Marvel Spotlight #16 – Desliz Temporal #1

Marvel Spotlight #16Robert Stackpole era un joven normal, hasta que se ve metido de lleno en una asombrosa aventura de viajes en el tiempo y el espacio. El es… ¡Desliz Temporal!

#16 – Desliz Temporal #1
La última esperanza I
Segundo intento

Por Mujer-X


Fecha de publicación: Mes 20 – 12/99


OtroTiempo es un lugar transtemporal donde existe una orden de monjes y guerreros dedicados a salvaguardar el tiempo. Su líder Kargul ha conseguido a lo largo de los años proteger la integridad del tiempo… al menos hasta ahora. Hace unos años, uno de los compañeros de Kargul se encontró con un ser llamado Advenimiento, un conquistador temporal cuyos objetivos pasaban por hacerse con el control de todas las líneas temporales habidas y por haber.

Cuando los monjes y guerreros de OtroTiempo se dieron cuenta de los planes de Advenimiento comenzaron una gran batalla contra el conquistador temporal. Sin embargo, Advenimiento ya se había apropiado de varias realidades logrando en cada una de ellas la construcción de un gran ejército que le sirve fielmente. La gran guerra entre los guerreros de OtroTiempo y Advenimiento comenzó pronto. En un principio las tropas de Advenimiento sufrieron serias derrotas, sin embargo el conquistador temporal una vez se puso al frente de sus filas, logró ir derrotando rápidamente a los guerreros de OtroTiempo.

Y así llegamos al presente a la que es sin lugar a dudas la batalla final entre los guerreros de OtroTiempo y Advenimiento. El resultado de la batalla es fácil de prever, las tropas de OtroTiempo llevan retrocediendo demasiado tiempo y ahora sólo consiguen mantener a salvo pequeños lugares de OtroTiempo donde intentan organizar una contraofensiva que logre acabar con Advenimiento. Pero todos, y especialmente el líder Kargul, saben que ese contraataque es imposible. Dentro de menos de una hora según han calculado, las tropas de Advenimiento conseguirán abrir una brecha en las defensas de OtroTiempo y acabar con todo lo que es OtroTiempo.

– No hay esperanza para nosotros. OtroTiempo caerá, Advenimiento ha ganado.

– Puede que sí -dice Kargull-. Pero todavía tenemos esperanza, todavía

tenemos el templo sagrado en nuestro poder. – ¿Te refieres al templo de la profecía?

– ¿A cuál si no?. En ese lugar se depositó hace mucho tiempo un increíble poder que no hemos utilizado en todo este tiempo. Ahora es el tiempo de hacerlo.

– ¿Estás seguro?

– Como bien sabes no tenemos otra opción.

– Tienes razón. Está bien, te protegeremos.

– ¿A mí?

– ¿Conoces a alguien mejor para recibir ese poder?. Eres nuestro líder, eres el más sabio y experto entre nosotros, tú debes ser quien nos salve.

– De acuerdo.

Varios guerreros conducen a Kargul al templo. Realmente el templo fue construido mucho después de que apareciese en ese lugar una extraña piedra con una extraña profecía inscrita en ella que decía que uno de los de su raza debería guiar al elegido en la salvación del tiempo. Durante siglos se había especulado mucho sobre esta profecía pero sobre todo sobre ese peligro para el tiempo que se dejaba intuir en la profecía, ¿sería Advenimiento o sería otro como Kang?. Nadie lo sabía y realmente esas especulaciones siempre quedaban en un segundo plano por culpa de algunos que creían que esa piedra era un fraude, que no contenía ningún poder.

Kargul se paró delante del templo como siempre hacía para maravillarse ante el mismo. No es que en cuanto a su arquitectura fuese una gran maravilla, lo que realmente maravillaba era la sensación de poder y grandiosidad que emanaba. Cuando uno se acercaba a ese templo podía sentir muchas cosas, algunos decían que esa sensación era la prueba de ese poder, otros simplemente decían que eran imaginaciones. Kargul estaba con los primeros. Al lado del templo vio algo que no le gustó, signos de combate… si los soldados de Advenimiento habían llegado hasta el templo su derrota sería inminente y no habría ya esperanza.

Tan pronto como pudo se encaminó al interior del templo pasando por las grandes sales y los grandes pasillos como si no le importase todo lo que había en el lugar. Lo que le importaba ahora mismo era la piedra, necesitaban ese poder para vencer a Advenimiento. Cuando llegó a la sala de la piedra vio a varios de sus hombres en el suelo y vio un gran agujero en la pared, los soldados de Advenimiento ya habían entrado. Tenía que…

– ¡¡Alto!!

Kargul se giró para contemplar a las tropas de su enemigo que se materializó mediante un holograma en la sala. Era extraño pensar que detrás de aquella máscara de metal se encontraba un ser vivo que sólo había nacido para la destrucción, ¿qué le habría pasado para acabar convirtiéndose en un conquistador temporal?. Kargul no lo sabía.

– No puedes vencer Advenimiento, nunca te lo permitiré.

– Pero si ya he vencido Kargul, ya he vencido.

Demasiado lento, Kargul se mueve demasiado despacio como para esquivar las salvas láser de los soldados de Advenimiento que le atraviesan varios órganos vitales. Iba a morir pero no le importaba eso, sólo le importaba poder vencer a Advenimiento y sabía cómo hacerlo. Juntando todas las fuerzas que tenía se levantó tambaleándose y con la vista nublada. Si tenía suerte ganaría el tiempo necesario, si no la tenía todos morirían.

– ¿Te rindes? -preguntó Advenimiento jactándose de su ya segura victoria-.

– Todavía me quedan fuerzas.

Kargul se tambaleaba y andaba despacio hasta que llegó a junto de un novicio, un monje que había estado defendiendo el templo y que había sido desarmado y apartado de la lucha.

– Tú serás quien mate a Advenimiento…

– Pero señor…

– Ja ja ja -se ríe Advenimiento-. ¿No me digas que un estúpido novicio asustado me va a derrotar?

– Él lo hará… ¡¡cuando tenga el poder!!

Sin que nadie lo hubiera vista, Kargul había cogido una pequeña granada y la había armado. Ahora la lanzaba mientras sacaba un pequeño generador de campos de fuerza que los protegería. La explosión de la granada destruyó a todo soldado de Advenimiento presente en la sala.

– Señor… ¿se encuentra bien?

– Me muero, creo que eso lo dice todo.

– No diga eso, le llevaré con los médicos.

– No, no hagas eso, no serviría de nada. Mi tiempo se está agotando y tengo que decirte una cosa, ¿ves la piedra de la profecía?. Tienes que tocarla y absorber su poder.

– ¿Yo?

– Sí. Eres el único que puede hacerlo ahora, pero debes darte prisa, Advenimiento estará mandando más tropas y yo ya no puedo hacer más por ti.

– Pero señor…

– ¡¡Hazlo!!

– Como diga.

El novicio se acerca a la piedra y la toca. En ese instante el novicio y la piedra comienzan a brillar intensamente y de pronto desaparecen como por arte de magia.

Lo último que ve Kargul es una luz, los soldados de Advenimiento se acercan para acabar el trabajo pero al menos ahora hay una oportunidad de salvación.


El presente.

«Vaya noche, vaya noche, vaya noche. No recuerdo una así desde los tiempos del Instituto». Robert mira dónde está y no reconoce el lugar, ¿era su piso o el de su novia?. El de su novia imposible porque sus padres no le habrían dejado entrar en su casa ni aunque se estuviese muriendo y el suyo pues tampoco, en ese piso cabría más de una persona y en el suyo una persona tendría problemas para respirar.

Se levanta y en ese momento se acuerda más o menos de lo que bebió de noche y que ahora está en su boca. Va andando por la casa intentando encontrar a alguien conocido en el suelo aunque no lo consigue hasta encontrarse con su amigo de la Universidad, Brad. Todavía recuerda el primer día que lo vio en clase y que también fue el último. Aquel día pensó que Brad era el típico niño de papá al que le consentían todo y la verdad es que así era pero Brad tenía algo de lo que se echa en falta hoy en día y ese algo era la amistad y el compañerismo. Brad era ante todo una persona capaz de darlo todo por un amigo y eso era lo que le gustaba a Robert.

– Eh Brad, tío despierta de una vez.

– Cerveza… cerveza… más cerveza…

– Creo que todos hemos bebido ya demasiado.

– Nunca se bebe demasiado -y se pone a vomitar-. Vale, puedo que esta vez sí que haya bebido demasiado.

Robert ayuda a levantarse a Brad pero los dos caen al suelo debido al mareo.

– Voy a vomitar -dice Robert-.

– ¡No sobre la alfombra!… es nueva.

– ¡Tú ya has vomitado!

– Sí, pero era mi alfombra.

– Pues es verdad.

De pronto el móvil de Robert comienza a sonar.

– ¿Quieres tirar por la ventana esa máquina infernal? ¡Me está taladrando el cerebro!

– Es mi novia -dice Robert-.

– Ella también me taladra el cerebro…

– A ver que quiere. ¿Sí?. No ,cariño, no estoy borracho… ya no al menos. ¿Que si no he dormido en casa? pues no.

– ¡Ha dormido con su ligue!

– No, nada, no hay nadie cariño, te lo juro… Me ha colgado, ahora me volverá a llamar dentro de dos horas para pedirme una explicación razonada y lógica.

– Aprovecha y dale una explicación lógica de cómo no quieres volver a verla en tu vida.

– Sí… ¡eh! no, que no la voy a dejar te digo.

– Si sigues así todo esto acabará en boda.

– Todavía no he ingresado en un manicomio para casarme.

– Pues te debe faltar poco, llevas dos años con ella y ni siquiera le has puesto los cuernos.

– Eso se llama ser fiel.

– Esa palabra no viene en mi diccionario.

– Lo intuía, ahora voy a levantarme, darme una ducha, robarte un poco de ropa y salir de aquí a toda prisa para casa de mis padres.

– ¿Otra vez?.

– Sí… es que allí la lavadora es gratis.

– Tendrías que venir a vivirte aquí conmigo.

– No gracias, mi ritmo son seis días de fiesta uno de descanso.

– Te estás haciendo viejo.

– Cállate.

Tras una ducha, un robo de ropa y un buen cargamento de aspirinas encima, Robert sale a la calle en dirección a casa de sus padres. Por el camino va haciendo recuento mental de lo que debe decirles: que le han despedido otra vez lo que empieza a darle sentido a su hipótesis de que no vale para trabajar de botones, quizás de camarero. También debe decirles que Ellen, su novia, está bien y que ni por asomo se piensa casar con ella, con la manía que le tiene a las bodas y le tenía que tocar un amigo toca huevos con las mismas, una novia loca por casarme y unos padres que quieren que siente la cabeza, ¡como si eso fuera posible a estas alturas!.

Absorto en sus pensamientos no se dá cuenta que una misteriosa figura humana le observa desde la esquina de la calle. Espera a que Robert desaparezca y saca una especie de radio muy pequeña y extraña.

– Es él.

– ¿Estás seguro?

– Sí, la cicatriz de mi cara me lo dice.

– No podemos fallar.

– Te digo que es él… es clavadito al anterior.

– De acuerdo, voy hacia allá.

En casa de sus padres las cosas no funcionan como Robert había esperado, cuando llegó todo fueron abrazos y cariños, lo típico. Cuando les dijo que no pensaba casarme con su novia y que le habían despedido digamos suavemente que le echaron de casa.

– Pues vaya día me espera, sin trabajo, sin dinero, sin comida en la nevera. Tendré que ir a ver a mi novia.

Con el poco dinero que tiene consigue coger un autobús hasta casa de su novia pero hoy no es su día.

– Ellen, soy yo.

– ¡Vete! Estoy muy cabreada contigo.

«Lo que faltaba»

– ¿Qué has dicho? -dice Ellen-

– Nada, nada. Oye, hoy no tengo un buen día, déjame subir.

– Haberlo pensado antes de haberte ido de fiesta anoche. ¡Adiós!

– Mierda.

Robert fue andando por la ciudad en dirección a su casa. Quedaba lejos pero no tenía dinero ni para coger otro autobús, estaba en la ruina total y pronto llegaría el alquiler y no sabía cómo podría pagarlo. Ya veía a la casera cogiendo la sartén e «invitándolo amablemente» a irse, con las ganas que tenía de que se fuera estaría en el piso el día uno a las doce y un minuto.

Cerca de su casa encontró su salvación, un cartel de «se busca un camarero», era su última oportunidad para pagar el alquiler. Entró en la cafetería titubeante y se dirigió hacia el mostrador donde un hombre mayor le recibió.

– ¿Qué desea? -dijo mientras limpiaba el mostrador-.

– Venía por lo del cartel de ahí fuera.

– Ah sí, el camarero. La jefa está ahí detrás, en el despacho. Llame antes de entrar o se pondrá furiosa.

– De acuerdo, gracias.

Robert fue hacia el despacho y llamó suavemente hasta que una voz melódica le dijo que pasase y lo único que pudo decir al entrar fue…

– Guau…

Ante Robert se encontraba una mujer de pocos años más que él, dos a lo sumo con unas largas y esbeltas piernas y una larga melena rubia.

– ¿Cómo dice?

– Eh… buenos días, venía por el empleo de camarero.

– ¿Sí? Menos mal porque últimamente nos falta personal.

– No he visto tanta gente ahí fuera.

– Es que todavía no es hora punta, dentro de poco esto estará hasta los topes.

– Ah.

– Bien señor…

– Robert Stackpole.

– Bien señor Stackpole, ¿tiene alguna experiencia previa como camarero?

– No exactamente, trabajé algún tiempo de botones en un hotel pero me echaron.

– ¿Cuál fue el motivo?

– Digamos que mi jefe y yo no nos llevamos muy bien.

«Eso y porque rompí toda la cristalería del restaurante, pero no creo que a ella le interese».

– Bien, pues estará un tiempo a prueba antes de que le cojamos definitivamente o no. Del sueldo ya hablaremos mañana cuando venga a trabajar.

– Entendido, muchas gracias señora…

– Señorita White, Mara White.

– Entendido señorita White.

– Aquí todos me llaman Mara.

– Entendido Mara.

Robert salió de la cafetería y sólo puedo decir…

– ¡¡Menuda tía!!

Dejando a parte sus hormonas también se alegró de que tuviera trabajo. Quizás el día no estuviera saliendo mal del todo. No sabía que lo mejor del día estaba por venir… muy cerca de donde estaba ahora se encontraba la llave de su destino, a partir de ahora las cosas serían muy diferentes de todo lo que había su vida hasta ahora y lo mejor de todo era que él no podía imaginar el futuro que le esperaba, ni él ni el misterioso humanoide que le observaba desde la azotea de una edificio vestida únicamente con una gran capa que le cubría todo el cuerpo y no dejaba ninguno de sus rasgos visibles.

– Y así comienza todo…

CONTINUARÁ

Próximo numero: ¿quién es este último tipo? ¿qué quiere de Robert?. La respuesta en el siguiente número.


CORRIENTE TEMPORAL

Hola a todos, mi nombre es Sonia y para bien o para mal tendré que sacar adelante la historia de este Desliz Temporal. Antes de nada quiero decir que no me he inspirado en cierta persona para hacer el personaje de Robert, no señor… XDDDDDDDDDDDD

Y ya me despido dejándoos mi dirección para que podáis comentarme qué os parece la serie y todas esas cosas que tienen los correos de las series.

mujer-x@terra.es

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