Superhumanos #22

superhumanos22

Por Ibaita


Fecha de publicación: Mes 188 – 12/13


VOLUMEN III: GUERRA DE BANDAS

Número 40: La balada del camión de Kingpin V de V

Montana conducía el camión por la carretera, perseguido por varios coches mafiosos. Uno se puso a su altura y el copiloto sacó una pistola, pero Montana fue más rápido; una bala contra el copiloto y otra contra una rueda, haciendo que el coche perdiera el control.

Con una mano en el volante y otra sosteniendo una pistola, aún se las arregló para extraer un móvil del bolsillo y llamar al Arreglador.

-Jefe, tengo el camión. He matado a Lápida, creo que él era el que estaba detrás de todo esto.

-Se suponía que tenías que actuar en silencio, joder. Pero buen trabajo de todas formas. Y no saques conclusiones precipitadas, Lápida sólo iba a comprar el camión.

Montana oyó que Murdock murmuraba algo al Arreglador, y luego oyó de nuevo a éste.

-La chica. ¿Has matado a la chica que conducía el camión, Montana?

-No, consiguió escapar. Era muy rápida.

-¿La viste bien?

-Sólo de lejos, no pude verle la cara.

-Entiendo. Contactaremos contigo luego.


Sola en la oscuridad, anhelando el sabor de la araña… Esperando… Esperando…


Pat Mulligan salió de la enfermería con el hombro vendado. Le habían intentado matar por lo que había hecho, claramente. Soap y Manolis estaban muertos también; dos de los policías más honrados del cuerpo. Alguien había hablado más de la cuenta… Seguro. Mulligan se dirigió al depósito de pruebas. Allí tenía que haber algo que le ayudara, los informes que habían recibido sobre Kingpin, todos los crímenes de años… El asesinato del Amo del Crimen en el 96 y de Mr. Miedo en el 98, cuando contrató a Hitman en el 99, el asunto con La Rosa en 2004…

Cuando pasaba junto a una caja, de pronto algó saltó sobre él. Un borrón negro comenzó a apodarse de su cuerpo, y una voz femenina chilló viéndose en libertad.

-Toxina-susurró después-. Ha nacido Toxina…


Algunos coches de policía se habían sumado a la persecución. Montana iba todo lo rápido que podía con el camión. Entonces, en un desvío, otro camión idéntico al suyo se puso a la misma altura; incluso tenía la misma matrícula. Montana reconoció al conductor: era Praed, otro de los asesinos de Kingpin.

-Me han enviado para cubrirte-gritó-. Hay camiones señuelo por toda la autopista, y cada vez seremos más.

-Bien. Me persiguen los polis y la banda de Lápida. Cada vez hay más, creo que incluso se ha unido alguna otra banda para sacar tajada.

-Sí. Todos estos no son de Lápida, son demasiados. Lápida siempre fue un pringado, era de los peores. Y además, maricón, ¿no recuerdas la violación a ese tipo, Robertson?

-¡Cierto!

Un motorista armado con un pequeño subfusil se puso entre los dos camiones. Rápidamente, Praed asomó una ballesta por la ventana y disparó, clavándole una flecha en el cuello y derribándole.


El Arreglador y Murdock se encontraban reunidos en el despacho.

-Powers acaba de ser capturado con su camión señuelo-informó el Arreglador.

-No me extraña, Powers siempre ha sido un bufón. Lo que me preocupa es el camión auténtico.

-Praed y Montana son buenos, se las arreglarán.

-Ha sido un día ajetreado, pero en cuanto caiga la noche actuaremos, escapen o no escapen.

-¿Actuaremos?-preguntó el Arreglador-¿A qué te refieres?

-Es hora de que vayamos a por quien de verdad está detrás de todo esto, si la información que conseguí era auténtica.

-¿Entonces…?

-Cabeza de Martillo. Vamos a por él.


Con una puntería excelente, Montana se asomó por la ventanilla y disparó contra la rueda de un coche de policía, haciendo que derrapara y que otros dos chocaran contra él.

-Ya casi lo tenemos…-murmuró.

Entonces, uno de los hombres que les perseguían disparó y le acertó en el hombro. Montana gritó de dolor mientras soltaba el volante y disparaba con la otra mano, volando la cabeza del criminal.

El camión fue haciendo eses por la autopista.

-¡No puedes conducir así!-le gritó Praed-¡Abre la puerta del otro lado!

-¿Qué?

-¡Que abras la jodida puerta!

Montana obedeció como buenamente pudo, mientras activaba la conducción automática, que no parecía muy eficaz. A aquella velocidad era prácticamente imposible mantener la puerta abierta; el roce del viento hacía que se cerrara.

Praed, por su parte, abrió la puerta de su propio camión y saltó de un camión a otro, consiguiendo agarrarse a la puerta y entrar. Uno de los hombres que les perseguían disparó varias veces contra él en el aire, pero sólo agujereó su gabardina verde arrastrada por el viento. Un segundo antes de tomar el asiento del piloto, Praed disparó una vez más su ballesta y acabó con ellos, los últimos que quedaban.

-¿Qué hacemos ahora? ¡No podemos llevar esto al aeropuerto!-gruñó Montana mientras se arrastraba hasta el asiento del copiloto e intentaba vendarse la herida.

-Vamos hacia las afueras. El Arreglador está disponiendo helicópteros para que vayamos soltando la mercancía poco a poco. ¿Tienes café? Algo me dice que tardaremos toda la noche.


Toxina trepó por los tejados de la ciudad. Había varias ideas claras en su mente, pero predominaba una: la de destrucción. Concretamente, destrucción contra la banda de Kingpin. Venganza.

Pero Toxina era lista. No podía ir directamente contra el edificio de Kingpin, no. Tenía que empezar poco a poco. Y tenía que pensar como Mulligan. Si además de a la policía estaban matando a los aliados de Kingpin, ¿cuál sería el próximo? Tenía que pensar… Buscar aliados…


Informes de SHIELD: Superhumanos
Redactado por María Hill

Este informe, así como los adjuntos, presenta la explicación a los fragmentos de cadáver encontrados en el desierto de Nuevo México.

Los fragmentos, pese a que parecían tener varios años de antigüedad, apenas mostraban signos de descomposición. Esto era debido a la particular composición de la piel del cadáver, de aspecto verdoso y escamoso. La piel era extraordinariamente dura, y no se podía cortar con bisturí, ni tan siquiera con una sierra normal.

Hace unas semanas que envié a 6 agentes de SHIELD a buscar información por la zona. Finalmente, un nómada de la zona contó un extraño relato acerca del monstruo, al que se refirió como «la Abominación».

Lo único que él sabía, afirmó, era que Hulk y la Abominación estuvieron luchando durante horas, hace más de una década. Finalmente, Hulk fue cobrando ventaja y terminó despedazando por completo a la Abominación y esparciendo su cadáver por, si tenemos en cuenta su superfuerza, buena parte del desierto.

La historia es bastante plausible. Solicito permiso para enviar un equipo de SHIELD a rastrear la zona en busca de más fragmentos del cadáver de la Abominación; no obstante, parece una tarea muy pesada y difícil de llevar a cabo a cambio de la poca ventaja que supone, dado que la posibilidad de que alguien encuentre algún trozo del cadáver es muy baja.


Número 41: El cirujano I de II

Comenzaba el anochecer del día en el que habían arrestado a Kingpin. Era curioso ver todo lo que podía pasar en un día en una gran ciudad. Tantas muertes, tantos conflictos…

Cabeza de Martillo bajó de su limusina, custodiado por dos escoltas, y se dirigió a su edificio. Un paseo de apenas diez metros. Cuántas cosas podían pasar también en diez metros.

Los cuatro hombres que paseaban por la calle tampoco parecían especialmente sospechosos; si acaso, parecía llamativo uno que aparentaba llevar ambos brazos vendados, ocultos bajo la gabardina. Susurró unas palabras por el intercomunicador.

-Joder, Cabeza de Martillo es de los grandes… ¿Podremos con él?

-Podemos con cualquiera-dijo otro de los hombres, Myers-. ¿No recuerdas cómo acabaron Glaxton, su sicario y esa zorra de Betty Brant?

Por la otra acera, se acercaban Buey y un sicario apodado Martillo Harrison, rumbo a los tres guardias de la puerta del edificio.

Todo sucedió en apenas unos segundos. Myers desenfundó un boomerang y lo lanzó contra uno de los guardias de la puerta; Buey y Martillo Harrison derribaron a los otros dos, uno cada uno.

El otro sicario, apodado Puños de Navaja por motivos obvios, extendió ambos brazos y rasgó la gabardina. Después saltó y rajó el cuello de uno de los escoltas de Cabeza de Martillo; lanzándose un segundo después a por el otro. Myers alzó otro boomerang y se preparó para lanzarlo contra el criminal, pero Cabeza de Martillo fue más rápido y le derribó de un cabezazo al tiempo que le arrebataba el boomerang.

Puños de Navaja acuchilló al segundo escolta, y Cabeza de Martillo lanzó el boomerang, hundiéndolo en su espalda. Después se dispuso a abrir la puerta de la limusina.

Martillo Harrison desenfundó una pistola; no obstante, no era célebre por su puntería. Tres de las balas fallaron; otra rozó el hombro del criminal y las otras dos le acertaron en la cabeza, abollando la placa metálica que tenía dentro. Tras esto, mientras el sicario recargaba, Cabeza de Martillo montó en la limusina y huyó.


Eddie Brock caminaba de noche, con una pizza bajo el brazo, rumbo a su casa. Había sido un día duro, pero su último artículo ya estaba listo. Sería un artículo muy impactante sobre las sectas satánicas, su influencia en la cultura, y el sangriento asunto de aquella adolescente llamada Nico Minoru, que había conmocionado a la opinión pública.

Cuando doblaba una esquina para atajar por un callejón, sintió un ruido a su espalda. Brock se giró y pudo ver a un hombre sacando una pistola. Por suerte, Brock, además de ser periodista, levantaba pesas en sus ratos libres; en cuanto a los reflejos, sólo se podían explicar por la adrenalina del momento.

Rápidamente, se giró y estiró del brazo del criminal, haciéndole un placaje y aplastándole contra la pared. Después le dio un puñetazo en el rostro. Éste escupió sangre. Brock soltó la pizza y le tiró al suelo, lanzándose encima de él, y continuó dándole puñetazos en la cara hasta que quedó inconsciente y soltó la pistola.

El periodista jadeó, asustado. Estaba temblando. Y al ver el rostro de su asaltante, tuvo la certeza de que no era un criminal común: iba a por él. Probablemente no debería escribir sobre temas tan peligrosos.

Rápidamente, Brock se guardó la pistola en el pantalón y emprendió el camino de regreso a su casa.


«Estimado sr. coordinador del Mossad:

Como bien sabrá, SHIELD no tiene la menor intención de interrumpir ninguna de las actividades de Israel. No obstante, es nuestro deber enviarle esta breve nota para rogarle que guarde una mayor precaución con las operaciones que lleva a cabo. Dado que el Ejército israelí posee armas tan contundentes como el fósforo blanco, consideramos que es preferible que se ocupe de esta forma de las represalias contra el pueblo palestino. Por ese motivo, le insistimos en que deje de usar a la agente Sabra para operaciones tan llamativas, dado que resulta difícil cubrir sus huellas y espero que estemos de acuerdo en el hecho de que ocultar la existencia de los superhumanos a la prensa internacional es un asunto de máxima importancia.

Atentamente,

GW Bridge, agente de SHIELD.»


Jonas Harrow fumaba un cigarrillo tranquilamente detrás de su escritorio. Frente a él, contemplaba una fotografía enmarcada del Canguro, la creación de la que más orgulloso se sentía. Todo el mundo se reía de él, pero a Harrow le parecía un supervillano bastante digno. En fin…

Alguien golpeó la puerta, sacándole de su ensimismamiento.

-Adelante-murmuró con aire distraido.

Cabeza de Martillo entró en la habitación, con su carísimo traje empapado en sangre.

-Harrow. Me han reventado la cabeza. Necesito tu ayuda…

-Vaaya, tiene mala pinta-comentó el cirujano, poniéndose en pie-. La herida del hombro es muy limpia, ni siquiera necesito dar puntos. cabeza va a costar. Veamos qué puedo hacer… Pasa al quirófano.

El criminal obedeció, se quitó la chaqueta y se tumbó en una camilla. Lo primero que hizo Harrow fue abrirle la camisa y limpiarle y desinfectarle la herida del hombro.

-Para la cabeza voy a tener que operar-dijo, extendiendo un gotero.

-No me pongas anestesia-gruñó Cabeza de Martillo.

-¿Disculpa?

-Que no me pongas anestesia.

-Necesito anestesia.

-¡No me jodas, Harrow! ¡No quiero estar dormido si me atacan! Dame sólo un puñado de analgésicos.

-Está bien, tú mismo. Supongo que tampoco querrás que te ate, así que al menos estáte quieto.

Cabeza de Martillo asintió mientras tragaba 7 pastillas de codeína.

Harrow comenzó la operación, abriendo la piel con el bisturí, y reconstruyendo la placa con alicates y martillo. Cuando terminó de soldar las brechas, con un soplete que dejó algunas quemaduras leves en la piel de alrededor, miró el reloj y su expresión cambió por completo.

-Tienes que irte.

-¿Cómo?

-Tienes que irte. Tengo un cliente especial, vendrá justo ahora. Rápido, vete.

El criminal se puso en pie y agarró a Harrow por el cuello de la camisa.

-¡Me has dejado la puta herida abierta! ¿Es que ni siquiera me vas a coser? ¿No entiendes que puedo matarte ahora mismo?

-Me parece que eres tú el que no lo entiende-gruñó el cirujano-. Mi cliente va a llegar ahora. Si te ve aquí, te matará. No tienes ninguna posibilidad de sobrevivir.

-¿Con quién cojones tratas tú?

-Secreto profesional, ya lo sabes…

-¡A la mierda!

Cabeza de Martillo abrió la cartera, sacó un fajo de billetes y se los tiró a la cara. Después se puso la chaqueta y se marchó sin mediar palabra.

Harrow recogió los billetes y los guardó. Después echó la mascarilla al incinerador y sumergió las herramientas que habían estado en contacto con la herida en una palangana con alcohol; no usaba métodos muy profesionales, pero bastaban. Apenas había hecho esto, llamaron a la puerta.

-Adelante; está abierta.

Desde el quirófano oyó los pasos de las botas militares, lentos y cuidadosos. Sabía que su cliente estaría examinando todo. Finalmente, mientras él se lavaba las manos, entró. Un hombre de unos 45 años, moreno; en sus sienes comenzaban a aparecer las canas. Llevaba pantalones de camuflaje y una camiseta negra con una calavera en el pecho.

-Bienvenido de nuevo, Castigador-dijo Harrow sonriendo.


CORREO: BASE DE LOS VENGADORES

Sobre el número anterior, Carlos comentaba que el informe sobre el Duende Verde era intrigante. Me alegro, aunque por el momento sólo es relleno puro, me hacía ilusión contar que ha sido en este universo de algunos personajes del UM normal, sin más. Lo mismo con la Abominación en este número.

Y sobre este número, decir que ha sido un placer revelar por fin el origen de los superpoderes del Castigador, que era probablemente el mayor misterio de la serie, pendiendo desde los primeros números.

Tagged , . Bookmark the permalink.

One Response to Superhumanos #22

  1. MarvelTopia says:

    Este Murdock trabajando para Kingpin es muy interesante… un vuelco moral (otro más) que abre muchas posibilidades…

Responder a MarvelTopia Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *