…

…o aniquilarlas por completo.


Continuará….

…en todas partes.

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