Poderes Cósmicos #16

Poderes Cosmicos #16Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.

#16 – Odio amarte… ¡amo odiarte!
Por Bergil


Fecha de publicación: Mes 16 – 8/99


PRÓLOGO

Ómicron de Caribdis, la estrella menos brillante de la constelación, se apagó. De repente, sin previo aviso, el cinturón de asteroides que la orbitaba quedó sin la escasa iluminación que les proporcionaba su sol.

– ¡Qué extraño! – exclamó el Crítico que observaba el fenómeno-. Alguien debería hacer algo…


– ¡He preguntado que qué es lo que ha ocurrido!

En ese momento, el generador auxiliar de energía conectó las luces de emergencia. En la tenue luminosidad rojiza, los dueños del Salón de Fantasía contemplaron una visión que les hizo desear haber seguido a oscuras. Una figura alada se encontraba de pie ante ellos. Con mechones de pelo cayéndole sobre los ojos, las piernas flexionadas, sostenía en sus manos una vara metálica, cuyo extremo superior brillaba, cargado de energía. De las comisuras de su boca caían hilillos de saliva, mientras sus ojos refulgían de furia.

Avanzó vacilante, pero no dio más de dos pasos. Cayó al suelo de bruces, al tiempo que la vara resbalaba de sus manos.

– ¿Y qué hacemos ahora, Damak?

– Pues ir a la caja de los krasternos y cambiar los fundidos por unos nuevos, claro. ¿Qué si no?

– Sabes perfectamente a qué me refiero, Damak: ¿qué hacemos ahora con ella?

– De momento, tenderla en ese sofá hasta que se recupere. Luego, ya veremos…

– ¿Y por qué no volver a colocarla en la máquina de evasión mental? No creo que esté de buen humor tras haber estado todos estos meses viviendo una fantasía.

– Lo sabes tan bien como yo. No se puede activar la máquina sin que el sujeto esté consciente. Así que hemos de esperar. Además, ya sabe que ha estado viviendo una ilusión. ¿Tú crees que podríamos retenerla mientras intenta evadirse? Yo creo que no.


INTERLUDIO

La Mansión de los Vengadores. El Capitán América había regresado a su puesto ante el monitor, avisado por Jarvis de que se había recibido una transmisión desde…

– ¿La Galaxia de Andrómeda? ¿Has entendido bien, Jarvis?

– Sí, señor, eso he dicho. Está escrito claramente en la pantalla.

– Bien, veamos de qué se trata.


Avatar recuperó la consciencia lentamente. Su visión, borrosa al principio, se fue aclarando, y pudo distinguir cada vez con mayor nitidez dos rostros frente a ella. Uno de ellos pertenecía a un humanoide cuadrúmano de piel anaranjada, alto y corpulento, armado hasta los dientes; el otro, a un sujeto de piel roja, con dos visores ante los ojos, el pelo trenzado con trozos de cables y los tendones del cuello marcándosele bajo la barbilla..

– ¿Qué es exactamente lo que me ha pasado? Lo último que recuerdo es surcar el espacio con Estela Plateada a mi lado…

– Bueno, verá… -balbuceó Damak, no demasiado seguro de si debía contarle la verdad.

– ¿Dónde estoy? -preguntó.

– Estás en Calculex. Te desmayaste y te hemos acostado en este sofá.

– ¡Oh, sois verdaderamente amables! -su voz era suave y cálida, en nada parecida a la áspera y fría que solía salir de aquellos labios. Su aspecto también había cambiado: ya no vestía una coraza negra, ni sus alas eran metálicas. Ahora llevaba una túnica blanca, del mismo color que las plumosas alas que brotaban de sus omóplatos. Y su vara se había transformado en un arco dorado, del que las luces arrancaban brillantes destellos -. ¿Podríais traerme un vaso de agua?

– ¡Cómo no! -respondió Milzram, deseoso de mantenerla con aquel humor. Damak le siguió.

– Oye, Milzram, ¿qué es lo que le ha pasado a esa tipa? -le susurró cuando le alcanzó.

– Que me aspen si lo sé. Cuando llegó buscando a Estela Plateada era una especie de bestia parda que no paraba en barras, mientras que ahora… ahora parece un corderillo.

– ¿Y te has fijado en sus alas? ¿Qué es lo que le habrá sucedido?

Cuando volvieron, Avatar ya se había incorporado, y estaba sentada en el sofá con la espalda recta y las piernas muy juntas.

– Muchas gracias -les dijo, al tiempo que cogía el vaso-. Tenía una sed… Es como si llevara meses sin beber -y apuró el contenido de un solo trago-. De hecho…

– Oh oh -masculló Milzram, mientras la túnica de Avatar volvía a convertirse en la coraza negra que había llevado desde su transformación, y sus alas dejaban de estar formadas por suaves plumas para ser de duro acero.

– ¡ESO ES LO QUE HA SUCEDIDO! -aulló, sosteniendo en sus manos la vara que había sustituido a su arco dorado-. ¡Decidme! ¿Qué es lo que me ocurrió REALMENTE? -preguntó, su voz rezumando ira contenida.

Damak ponderó las opciones: o se lo contaba y se enojaba, o no se lo contaba y se enojaba. Pero no tuvo ocasión de dudar demasiado tiempo: Damak se le adelantó.

– Lo que ocurrió fue que llegaste a este local buscando a Estela Plateada, que se encontraba disfrutando de la evasión que proporcionan nuestras máquinas (1), y le atacaste. Finalmente, Estela te derrotó y te dejó viviendo la fantasía que te proporcionaban las máquinas.

– Y ahí seguiría, de no ser por este afortunado accidente. Estela Plateada… -siseó, rechinado los dientes-. ¡Me vengaré! ¡¡¡ME VENGARÉ!!! -y, en un frenesí de rabia, disparó ráfagas de energía que alcanzaron todos los rincones de la tienda. Finalmente, lanzó un rayo especialmente potente contra la pared y salió por el boquete.

– Bueno -dijo filosóficamente Damak, tras pasear la vista por el destrozado local-, ya no tendremos que preocuparnos de si el tener tanto tiempo a un cliente que no paga nos va a llevar a la ruina. Estamos definitivamente arruinados.

Milzram tuvo que contenerse para no estrangularle.


Acelerando más y más, Avatar pronto dejó atrás las capas superiores de la atmósfera de Calculex. El odio que fluía por sus venas la alimentaba como una fuente de energía inagotable, y la impelía a ir cada vez más deprisa. Sin fijarse en lo que se encontraba en su camino -aunque no tuviera idea de cuál era dicho camino-, pasó a escasos metros de… ¡el Hombre Imposible!

– ¡Eh! -gritó con su voz chillona-. ¡Que lo de estar muerto de aburrimiento no era más que una expresión! Pero habráse visto… -si algo molestaba al poppupiano era que no se le prestase atención, por lo que se teleportó directamente en la trayectoria de Avatar y adoptó la forma de un guardia de la circulación; al tiempo que hacía sonar con fuerza su silbato, extendió la mano izquierda en ademán conminatorio-: ¡Halt, Miguelito! ¡Halt!

Pero Avatar no se detuvo, e Impy apenas tuvo tiempo de apartarse para no ser arrollado. Esto no desanimó al poppupiano. Al contrario, supuso un acicate para él. Teleportándose nuevamente, se metamorfoseó en una gigantesca señal de STOP. Nuevo fracaso. Tanto hubiera dado que hubiera adoptado la forma de una señal de dirección obligatoria: Avatar pasó a mayor velocidad que antes, y le dejó girando como una peonza.

– ¡Voto al chápiro verde! -logró exclamar tras recobrar la vertical, si es que tal cosa existe en mitad del espacio-. Hey, ese tal chápiro… ¿será un pariente lejano? Tengo que acordarme de preguntárselo a Reed Richards la próxima vez que le vea.

Nueva teleportación y nuevo cambio de forma. Esta vez, Impy -por infrecuente que tal cosa resultara en él- decidió emplear medios más sutiles. Se convirtió en una rampa semicircular que envió a Avatar en dirección opuesta a la que iba, ante la imposibilidad de frenar en seco. Cuando se detuvo, perpleja, Impy se teleportó ante ella:

– Bueno, al fin te has detenido. ¿Puede saberse dónde ibas con esas prisas? -le preguntó, con su proverbial curiosidad.

– Eso no es asunto tuyo, quienquiera que seas. Aparta de mi camino o será peor para ti.

– ¡Pero vaya humor que nos gastamos, señorita! Esa actitud no es nada recomendable en la vida y…

– ¡HE DICHO QUE TE APARTES! -rugió, enfurecida, Avatar, al tiempo que lanzaba un rayo hacia Impy.

El poppupiano no se alteró. Se había enfrentado a seres más poderosos que aquella grosera con alas, y seguía vivo para bromear sobre ello. Convirtiéndose en un embudo, dejó que el rayo le atravesara, inofensivo, e impactara en el campo de asteroides que se hallaba a su espalda.

– ¡Diana! -exclamó el poppupiano-. ¡Cien puntos! -añadió. Pero aquello no hizo sino enfurecer todavía más a Avatar, que lanzó un nuevo rayo. Impy se transformó entonces en el superser Agujero Negro, y el rayo desapareció inofensivo en su interior. Avatar lanzó un nuevo rayo; Impy se convirtió en Björn Borg y lo restó con un magnífico revés.

Otro rayo, e Impy se convirtió en un prisma que lo refractó en un arco iris. Otro más, e Impy era un tragafuego. Otro más aún, y era el superhéroe canadiense Shaman, absorbiendo el rayo dentro de su bolsa mágica. Un nuevo rayo, y era Hombre Puerta transportando el rayo a Dios sabe dónde. Otro rayo y se convirtió en el Capitán Ultra:

– ¡Uy, éste no, que no resiste el fuego! Ya me he equivocado de Capitán… -y se convirtió en el Capitán Héroe.

Otro rayo más, e Impy decidió pasar a la ofensiva: se convirtió primero en un espejo, que reflejó el rayo de vuelta hacia Avatar, fallando por centímetros; y luego en un tubo acodado, con lo que el rayo volvió directamente hacia Avatar y la alcanzó en el plexo solar, haciendo que perdiese la respiración.

– Está bien -dijo, entre jadeos-. ¿Qué demonios quieres?

– Pues sólo saber a dónde ibas con tanta prisa -respondió el Hombre Imposible-. Tenías aspecto de estar obsesionada con una idea y eso no es nada bueno, te lo digo yo. Porque el que se encuentra obsesionado con una idea no presta atención a otras cosas, lo que no deja de tener cierto peligro, y, por otra parte, las obsesiones son malas, porque te pueden dar dolor de estómago, y el tener una úlcera amarga la vida a cualquiera. Además…


INTERLUDIO

– ¿Y cómo sé que es realmente el príncipe Dezan quien me está hablando? -preguntó el Capitán América al skrull que se encontraba ante él, en la pantalla de la sala de comunicaciones-. Porque nada resultaría más fácil para un skrull que hacerse pasar por otro. Con vuestra habilidad metamórfica, la suplantación sería un juego de niños.

– Parece, pues, Capitán América, que nos encontramos en la misma situación que en aquella ocasión en que nos conocimos, hace algún tiempo. Sin embargo, no tengo que recordarte que, poco después, estalló la Hiper-bomba que privó a los skrull de su capacidad metamórfica. Por lo tanto, ya no resulta tan fácil que un skrull se haga pasar por otro (2).

«Ése ha sido un error, si es que intentas ganarte mi confianza, amigo», pensó el Capitán América. «Aquí en la Tierra sabemos perfectamente que los skrulls o, al menos algunos de ellos, han recuperado su capacidad metamórfica (3)«. Pero Steve Rogers tenía demasiado entrenamiento a sus espaldas para permitir que su interlocutor descubriera que él sabía lo que no quería que se supiese, así que continuó como si tal cosa.

– En cualquier caso, nada me indica que seáis el príncipe Dezan. Pero si sois él, deberíais saber quién quedó en la Tierra de guardia en el edificio Baxter, cuando los Cuatro Fantásticos viajaron al espacio y nos conocimos.

– Ése es un detalle que no se reveló en nuestro primer y último encuentro, Capitán…

«Es cierto», pensó el terrestre.

– …pero, en cualquier caso, no veo qué sentido tiene dejar a alguien de guardia en un lugar que ha sido destruido, como lo estaba el edificio mencionado en aquella época.

– Bien, veo que sois quien decíais ser, alteza -. A pesar de esta concesión, el Capitán aún no estaba seguro. El príncipe Dezan no había sido el único skrull presente en aquel encuentro, y si todos los skrulls habían recuperado su multiformidad, podría estar hablando con cualquiera -. ¿A qué se debe esta inesperada llamada?

– Bueno, reconozco que lo que voy a pediros no tiene precedentes en la historia skrull, pero… -y el príncipe Dezan se embarcó en el relato de lo sucedido en Satiriani desde la explosión en los aposentos de S’byll.


– … y por otra parte, una cucharadita de azúcar ayuda a tragar hasta la más amarga de las medicinas, como dicen en la Tierra -seguía hablando el Hombre Imposible. Avatar empezaba a sufrir una jaqueca de proporciones monstruosas-. La vida ha de verse desde un prisma alegre, abierto a nuevas opciones que nos permitan experimentar la multiplicidad del Universo, en su infinita variedad. El sentido del humor nos ayuda a pasar por encima de las mayores dificultades, aunque la tarea resulte imposible en apariencia. Como le dije en cierta ocasión a mi amigo el plateado (4)

– ¿El plateado? ¿Eres amigo de Estela Plateada?

– Pues sí, Estelita y yo somos buenos amigos. Como te iba diciendo… pero ¿qué te pasa? ¿Vuelves a estar obsesionada? -. Avatar había empuñado su vara de nuevo y apuntaba directamente hacia Impy con un brillo asesino en la mirada-. Ya te he dicho que eso no es nada bueno…

– ¡CÁLLATE! ¡Estoy harta de ti! ¡Y el que seas amigo de Estela Plateada no mejora en absoluto la situación! De hecho, ¡es lo peor que podrías haber dicho! -y comenzó a lanzar rayos a tal velocidad que hasta los continuos cambios de forma del Hombre Imposible (Mapache Cohete, una diana con un agujero en el centro, una cesta de cesta punta…) apenas bastaron para librarse de ser alcanzado. Los rayos cada vez pasaban más cerca de él, cuando de repente resonó una voz dulcísima que detuvo en seco a su oponente.


INTERLUDIO

– Desde luego, semejante muestra de confianza es inesperada. Perdonad mi rudeza, alteza, pero creía que los skrulls en general, con vuestra posible excepción, y muy en particular el que nosotros conocemos por Superskrull, consideraban a los terrestres como

inferiores, casi como animales, y les da lo mismo lo que les ocurra -. El Capitán había sido intencionadamente descortés: la mayoría de los skrulls reaccionaría con enojo ante semejante provocación. Si su interlocutor seguía manteniendo la comunicación, significaría que era el verdadero príncipe Dezan… o que el objetivo perseguido por los skrulls era de tal magnitud que estaban dispuestos a admitir cualquier ofensa.


– Mi avatar, ha llegado el momento en que tus servicios me son necesarios. Ven conmigo -y Avatar desapareció (5).

– ¿Alguien me puede explicar qué demonios es lo que acaba de pasar? -preguntó el Hombre Imposible, sin dirigirse a nadie en particular.


(1) Sucedió en Estela Plateada # 92

(2) Que se narró en los Anuales publicados en 1.986. La recuperación del poder metamórfico acaeció en los números de Estela Plateada publicados en 1.989. Sin embargo, los Vengadores no saben que hay skrulls metamorfos hasta Operación: Tormenta Galáctica, publicada en 1.992. Por lo tanto, si el tiempo MarvelTópico discurre como el tiempo Marvel (cuatro años reales equivalen a un año Marvel), lo saben desde hace un año, poco más o menos.

(3) Lyja, la esposa de Johnny Storm, es conocida por la comunidad superheroica terrestre en general.

(4) En Estela Plateada # 36

(5) Si quieres saber qué es lo que le ha ocurrido a Avatar, no dejes de leer Emociones primarias, de próxima publicación en MarvelTopía.


En nuestro próximo número: nuevas amenazas acechan a nuestros héroes, mientras la degeneración del Universo continúa. No dejes de leernos, y escribe a Autopista hacia el espacio – Correo de los lectores con cualquier duda o comentario que te surjan. Nos vemos en un mes o treinta días, lo que ocurra antes…

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