JSA #49

JSA #49Ellos fueron los primeros. Fueron leyenda, y luego fueron olvidados. Ahora han vuelto… para ser más grandes que nunca.

#49 – El don de la inocencia II
Juego de máscaras

Por Tomás Sendarrubias


Fecha de publicación: Mes 169 – 5/12


Acuario de San Francisco, California.

La gélida mirada del guardia de seguridad mientras comprobaba la invitación que acababa de coger de sus manos y revisaba el nombre en la Tablet que llevaba en la mano, hizo que por un momento, Todd tuviera que esforzarse en no girarse nervioso hacia Kendra, que le apretó con fuerza el brazo. Pero finalmente, el portero asintió, y apartó el cordón de terciopelo que cerraba el acceso simbólicamente a la más exclusiva de las fiestas que la ciudad de San Francisco había visto en años.

-¿Ese era…?-masculló Todd, dejando atrás a docenas de periodistas y curiosos y adentrándose en el gigantesco acuario siguiendo una alfombra roja flanqueada con jarrones de flores azules y blancas, los colores de la noche. Kendra asintió, y Todd enarcó las cejas, tratando de volver su atención a la gente que se movía a su alrededor. Lanzó una mirada hacia atrás y vio que Pieter y Lytta habían pasado también el cordón de seguridad, así que lanzó un suspiro de alivio.

-¿Quieres relajarte?-siseó Kendra-. Parece que hayas robado el jabón de los baños.

-Lo siento, lo siento…-gruñó Todd-. No estoy acostumbrado a este mundo.

-¿Crees que yo sí?-replicó ella, mientras llegaban a la sala central del Acuario. Un cuartero de cuerda ocupabe el centro, tocando alguna pieza con ciertos aires cíngaros, de forma briosa. A su alrededor, tras los cristales de seguridad, tiburones, medusas y rayas realizaban silenciosas y sombrías pasadas sobre los invitados, mientras un ejército de camareros servían bebidas y canapés de diseño, deslizándose como fantasmas entre los invitados, vestidos de Armani, Versace, Gucci o Dolce&Gabbana-. De todas formas, me alegra que hayas podido venir. No hay muchos en la JSA con la edad adecuada para encontrar su sitio en todo esto.

-Sí, bueno, ayudar es lo menos que puedo hacer-masculló-. Cuando Mister Terrific nos avisó de lo que pasaba, papá y yo no podíamos quedarnos aparte. Aunque tenga que ir vestido como un…

-Estás muy guapo, Todd-sonrió Kendra, pellizcando la mejilla del chico, que no tardó más que unos segundos en sonrojarse-. Los chicos no sabéis lo bien que os sienta una corbata.

-Gracias, tú también estás preciosa-respondió él, y Kendra sonrió. Realmente, se sentía espléndida con aquel vestido de seda italiana de color mostaza, con un corte que le recordaba a Kendra las ropas del antiguo Egipto, y complementos dorados y azules, inspirados en las pinturas del Valle de los Reyes-. Y hemos visto a… vaya. Es más guapo aún en persona. Me han entrado unas ganas terribles de tomarme un ristretto.

-Bueno, niños, ya está bien-les interrumpió la voz de Ted Grant a través de los transmisores subcutáneos que llevaban en sus oídos-. Aún estamos recuperándonos del comentario de Kendra sobre nuestra edad, y para ser sinceros, Todd, tu padre no ha llevado demasiado bien el comentario sobre tu afición al café italiano.  Un momento… ¡Todd, mira a tu izquierda!

-¡Qué!-susurró Todd, girándose de inmediato hacia el lugar que Wildcat le había indicado, con el corazón golpeándole el pecho como un caballo furioso y esperando encontrarse a Gorila Grodd avanzando por el acuario con las cabezas arrancadas de los invitados como collar. Una mujer ataviada con un traje asimétrico de seda verde reía mientras tomaba una copa de champaña y hablaba con dos hombres-. Ted, ¿qué…?

-¡Es Scarlett! Tío, acércate a ella y…

-Y Wildcat queda relevado del micrófono-dijo otra voz, y de inmediato, Todd reconoce a Mister Terrific-. Estáis en el primer nivel de la fiesta, pero esto sólo ha sido lo fácil. Se supone que las invitaciones que Lytta le sacó a Minori Akenara (1) os darán acceso a lo más profundo de esa fiesta…

-Y allí está el culpable de todo esto-señaló Kendra-. William Compton IV, rico hasta más no poder, presidente de doce empresas filiales de LexCorp, y que comparte nombre con el vampiro más moñas de True Blood… y no parece avergonzarse de ello.

-También era un amigo y caballero de cámara de Enrique VIII de Inglaterra-respondió Mister Terrific, y Kendra y Lytta, situadas en dos extremos de la sala, no pudieron evitar cruzar una mirada socarrona.

-Da miedo-susurra Todd, y Kendra sonríe.

-No tiene aspecto de tener ningún metagén, Todd, no deberíais tener ningún problema para…

-Se refería a ti, Michael. Y tiene razón, a veces das miedo-dice Kendra-. Nos vamos a acercar a él.

-Me ha oído, me quiero morir de vergüenza…-siseó Todd.

-Y te sigue oyendo-dijo Kendra riendo. Su risa atrajo la atención de William Compton, el organizador de todo aquello, un hombre de unos cuarenta años, con el cabello oscuro, bien cortado, y con el flequillo cayéndole sobre la frente. Su rostro era firme, y sus ojos grises. Iba vestido con un traje hecho a medida, de color gris claro, con una camisa azul celeste y sin corbata. Un piercing con un pequeño diamante brillaba sobre su ceja izquierda.

-Una risa encantadora-dijo, y Kendra sonrió, seductora.

-Muchas gracias-respondió-. Me han dicho que debo darle a usted las gracias por todo esto-dijo, señalando a su alrededor. Un camarero pasó junto a ellos, y Kendra cogió una copa de fino cristal de Bohemia, y dio un sorbo al champaña-. Excelente.

-Me lleva ventaja, señorita, creo que usted ya me ha identificado, y yo aún no se quien es usted, ni su acompañante-sonrió Compton, y Kendra se llevó una mano al rostro, como si estuviera avergonzada.

-Lo siento-musitó-. Soy Elizabeth van Horne, y él es mi hermano Nathan.

-De Nethenterprise-dijo Compton, y Kendra asintió, mientras el hombre les estrechaba las manos a ella y a Todd-. Es un placer conocerles al fin, los dos hermanos que han revolucionado el mundo empresarial. Las acciones de su empresa están subiendo como la espuma en la Bolsa Internacional, es fascinante que ocurra algo así en un momento como este.

-Mi padre siempre decía «crisis significa oportunidad». Los gobiernos débiles permiten empresas fuertes.

-Teoría que comparto con todo el corazón-asintió Compton-. Aunque hay momentos en los que los gobiernos son tan débiles que caen, y arrastran consigo muchas cosas.

-He oído que sus empresas han perdido millones de dólares por el asunto griego (2)-interviene Todd, y Kendra le fulmina con la mirada.

-Nathan, es de una educación pésima…-comenzó a regañarle, pero Compton la interrumpió con un gesto.

-No importa, señorita van Horne, su hermano no ha dicho más que la verdad. Pero es lo que ocurre cuando se juega a estos niveles, señor van Horne, las ganancias tienen tales niveles que las pérdidas tienen que ser comparables. Estoy seguro de que su padre estaría de acuerdo conmigo.

-Claro-asintió Kendra, mientras por dentro, se moría de ganas de romperle la nariz mientras le decía «¡Idiota! ¡Mi padre no existe! ¡Nethenterprise es sólo una tapadera de Industrias Wayne!»-. Todo cambia cuando uno se mueve en determinados niveles. Todo parece volverse… tedioso. No quisiera ofenderle, señor Compton…

-Vuelvo a estar de acuerdo con usted, señorita…

-Elizabeth.

-Oh, será un placer. Un nombre regio. Le sorprenderá saber que William Compton, del que llevo el nombre, era un caballero de la corte de Enrique VIII, el padre de Elizabeth I de Inglaterra…

-Que coincidencia tan curiosa-dijo Todd.

-Creo que no me equivoco al suponer que encuentras esta fiesta aburrida, Nathan-sonrió Compton, y el muchacho, se encogió de hombros-. Me ocurre lo mismo, tengo la impresión de que vista una fiesta, vistas todas. Por muchos famosos que haya.

-¿Hay famosos?-preguntó Todd-. No me había dado cuenta.

Las cejas de Compton se enarcaron un momento, pero luego sonrió, y Todd le siguió en la risa.

-Un gran sentido del humor, Nathan. Realmente es una gran suerte que hayan aceptado mi invitación, llevo algún tiempo pensando en las cosas que Nethenterprise y algunas de mis empresas podrían hacer trabajando juntas…

-Mi padre siempre dice también que las fiestas son buenos lugares para concertar citas, pero no para hablar de negocios-Kendra llamó a uno de los camareros, y cogió un canapé, una tempura de espinacas con salsa pesto. Realmente, estaba deliciosa-. William, podríamos comer juntos mañana quizá. Pero esta noche… había oído que tus fiestas eran memorables.

-Oh, eso-sonrió Compton-. ¿Te gustan las diversiones especiales, Elizabeth?

-Le gustan a mi hermano-siseó ella-. Y a mi me gusta mirar.

Compton guardó silencio un segundo y sonrió. Todd vio que algo recorría sus ojos, algo… lascivo que hizo que tuviera de inmediato la necesidad imperiosa de darse una ducha. Con estropajo.

-Acompáñenme-dijo Compton, y Kendra sonrió. El empresario se dirigió hacia uno de los cordones plateados que sellaban las escaleras que llevaban al segundo piso del Acuario. Uno de los guardias de seguridad identificó de inmediato al señor Compton, y apartó el cordón. Todd se dio cuenta de que la escalera estaba situada justo detrás de un tanque de tiburones, por lo que nadie les vería subir-. Debo reconocer que también había oído hablar de que poseían unos gustos particulares. Los jóvenes de sus características suelen tenerlos.

-¿De nuestras características?-preguntó Todd, y Compton sonrió.

-Niños ricos, mimados desde la cuna, que lo han tenido todo sin ningún esfuerzo, que no conocen el valor de nada. Niños que han tenido a mano alcohol, drogas y sexo casi al mismo tiempo que les salían los dientes, y que cuando cumplen los dieciséis, han vivido tanto que son ya ancianos y necesitan alicientes que les hagan sentir algo, lo que sea.

Kendra se detuvo en las escaleras, y miró a Compton con el ceño fruncido.

-Nos está insultando, señor Compton…

-No-replicó él-. Sólo dejo constancia de un hecho. Yo formé parte de esa mismo círculo. De una forma o de otra, siempre lo formaré. Ahora, puedes seguir subiendo, Elizabeth, admitir que si no estuvieras aquí estarías encerrada en algún baño cortándote para romper tu insensibilidad, y disfrutar de todo lo que puedo ofrecer; o bajar esas escaleras y marcharse de aquí indignada. Aburridamente indignada.

-Yo me quedo, Beth-masculló Todd, y tras fingir que lo meditaba un segundo, Kendra asintió y continuó subiendo las escaleras. Compton sonrió satisfecho, y les guió hasta el piso superior. Allí había varias plataformas que pasaban sobre los grandes tanques de los animales, y desde allí se accedía también a despachos y laboratorios. Y por lo que Todd y Kendra pudieron comprobar, también una zona de almacenaje. Compton abrió la puerta, y Todd escuchó un jadeo que le puso el vello de punta.

-Hay más como ustedes y como yo-dijo Compton, haciendo un gesto para que entraran. Todd y Kendra le siguieron, y al instante, ya se estaban arrepintiendo de haberlo hecho.

Alguien había dividido la zona de almacenaje con paneles que daban cierta privacidad a sus ocupantes, pero aquello era la pesadilla que exactamente se habían imaginado que sería. Compton se detuvo en un espacio oscuro, iluminado tan solo con la luz indirecta de un fluorescente, y Todd y Kendra vieron a varios niños de entre seis y trece años sentados en el suelo. Algunos jugaban, otros simplemente miraban con cierta curiosidad a los recién llegados. Otros tenían la aprensión pintada en el rostro.

-Nathan, como puedes ver, aquí hay de todo. ¿Qué te van más, los niños o las niñas?

-Hijo de puta…

«Y hasta aquí ha llegado la mascarada», pensó Kendra, mientras la oscuridad de la sala parece deslizarse para cubrir a Todd, que ante la mirada atónita de William Compton IV, se convirtió en Obsidian.

Los niños gritaron, mientras las sombras rodeaban a Obsidian y a Compton, y se extendían por el resto de la zona de almacenaje, provocando gritos entre los niños y aquellos que estaban con ellos. Un hombre desnudo trató de escapar, dirigiéndose hacia la puerta, pero esta reventó cuando el Doctor Medianoche la abrió de una patada, que estrelló la hoja de madera contra el rostro del hombre, que cayó al suelo con la nariz rota  y boqueando sangre. La luz dorada de Destino iluminó la sala, y los gritos de los niños cesaron cuando la bruma de oro les iba envolviendo. Compton se estrelló contra la pared tras recibir un fuerte puñetazo de Obsidian, y trató de incorporarse, pero las sombras le aferraban, tiraban de él con tal fuerza que por unos instantes, pensó que iban a atravesar la pared. Todd le golpeó de nuevo.

Y otra vez.

Y otra vez.

Y…

-Basta-le ordenó Hawkgirl, sujetando su brazo, y Obsidian volvió en sí. Compton estaba tirado en el suelo, con el rostro descompuesto por los golpes. Los niños se reunían alrededor de Destino, mientras el Doctor Medianoche y varios agentes de la policía de San Francisco se encargaban de los «amigos» de Compton-. Todd, basta.

Los ojos blancos de Obsidian se clavaron en Compton, y por un instante, Hawkgirl tuvo la sensación de que volvería a arrojarse sobre Compton y no podría hacer nada por evitarlo. Pero Todd se limitó a gritar, y las sombras se agitaron. Los policías se sobresaltaron, mientras los niños, atrapados por el hechizo anestésico de Lytta, ni siquiera hicieron amago de haber escuchado algo. Obsidian salió volando, atravesó una claraboya, y voló hacia la bahía, hacia el mar.

-Dios mío…-masculló uno de los policías, mientras Kendra se arrodillaba junto a Compton.

-Tienes suerte de que haya decidido marcharse. Pero no te confíes, yo tengo ganas de terminar lo que él ha empezado.


La oscuridad del mar parecía llamarle. La luz de San Francisco estaba a su espalda, y el Pacífico se abría ante él,  una inmensa oscuridad que…

-Todd.

Obsidian se giró, y vio que Destino flotaba tras él, envuelta en una luz dorada.

-¿Qué…?-comenzó a preguntar Todd, y entonces se dio cuenta-. Creíais que… que iba a desaparecer otra vez. Que iba a volverme loco… otra vez…

-Sí-asintió Lytta-. Yo he estado a punto de volverme loca. Esos niños… Todd, esos niños, algunos de ellos, tenían la edad de mi… de mi hijo. Y que los usasen así, que…

-Quería matarlo, Lytta-dijo Obsidian-. Debería haberlo matado.

-Probablemente-asintió ella-. Pero por mucho que nos duela, William Compton es sólo una pieza más de un puzzle inmenso. Y vamos a por el dueño del puzzle.

-Todo era más sencillo antes-masculló Todd-. ¿Lo recuerdas? Jennie-Lynn y yo, Héctor y tú, Al, Norda… incluso Sly y Karen (3)…

-Queríamos jugar a los superhéroes, y mira ahora…

-Hubiera preferido seguir simplemente jugando.

-Yo también, Todd-musitó Lytta, tomándole de la mano-. Yo también.


Black Adam miró, flotando a varios metros del suelo, como la policía de San Francisco se hacía cargo de los hombres y mujeres que habían participado en la fiesta de Compton. Los periodistas fotografiaban todo lo que podían, mientras los invitados trataban de resguardar la intimidad que pudiera quedarles.

-La mayoría de esta gente son inocentes-dijo Centinela, volando a su lado-. No es justo que todas sus carreras se vean cuestionadas por estar en el sitio equivocado en el momento equivocado…

-Por eso Jakeem ha ordenado a Thunderbolt que borre todas y cada una de las fotos e imágenes recogidas esta noche. La información estará sólo en los ficheros de la policía. Esta noche se convertirá en una leyenda, y nadie podrá asegurar quién estaba aquí y quien no estaba.

-No suena a idea tuya-respondió Alan, y Adam negó con la cabeza.

-No lo ha sido, es cosa de Jay.

-Me lo imaginaba. Adam, lo que estamos haciendo es…

-Quizá lo más importante que hayamos hecho nunca, lo sé.

-Pero me han dicho que te negabas a que la JSA…

-Alan, hoy, gobierno un reino. Kahndaq ha sido siempre mi responsabilidad, y hace más de dos mil años que es así. Con la JSA es lo mismo, pero con el mundo. Somos responsables del mundo. Y cuando uno tiene una responsabilidad tan grande, si se mezcla en los pequeños detalles, se pierde en ellos. ¿Debemos detener a cada ladrón, cada asesino, cada delincuente, por pequeño que sea, Alan? ¿Todos ellos son nuestra responsabilidad? Porque en algún sitio tenemos que parar, o volvernos locos. Dile a Terrific que te pase las noticias de lo que está ocurriendo ahora mismo en el resto del mundo, Alan, y luego dime de verdad que podemos detenerlo todo, hacer que todo vaya bien.

-Adam, no…-comenzó a decir Alan, pero enseguida se dio cuenta de que las palabras que iba a decirle a Adam serían inútiles. No le podía decir a Black Adam simplemente «tenemos que intentarlo». Así que decidió guardar silencio.


Todos miran hacia el cielo cuando el Raptor de Jaque Mate hace su aparición, tomando tierra en un espacio despejado por la policía para ellos, cerca del Acuario. Flash lo observó, con los brazos cruzados ante el pecho, y a su lado, Wildcat  frunció el ceño bajo la máscara. La puerta del Raptor se abrió, y de la estilizada nave marcada con el sello de Jaque Mate, el caballo de ajedrez en negro y blanco, salieron varios agentes, tanto de Blancas como de Negras, que se dirigieron de inmediato al Acuario, a la policía y a los periodistas. Tras ellos, Jesse Quick saltó a tierra, seguida por Asesina Zorra Fantasma (4). De inmediato, Jesse se dirige hacia Flash y Wildcat, deteniéndose a unos pasos de ellos, con gesto serio.

-Jay…  Ted…-saludó ella y ambos hicieron un gesto de asentimiento-. Habéis hecho un buen trabajo…

-Y vosotros habéis sido muy amables al coordinarnos con la policía de la ciudad y no hacernos una emboscada. Aunque claro, aún estáis a tiempo. ¿Carter está escondido en algún sitio para hacernos tragar su maza (5)?

-Ted, creía que todo eso estaba olvidado…

-Jesse, nos habéis dado dos putas horas para hacer esto antes de expulsarnos de suelo norteamericano-gruñó Wildcat-. Somos la Sociedad de la Justicia de América, ¿se os ha olvidado?

-Carter piensa que se os ha olvidado a vosotros. Y mucha gente está de acuerdo con él cuando ve a Black Adam, Ted. No podemos dejar que os llevéis a ciudadanos americanos a Kahndaq para interrogarles allí o lo que sea que tuvierais pensado hacer… Kahndaq y Estados Unidos no tienen relaciones amistosas, y…

-Jesse… ya da igual-la interrumpió Jay-. Hemos hecho nuestro trabajo, y ahora vosotros podréis hacer el vuestro.

-Las cosas no tienen por qué ser así, Jay-dijo ella, y Flash negó con la cabeza.

-No, no tendrían que haber sido así. Pero fue Carter quien metió a Arenero en el Palacio de la Justicia, y fue Arenero quien mató a Joan.

-Esto no es…

-Haced vuestro trabajo, Jesse. Nosotros nos vamos.

-Jay…

Flash y Wildcat se giraron, dirigiéndose hacia El Destello, donde el resto de sus compañeros ya les esperaban. La silueta de Black Adam se recortaba contra la puerta de la nave, y Jesse Quick le miró. Ese hombre les había ayudado a derrotar a J´onn (6); Alan, Ted y Jay confiaban en él…

La Reina de Negras no se podía quitar de encima la sensación de que Jaque Mate se estaba equivocando mucho con Black Adam. Pero mucho.


-¿Y ahora qué?-preguntó Jakeem, mientras Artemis hacía despegar el Destello. La imagen de Mister Terrific, sentado en su silla de ruedas apareció a su lado, un holograma tan real que parecía que se le pudiera tocar.

-William Compton y sus amigos han pasado a custodia de la policía de San Francisco y de Jaque Mate-respondió Terrific-. He analizado todos los discos de seguridad de sus empresas y de sus ordenadores personales, y no hay ni rastro de nada de todo esto. Al parecer, sólo era un cliente más de la red de trata de menores.

-¿Estamos en un callejón sin salida?-preguntó Obsidian, y Destino negó con la cabeza.

-No. He sacado algo de su cabeza. Y tenía una cabeza muy sucia, creedme.

-¿Y entonces, dónde vamos?-inquirió Artemis, preparada para introducir los datos en el panel de vuelo del Destello.

-Montreal-respondió Lytta-. Estos hijos de puta se reunían para hacer sus orgías en Montreal.


Centro Comercial Promenades-des-Cathedral, Montreal. Canadá.

-¿En serio han puesto un centro comercial debajo de una catedral? Estos canadienses, además de tenerle miedo a la oscuridad (7), están locos-masculla Jakeem. Y

Con el vuelo periorbital del Destello, la JSA había conseguido llegar a Montreal en cuarenta minutos desde San Francisco. Aún era de noche en la Costa Este de Canadá, y el gran centro comercial de los Paseos de la Catedral estaba vacío. Los guardias de seguridad dormían en un sueño provocado por Destino. Los grandes pasillos se perdían en las entrañas de la que era una de las ciudades más antiguas de Norteamérica, y sobre los miembros de la JSA estaban los jardines y parterres que ocupaban el espacio que estaba directamente debajo de la catedral.

-Los subterráneos de Montreal son inmensos-dijo Terrific, a través de su comunicador-. Creo que he localizado la puerta a la que se refería Destino, seguid el corredor de vuestra derecha…

Los escaparates de las grandes marcas dieron paso a tiendas más pequeñas, y los escaparates de las tiendas más pequeñas, a zonas mal iluminadas que conectaban unas galerías con otras, o donde cierres de colores chillones o siniestros cerraban locales cuyo contenido los miembros de la JSA preferían ignorar. Y ante una de esas puertas se detuvo el Doctor Medianoche. Era el lugar indicado por Mister Terrific.

Un rayo verde brotó de las manos de Centinela, y tomó la forma de un elevador neumático, que levantó fácilmente el cierre metálico que cubría una puerta de acero negro, sin mirador ni símbolo alguno. Tenía todo el aspecto de ser un simple local de mantenimiento.

-Thunderbolt, abre-ordenó Jakeem, pero para su sorpresa, el genio se niega.

-J.J, deberíamos irnos de aquí…-siseó Thunderbolt, ante la mirada atónita de la JSA.

-Thunderbolt, me estás dejando mal…

Black Adam se acercó a la puerta, y lanzando una mirada de desprecio hacia el genio rosado, desencajó la puerta de sus goznes con un solo empujón.

-Ya está-dijo el rey de Kahndaq.

-J.J…-siseó Thunderbolt, pero el muchacho se encogió de hombros y cruzó el umbral con el resto de la JSA. En el momento en que todos hubieron cruzado las puertas, se escuchó un chasquido seco, y cuando se giraron, vieron una inmensa plancha de metal que caía tras ellos, bloqueando la salida. La luz de Thunderbolt permitía que vieran los extraños signos grabados sobre ella.

-¿Qué es eso?-preguntó Jay, y se sorprendió al no recibir respuesta de Mister Terrific-. ¿Michael?

-No hay señal-dijo Pieter.

-Estos signos…-masculló Lytta, y entonces, los reconoció-. Oh, mierda. Oh, mierda.

-¿Qué…?-comenzó a decir Artemis, y en ese momento, un sonido infernal pareció hundirse en su cabeza, taladrando sus oídos como cristal fundido. La Bana-Mighdal cayó al suelo, incapaz de mantener el equilibrio, y viendo como sus compañeros caían de la misma manera, víctimas de un ataque sónico. ¿Dónde había visto esos signos antes?

Y entonces los recordó.

Signos del Cuarto Mundo.

-Bien-dijo alguien, y Artemis se revolvió sobre sí misma hasta poder enfocar la vista. En el pasillo, ante ellos, había un hombre, vestido con pantalones y chaqueta de cuero, y una máscara de cristal rojo cubriéndole el rostro-. Me gustaría saber qué hacéis aquí y qué queréis de Intergang.

-Nightwing…-siseó Artemis, que notó que perdía el sentido, pero él negó con la cabeza.

-No, ya no. Capucha Escarlata.

La oscuridad cayó sobre la Bana.


1.- En el número anterior.

2.- Lo podéis ver en los telediarios… o este mismo mes (si todo va bien) en WonderWoman…

3.- Jade, Obsidian, Silver Scarab, Fury, Nuklon, Northwind, Star-Spangled Kid y Power Girl fueron los miembros del Infinity Inc original… la Cazadora también andaba por allí, pero era Helena Wayne, y no sé si Helena Bertinelli, la actual Cazadora, ha formado alguna vez parte de Infinity Inc, así que… por si acaso la dejo fuera…

4.- La Reina de Negras y su Torre… ¿no estáis leyendo Jaque Mate? ¡Muy mal hecho!

5.- No hay demasiada buena sangre entre la JSA y Jaque Mate, o más bien, entre la JSA y el Rey de Negras, Hawkman. ¿Por qué? Si no lo sabes aún, a leer JSA: Patria, aquí en DCTopia.

6.- En Crisis de Familia.

7.- ¿No lo sabías? ¡Ve «Cómo conocí a vuestra madre» y descúbrelo por ti mismo!


JUSTICIA PARA TODOS

Avanzamos en la que creo que es la trama más… siniestra que he escrito para JSA, y lo hacemos encontrándonos con un invitado muy especial. ¿Qué tiene que ver Dick Grayson con todo esto? Y tras las flores de David Guirado y Carlos Fortuny en el anterior número en Facebook, pues nada, espero más en este.

¡Que os guste!

Por cierto, ¿os habéis dado cuenta de que el próximo número de JSA es el 50? Habrá que celebrarlo, ¿no?

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One Response to JSA #49

  1. Carlos Fortuny says:

    No se como, pero se me quedó este cap sin leer jejeje
    La trama se sigue desarrollando muy bien, y estoy deseando ese número 50, a ver que tiene que ver Dick con todo esto ^^

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