Superhumanos #27

superhumanos27

Por Ibaita


Fecha de publicación: Mes 197 – 9/14


VOLUMEN III: GUERRA DE BANDAS

Número 50: Magia

-Te dejo solo, entonces. Un placer volver a verte. Ya estaremos…

-Sí. Adiós.

El Dr. Druida vio por la ventana cómo Sin Banderas se alejaba del pequeño apartamento que él había alquilado, con una cerveza en la mano.

Llegaba la hora de la batalla. Más valía estar preparado. Con calma, fue extendiendo incienso por toda la casa. Los círculos de tiza ya estaban dispuestos; había estado trabajando en ellos aquella mañana.

Sus invitados pronto llegarían.

Mentalmente, el Dr. Druida repasó las bases de la Magia del Caos. Todas las disciplinas valían. Todas las técnicas valían. La magia era el poder de ejercer cambios con la voluntad, y se podía enfocar a través de diversos rituales y técnicas; lo que habían hecho todas las culturas antiguas eran lo mismo.

Después sus pensamientos se concentraron en su poder. Por algún motivo, aunque él dominaba la magia igual de bien que muchos otros miles de personas en el mundo, podía usarla de forma, digamos… más notoria. Era algo que nunca había terminado de entender, pero sospechaba que estaba relacionado con la presencia de superhumanos. Tal vez fuera algún poder mutante.

La mayoría de magos apenas podían hacer algún hechizo sencillo con resultados poco espectaculares; de hecho, muchas veces, no estaba claro si era la magia lo que lo había provocado o era simple casualidad. Si un indio hacía la danza de la lluvia y comenzaba a llover, ¿había sido por acción suya? Nadie estaba muy seguro, pero todo parecía indicar que la magia simplemente cambiaba ligeramente las posibilidades hacia un lado o hacia otro, y eso estaba al alcance de cualquiera. Los estudios recientes en física cuántica parecían confirmarlo.

Sin embargo, las técnicas del Dr. Druida, aunque tenían otras bases, funcionaban de forma distinta. Resucitar a los muertos, desde luego, era algo que no todo mago podía hacer. Sí, resucitar a los muertos… el conjuro que había provocado que el Dr. Extraño le exiliara a otra dimensión. Pero ahora había vuelto para vengarse. Dormammu estaba muerto, y él tenía el poder de la Llama. Con él, había sido relativamente sencillo viajar entre dimensiones… bien, le había llevado unos cuantos meses, pero en su cabeza habían parecido segundos.

De hecho, en total había pasado algo más de un año desde su ataque sobre New York. Había sido mucho tiempo… la mayor parte de él vagando por la Dimensión Oscura, intentando conseguir poder. Bueno, la venganza era un plato que se servía frío… pero esto era más que venganza. Era justicia. Libertad. Matar al Hechicero Supremo para quitar los límites impuestos artificalmente a la magia… era lo que debía hacerse.

El timbre sonó y le sacó de sus pensamientos. Parecía que el primer invitado había llegado.

Druida abrió la puerta y se encontró con una encantandora joven de unos 20 años, rubia, sonrisa perfecta.

-Hola. Soy Jennifer Kale.

-Ah, sí, Jennifer. Te recuerdo del chat. Pasa, pasa.

La chica entró y se acomodó en un sofá.

-¿Aún no ha llegado nadie? Vaya. Si no fuera por mi talento para la adivinación, pensaría que eres un viejo pervertido que me ha engañado para traerme aquí y violarme.

-Je. Espero que enseguida lleguen…

-Sí. Ahora.

Segundos después, el timbre sonó de nuevo.

-Hmm. Buen talento-comentó el Dr. Druida mientras iba a abrir.

-Gracias, aunque en realidad sólo acierto la mitad de las veces o así.

-Shamán-dijo Druida mientras abría la puerta-. Un placer verte de nuevo.

Un hombre con rasgos indígenas, pelo largo y ropa de chamán entró en la casa, saludando levemente con la cabeza.

-Nuestro último compañero debería llegar pronto-comentó Druida mientras Shamán se acomodaba en un sillón.

-Un mago nunca llega tarde-bromeó Jennifer.

-Esperemos-murmuró Shamán olfateando el incienso de la habitación.

Los minutos pasaron lentos. Nadie puso la TV ni intentó entablar conversación; no había nada más que decir. Simplemente esperaron.

Finalmente, el timbre volvió a sonar y Druida se levantó a abrir. En la puerta había un hombre de unos 35-40 años, con ropa muy barata, gafas y el cabello rubio recogido en una coleta.

-Ah. Tú debes de ser Donald Blake.

-El mismo. Un placer.

Una vez hechas las presentaciones, los cuatro se sentaron en un corro, en sus respectivos círculos, y se prepararon para entrar en trance.

-Será una combinación extraña. Muchas magias distintas-dijo Shamán-. ¿Funcionará?

-Claro que sí. Es Magia del Caos-respondió Druida.

Entonces, una figura fue manifestándose débilmente en medio de los cuatro. Un hombre sentado en la postura de flor de loto, como ellos, levitando sobre el suelo. Llevaba una larga capa y en la frente tenía un tercer ojo; el Ojo de Agamotto.

-La Magia del Caos no existe-dijo Extraño, el Hechicero Supremo.

-Veremos-sonrió Druida.


Plano astral. Los cinco magos estaban ahora en otra dimensión, ¿o quizás sólo estuvieran dentro de su imaginación? Un observador externo no habría notado nada extraño; sólo habría visto a cuatro de ellos, eso sí. Sea como fuera, allí estaban. Cuatro elementos, cuatro ataques.


PRIMER ATAQUE: TIERRA

Jennifer Kale tenía ventaja, ciertamente. Aunque todos estaban atacando a la vez, en cierto sentido, el tiempo no pasaba igual en el plano astral; y ella sería la primera en atacar. Por tanto, contaba con cierto elemento sorpresa: el Dr. Extraño no sabría cómo se efectuaría el ataque.

Reuniendo toda su concentración, la joven comenzó a formar un espíritu de tierra. Jennifer vivía sola en una cabaña, en un pantano de los Everglades. Allí, había conseguido formar en su imaginación una especie de espíritu del pantano. Era un poco rudimentario, ya que no existía en ninguna mitología, pero le servía para informarle de guardias forestales, caimanes u otro tipo de peligros.

Pensó que la mejor forma de luchar usando el elemento tierra era evocar a este ser, de modo que así lo hizo. Imaginó al mismo ser de siempre, una figura masculina algo encorvada hecha con las plantas del pantano, y lo sustuvo en su consciencia.

Primer ataque. Jennifer pudo sentir cómo algunas de las defensas mentales del Hechicero Supremo se rompían. Había hecho su parte.


SEGUNDO ATAQUE: AIRE

Shamán se encontraba en una pradera nevada. Podría parecer algo relativamente normal, pero lo cierto es que cuando la mayoría de magos entraban en trance se encontraban en una especie de nada, un vacío inmenso donde sólo estaban ellos y las otras cosas que pudiesen imaginar. Shamán, en cambio, tenía ya muchas décadas de práctica y de intenso entrenamiento, y por tanto cuando entraba en trance podía evocar perfectamente los bosques, las montañas y los prados de Canadá, como si estuviera allí.

Aspiró el olor del aire fresco y preparó su ataque. Abrió la bolsa medicinal que tenía colgada y extrajo un puñado de vientos. Con gesto serio, los arrojó. Vientos de diferentes direcciones, intensidades, temperaturas, alguna brisa.

Todos ellos volaron hacia el Hechicero Supremo.

Concentrándose aún más, Shamán evocó la imagen de una criatura mitológica canadiense en una de sus formas: el viento, por supuesto. De modo que sacó al Wendigo de su bolsa medicinal y lo lanzó también contra el Dr. Extraño.

Y después de esto, Shamán frunció el ceño. Algunas defensas habían cedido, sí, pero no eran suficientes. Iban perdiendo.

Entonces, tuvo que saltar de pronto, alertado por un extraño instinto. Bajo él, un portal dimensional comenzó a extenderse por la pradera nevada: su enemigo empezaba a contraatacar.

Shamán pudo ver por él un amasijo de tentáculos, ojos y órganos indescriptibles cuya visión habría enloquecido a muchos hombres. Se trataba del demonio extradimensional conocido como Shuma-Gorath; el Dr. Extraño pretendía arrojarle a su dimensión.

¿De verdad el Hechicero Supremo era tan cruel? Puede que estuviera desesperado. O puede que esperara que Shamán consiguiera evitar el ataque y sólo fuera una distracción, un ataque suave para empezar a cansarle y debilitarle. Desde luego, no sería especialmente difícil de esquivar.

Shamán abrió la bolsa y, en su mente, comenzó a imaginársela cada vez más grande, más y más grande. El portal también iba aumentando de tamaño.

Finalmente, cuando la bolsa fue más grande que el portal, Shamán la echó sobre él y lo encerró allí. Después, ésta recuperó su tamaño normal.


TERCER ATAQUE: AGUA

Donald Blake vagó por los rincones de su inconsciente. El trance era tan relajante… tenía miedo de quedarse dormido.

Pero no, su misión era importante. Tenía un dios al que invocar.

Con calma, fue imaginándose en su lugar. Algunos hechiceros preferían evocar a dioses, espíritus y demonios: es decir, imaginárselos como una persona ajena a ellos de los que poder obtener información o valores. Pero Donald siempre había preferido la invocación: adoptar el aspecto y los atributos del propio dios. Llevaba haciéndolo tantos años; desde poco antes de que decidiera abandonar el hospital en el que trabajaba para dedicarse a la práctica de medicina alternativa, que él creía mucho más eficaz.

Poco a poco, fue tomando el aspecto del dios nórdico Thor. Sostenía el martillo Mjolnir en la mano. El cinturón, las botas, la armadura, el casco…

No era una representación exacta, por supuesto. Sin ir más lejos, el dios nórdico tenía el cabello pelirrojo y rizado; sin embargo, para identificarse mejor con él, Donald prefería mantener su propio cabello, rubio y liso.

Thor hizo girar a Mjolnir con todas sus fuerzas y después lo arrojó. Pudo sentir como algunas de las defensas se rompían, pero supo que estaban en desventaja. ¿Acaso los demás ataques no habían tenido tanto éxito como debían?

Una tormenta llenaba todo cuanto Thor podía ver. La lluvia, furiosa, arremetía contra todo. Una silueta, sin embargo, apareció caminando a través de ella. Era un demonio al servicio del Dr. Extraño, un ente evocado por él. Thor no lo sabía, pero su nombre era Zom, el Destructor de Vida.

Mjolnir volvió a la mano del dios nórdico, y el combate dio comienzo.

Zom no tenía manos, sino mazas, con las que golpeaba una y otra vez, obligando a Thor a desviar los golpes a martillazos. Finalmente, consiguió acertar un golpe, en el brazo izquierdo del dios, que gritó de dolor.

El demonio continuó atacando, pero Thor pudo alzar el martillo y lanzar un golpe contra él. Zom lo esquivó hábilmente, pero el martillo dio en el suelo y entonces un rayo cayó sobre su rival. En su imaginación, Don pudo percibir el olor a carne chamuscada.

Zom cayó al suelo humeando, pero aún en su estado pudo lanzarse contra Thor y propinarle un fuerte cabezazo en el abdomen que le hizo doblarse. El demonio cerró su presa sobre su contrincante, clavándole las mazas en la espalda. Por suerte, el asgardiano aún no estaba inmovilizado: tenía los brazos libres, y golpeó con Mjolnir en la espalda de su enemigo una y otra vez.

Finalmente, el siervo de Extraño tuvo que soltarle, y ambos quedaron quietos recuperando el aliento. Thor lo recuperó más rápido, y propinó un brutal martillazo en el rostro a su enemigo, que cayó hacia atrás derrotado.


CUARTO ATAQUE: FUEGO

Druida flotaba en el negro de su consciencia. Ante él, la figura de Hechicero Supremo permanecía envuelta en su capa.

-Tus defensas están cayendo, Extraño. Todas ellas.

-Me he apresurado a devolver los ataques a tus compañeros. Y aún me quedan hechizos de sobra como para acabar contigo.

Unas bandas carmesíes envolvieron a Druida, apretándole fuertemente, pero éste se desvaneció y las bandas sólo apretaron una túnica vieja y raída.

El hechicero reapareció como un enorme rostro, 6 ó 7 veces mayor que Extraño, y lanzó dos poderosos rayos por los ojos contra él. El Hechicero Supremo levantó un escudo que los paró.

-Te pierde la teatralidad, Druida. Esa creencia tuya de que el simbolismo es importante en la magia… por ser más grande que yo no vas a ser más poderoso. Lo único que cuenta es saber hacer cada hechizo.

-El punto de vista lo es todo en la magia-replicó Druida mientras su rostro comenzaba a cristalizarse bajo el efecto de un hechizo de Extraño, para finalmente hacerse pedazos.

Druida reapareció en medio de una luz brillante, empuñando una espada con la que intentó atravesar a Extraño. Éste formó un escudo en su brazo izquierdo, con el que desvió el golpe, y un báculo en su mano derecha, desde el cual lanzó rayos contra su rival. Druida hizo emerger dos obeliscos (¿o habían estado allí todo el rato?), uno a cada lado suyo, que atrajeron los rayos, y después hizo crecer unas raíces que inmovilizaron al Hechicero Supremo.

-¿Cómo has…?-murmuró éste.

-En la Dimensión Oscura conocí a un antiguo amigo tuyo, que más tarde se convirtió en tu rival, luchó contra ti y terminó exiliado allí…

-Mordo.

-Sí. Mordo. Él me explicó qué hechizos dominabas mejor y cuáles peor, y algunos de tus puntos débiles, como el de descuidarte de los ataques de tierra cuando usas ataques eléctricos.

-Sigo teniendo poder para destruirte. Lo siento; ojalá hubiera podido derrotarte en combate singular, pero esta opción es lo único que me queda.

Sobre ellos, un portal comenzó a abrirse, hacia la dimensión de Shuma-Gorath. El propio tiempo se curvó, haciendo que se abriera un portal mucho más pequeño en la consciencia de Shamán, así como muchos otros pequeños portales a lo largo de lugares y épocas muy diversos -algunos de los cuales inspiraron a escritores como HP Lovecraft-.

Una masa informe comenzó a arrastrarse desde el agujero. Druida no se inmutó, puesto que estaba totalmente concentrado en su siguiente movimiento. Una flor de loto de diez pétalos, con un triángulo invertido. El símbolo del manipura chakra. Sentía la energía fluir desde su plexo solar, según la teoría hinduista.

Y finalmente, la soltó. La Llama. Toda la energía que había estado reteniendo durante meses fue lanzada contra Shuma-Gorath, quien emitió un chillido indescriptible y, herido, se retiró y dejó que el portal se cerrara.

-La Llama… Se la arrebataste a Dormammu. No contaba con ello.

-Sí. Derroté a Dormammu, y ahora te he derrotado a ti.

De un tirón, Druida le quitó su capa a Extraño. Después, hizo que sus uñas crecieran y le arrancó el Ojo de Agamotto de la frente.

-Adiós, Hechicero Supremo. Suerte en la Dimensión Oscura.

Un portal se abrió bajo Extraño, engulléndole.


Druida, Jennifer, Donald y Shamán despertaron a la vez del trance en el que se encontraba.

-¿Qué ha pasado?-preguntó Jen.

-Hemos ganado. Ya no hay Hechicero Supremo. Somos libres.


En las profundidades del reino más oscuro, entre los gritos del terror, el tormento y el dolor, una figura sonrió cuando sintió que sus cadenas se quebraban por fin. El gesto de la sonrisa hizo que sus labios, secos tras milenios sin probar una gota de agua, se resquebrajaran y sangraran, pero, aún con el rostro lleno de sangre, seguía sonriendo.

-Sí-siseó-. Somos libres.


CORREO: DESPACHO DE MATT MURDOCK

Pues con el número 50 cerramos el volumen 3, a falta de un anual que presentará una alianza un tanto extraña entre dos guerreros muy distintos.

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2 Responses to Superhumanos #27

  1. MarvelTopia says:

    Interesante duelo mágico… el que más me ha sorprendido es Blake, nunca lo había visto de esa manera…

  2. Ibaita says:

    ¡Gracias! He tirado un poco por la corriente mística más rollo Crowley, Austin Osman Spare y tal, introducida en los cómics por Moore y Morrison. Creo que era más interesante que Thor y demás dioses sólo pudiesen combatir en el plano de la imaginación.

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