Hombre de Hierro #333

Hombre de Hierro #333Inventor, play-boy y aventurero. ¡El es ¡El Hombre de Hierro!

#333 – El principio del fin
Por Aleix Gabarre


Fecha de publicación: Mes 2 – 6/98


Día menos 13, Isla del archipiélago oceánico.

Los nativos de la isla llaman a ese momento el Kulathi, el instante en que el atardecer cae y el sol rojo tiñe el mar y el cielo. Los sabios aseguran que es en el Kulathi cuando las parejas que lo deseen deben realizar las ofrendas al mar para que éste les envíe un retoño. Es también en el Kulathi que los pescadores deben regresar a casa con los regalos del mar para alimentar a sus hijos y asegurarse que éstos nunca quieran volver al océano del que salieron. Pero la figura que lleva días enteros meditando en la playa de arenas blancas no es pescador ni quiere ningún retoño. La figura solamente esta sentada. Y se levanta. Y por primera vez en días habla. Y pronuncia las palabras que harán cambiar el mundo entero: – Estoy listo -dice.


Día Cero, Manhattan.

– Ya han oído los rumores, ahora dejen que sea el mismo quien los demuestre. Señores y señoras, tengo el enorme placer de anunciar al hombre que hará regresar esta compañía al puesto de liderazgo que se merece. Señores y señoras… Anthony Stark.

Primero, el silencio fue terrorífico, mas parecido al de un cementerio que al de una fiesta, pero ¿ no estaban a punto de ver un muerto al fin y al cabo? Centenares de pulmones cogieron aire durante dos eternos segundos…y sin soltarlo volvieron a coger mas.

A distancia y sin las luces que enfocaban el entarimado no parecía gran cosa. Uno de esos ejecutivos salidos de un catálogo de moda con los que te cruzas y saludas con la cabeza mientras te sirves un café en la máquina. Oh, a lo lejos y sin focos no darías por él un pavo. Pero de cerca es otra cosa. Elegante, claro, pero también seguro de si mismo, rozando la arrogancia, dominando el espacio, atrayendo todas las miradas… y vivo.

-Damas, caballeros… por favor, un minuto de silencio -naturalmente aquello era un formalismo, absolutamente nadie se atrevía siquiera a cerrar los ojos- gracias. Sé que muchos de ustedes se sorprenderán de verme aquí. Lo comprendo. La verdad es que yo mismo me asombro cuando pienso que hace escasos días yo me encontraba en estado de coma bajo la atenta vigilancia de un equipo médico de Industrias Stark… perdón, de Stark- Fujikawa. Como ustedes sabrán se me dio por muerto. Eso es por que yo mismo dispuse que si nunca, por accidente u otra causa, mi cuerpo no me permitiera ejercer mi cargo al frente de In… mi empresa, inmediatamente se procedería a buscar un reemplazo. Dado que me encontraba en estado de coma profundo, mis asesores, a los que yo deposito una confianza extrema, decidieron que mejor sería evitarse un proceso de sustitución que podría alargarse indefinidamente y acelerar las cosas para el bien de la compañía. Al fin y al cabo yo me encontraba a las puertas de la muerte y no había manera de saber si volvería. Así, para evitar rumores y garantizar un equipo ejecutivo poderoso se… anticipó mi muerte. Por suerte para mí, el conjunto médico que me trataba prestó unos excelentes servicios…no así el equipo de asesores que designé para sustituirme.

Quizás, quizás si en ese momento alguno de los presentes no estuviera tan absorto escuchando, hubiera detectado algo en la mirada de Stark. Un punto de luz en su pupila, un minúsculo movimiento en el entrecejo, algo parecido al odio. Pero todos estaban absortos, y además, ¿quien va a fijarse en una pupila?

– De todas maneras no hay que mirar atrás con ira. Señores, Debemos trabajar juntos con las energías del primer día para relanzar esta empresa hasta el lugar de privilegio que un equipo ineficaz nos ha hecho perder. Señores, ¡únanse a mi para hacer de Industrias Stark otra vez la más grande!

Todo el auditorio mantuvo el mas absoluto de los silencios, como si esperara que Stark dijera algo mas, o simplemente como si no tuvieran la mas remota idea de que hacer.

Cosa bastante cercana a la verdad, por cierto. Y así estuvieron, hasta que alguien, en algún punto de la Mansión Stark empezó a aplaudir. Nada espectacular, pero suficiente para sacar a los presentes de su asombro e imitarle entusiastamente. En escasos segundos el auditorio entero aplaudía, silbaba, e incluso vitoreaba el nombre de Stark.

– Dios, chico, ¡ha salido bien! -dijo Jim Rhodes acencándosele.

– Te lo dije, Jimmy. Tienes que tenerme mas confianza, tío. Ya te dije que le hicieras caso al invento del colega Frost. Eh, Jackie, ¡acércate, tío!

– Sr. Rhodes, Tony, todo ha salido a pedir de boca, ¿no?

– No todo Sr. Stark, suponiendo que lo sea, claro.

– Oh, Sr. Fujikawa- dijo Stark- que agradable sorpresa. ¿Ha ido el viaje bien?

– No se ría de mi, Stark- gruñó el viejo empresario japonés- estas empresas aún me pertenecen, y por mucho que haya «vuelto» siguen siendo mías!

– ¿No me ha oído antes, Sr. Fujikawa? «Sus empresas«, como usted dice, le fueron cedidas por un equipo designado tras mi muerte. Lamentándolo mucho, si no hay muerte, no hay testamento, Sr. Fujikawa, y sin testamento no hay equipo que le ceda nada. Ahora si me permite debo saludar viejos conocidos.

– Si de verdad se piensa que esto ha quedado así se equivoca, Stark -dijo Fujikawa- ¡tendrá noticias de mis abogados!

– Oh, venga chicos, dejemos a ese estirado y vayamos a divertirnos.

– Pero tiene razón, Tony -dijo Rhodes- esto va a traer cola. Además, por mucho que el disfraz bionosequé…

– Bioplásmico- corrigió Stark.

-Lo que sea, por mucho que lo de Frost funcione, debes tener en cuenta que solo tienes 19 años. No se si serás capaz de enfrentarte a un tipo de su experiencia.

– Créeme Jim, me he enfrentado a individuos peores y siempre les he vencido -y sonriendo misteriosamente añadió- Te garantizo que no tardaremos en tener ese problema resuelto.


Día menos 5, Mansión de los Vengadores, NY.

– A su derecha pueden admirar las bellissímas estatuas de bronce erigidas en honor de los Vengadores originales. El poderoso Thor, el inigualable Hombre de Hierro, el brutal Hulk, y los diminutos Hombre Hormiga y Avispa unieron sus fuerzas en un memorable día para enfrentarse…

Los turistas aprovecharon para fotografiarse al lado de las estatuas, mientras algún rezagado aun estaba admirando los cuidados jardines que daban acceso a uno de los mayores centros de atención turística de la ciudad. En un primer momento, los Vengadores observaban entre curiosos y satisfechos como pequeños grupos de visitantes se arremolinaban ante las vallas de entrada a la Mansión para admirarla y fotografiarse ante sus puertas. No faltó mucho para que algún avispado promotor tuviera la idea de organizar visitas concertadas al cuartel general de los mas poderosos héroes del planeta. Naturalmente el acceso al interior de la Mansión fue prohibido, pero los Vengadores accedieron a una visita por los jardines como agradecimiento a la ciudad que los acogía. Jarvis, el mayordomo, solía quejarse del estado en que sus flores quedaban tras el paso de los visitantes, pero nunca habían ocurrido desgracia alguna de mayores consecuencias. A pesar de todo, cada vez que un grupo de turistas ponía los pies en la Mansión, los Vengadores mas aprensivos estaban alerta para una violación de perímetro, un ataque repentino, un…

– ¡Cuidado! ¡Todo el mundo al suelo!

Rayos centelleaban en todas direcciones reduciendo a cenizas lo que encontraban a su paso. Los visitantes gritaban mientras corrían desesperadamente en todas direcciones para salvar su vida y algunos de ellos eran heridos en plena huida. El caos reinaba, los gritos se imponían a toda orden de calma, todos iban a morir, todos… Todos estarían eternamente agradecidos al Capitán América por desactivar los sistemas defensivos de la Mansión.

– ¿Están todos bien?- dijo la voz serena pero firme del Capitán- estamos llamando a las ambulancias para que atiendan los heridos, por favor, no se muevan de donde están. ¿Y ahora, que a pasado aquí?

– L-lo siento, y-y-yo solo quería hacer una foto…

– Hay unos limites de seguridad que no pueden ser traspasados, ¿no le han informado?

– Yo… yo solo quería…

– Ahora apártese y deje que los médicos le examinen.

– S-s-s-si, señor.

«Vaya» pensó el turista una vez el Capitán se fue «esto va a ser complicado«


Día menos 8, Manhattan.

-¡Me aburro!- gritó James Rhodes, y activando su tecnoarmadura alienígena salió de su apartamento volando.

No, en realidad no se aburría. Sus obligaciones como Vengador le tenían mas que ocupado, gracias1. No, mas bien estaba preocupado, lo suficiente al menos para no darse cuenta de que lo que acababa de hacer podía haber puesto al descubierto.

-Dios, Tony, ¡si al menos estuvieras aquí! ¡Ni que estuviera tu yo joven!2

Pero no. Primero el adulto y luego el adolescente. Los dos hombres que Rhodes tuvo el honor de tener como amigos habían muerto, dejando a James Rhodes con escasos argumentos para ser feliz. Y luego estaba lo de la compañía, claro. El Tony adulto había dejado en testamento Industrias Stark a un grupo de amigos en los que confiaba, y ellos… ellos le habían traicionado vendiendo la obra de toda una vida al mejor postor. Y él no lo impidió. Tenia que haberlo hecho, ¡sabia que debía! Pero no lo hizo. Se convenció a si mismo de que era mas importante centrase en el aprendizaje del joven Tony. Abandonar el pasado, enterrar un amigo. No, mas que eso, lanzar todas sus posesiones por la borda, negar que nunca hubiera existido.

– Oh, Tony, ¿estés donde estés podrás perdonarme?

Naturalmente la venta acabó con el liderazgo de la compañía, pero eso ya lo sabia antes de vender. Sin el nervio creativo de Stark, todo lo que Fujikawa podía hacer era copiar, reproducir al por mayor la genialidad de su mejor amigo, pero no había brillo, la visión de su presidente original no se encontraba en ninguno de los antiguos productos de Stark que la nueva firma hacia pasar por nuevos. Y lenta, pero seguramente Stark-Fujikawa empezó a caer. Quizás si Rhodes pudiera hacer algo, quizás contratar alguien nuevo… Quizás, pero nunca lo sabría. Y no saber puede ser a veces el peor de los castigos. James Rhodes paró su vuelo y miró al cielo apretando los puños:

– Dios, ¿hice bien? ¿Acaso hice mal? Oh, ¡si tan solo me enviaras una señal a veces!

Y por una centésima de segundo el cielo resplandeció de rojo y dorado y un trueno retumbó en sus oídos.

– ¿Qué demonios…?


ALARMA POLICIAL ACTIVADA. TRANSFIRIENDO COMUNICADO: «*chtz* Aquí coche patrulla 12 llamando a todas las unidades. Repito, coche patrulla 12 a todas las unidades. Tenemos un atraco con rehenes en la esquina de la 58 y la 35. Repito, atraco con rehenes en 58 y 35. Requerimos refuerzos inmediatos. Corto *chtz*» HUD LOCALIZANDO EMPLAZAMIENTO. EMPLAZAMIENTO LOCALIZADO. DISTANCIA: 19 MILLAS. TIEMPO ESTIMADO PARA LLEGADA: 50 SEGUNDOS.

– Bien -pensó- Perfecto.


En los tres años que la peletería de la Sra. Muffin llevaba abierta nunca tanta gente se interesó por ella como ahora, ni tan solo en época de rebajas. Claro que si por la Sra. Muffin fuera, todas esas personas estarían en sus casa viendo la televisión. Especialmente la que la cogía por el cuello mientras empuñaba un revolver.

– ¡Eh, polis! ¡Nada de jugar o me la cargo, entendido?! Si nos portamos bien no habrá heridos, pero como… ¡Argh!

– ¡Iiiiiiihh… ! -gritó la Sra. Muffin.

De todos modos ni su grito ni el del atracador se escuchaban en medio del gran estruendo que los rodeaba. El techo de la peletería acababa de ser perforado a pocos metros de distancia y de los escombros emergía una especie de robot dorado y rojo que se les acercaba lenta y amenazadoramente.

OBJETIVO SELECCIONADO. ARMANDO REPULSORES.

– Esta situación ya no tiene sentido, ríndase inmediatamente – dijo la voz ligeramente mecánica del recién llegado.

– ¡Jódete latas!- gritó el asaltante. Y al mismo tiempo vació el cargador de su arma en el ser robótico… el cual repelió las balas sin problema alguno.

REPULSORES ARMADOS. EQUIPO LISTO PARA FUEGO.

– Esto es lo que mas me sorprende de la escoria como tu -dijo el intruso rojo y amarillo- Vivís en la ciudad mas poblada de superhéroes y aún sois tan estúpidos de cometer atracos como éstos.

El atracador cogió mas fuerte a la Sra. Muffin al mismo tiempo que que colocaba tras ella para protegerse.

– ¡No te acerques o la vieja lo pasará mal!

– Lo que no entiendes es que no necesito acercarme.

«Fuego» pensó, y levantando súbitamente las manos emergieron de ellas dos rayos directos a la cabeza del asaltante. Todo lo que la Sra. Muffin notó fue un centelleo rojo y una gran relajación en la garganta. Se giró y vio al atracador en el suelo inconsciente.

– Se encuentra bien señora -dijo el ser metálico.

La Sra. Muffin le miró, volvió a mirar quien segundos antes amenazaba con matarla y pegándole una patada en la entrepierna dijo:

– Me voy encontrando mejor, gracias.


– ¡No me importa lo que estén emitiendo, dile al jefe que conecte en directo o se va a perder algo grande!

Varias decenas de personas estaban rodeando la peletería intentando desesperadamente hacerse un hueco entre el laberinto de gente, cámaras, hilos y cordones de seguridad que se había formado en escasos minutos. Prácticamente toda la dotación policial se había marchado con el asaltante, pero unos cuantos hombres permanecían vigilando que ningún periodista o curioso se pasara de la raya. No es que estuvieran protegiendo al hombre que se disponía a hablar, les acababa de demostrar que era perfectamente capaz de cuidarse solo.

– Aquí Megan McAlaren para la WJBP-TV, donde un modesto atraco a una peletería se está convirtiendo en el acontecimiento de la semana. Ruben Donovan entró hace escasos minutos en este establecimiento a punta de pistola con la intención de atracarlo cuando fue detenido por un viejo conocido de la ciudad que viste una nueva armadura… el Hombre de Hierro que fue dado por muerto tras la batalla que asoló Nueva York recientemente.

– Damas y caballeros de la prensa, un minuto por favor. Gracias. Primero de todo déjenme decirles que es un enorme placer poder hablar con todos ustedes otra vez, -dijo con voz metálica- aunque preferiría que fuese en mejores circunstancias. Si me he decidido a convocar esta rueda de prensa improvisada es porque hay una serie de cuestiones un tanto dolorosas para mi que prefiero explicar lo mas rápidamente posible para no tener que volver a ellas. Como todos ustedes recordarán, una maléfica criatura amenazó con destruir esta ciudad hace pocas semanas3. Varios héroes y yo mismo la combatimos y la derrotamos… a un gran precio. Mi compañera la Avispa fue muerta y yo… yo recibí el impacto de unos de sus rayos.

«Creí que iba a morir. El rayo me arrancó el casco y me dejó a las puertas de la muerte, pero afortunadamente la armadura siguió funcionando bien y activó el protocolo de seguridad que tenía implementada, lanzándome a toda velocidad lejos de la amenaza. Por lo que parece aterricé en una isla de Oceanía y ahí pude curarme de mis heridas. Las heridas curables, al menos.»

Y, antes que ningún periodista pudiera preguntar qué heridas no eran curables, el Hombre de Hierro hizo lo inesperado. Se oyó un pequeño sonido a gas y se llevó las manos a la cabeza para quitarse el casco y mostrar su rostro… o lo que quedaba de él. Los ahí presentes y medio mundo pudieron ver la cara del Hombre de Hierro, una cara calva, deformada por una inmensa quemadura que le había arrancado la pared nasal. Las heridas habían cicatrizado, pero la carne quemada había recubierto una parte considerable de su boca, y sus ojos sin pestañas parecían tener un tamaño menor al normal. La oreja derecha se había pegado al cráneo, mientras la izquierda había perdido la parte superior, y el hedor a carne quemada seguía impregnando el ambiente a pesar del tiempo. La visión solo duró unos instantes, pero fueron suficientes para que todos los que la memoria de todos los que la vieron grabara a fuego esa imagen por el resto de sus vidas.

El Hombre de Hierro volvió a cerrar su casco y siguió hablando:

– aho… perdón, un momento -el deformado héroe hizo una pausa para tomar aire, pero a nadie le hubiese extrañado que en realidad luchara por no empezar a llorar- Ahora ya saben porque he estado ausente tanto tiempo, y porque mi voz suena un poco distinta. Tuve que construir una nueva armadura con los materiales que pude recuperar de la antigua para adaptarla a mi… nuevo… cuerpo -paró nuevamente- así como improvisar un modulador de voz que pudiera hacer mi habla comprensible, así como prepararme anímicamente para volver. Pero ahora ya estoy listo y espero volver a servir esta ciudad y mi empresa de la mejor manera posible.

– ¿Qué hay del nuevo Hombre de Hierro? ¿Se repartirán el trabajo?

– ¿El nuevo…?

– Creo que se refieren a mí -dijo Rhodes aún en la armadura de Máquina de Guerra mientras aterrizaba justo al lado del Hombre de Hierro y le susurraba- ¿Chico, eres tú?

«¡¿Chico?!» pensó, pero se contuvo y también susurró -sí compañero, soy yo. Así que ahora me sustituyes, ¿eh?

– Dios, ¡no sabes que alegría volver a verte! No creí que volvería a verte jamás. He oído tu comunicado mientras venía hacia aquí. Venga, acaba con esto y vámonos, tenemos mucho de qué hablar.

– Solo una pregunta más- dijo el Hombre de Hierro- ¿Si? ¿Usted?

– Ya que están los dos aquí, ¿Cuál va a ser su relación con Industrias Stark ahora que a pasado a manos de Fujikawa?

– Bueno… -empezó Máquina de Guerra- Verán…

– Verán señores -interrumpió el Hombre de Hierro- la verdad es que tenemos motivos para creer que nuestro jefe Anthony Stark sigue vivo.

«¡¿Qué?!» dijeron al unísono todos los presentes. Y viéndose a venir la avalancha de preguntas que seguirían, el Hombre de Hierro dio por acabada la rueda de prensa emplazando a futuros comunicados y poniendo en marcha sus turbo-jets. Máquina de Guerra le siguió, con el asombro reflejado en su casco si tal cosa fuese posible.

– ¿Chico, de qué demonios estás hablando? ¡Tu deberías saber mejor que nadie que Tony está muerto y enterrado!

– Calma viejo amigo, ya te contaré lo que sé mas tarde. Ahora mismo sólo tengo ganas de llegar a casa. Estos días han sido muy duros para mí.

– Oh, Dios, perdona -se disculpó Máquina de Guerra- ya había olvidado lo que… bueno, el que… vamos, te llevaré a Mansión Stark. Vendimos tu apartamento de estudiante cuando… bueno…

Y sientiéndose aún mas culpable que antes, Jim Rhodes cambió su rumbo.


Día Cero, Mansión Stark.

-¡Ja, ja ja ja! ¡Esto hay que mojarlo!- exclamó Jack Frost al mismo tiempo que destapaba estruendosamente una botella de champagne- Tome jefe, para usted.

– Gracias, «Jack».- dijo el Hombre de Hierro cogiendo una copa y abriendo su casco- Sí, la verdad es que todo ha salido a pedir de boca hasta ahora, pero no tenemos que confiarnos, aún estamos en primera fase del plan.

– ¿Qué le dije, eh? ¿Qué le dije cuando me pidió que le ayudara con todo esto? ¿No le dije que nadie notaría nada con la armadura?

– La verdad es que no confiaba demasiado en que les engañase, pero ese negro estúpido se sentía tan culpable que ni me pasó un cuestionario de seguridad. Buen trabajo, Norbert.

– Ya le he dicho que odio ese nombre, jefe. Si me ha de llamar de alguna manera fuera de testigos use mi nombre artístico. Nada de P. Norbert Ebersol: El Arreglador, ¡maestro de la tecnología criminal! Y a usted como le llamo, ¿Jefe? ¿»Hombre de Hierro«? ¿»Tony«?

– Llámame por el nombre que tan orgullosamente heredé de mi padre; ¡Helmut, el decimotercer Barón Zemo! ¡El hombre que pondrá de rodillas este mundo! Solemnemente, El Arreglador levantó su copa para ofrecer un brindis…

– Por el futuro, Barón.

– Por el futuro.

… y el mundo entero tembló al sonido de sus copas.


1.- Rhodes se unió al supergrupo mas poderoso del mundo en los Vengadores #403.

2.- El crío de la infumable saga del «Iron Boy» (#326 a 332 USA)

3.- Si, en Onslaught: Universo Marvel.


PROXIMO NÚMERO: ¡Más sobre el plan de Zemo y la presentación de la nueva armadura! ¡Hasta entonces!


TINTA METÁLICA

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Sweet dreams…

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