Poderes Cósmicos #26

Estela Plateada. Señor del Fuego. Legado. Sota de Corazones. Bill Rayos Beta. El Hombre Imposible. Poseedores de poderes sobrehumanos que han jurado preservar el status quo del Universo.

#26 – Consecuencias
Por Bergil


Fecha de publicación: Mes 27 – 7/00


Quasar entró en la enfermería de Titán para despedirse de Kismet. Su sorpresa fue mayúscula cuando no vio a nadie. Se dio la vuelta para dirigirse al encuentro de alguien a quien preguntar… y se encontró de frente con la propia Kismet.

– ¡Kismet! -exclamó-. ¿Qué haces levantada?

– Me parece que es evidente, Quasar -repuso la mujer de piel dorada-. Me voy contigo.

-Pero… pero… ¡si apenas hace unos días no podías ni moverte de la cama! No puedes…

– ¿Haberme recuperado tan pronto? ¿Estar ya bien? Sí a las dos cosas.

– Pero…

– Ni una palabra más. Iré contigo. Me costó mucho encontrarte, y no voy a perderte de vista otra vez.

Quasar pensó rápidamente. Sabía por propia experiencia lo obstinada que podía ser Kismet cuando se le metía algo entre ceja y ceja. Por otra parte, ¿qué mejor medio de vigilarla que llevarla consigo? Decidido, asintió.

– Está bien. Vámonos, pues (1).


A solas en la cámara que hasta entonces había ocupado en Titán, próxima a la enfermería, Ganímedes empacaba sus escasas pertenencias y se preparaba para partir. Cogió su bastón y dirigió una prostrera mirada a la habitación, se puso la capucha, suspiró y traspasó la puerta. Avanzó por los pasillos hacía poco tan concurridos y ahora silenciosos sin cruzarse con nadie, hasta llegar a una de las exclusas que comunicaban con el exterior de la luna.

Oyó pasos tras ella y se volvió. Era Mentor.

– Entonces -preguntó el anciano eterno-, ¿es definitivo? ¿Nos abandonas?

– Sí, Mentor -dijo Ganímedes, intentando sonreir-. Con Jack desaparecido, no hay nada que me ate aquí. Quiero decir…

– No te preocupes -la cortó Mentor, con un gesto de comprensión-, te entiendo. Bien, si tu decisión es firme…

– Lo es.

– … entonces, no intentaré detenerte. Pero quiero que sepas que aquí siempre serás bien recibida.

– Gracias, Mentor. Jamás os olvidaré.

Ganímedes atravesó la exclusa, subio por el corto pasillo y salio a la superficie de Titán. Se concentró y levantó el vuelo, alejándose más y más.


En otra habitación de Titán, Genis estaba despidiéndose de su madre.

– Ten cuidado, Genis -dijo Eleusys, ajustándole el cuello de la chaqueta.

– Sí, madre, lo tendré. Y tú, ¿qué tal te encuentras? (2)

– Bien, bien. No me ocurrió nada serio, si exceptuamos el quedar perdida en el tiempo y el espacio por espacio de varios meses. Pero supongo que con unos días más de descanso quedaré completamente repuesta.

– ¿Piensas regresar a casa?

– Es algo que todavía no he decidido, Genis. Quiero estar completamente restablecida. Ya lo veré entonces.

– Bueno, debo partir ya.

– ¿Tan pronto? -. Como a la mayoría de las madres, a Eleusys le parecía escaso el tiempo que pasaba en compañía de su hijo-. ¿No puedes quedarte un poco más?.

– No, madre. ¿Cómo es eso que dicen en los seriales de holovisión? El mal nunca descansa, o algo así. Lo siento de veras, madre, pero debo partir. Hasta pronto.

Genis y Eleusys se separaron, intentando ambos que las lágrimas no afloraran a sus ojos.


En Satirani, S’byll, el príncipe Dezan, Talos y Kl’rt escuchaban el informe del servicio de inteligencia. Era el primer acto de trabajo que realizaba la emperatriz desde que había resultado herida en el atentado (3), y se esforzaba por mantener la concentración.

– …y los shi’ar y los kree fueron finalmente contenidos por los terrestres en las proximidades de uno de los satélites del sexto planeta de su sistema planetario. Entre los terrestres estaban… -y aquí el oficial de inteligencia procedió a enumerar a todos los participantes en la defensa de Titán-. Además, hay que mencionar que un terrestre al que creíamos muerto, el llamado Capitán Héroe, participó en la defensa. De hecho, fue él el que se enfrentó al Pretor de la Guardia Imperial.

– Bueno, esos héroes terrestres no hacen más que resucitar una y otra vez -dijo Kl’rt con una sonrisa torcida. También era su primer acto de servicio desde su enfrentamiento con el tecnarca (4)-. De hecho, me extraña que el mil veces maldito Mar-vell no haya regresado ya.

– En cuanto a las flotas de los autoproclamados emperadores S’nuel y C’rteg, se enfrentaron entre sí cuando todavía se encontraban a varios añosluz del sistema. Cuando el treinta y nueve por ciento de la flota de S’nuel y el sesenta y dos por ciento de la de C’rteg estaban destruidas o averiadas, de repente se detuvieron y regresaron a sus bases respectivas. La capacidad de defensa de los territorios citados ha pasado a ser de…

Kl’rt dejó de escuchar el tedioso informe. Por otra parte, no le estaban contando nada que no supiera ya. De todos modos, se preguntó si Dezan o Talos habrían establecido algún tipo de conexión entre su desaparición y lo ocurrido en Titán. S’byll probalementa podría haberlo hecho, de haber tenido noticia de su ausencia; pero no había recuperado la consciencia hasta un par de días después de su regreso.


Razorback paseaba por los alrededores del Star Stop Café. Los gemelos por fin se habían dormido, y Taryn había aprovechado para descabezar también una siesta, antes de la siguiente toma (5). No llevaba ningun rumbo fijo, le bastaba con contemplar las estrellas y disfrutar del bendito silencio. Casi agradecía que U. S. y Al estuvieran realizando un encargo y no estuvieran en casa…

Sus pasos le llevaron hasta donde el gigantesco ser conocido, muy apropiadamente, como Gran Enilwen se encontraba encorvado sobre algo que Buford no podía ver, ya que el alienígena estaba de espaldas..

– ¡Hola, Enilwen! -gritó-. ¿Cómo te va?

– ¡Razorback! -se alegró Enilwen, volviéndose-. Enilwen se alegra de verte. ¿Cómo están los hijos de Razorback y Taryn?

– Durmiendo, gracias a Dios.

– ¿Dios? Enilwen no conoce a Dios, Razorback. ¿Es acaso Dios pariente de Xemmuu, el oso de peluche que hace dormir a la gente (6)?

– No, no, verás… -comenzó Razorback a intentar explicar a Enilwen. Pero rectificó sobre la marcha, sabedor de que iba a ser muy difícil que la mentalidad infantil de Enilwen lograra captar lo que había querido decir. Así que cambió de tema, y dijo en tono de admiración-: ¡Oye, tu colección de piedras es increíble! (7)

– Gracias, Razorback. Enilwen está ordenando la colección.

– Oye, algunas rocas son verdaderamente grandes, Enilwen. ¡Hey -dijo, aproximándose a una roca que medía varios metros-, ésta es grande incluso para tí!

– Sí, es mi roca favorita. Huele mal, pero hace un ruido raro, si acercas la oreja.

Razorback se aproximó a la roca y aplicó su oreja, agradeciendo no llevar puesto su uniforme de superhéroe. En efecto, si uno escuchaba con atención podía oir un ruido, como de maquinaria funcionando. ¿Y qué era aquel olor?


Jack Hart fue recuperando poco a poco la consciencia. Poco a poco, lo sucedido antes de desvanecerse fue acudiendo a su memoria.

La batalla con los shi’ar había terminado, y todos estaban ahora en Titán, trabajando juntos. De alguna manera, habían logrado convencerles de que no obstaculizaran sus esfuerzos para rescatar a Galactus. Entonces, cuando estaban a punto de romper la barrera entre las dimensiones, apareció aquel fulano cósmico, el Intermediario. Algunos héroes, entre los que estaba su amada Ganímedes, intentaron detenerle o, al menos, frenarle un tanto. Pero sus esfuerzos fueron baldíos. El Intermediario se deshizo de ellos casi sin despeinarse. Jack sintió que la angustia crecía en su interior, y de repente no lo resistió más. Se escabulló hacia la superficie y, una vez allí, reunió todas sus energías, dedicó un último pensamiento a Ganímedes y se dirigió a toda velocidad hacia el Intermediario. Cuando estuvo a escasos centímetros, liberó toda su energía. Luego… luego, la oscuridad más negra.

– ¿Dónde estaré? -preguntó, sin dirigirse a nadie en particular.

Para su sorpresa, uan voz le respondió.

-Estás en mi casa, Sota.

Jack no lograba precisar dónde había escuchado antes aquella voz, pero le resultaba muy conocida. Intentó levantarse, pero algo le mantenía sujeto en posición horizontal. Lentamente, un rostro violeta entró en su campo de visión.

– ¡Thanos! -exclamó.

– En efecto -replicó el titán, con una sonrisa sardónica.

– ¡Suéltame o…!

– ¿O qué? -dijo Thanos, poniéndose serio-. ¿Qué harías, Sota? ¿Atacarme? Si apenas puedes moverte por tí mismo. No estás mucho mejor que cuando tu hembra te entregó a mis cuidados.

– ¿Ganímedes? -preguntó, sorprendido, Jack-. ¡No! -gritó débilmente-. ¡No es posible!

– ¿Por qué iba a mentirte? ¿Qué ganaría con ello? Pero, ya que parece que aquí estás tan a disgusto, vete -dijo, pulsando un interruptor. Jack sintió de inmediato que podía moverse, y se incorporó. Pero no se marchó. Se quedó sentado, meditando. Tras unos minutos, Thanos dijo-: ¿Qué pasa? ¿Has cambiado de opinión? ¿Lo has pensado mejor?

– ¿Por qué me entregó Ganímedes a tí? -replicó, sin contestar a la pregunta del titán.

– Porque sabía, como sé yo, que mi padre y esa maldita computadora no podrían curarte del mal que te aflije.

– ¿Y tú sí?

– Sí, yo sí. Thanos triunfará allí donde otros fracasaron. ¿Qué es lo que vas a hacer?

– No tengo elección, Thanos. Estoy en tus manos.


En el hospital «Cedros del Sinaí«, los médicos atravesaban los pasillos, visitando a los enfermos. Uno de los doctores se detuvo a hablar con una enfermera.

– ¿Cómo se encuentra el paciente de la 165, Helen?

– Estable, doctor -respondió-. Ahora está durmiendo. ¿Cuánto le queda?.

– Es difícil decirlo. Unas horas, unos días, un par de semanas… ¿Se ha localizado a algún pariente?

– No, doctor. Bueno, es decir…

– ¿Sí, Helen? -la animó el doctor.

– Verá, doctor, el nombre de este paciente es Raye, ¿no? Thomas Raye.

– Sí, ¿y?

– Bueno, una de las chicas dice que en sueños le oyó pronunciar el nombre de la Antorcha Humana, y…

– ¿Cuál? ¿John Storm?

– No, no, dijo algo así como «Mi antorcha, mi Antorcha Humana…«. Eso es lo que dijo Sandy que oyó.

– ¿Qué demonios tendrá que ver este anciano con los Cuatro Fantásticos? -se preguntó el doctor.

– Entonces, doctor… -dudó la enfermera.

– Llame a los Cuatro Fantásticos, Helen. No tenemos nada que perder.


Bill Rayos Beta había abandonado Titán tras el funeral de Avatar. Sin saber muy bien hacia dónde dirigirse, descubrió que se encaminaba hacia la Tierra, el mundo que se había acostumbrado a llamar Midgard durante su estancia con odín y su pueblo. En su pecho creció la añoranza por los buenos amigos que allí había conocido, y que constituían, de algún modo, la única familia que ahora le quedaba. Decidió que regresaría a la Tierra e intentaría pasar a Asgard. Aunque Odín le había pedido que permaneciera en Midgard (8), aquel mundo tenía defensores más que de sobra.


Drax el destructor no estaba precisamente de buen humor. Aunque habían derrotado al Intermediario, Thanos se le había escapado de las manos. Vale, de acuerdo que estaba en juego el destino del Universo, y ante eso el propósito con el que fue creado no tenía mucho sentido, pero aun así…

Sumido en sus pensamientos, dobló una esquina, y casi chocó con Warlock y Gamora, que venían en dirección contraria.

– Hola, Drax -dijo Gamora-. ¿Cómo te va?

– Mal -respondió el Destructor.

– No pareces de muy buen humor -dijo Warlock-. ¿Podemos ayudarte en algo?

– No.

– Bien, te dejamos entonces. Hasta la vista.

– Adiós.

Cuando Drax se hubo perdido de vista, Warlock y Gamora reanudaron su conversación.

– ¿Crees que nos habrá oido, Adam?

– Eso carece de trascendencia, Gamora. Escucha, es importante que vuelvas pronto con Thanos. Con independencia de que tenga o no éxito en su búsqueda de las gemas, no conviene perderle de vista demasiado tiempo. Tampoco se trata de eliminarlo, como intentaría hacer Drax si le pusiera la mano encima. El Universo es tan cambiante que uno nunca sabe cuándo podrá necesitarle, pero siempre es bueno saber qué es lo que se trae entre manos. Además, quiero saber por qué se ha ofrecido a curar a Sota de Corazones…

– De acuerdo, Adam. Partiré de inmediato.

– Una cosa más. No te descuides.

– ¿Qué quieres decir? -replicó Gamora, suspicaz.

– Es seguro que Thanos sabe que no estás allí por pura bondad de corazón. A pesar de ello, no hagas nada que le haga decidir que resultas prescindible.

– ¿Prescindible para él o para tí?

– Para él, claro. No hay nadie más que pueda estar tan cerca de él y pasarme información, así que para mí eres una valiosa fuente de información.

Una valiosa fuente de información… ya veo, Adam. Adiós.

– Adiós, Gamora.


Galactus, Nova y el Señor del Fuego se habían alejado de Titán nada más terminar el incidente del Inetrmediario, y ya estaban muy lejos del sistema solar de la Tierra. En ese momento, llegaron aun campo de asteroides.

– Marchad, heraldos -dijo el Devorador de Mundos-, y encontrad un mundo que sacie mi hambre.

– Bueno, ya estamos de vuelta al trabajo -dijo el Señor del Fuego-. Parece que fue ayer cuando dejé de ser heraldo suyo…

– No divagues, y encontremos pronto un planeta para nuestro amo -dijo Nova.

Tras ellos, Galactus se concentró y atrajo hacia sí los asteroides con mayor contenido metálico. Lentamente, comenzó a formar lo que sería el embrión de la maquinaria que le permitiría construir Taa III.


En el Área Azul de la Luna, la desolación reinaba por doquier. Desde que la ciudadela de Uatu implosionara (9), llevándose la atmósfera consigo (lo que a su vez hizo que los inhumanos se vieran forzados a regresar a la Tierra), las antiguas ruinas habían permanecido en silencio.Pero eso iba a cambiar. Una alta figura se materializó en mitad de lo que antes era la Zona azul de la Luna. En silencio, levantó su mano derecha. Del suelo comenzaron a surgir estrucutras: los muros se fueron levantando, perfectamente lisos. En unas pocas horas, el trabajo estaba terminado. La figura cruzó los muros y caminó hasta la sala de observación. Sin pronunciar una palabra, se dirigió hacia las consolas y activó los dispositivos de vigilancia, dando comienzo a su tarea. El nuevo Vigilante había tomado posesión de su puesto.


(1) Si quieres saber qué aventuras corren Quasar y Kismet, no te pierdas el episodio 70 de la serie Quasar.

(2) Eleusys fue secustrada por el Hombre 4D en el Anual de Poderes Cósmicos, ya en MarvelTopía.

(3) S’byll fue herida por una bomba de la Tecnarquía, como pudo verse en Poderes Cósmicos # 13 y 14.

(4) Lo que se contó en Poderes Cósmicos # 14 y 15.

(5) Razorback y Taryn O’Connell fueron padres de gemelos en Poderes Cósmicos # 21.

(6) Ver La Sensacional Hulka # 7.

(7) Tras dejar de coleccionar osos de peluche, Gran Enilwen se dedicó a coleccionar rocas, como pudo verse en La Sensacional Hulka # 43.

(8) Este encuentro se mencionó en Quasar # 69. Aunque no se dice expresamente en la colección El poderoso Thor, el encuentro tuvo lugar durante Falta de Esperanza (El poderoso Thor # 507-510).

(9) En El ascenso de Atlantis # 1, ante el intento de Nathaniel Richards de apoderarse de los secretos que contenía.


En nuestro próximo número:  Las tramas se desarrollan y los distintos personajes de la serie prosiguen sus aventuras en Poderes Cósmicos # 27, en MarvelTopía en el mes de Julio.


Un saludo y no dejéis de leernos, y escribid a Autopista hacia el espacio – Correo de los lectores (bergil@altavista.net) con cualquier duda o comentario que os surjan. Que no muerdo, caramba, y es muy agradable recibir e-milios (incluso aunque sean críticos)

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