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Mutante de nacimiento, ladrón por vocación, ¿héroe como destino? Huyendo de un pasado oscuro y de un futuro trágico, Remy Lebeau ha perdido todo aquello que tenía... menos a si mismo. MarvelTopia presenta las aventuras en solitario del forajido mutante... Gambito.
 
Gambito

GAMBITO #12
El buen ladron
Guión y portada: Israel Huertas

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Marie tiene 7 años. Ha aprendido a leer hace bien poco y garabatea soles enormes y amarillos en cada pedazo de papel que cae en sus manos. Es consciente de lo mucho que sus padres la quieren y la encanta ver Las Supernenas. Por supuesto, ahora no está pensando en nada de eso. Marie está subida al tejado de su casa, cubierta casi totalmente por agua. Sus padres están en una lancha fletada por la Guardia Nacional para recoger a los supervivientes de los barrios más afectados por las inundaciones, pero una ola repentina ha hecho que la lancha se aleje del tejado, dejando a Marie aterrada. La situación se complica y los miembros de la Guardia, junto con los padres de la niña, sólo pueden ver como la corriente les aparta de la pobre Marie.

De repente, un chasquido corta los gritos de la niña, y un proyectil encendido corta uno de los cables de la luz sobre el tejado. No hay corriente en toda la ciudad, y el misterioso personaje que lo corta sabe esto a la perfección. Agarra el cable con las manos y aprovecha el impulso para deslizarse desde un tejado cercano, agarrando a Marie por el camino y depositándola con suavidad sobre la barca. Luego, el hombre misterioso continúa el balanceo y aterriza en otro tejado sobre la ciudad inundada. Los ocupantes de la barca no tienen tiempo de darle las gracias, pero la mirada de Marie ya es suficiente premio para él.

Se llama Remy Lebeu. Algunos le conocen como Gámbito. Es un mutante y fue criado por el Gremio de Ladrones de Nueva Orleáns, la ciudad que ahora contempla sumergida en las aguas del frío Atlántico. ¿La razón? El Katrina ha pasado con paso triunfante, dejando escenas desoladoras a su paso. Media ciudad inundada, la otra media ciudad desierta. No hay electricidad ni teléfono ni otras cosas que los humanos creemos básicas y el riesgo de infecciones es cada vez más acuciante.

Gámbito ha visto la Guardia Nacional, pero ni rastro de las agencias federales de emergencia ni nada similar. Necesita respuestas, así que acudirá a aquellos que no abandonarían la ciudad bajo ninguna circunstancia: el Gremio de Ladrones.

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La mujer se llama Helene. Hace poco que está con el Gremio y, sin embargo, es una de las pocas personas de confianza del patriarca del mismo. Remy la ve desde la enorme ventana de la mansión, perdida en alguna divagación que la está llevando muy lejos de allí. Si tuviera tiempo, tal vez dejaría a la mujer con sus pensamientos. Si tuviera tiempo.

- Necesito hablar con mi padre - dice con voz calmada según cruza el umbral de la ventana. Nadie diría que ha estado colgando de la fachada ni que acaba de hacer una cabriola para poder entrar. A Helene, desde luego, no la impresiona. Hace tiempo le tomó a Gámbito la medida, y lo halló decepcionante como poco.

- Que hayáis hecho las paces tras vuestra escapadita a San Francisco1 no significa que seas bienvenido por aquí.

- Helene, necesito verle. Necesito saber que está pasando.

- El infierno, hijo mío - la voz grave de Jean Luc Lebeu resuena según entra en la estancia. Ni siquiera su marcado acento evita que suene preocupado. Su rostro, observa Remy, está cansado, casi pálido. Parece que le hayan envejecido de repente por medios sobrenaturales -. Y no quedan ángeles para ayudarnos a salir de él.

Jean Luc se acerca a su hijo. Le hubiera abrazado, pero la presencia de Helene le cohíbe y sólo estrecha su mano. Remy lo lamenta, pero lo acepta. El patriarca se sirve una copa de coñac y se acerca taciturno al sillón que hay frente a la impresionante chimenea. Gámbito recuerda como solía jugar allí cuando era pequeño, con su hermanastro Henri. Luego recuerda que Henri Lebeu está muerto y, con ello, la ristra de tragedias que han llenado su corta vida, y decide no recordar más.

- Sabíamos que la tormenta se acercaba - comienza Jean Luc -, pero había algunas previsiones que afirmaban que pasaría de largo. La primera muestra fue en las islas del delta del Mississipí. Vientos brutales empezaron a azotarlo todo, y era sólo el principio. El huracán tocó tierra en Grand Isle y fue subiendo hacia el norte mientras empezaba a debilitarse. Aún así, el viento era brutal. El vórtice evitó Nueva Orleáns, pero eso ya no importaba. La mitad de la ciudad está por debajo del nivel del mar y la mayor parte de esos barrios han quedado inundados.

- ¿Y los refugios? - interrumpe Remy - Creí que había refugios para este tipo de emergencias.

- Sí, los hay - sigue Jean Luc -. Dos de ellos son tan antiguos que se inundaron antes que las calles y el resto apenas si cobijaron a un puñado de personas. Contamos con que habrá unas 30 ó 35 mil personas sin ningún tipo de posibilidad de escapar de la ciudad y la mayoría están encerrados en el Superdome. Hemos intentado hacernos con ayuda, pero la Guardia Nacional tiene órdenes de no actuar hasta que pase la emergencia y se puedan valorar los daños. SHIELD nos ha confirmado lo mismo

- ¿SHIELD? - pregunta Remy - ¿Hay un puesto de SHIELD?

- Sí - dice su padre -, es un puesto de vigilancia, pero creemos que los suministros vendrán a través de ellos. Son los únicos que pueden distribuirlos con suficiente rapidez aunque, cuando quieran empezar, seguramente ya será tarde.

Remy sonríe. Ya ha tenido algún roce con SHIELD, así que hay confianza. Quizá baste para lo que quiere hacer.

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El puesto está al norte, saliendo de la ciudad. Hay siete tiendas modulares y tres naves de carga llenas de cajas. Remy observa desde un árbol y piensa que tal vez sean los suministros que esperaban. Si el gobierno federal no quiere actuar hasta que la zona sea segura, alguien tendrá que ayudar al necesitado. "Te equivocas, padre", piensa el cajún, "sí que quedan ángeles".

Salta del árbol y echa a correr hacia la parte de la verja frente a él. Carga levemente su chaqueta de energía cinética para provocar estática y "nublar" la vista de las cámaras de vigilancia. A la distancia apropiada, despliega su bastón y, apoyándose sobre él, cruza la verja por el aire. Aterriza suavemente, como un gato, y prosigue la marcha hasta una de las tiendas. Desde ahí, el camino se vuelve cada vez más osado, tantos guardias le esperan apostados.

- Bien, mon ami. Parece el momento oportuno para una buena distracción.

Saca cuatro cartas de la manga y las carga. Reparte dos en cada mano y cruza el patio desde una tienda hasta la siguiente mientras lanza las cartas contra uno de los jeep aparcados. Los guardias no tardan en reaccionar ante la explosión. Al fin y al cabo, son agentes de SHIELD, ¿qué esperabais?

- ¡ Por allí! ¡Se ha refugiado tras la enfermería!

Seis agentes llegan hasta allí mientras los otros aseguran el perímetro. El intruso no está dónde debería. Unos pasos sobre la lona bien tensada que sirve de techo les llevan en la dirección correcta. Remy salta de una tienda a otra. Uno de los soldados abre fuego contra él y parece que los demás se animan.

Remy baja del techo y se escabulle tras un árbol. Los disparos cesan mientras los soldados se acercan a comprobar si está vivo. Una carta explosiva sale de la maleza y choca contra uno de los soldados. Remy agarra el rifle del que más cerca tiene y lo carga también. El muchacho lo suelta justo antes de perder las manos en la explosión. El bastón del ladrón se ocupa de los otros cuatro. La pena es que justo llegaban los refuerzos y Gámbito vuelve a escabullirse tras las tiendas.

- ¡ Merde! ¡Así nunca llegaré a uno de esos aviones!

A su derecha, puede ver una moto de asalto último modelo. Piensa al verla que su diseñador leía demasiado manga, pero le servirá. De nuevo escala al techo de la tienda a su lado y burla a los refuerzos. No pierde el tiempo. Corre por el toldo y salta haciendo un giro para caer sentado sobre la moto. Los agentes de SHIELD reaccionan automáticamente al sonido del motor, pero ya es tarde. Remy ya va en ruta a una de las naves disparando cartas a los lados para evitar los disparos de los soldados.

Para asegurar, coloca varias cartas cargadas en el sillín de la moto y salta de ella en dirección a la nave más cercana. La moto choca contra uno de los camiones allí aparcados y explota en una nube de negra distracción. Cuando los soldados consiguen sortear el fuego, ni la nave ni el mutante están allí.

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En el enorme estadio conocido como Superdome, la gente allí afinada piensa que la tormenta se ha recuperado al escuchar los jets de la nave de Remy, que la hace aterrizar fuera, sobre las aguas que han llegado hasta allí. Uno de los responsables del refugio reconoce el sonido de un motor apagándose y decide comprobarlo. Cuando hace correr la voz de lo que está viendo, todo el mundo sale en tropel, ignorando por completo que el agua les llega hasta las rodillas.

Se empiezan a repartir cajas mientras la gente mira al hombre que, desde la cabina abierta de la nave, fuma incómodamente esquivando las miradas. Todos se preguntan quién es. Algunos atan cabos. Luego, una voz que Remy reconoce se alza para crear el mito:

- ¡Se llama Lebeu! - grita el detective Robertson - ¡Remy Lebeu, del Gremio de Ladrones de Nueva Orleáns! ¡ Él nos ha traído esperanza!

Y el hombre llamado Gámbito, que es ladrón sin escrúpulos, que ha sido un Hombre X y combatido amenazas inimaginables, que ha besado a la muerte en los labios más de una vez, no puede evitar la súbita emoción que llena su pecho cuando toda una ciudad, su ciudad, corea su nombre agradecida. Robertson se acerca a él y estrecha su mano.

- Muchas gracias, ladrón - le dice sonriendo -. Esto que has hecho....es....bueno.

- No, Robertson - le corta Remy -, esto que he hecho traerá malas consecuencias.

Y cierra los ojos y escucha de nuevo la ovación. Luego piensa: "¡Qué vengan! Nada de lo que me envíen puede estropear esto".

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PROXIMO EPISODIO: Las repercusiones a esta historia las tienes en FACTOR X #196. Después, pásate por aquí para saludar a la GATA NEGRA.

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1.- Ver número anterior

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AS DE PICAS

Nos leemos.

 
 
   
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