PODERES COSMICOS VOL. 2 #27
Causas
Guión:
Bergil
Portada: Dibujada por Ángel Medina. Aparece la cabeza de Kl'rt, y el cañón de un arma que le apunta a la sien, mientras una voz dice "¡Reza lo que sepas, reptil!". Kl'rt pone cara de decir "Oh oh", que es exactamente lo que dice.
El teléfono sonó un par de veces en la zona
de recepción del cuartel general de los Cuatro Fantásticos,
en la Torre de las Cuatro Libertades. Luego, el robot encargado de la recepción
descolgó el auricular y contestó la llamada con su agradable
voz de soprano.
- Buenos días. Fantastic Four Incorporated. Ha llamado usted
al 555-4444. Le atiende Roberta. ¿En qué puedo ayudarle?
P'stel era una colonia skrull que vivía principalmente
de la agricultura, la pesca y la ganadería. Sus habitantes tenían
una vida idílica, pacífica y tranquila. O, al menos, lo era
hasta aquel día en que la destrucción se abatió sobre
su desprevenida población. Sin previo aviso, un solo ser llegó
desde el espacio y comenzó metódicamente a reducir a escombros
todos los centros de comunicaciones, centrales de energía y demás
puntos vitales del planeta. Vestido con una brillante armadura de color
violeta, no empleaba más medio para canalizar su furia devastadora
que sus puños, ante los que ningún material parecía
ser lo bastante resistente como para resistir los impactos.
Cuando terminó, se dispuso a marcharse. Pero una vocecilla a
su espalda le detuvo en seco. Esa voz pronunció dos únicas
palabras:
- ¿Por qué?
Se giró, y vio a una niña skrull que apenas levantaba
un metro del suelo. Su cara estaba sucia por el polvo, en el que las lágrimas
habían dejado un rastro claramente visible.
- ¿Qué?
- ¿Por qué? -repitió la niña-. ¿Qué
es lo que hemos hecho? ¿Hemos sido malos?
El ser de la armadura no contestó. Titubeó un instante,
mientras miraba en silencio a la niña, y luego dio media vuelta
y despegó. Tras él quedaba una devastación absoluta,
que condenaba a los p'stelanos a duros sufrimientos para sobrevivir...
si es que lo lograban.
Mientras viajaba por el espacio sin rumbo definido, Ganímedes
no podía evitar pensar en lo mucho que echaba de menos a Jack. ¡Cómo
había cambiado su vida en tan poco tiempo! Educada desde la infancia
para ser una Célibe, un miembro de la orden guerrera creada para
enfrentarse a Tirano, no había conocido más relación
que las que surgían dentro de la propia orden: camaradería
algunas veces, rivalidad las más de ellas, frustración ante
las derrotas, satisfacción ante la (aparente, aunque entonces no
lo sabían) derrota... Todo aquello había cambiado al poco
de despertar de su sueño criogénico de milenios. En su primer
enfrentamiento con el regresado Tirano conoció a Sota de Corazones
(1).
La camaradería con el compañero caído fue dando paso
a sentimientos más personales conforme fueron conociéndose
mejor. Sin embargo, la aparición de Perséfone
(2)
le recordó sus deberes para con la orden, pero finalmente no pudo
acallar por más tiempo las voces que surgían de su corazón
y abandonó Leda para reunirse con Jack (3).
Sin embargo, el misterioso mal que le aquejaba (4)
fue agravándose más y más, hasta que finalmente no
vio más salida que permitir que Thanos se lo llevara para curarle
(5).
Y sin Jack, nada la ataba ya a Titán, así que partió
para vagar por el espacio (6),
lista para hacer frente a cualquier cosa que se presentara y que distrajera
su mente de su amado.
Un resplandor a su derecha llamó su atención. Aceleró
para aproximarse, y pudo ver que se trataba de una nave que, alcanzada
por una tormenta de meteoritos, vagaba a la deriva, con el débil
resplandor de sus motores por toda fuente de energía. Observando
con atención, Ganímedes pudo ver que las cápsulas
de salvamento habían sido eyectadas, por lo que la tripulación
debía haber abandonado el pecio ahora inútil. Movida por
un presentimiento, se acercó a la nave y se introdujo por el boquete
más próximo a lo que parecía el puente de mando de
la nave. Los sistemas parpadeaban débilmente. La energía
estaba casi agotada. Ganímedes se disponía a marcharse cuando
uno de los indicadores llamó su atención. Mostraba que en
las bodegas de la nave había un gran número de formas de
vida, y que el aire respirable estaba casi agotado.
A Ganímedes no le costó familiarizarse con los controles,
y desviando toda la energía no esencial al sistema de aire, hizo
que se renovara la atmósfera de las bodegas. Memorizando su situación
dentro de la nave, se dirigió hacia allí. No tardó
mucho en llegar. El cierre parecía estar atascado, pero bastó
una descarga de su bastón de energía para permitirle acceder
al interior. Lo que vio le heló la sangre en las venas: filas y
mas filas de seres, encadenados con grilletes y aspecto abatido. la mayoría
tumbados en el suelo, sin fuerzas; algunos no volverían a levantarse
jamás.
Evidentemente, la tripulación de la nave se había marchado
sin ocuparse de aquellos a los que dejaba atrás. ¿No habían
podido... o es que ni siquiera les había importado?
- ¿Sí?
- Buenos días. Le habla Edward Ranz, jefe del servicio de urgencias
del Cedros del Sinaí. ¿Con quién hablo, por
favor?
- Soy John Storm. ¿Qué desea?
- Verá, señor Storm, me alegro de hablar con usted. Tenemos
en la unidad de cuidados intensivos a un paciente de edad avanzada. Se
encuentra en bastante mal estado y, de hecho, tenemos pocas esperanzas
de que logre superar esta crisis. Su estado es de semiinconsciencia, pero
ha pronunciado algunas palabras; entre ellas, ha dicho "Antorcha Humana".
El nombre de este paciente es Raye, Thomas Raye. ¿Le dice algo ese
nombre?
Johnny no contestó inmediatamente. El nombre de Thomas
Raye había despertado en él una cascada de recuerdos,
y en el centro de los todos ellos se encontraba Frankie, la humana ahora
conocida como Nova. Aunque ahora Johnny estaba felizmente casado con
la skrull Lyja (y completamente enamorado), Frankie Raye ocupaba
un lugar muy especial en el ardiente corazón de la Antorcha Humana.
Súbitamente, volvió a la realidad.
- ¿Señor Storm? -preguntaba el doctor Ranz. Evidentemente,
Johnny se había abstraído, y no se había enterado
de lo que el médico le estaba diciendo-. ¿Sigue usted ahí?
- Eeeer... sí, doctor, aquí estoy -respondió Johnny-.
Perdone, me había quedado in albis. ¿Qué me
decía?
- Le decía que el señor Raye se encuentra bastante mal,
y que es poco probable que mejore. Si usted le conoce, o conoce a sus familiares,
deberían venir a California lo antes posible. El factor tiempo es
crucial en este caso.
- No se preocupe, doctor. Así lo haremos, doctor. Gracias, y
seguiremos en contacto, ¿eh?
Una vez hubo cortado la comunicación con el Hospital, Johnny
ordenó al sistema de comunicaciones que se pusiera en contacto con
el Departamento de Seguridad de Oracle Enterprises. Mientras se establecía
la comunicación, Johnny no dejaba de pensar que aquélla iba
a ser la parte fácil de la tarea, porque la persona a quien buscaba
estaba en la Tierra; pero ¿cómo ponerse en contacto con el
heraldo de Galactus, si uno no tenía ni la más remota idea
de dónde se encontraba el Devorador de Mundos?
Sota de Corazones se encontraba tumbado de nuevo, con
una miríada de sensores distribuidos por su cuerpo, mientras Thanos
hacía las últimas comprobaciones. Desde que despertara frente
a Thanos, todo había sido una sucesión de pruebas, experimentos
y muestras que parecían no ir a acabar jamás. Finalmente,
el titán le habló, sin apartar la vista de las pantallas
del sistema de sensores.
- Muy bien, Sota. Hemos terminado por ahora. Puedes levantarte.
- ¿Qué quieres decir, Thanos? ¿Has descubierto
ya lo que me sucede?
- Lo que te sucede es bastante obvio: el Fluido Cero que es la fuente
de tus poderes está desapareciendo de tu cuerpo, y tus poderes están
disminuyendo a ojos vista. El sistema de realimentación de energía
que te colocaron en Titán no es más que una solución
ingeniosa, pero constituye sólo un remedio temporal, un parche momentáneo;
pero de ningún modo se trata de una solución definitiva que
ponga fin al mal que te aflige. De encontrar esa solución definitiva
es de lo que se trata.
- ¿Y?
- ¿Y qué?. ¿Es que piensas acaso que con chasquear
los dedos voy a darte la solución? En el pasado quizá fuera
así, pero esos días pasaron ya. Llevará algún
tiempo dar con el remedio, pero...
- ¿Pero qué? ¿Es que no te ves capaz de encontrarlo?
- ¡No pongas a prueba mi paciencia, contraxiano! -bramó
Thanos, volviéndose iracundo hacia Jack-. Lo que Thanos de Titán
persigue, Thanos de Titán lo alcanza. Es sólo cuestión
de tiempo. Ahora, ¡déjame!
Viendo que no era prudente llevar la contraria a Thanos, Jack abandonó
la habitación y salió al exterior. Aunque ya llevaba allí
varios días, no dejaba de maravillarle la tranquila serenidad que
irradiaba el paisaje que rodeaba la morada de Thanos. Nunca hubiera sospechado
que el titán loco hubiera fijado su residencia en un lugar tan idílico.
El rugido de unos motores hizo que levantara la cabeza. Protegiéndose
los ojos del resplandor del sol con la mano, pudo distinguir cómo
una airosa nave descendía suavemente hasta posarse en tierra. Cuando
los motores se detuvieron, la compuerta se abrió, y por ella salió
una esbelta mujer de piel verde y larga cabellera negra, que avanzaba con
elegancia felina.
- ¿Gamora? ¿Qué haces tú aquí?
- Hola, Sota. Yo también me alegro de verte -dijo Gamora, irónica.
- Sí, bueno, disculpa mis malos modales.
- Disculpado. Y, contestando a tu pregunta, de momento vivo aquí.
- ¿Aquí? ¿Con...?
- ¿Thanos? -dijo Gamora, completando la frase-. Sí. No
es la primera vez (7);
no es precisamente agradable, pero uno acaba acostumbrándose. Hasta
luego -dijo Gamora, dirigiéndose hacia la casa.
- Yo de ti tendría cuidado, Gamora -le advirtió Jack-:
no está precisamente de buen humor, creo.
- ¿Y cuándo lo está? -replicó Gamora con
una sonrisa-. No te preocupes, Sota. Como ya te he dicho, no es la primera
vez que vivo en el mismo sitio que Thanos.
El Hombre Imposible soltó un bufido. Estaba verdaderamente
fastidiado. Enterarse de que el mayor zipizape cósmico de los últimos
tiempos había ocurrido y no haber estado presente para meter mano
era algo que deprimía hasta al poppupiano. No duraría mucho
-nunca lo hacía-, pero ello no era óbice para que le resultara
una sensación especialmente molesta. Impy bufó de nuevo.
A solas mientras volaba por el espacio tras dejar Titán,
Genis meditó en su aspecto. La melena y la cazadora estaban bien
para un joven aventurero con ganas de marcha y dispuesto a comerse el Universo;
pero alguien que pretendía asumir el legado del famoso Capitán
Marvel, respetado hasta por sus más encarnizados enemigos, debería
tener una apariencia más acorde con semejante herencia. Habría
que hacer algo.
En Satirani, comenzó a producirse una inexplicada
falta de mensajes desde los mundos situados en la periferia del imperio.
Parecía evidente que algo había ocurrido. Sin embargo, se
trataba de mundos de economía fundamentalmente agrícola,
y su valor estratégico era casi nulo. No parecía haber ninguna
razón para el silencio, una vez que la casualidad quedaba descartada.
Por ello, Kl'rt se había dirigido a la zona en su nave personal.
Durante el viaje, ponderó las posibilidades. ¿Los odiados
kree? Se encontraban todavía humillados por el Imperio Shi'ar, y
no serían tan estúpidos de atacar ahora a los skrulls. ¿Los
shi'ar, entonces? No, no era el estilo de Lilandra el seguir una política
de absoluta expansión, a menos que las circunstancias la forzaran
a ello, y digerir el Imperio Kree ya era una tarea lo bastante importante
como para correr el riesgo de atragantarse por darle un bocado a los territorios
de los Imperios Skrull. ¿La Tecnarquía? Por lo que habían
visto hasta entonces, su estilo de operar era dirigirse directamente al
centro neurálgico del Imperio a asimilar, para intentar apoderarse
de él de un solo golpe, en lugar de irlo conquistando paulatinamente.
¿Quién, entonces? No importaba, pronto lo sabría.
Cuando aterrizó en el primero de los mundos, un extraño
espectáculo se ofreció a sus ojos. Excepto por el centro
de comunicaciones, que se encontraba destruido con precisión casi
quirúrgica, el resto de las edificaciones estaban indemnes; pero
no había nadie a la vista, ni sonido alguno que demostrara la existencia
de una sociedad en funcionamiento. Fuera lo que fuese que les había
ocurrido, ya no se encontraban allí.
Entonces, Kl'rt escuchó pasos a su espalda. Antes de que pudiera
volverse, una voz dijo:
- Tú pareces ser un guerrero. Por fin ha llegado un contrincante
digno de mí.
A diferencia de los demás imperios galácticos,
los troyanos no habían seguid una postura marcadamente imperialista.
Gobernaban su territorio con mano férrea, pero no se enzarzaban
en guerras interminables por obtener unos cuantos sistemas estelares más.
En la cámara del trono, Armagedón meditaba en silencio.
Su hijo Trauma estaba muerto. Asesinado por aquél coloso verde proveniente
de la Tierra. Nunca hubiera sospechado que una raza tan insignificante
pudiera dar lugar a alguien capaz de enfrentarse y vencer al heredero del
trono troyano. Pero así había sido (8).
Y no había nada que pudiera hacerse para remediarlo.
Apartando aquellos tristes pensamientos de su mente, Armagedón
se dispuso a ocuparse de los asuntos de gobierno, que reclamaban su atención
y que no podían ser dejados de lado.
Shinsky, Morlack y Zota despertaron lentamente, cada uno
en una habitación diferente. Los tres sentían un ligero dolor,
motivado por la distancia a la que se encontraban unos de otros: no lo
bastante como para que el sufrimiento resultara intolerable, aunque sí
lo suficiente como para mantenerles incomunicados. Grilletes neutralizadores
oprimían sus muñecas, impidiéndoles el uso de sus
poderes cósmicos. Sin embargo, los tres habían sido científicos,
de las mentes más brillantes de la Tierra. Por lo tanto, los tres
se sentaron y meditaron en silencio acerca de su situación.
No era mucho lo que recordaban. Tras apercibirse del aceleramiento
de la entropía en el Universo (9),
habían decidido regresar al sistema solar de la Tierra. Pero algo
se lo había impedido. Algo les había dejado inconscientes
y les había atrapado. Y ese algo sabía lo bastante de ellos
como para mantenerles separados; ni mucho ni poco, sólo separados.
Lentamente, comenzaron a recordar.
(1) En Estela Plateada
v. III # 80.
(2) En Poderes Cósmicos
Unlimited # 3.
(3) En Poderes Cósmicos
v. II # 1-3.
(4) Desde Poderes Cósmicos
v. II # 8-9.
(5) En Poderes
Cósmicos v. II # 25.
(6) En Poderes
Cósmicos v. II # 26.
(7) Gamora fue criada por Thanos.
(8) Se vio en El increíble
Hulk # 416.
(9) En el número
18 de esta colección.
En el próximo número: ¿Quién
es el misterioso oponente de Kl'rt? ¿Cómo fueron apresados
los creadores de Kismet? ¿Qué tiene que hacer Nova en
la Tierra? ¿A qué siniestra organización hará
frente Ganímedes? ¿Es el Imperio Troyano tan pacífico
como aparenta? ¿Curará Thanos a Sota de Corazones? ¿Adoptará
Genis un nuevo look? Comenzaremos a responder a todas estas preguntas
(y a algunas más que se nos irán ocurriendo sobre la
marcha) a partir de Poderes Cósmicos
# 28, en la red a partir de Agosto.
Un saludo y no dejéis de leernos, y escribid a Autopista
hacia el espacio - Correo de los lectores (bergil@altavista.net)
con cualquier duda o comentario que os surjan. Que no muerdo, caramba,
y es muy agradable recibir e-milios (incluso aunque sean críticos).